La Inquisición surge a raíz del clima de tensión entre judíos, cristianos y judíos conversos, por ello, a petición de los Reyes Católicos, el Papa Sixto IV publicó el 1 de noviembre de 1478 la Bula Exigit sincerae devotionis: en este documento se facultaba a los Reyes para elegir dos o tres inquisidores para Castilla, entre clérigos conocidos por su ciencia y virtud.

Los monarcas acometieron la tarea de conseguir la uniformidad de pensamiento de sus súbditos, para lo cual eligieron el sistema del ejercicio del control ideológico desde el poder.

Una vez obtenida la bula los Reyes Católicos deseaban controlar el territorio lo antes posible, en menos de una década, Isabel y Fernando constituyeron 27 tribunales por todo su territorio, a excepción de Galicia (con escasos problemas de conversos), y Granada y Navarra, todavía no anexionadas.

A finales del siglo XV la mayor parte de la población existente en Granada era musulmana y a ello había que añadirle la ingente población judía que había llegado a la ciudad procedente de otras ciudades castellanas.

Sabemos que la reina Isabel no permitió que se estableciera en Granada un tribunal de la Inquisición por respeto y criterios de su antiguo confesor y consejero Fernando de Talavera, arzobispo de Granada. Además las capitulaciones iban encaminadas a tratar de convencer, más que obligar a los mudéjares (después moriscos), para que aceptaran la fe cristiana y se bautizaran. Finalmente, la reina accedió y permitió que funcionara como subalterno del de Córdoba.

En 1499 cambia la situación ya que es nombrado Inquisidor de Granada Diego Rodríguez de Lucero. Y pocos días después juran sus cargos el fiscal, el portero y el alguacil de la Inquisición granadina; tales nombramientos confirman la existencia de un tribunal en este reino independiente y completo. Se le adjudicó el territorio del recién conquistado reino nazarí. Comprendía el arzobispado de Granada y las diócesis de Málaga, Almería y Guadix-Baza. En 1507 pasan a depender nuevamente de la Inquisición de Córdoba.

La llegada de Carlos V a Granada en 1526 replanteará de nuevo el problema de las minorías religiosas: moriscos y conversos. La precaria situación del Reino, las quejas que presentaron los notables moriscos sobre el tratamiento que recibían sus correligionarios de la sociedad cristianovieja y las posibilidades de reforma religiosa, hicieron que el emperador ordenara que se visitase todo el Reino.

Los resultados de la visita llevaron a Carlos V a convocar la Congregación de la Capilla Real. De aquí salió una nueva serie de medidas de aculturación de la identidad morisca en un intento de rápida asimilación con la sociedad cristiana. Una de las medidas  fue la creación del Tribunal del Santo Oficio, que se trasladó desde Jaén. La creación del Santo Oficio de forma permanente en Granada hay que situarla dentro del proceso de asimilación de la población morisca.

El Tribunal de Granada fue instituido en 1526. El Inquisidor General y Arzobispo de Sevilla, el erasmista Cardenal Alonso Manrique, dio un “edicto de Gracia”, probablemente de tres años, tiempo en que se le permitía a los “nuevos cristianos” confesar sus errores libremente. Tres años después (1529) se celebraba el primer “auto de fe” público.

A partir de la década de 1530 la Inquisición en Andalucía quedó estructurada en tres tribunales con sede en las ciudades de Córdoba, Granada y Sevilla. No hubo cambios hasta la abolición definitiva del Santo Oficio. Esta remodelación del espacio inquisitorial se inscribe dentro de un proceso de reorganización de la Inquisición que sólo culminará a mediados del siglo XVI por obra del inquisidor general Fernando de Valdés.

El Tribunal de Granada poseía fisonomía propia: tenía costa y un puerto muy activo y cosmopolita, Málaga. Su ámbito era el mismo que el del antiguo reino nazarí, cuya personalidad habían respetado los conquistadores. Además, no era incompatible con grandes diferencias internas, que casi coincidían con las actuales provincias.

Los “autos de fe” publicados se celebraban tradicionalmente en la Plaza Nueva, junto a la Chancillería, y a partir de 1593 pasaron a celebrarse en la Plaza Bib-rambla, donde estaban las casas del Cabildo Municipal. Los autos particulares se celebraban en la Iglesia de Santiago, parroquia del Santo Oficio.

A partir de 1550 el tribunal de Granada empezó a ejercer una constante y creciente presión sobre los moriscos, la cual va a culminar en los años inmediatamente anteriores a la sublevación de las Alpujarras. En Granada la evolución fue inversa: en lugar de aplacarse paulatinamente la actuación del Tribunal, se fue reforzando, porque se endureció la postura oficial y social hacia los moriscos, y por la entrada de marranos portugueses.

Duró la severidad inquisitorial en Granada todo el siglo XVII, reproduciendo con cierta frecuencia sus autos de fe. Calmaron sus rigores en el siglo XVIII. Desde entonces continuó el mismo Tribunal en sus funciones, imponiendo penas severas, pero no tan inhumanas, hasta 1820, año en que fue abolido definitivamente.

El 1 de enero de 1820 Rafael Riego se levantó contra Fernando VII, en Las Cabezas de San Juan. El 9 de marzo Fernando VII promulgó un decreto aboliendo la Inquisición. Señalaba éste que su existencia era incompatible con la Constitución de 1812, razón por la cual, después de madura reflexión, había sido suprimida por las Cortes; de conformidad con la opinión de la Junta establecida aquel mismo día ordenaba que a partir del mismo la Suprema y la Inquisición quedaban suprimidas en todo el Reino.

 

Autor: Daniel García Cabrera


Bibliografía

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DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio, La Inquisición en Andalucía, Granada, Universidad de Granada, 1999.

GARCÍA FUENTES, José María, La Inquisición en Granada en el siglo XVI, Granada, Universidad de Granada, 1981.

GARCÍA IVARS, Flora, La represión inquisitorial en el Tribunal de Granada, Madrid, Editorial Akal, 1991.

LAFUENTE ALCÁNTARA, Miguel, Historia de Granada, Granada, Universidad de Granada, 1992.

MARTÍNEZ MILLÁN, José, La Inquisición española, Madrid, Editorial Alianza, 2007.

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