Aludir al bandolerismo en el siglo XVI es hablar de los monfíes del reino de Granada, los que hasta 1526 eran conocidos como gazíes. Tal es la perspectiva interpretativa desde el lado cristiano de quienes asaltaban o mataban a la población cristiano-vieja, pues para los musulmanes eran unos guerreros de la fe, e incluso verdaderos santos. Inequívocos representantes de la resistencia morisca, los monfíes, bandoleros moriscos, o guerrilleros como han sido definidos más recientemente, no fueron delincuentes comunes sino que enarbolaron la bandera de la resistencia al poder castellano en el antiguo reino nazarí. Sin embargo, a partir de 1570, el bandolerismo morisco cambiaría de signo al perder ese sentido “político” para convertirse en un fenómeno más debilitado y, al mismo tiempo, simbólico de lo que se podría considerar como la “postguerra” granadina.

Identificados como salteadores o malhechores, los monfíes, como ha señalado Rafael Peinado, por medio de sus golpes de mano, reflejados en robos de mercancías, dinero, ropas, armas y hombres, o asesinatos de civiles y soldados, pretendían ante todo luchar contra un poder cristiano que había puesto fin a sus creencias y costumbres. Algunos de los nombres de esos monfíes más temidos en su época fueron los del Acetile en la sierra de Gádor, Pedro Arroba y su cuadrilla, que actuó a inicios de la década de los años treinta en los alrededores de Granada, y el Cañarí, cuya cuadrilla tuvo una intensa actividad a mediados de la centuria. En la zona más oriental del reino, entre 1566 y 1573, sobresalió la figura de otro monfí, Alonso Aguilar, El Joraique, cuya memoria ha llegado hasta la actualidad en ese territorio bajo diferentes expresiones.

El modus operandi de los monfíes no difiere demasiado del que luego iban a exhibir los bandoleros en la Andalucía de los siglos XVII y XVIII: actuaban agrupados en cuadrillas, dirigidas por un “capitán”, definían bien sus objetivos contra la población cristiano-vieja con acciones muy violentas, y contaban casi siempre con la protección de la población morisca que actuaría como receptadora. Incluso, en algunos casos los monfíes llegaron a contar con el apoyo de los corsarios y piratas turcoberberiscos que operaban en las proximidades de las costas granadinas, sobre todo cuando eran perseguidos y tenían que huir al norte de África. Por ello su radio de acción se desarrolló en torno a los principales caminos, los situados al este de la ciudad de Málaga y fundamentalmente el que unía Motril con la ciudad de Granada, así como el que atravesaba las Alpujarras.

Las víctimas de los monfíes explican, por un lado, el sentido de resistencia al dominio cristiano-viejo, al atacar objetivos que simbolizaban el poder civil y religioso (la casa del cabildo de Motril en 1507 o la quema del retablo de la iglesia de Lobres en 1511) pero, por otro lado, buscaban también objetivos individuales que les pudiesen reportar algunos ingresos, tales como mercaderes de seda, clérigos, frailes de monasterios o soldados. De todos ellos los más odiados por los monfíes eran los sacerdotes, no solo por su papel en la evangelización de los moriscos sino por las continuas exacciones a que sometían a la población cristiano-nueva.

A pesar de las disposiciones para luchar contra las bandas de monfíes, de la formación de compañías de soldados específicas para su persecución, del incremento de la represión entre 1560 y 1580, el bandolerismo morisco, con mayor incidencia en unas coyunturas que otras, persistió durante buena parte del siglo XVI en el reino de Granada. Su actividad se puede documentar desde los momentos inmediatos a la conquista del reino por los Reyes Católicos hasta los años subsiguientes a la guerra de las Alpujarras de 1568, fase esta última de su presencia en el reino durante la cual supusieron uno de los principales obstáculos para el asentamiento de los repobladores castellanos en las tierras confiscadas a los moriscos expulsos, sobre todo en las zonas montañosas.

Bernard Vincent ha distinguido para ese periodo de 1560-1580 cuatro fases del bandolerismo monfí, cronología que abarca desde una etapa de alta intensificación hasta su práctica extinción de las tierras granadinas. En la primera, que iría hasta el año de 1568 en que se produjo la rebelión de los moriscos, los monfíes supusieron una seria amenaza para la población cristiano-vieja, destacando por la importancia de sus acciones las bandas lideradas por Abenduza, el Partal de Narila y, sobre todo por Gonzalo el Seniz, quien acabará participando directamente en la rebelión. Integrados con los moriscos sublevados, durante los años de 1569 y 1570 los monfíes desaparecieron como tales pues su actividad no fue tanto el salteo y ataque a particulares como la guerra total contra las fuerzas de Felipe II. La tercera fase se inició a partir de 1570 cuando resurgieron con vigor, al tiempo que se nutrieron de todos aquellos elementos que se resistían a la deportación o a la emigración al norte de África. Son los años en los que en las serranías de Ronda y en las Alpujarras las bandas de monfíes protagonizaron continuos saqueos y asaltos que atemorizaron sobremanera a los nuevos pobladores cristiano-viejos que se estaban asentando por entonces.

La última fase de la existencia de estos bandoleros moriscos se inició a partir de 1577 y llegó, como mínimo hasta 1580. Es importante individualizarla y destacarla porque supuso, en buena medida, la extensión del problema monfí hasta tierras de Sevilla, Jaén, e incluso hacia Castilla. Operando sobre un solar en el que ya no tenían la colaboración de los moriscos, las dificultades para sus operaciones se incrementaron y no tuvieron otras opciones que someterse a las autoridades cristianas a cambio de ciertas garantías, emigrar a las tierras donde han sido expulsados sus hermanos de fe o desplazar sus acciones hacia territorios alejados del reino de Granada.

 

Autor: Francisco Andújar Castillo


Bibliografía

GIL SANJUÁN, Joaquín, “Orígenes del bandolerismo andaluz: los monfíes”, en AVILÉS FERNÁNDEZ, M. Y SENA MEDINA, G. (coord.), Carlos III y las Nuevas Poblaciones, Córdoba, Universidad de Córdoba, 1988, T. I, pp. 289-300.

PEINADO SANTAELLA, Rafael. G., “¿Bandoleros o resistentes? La guerrilla morisca en el reino de Granada a comienzos del siglo XVI”, en Vínculos de Historia, 5, 2016, pp. 79-92.

VINCENT, Bernard, “El bandolerismo morisco en Andalucía (siglo XVI)”, en Awraq. Estudios sobre el mundo árabe e islámico contemporáneo, 4, 1981, pp. 167-178.

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