El Hospicio General de Granada se creó en 1753, en el contexto de fomento de la política asistencial durante el reformismo borbónico, periodo en el que se intentó trasladar la racionalidad y los presupuestos ilustrados a la gestión de los servicios asistenciales. Como resultado, se impulsó la concentración de todos los lugares destinados a la beneficencia y la sanidad en un mismo espacio, para mejorar su organización y eficiencia. De esta forma, el Hospicio de Granada no solo se ocupaba de los pobres de la ciudad, sino que también recogía y atendía a los niños expósitos y a las mujeres públicas y cuidaba de los enfermos -a saber, de locos, leprosos y unciados-.

Además, siguiendo los postulados ilustrados que defendían la posibilidad de rehabilitar a los marginados y convertirlos en personas útiles y productivas, los internos eran educados en la doctrina cristiana y formados profesionalmente. Con este objetivo, se introdujeron talleres y algunas actividades económicas en los hospicios. Así, en las ordenanzas del centro granadino se precisaba que “se han de establecer dentro de la casa y comprensión del hospicio fábricas correspondientes a los que puedan trabajar, y ocuparse con alguna utilidad las gentes que allí se recogen”. También se señalaba que las fábricas estarían conformadas por telares y tornos destinados a la producción de lana, cáñamo y lino. Con ellos, se debía proveer, en primer lugar, a los pobres del centro con las vestimentas y ropa de cama necesarias, pudiendo destinar el resto de productos a la venta en una tienda pública ubicada en el hospicio, cuyos rendimientos contribuirían al sostenimiento económico de la institución.

Las fábricas marcharon bien durante los primeros años. Tanto es así que se instalaron dos tiendas, una el interior del hospicio y otra en la ciudad de Granada, en las que se vendían productos de lino y lana, así como de cordelería y zapatería realizados con cáñamo. Pero, a partir de 1763, el negocio decayó, cerrándose tanto los establecimientos de venta como las fábricas. Entre 1763 y 1766 el superintendente del Real Hospicio, Francisco Guillén de Toledo, intentó reabrir las tiendas sin éxito. Un año más tarde, en 1767, la Junta Mayor del Hospicio, dirigida en ese momento por el presidente de la Real Chancillería de Granada Fernando José de Velasco, intentó de nuevo revitalizar los talleres con la propuesta de implantar una fábrica de lonas y jarcias para vender sus artículos a la Real Armada. La elección de este mercado era premeditada, pues Granada era en el siglo XVIII -junto a Cataluña, Aragón y Valencia- uno de los centros productores de cáñamo más importantes de la Península. Esta fibra textil era, de hecho, un “material estratégico”, cuya producción y distribución se intentó controlar por los principales Estados de la época, dado que por su empleo en la elaboración de jarcias y lonas era fundamental para el desarrollo de la industria naval.

El proyecto se puso en marcha de manera inmediata y, para ello, el presidente de la Junta Mayor del Hospicio escribió a la secretaría de Marina e Indias, desde donde se mostraron interesados con la propuesta y pusieron en contacto al hospicio con el intendente de marina de Cádiz, don Juan Gerbaut. En los meses siguientes se enviaron desde el hospicio granadino diferentes muestras de piezas confeccionadas en sus talleres, para que el intente don Juan Gerbaut comparara su calidad con las de la fábrica gaditana del Puente de Suazo. En las imágenes se recogen varios ejemplos de las tramas para las lonas y de las muestras de tejidos intercambiados. Los talleres granadinos consiguieron realizar telas de gran calidad, si bien interrumpieron la producción al año siguiente, porque el intendente de Marina de Cádiz, probablemente por la naturaleza de la mano de obra que surtía al hospicio, ofreció unos precios tan bajos que no merecía la pena continuar con la actividad. En las siguientes juntas del hospicio, no se volvió a tratar el tema de los talleres y tampoco se observan cambios en los Libros de Cuentas de las fábricas, por lo que todo parece indicar que el proyecto no se volvió a retomar.

 

Autora: Isabel María Sánchez Andújar


Fuentes

Ordenanzas, y constituciones de el Real Hospicio General de Pobres, y de los seminarios y agregados establecidos en la ciudad de Granada, Granada, 1756. En Biblioteca Virtual de Andalucía.

Bibliografía

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FUENTE GALÁN, María del Prado de la, Marginación y pobreza en la Granada de la segunda mitad del siglo XVIII: los niños expósitos, Granada, Universidad de Granada, 2000.

MORENO RODRÍGUEZ, Rosa M., “La larga historia del confinamiento para remediar la pobreza. El Hospicio General de Pobres de Granada, 1753-1786”, en Chronica Nova, 30, 2004, pp. 511-555.

SÁNCHEZ ANDÚJAR, Isabel María, “El proyecto de crear una fábrica de lonas y jarcias en el Real Hospicio de Granada (1767-1769), en Cuadernos de Ilustración y Romanticismo: Revista del Grupo de Estudios del siglo XVIII, 27, 2021, pp. 427-440.

SANZ SAMPELAYO, Juan F.,  “La centralización de la asistencia benéfico-sanitaria en Granada. El Real Hospicio de 1753 a 1758”, en Actas del IV Congreso Español de Historia de la Medicina, Granada, Universidad de Granada, 1975, vol. 1, pp. 171-178.

VALENZUELA CANDELARIO, José, MORENO RODRÍGUEZ, Rosa M. y Fernando GIRÓN IRUESTE, Fernando, El Hospital Real de Granada y sus constituciones de gobierno (1593-1857). Asistencia a los pobres y regulación social, Granada, Universidad de Granadaa, Granada, 2008.

 

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