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Dr. Félix Salvador Pérez, in memoriam

El pasado día 25 de diciembre falleció en Sevilla, de manera inesperada, nuestro compañero  Félix Salvador Pérez, excelente jurista, gran profesor y buen amigo. A continuación reproducimos las palabras del Director del Departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, D. Eduardo Román Vaca, dedicadas a su memoria

Sibi tibi terra levis

 

Resulta difícil, siempre difícil, escribir unas palabras, aunque sean breves, de una persona fallecida. Pero más aún si, como es el caso, se trata de un fiel amigo.

Por eso voy a ser breve, muy breve: seguro que eso le gustaría.

Félix Salvador Pérez era Félix Salvador Pérez. Aunque lo parezca, esta frase no es una mera tautología, sino algo parecido a un axioma científico: era alguien único, y por tanto indefinible: la única manera de decir quién era él es decir que era él. Y con eso queda dicho todo.

Buen amigo, buen compañero, buen profesional, buen… ¿Qué más decir? ¿Algo “negativo”? Pues también si queréis: cuando perseguía algo era más pesado que nadie. Unas veces nos convencía con razones lógicas, y otras por cansancio; pero al final nos convencía. No sé dónde estará ahora mismo; la respuesta dependerá –supongo- de las creencias de cada cual. Pero si está en algún lado, quien sea se estará planteando por qué no lo ha dejado un poco más entre nosotros.

Pero ese “quien sea” no lo ha querido así, y no somos nadie para juzgar. Se nos ha ido. Pero –siempre el tópico- algo queda: se ha ido pero no se ha ido. Y es quizás lo más bonito que pueda decirse de una persona. Hay quien pasa por la vida sin más, sin dejar huella. No es ese el caso del Dr. Salvador Pérez. Sí ha dejado huella, y profunda: la ha dejado en sus compañeros (señaladamente de la US y la UPO, pero también de otras Universidades); la ha dejado en (¿cuántos? ¿cientos? ¿miles?) de alumnos que han pasado por sus aulas; la ha dejado en tanta y tanta gente…

Sea cual sea nuestra creencia, en esto sí estamos todos de acuerdo: ahí queda su legado.

Y es hora de terminar. Seguir escribiendo sería escribir por rellenar páginas; y por supuesto que podría –y muchísimas-. Podría contar anécdotas y más anécdotas, unas profesionales, otras personales (y muy

personales). Pero no era ese su estilo. ¿Más páginas para qué? ¿Para que afloren lágrimas? No; él no querría eso. Por ello, basta con dos palabras (eso sí: escritas con mayúsculas). La primera es obviamente de agradecimiento: el simple hecho de haberlo conocido merece un verso en aquella canción de Violeta Parra que todos habréis oído de los labios de Mercedes Sosa o Joan Báez. La segunda podría ser “amigo”, “compañero”…, pero estamos en la Universidad; y en este ámbito voy a escoger la que mejor le cuadra:

Félix, estés donde estés, GRACIAS PROFESOR.

 

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