El fenómeno de la expansión europea dio origen a la primera globalización. El litoral atlántico andaluz jugó un papel destacado en este proceso, como plataforma de lanzamiento de las expediciones de descubrimiento y conquista de la corona de Castilla y como base desde la que se organizó la navegación y el comercio con América. La Andalucía atlántica fue un nodo principal para la aparición de un mundo conectado.

El protagonismo de las localidades costeras de Huelva, y especialmente de Palos, en el primer viaje de Cristóbal Colón une de manera indisociable el nombre de estos puertos a la historia de los grandes descubrimientos. El litoral onubense era en el siglo XV una zona profundamente señorializada que participó intensamente en las pesquerías atlánticas, el comercio y el corso marítimo, lo que propició la existencia de ambiciosos empresarios y de numerosos marinos expertos en las navegaciones oceánicas, ávidos de ganancias y aventuras. La vocación marinera de esta porción del litoral andaluz era muy patente en lugares como Ayamonte, a orillas del Guadiana, y en el estuario de los ríos Tinto y Odiel, donde Palos, Moguer, Huelva o San Juan del Puerto destacaron como activos núcleos portuarios.

El eje fluvial Sevilla-Sanlúcar de Barrameda también tuvo un destacado papel portuario. Sevilla era una ciudad interior, sin embargo operaba como el principal puerto comercial del Atlántico andaluz, acogiendo a inquietas colonias comerciales de diversa procedencia, entre las que destacaron los genoveses, los florentinos y los burgaleses. El Guadalquivir se convirtió en la principal arteria del complejo portuario bajoandaluz. Desde 1503, con la radicación en esta ciudad de la Casa de la Contratación, Sevilla se transformó en la capital de la Carrera de Indias.

El puerto de la ciudad era el de las Muelas. Situado en la orilla izquierda del río, se extendía desde la Torre del Oro hasta la torre de la Almenilla, próxima al puente de barcas de Triana. El Arenal, que se extendía por la ribera, acogía una incesante actividad portuaria. A él se asomaban las viejas atarazanas de Sevilla, que desempeñaron, entre otras funciones, la de almacenes de la Carrera de Indias. En las inmediaciones del puerto se ubicó un importante conjunto edilicio al servicio del tráfico mercantil: la aduana, la Casa de la Moneda y la lonja de mercaderes, construida durante el reinado de Felipe II.

Río abajo existieron una serie de puertos secundarios y embarcaderos que facilitaban la carga de los productos agrarios de la región: San Juan de Aznalfarache, Coria, la Puebla, Puntal, Borrego, las Horcadas y, finalmente, Bonanza, cerca de Sanlúcar de Barrameda, este último un puerto de referencia fundamental en la partida y la arribada de la navegación a Indias. Río arriba de Sevilla también se registraba un nutrido tráfico de barcas que llegaban hasta Cortijo Rubio, cerca de Córdoba, que frecuentaban una serie de embarcaderos donde se cargaban productos agrarios, colorantes y lanas.

A fines de la Edad Media, también descolló como una importante ciudad portuaria Sanlúcar de Barrameda. Los duques de Medina Sidonia, señores jurisdiccionales de ella, impulsaron su comercio, propiciando el asentamiento de mercaderes bretones, ingleses o genoveses. El descubrimiento de América reforzó el papel comercial de Sanlúcar como antepuerto de Sevilla, a pesar de las dificultades que planteaba el Guadalquivir en su desembocadura para la navegación, como consecuencia de la peligrosa barra arenosa que formaba el río, en la que naufragaron numerosas embarcaciones.

Cádiz jugó también un importante papel, como entrepôt peninsular del comercio entre el Mediterráneo y el Atlántico, en el que los genoveses jugaron un señalado papel. Asimismo, Cádiz fue el puerto de referencia para el comercio castellano con el norte de África, del que ejerció el monopolio, y para las importaciones de azúcar canario, que desde esta ciudad se redistribuía hacia otros puertos de Europa. Muy pronto, Cádiz se erigió también como una alternativa a Sevilla, con la que compitió para atraer hacia sus aguas la navegación comercial hacia las Indias. Partiendo de unos modestos orígenes medievales, Cádiz fue incrementando así su población y expandiendo su núcleo urbano. En 1493, Cádiz dejó de ser señorío de los Ponce de León para convertirse en ciudad de realengo.

El Puerto de Santa María, repoblado en tiempos de Alfonso X, era a finales del siglo XV y comienzos del XVI una floreciente villa marinera que vivía momentos de esplendor. Situada bajo la jurisdicción señorial de los duques de Medinaceli, su situación en la desembocadura del río Guadalete le procuraba un lugar de atraque cómodo y seguro y le garantizaba una conexión directa con la bahía gaditana. Además de su papel comercial, fue la base principal de las activas pesquerías practicada en los caladeros norteafricanos, a lo que contribuía la abundante producción de sus salinas. El Puerto ofició también como base para el abastecimiento de los presidios portugueses del norte de África y como fondeadero de las galeras reales de la guarda del estrecho de Gibraltar. Aguas arriba del Guadalete, en el embarcadero del Portal se cargaban importantes cantidades de productos agrícolas y de transformación agraria del extenso término de Jerez de la Frontera, entre los que destacó el vino, objeto de exportación a Europa y América.

En suma, la franja costera atlántica andaluza constituía, a comienzos de la Edad Moderna, un denso complejo portuario liderado por Sevilla, pero en el que el resto de las ciudades y villas litorales no se limitaron al papel de simples antepuertos. El protagonismo de Sevilla en la organización del sistema comercial andaluz es indudable, y esta función salió muy reforzada por la elección de la ciudad como capital del monopolio del comercio americano.

Sin embargo, no puede reducirse al resto de los puertos andaluces a un papel meramente secundario. Desde Ayamonte hasta Cádiz, el arco atlántico bajoandaluz  tuvo en los albores de la Edad Moderna un gran peso en las pesquerías, en el comercio con Canarias y el norte de África, en el corso marítimo, en las expediciones de saqueo dirigidas al litoral de Berbería, en el abastecimiento de los presidios, en los viajes de exploración y descubrimiento, en el tráfico de esclavos y, también, en el comercio con las Indias. Este activo complejo portuario desempeñó un papel crucial en la gestación de la primera mundialización y fue el escenario privilegiado de la partida y la llegada de la primera circunnavegación del Globo.

 

Autor: Juan José Iglesias Rodríguez


Bibliografía

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MOLINIÉ, Annie, “Le Puerto de Santa María dans le complexe andalou au XVIe siècle”, en e-Spania, 22, 2015. Disponible en línea.

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