Los moriscos del reino de Granada se sublevaron en la comarca de Las Alpujarras entre el 23 y el 24 de diciembre de 1568. Entre sus primeras acciones sediciosas se encuentran el saqueo de los templos y la matanza de los cristianos viejos, en lo que historiografía ha llamado Navidades de Sangre. Las ejecuciones de cristianos viejos alpujarreños a finales del siglo XVI recibían, entre las crónicas de la guerra y la propia aclamación popular, el apelativo de mártires. Este término había sido revalorizado por la Iglesia en el contexto de un nuevo procedimiento para estudiar el fenómeno martirial, alejado de las discutibles historias apócrifas. El descubrimiento en 1578 en Roma de la catacumba de Porta Salaria facilitó la arqueología cristiana, un procedimiento que también se siguió en La Alpujarra exhumando el ejército las fosas de cadáveres de cristianos viejos. Sin embargo, la creación por Sixto V de la Congregación de Ritos (1588), establecería una prioridad sobre los mártires romanos de la antigüedad antes que sobre los mártires contemporáneos, relegando los testimonios moriscos a un segundo plano.

El revisionismo martirial dirigido por el cardenal César Baronio, no obstante, incentivó los estudios sobre martirios y persecuciones, sobre todo a partir de 1594 con los trabajos del oratoriano Antonio Gallonio y su repertorio de escenas de tortura. En este revulsivo intelectualizado sobre el martirio y el carácter heroico del mártir, las diócesis del reino granadino realizaron informes particulares sobre los horrores experimentados en su tierra, al igual que las órdenes religiosas, que tenían diferentes frailes asesinados, e incluso particulares. Estas primeras iniciativas tendrían como esfuerzo conjunto la obra que publicó en 1599 Luis del Mármol Carvajal: Historia del rebelión, en cuya crónica hizo un esfuerzo muy notable por describir las ejecuciones.

En 1600 la diócesis de Granada, por iniciativa del arzobispo Pedro Vaca de Castro y Quiñones, realizó una completa Información sobre los martirios, tomando declaración en La Alpujarra a numerosos testigos de visu, cuyo objeto era promover un proceso de reconocimiento por parte de la Iglesia. Al margen de los elementos materiales y simbólicos, la venganza sobre los cristianos, especialmente con humillación pública, era uno de los valores que se promovían para exaltar la heroicidad de los ejecutados. Poco tiempo después se elaborarían algunas historias sobre el hecho martirial desde una perspectiva religiosa, conservándose en la Biblioteca Nacional un manuscrito de 1602 que recientemente ha sido editado. Aquel año Clemente VIII estableció una efímera Congregación de los Beatos, luego reasumida en la de Ritos, con la finalidad de controlar la devoción popular en torno a determinadas personas recientemente fallecidas en olor de santidad, lo que obstaculizó el rápido reconocimiento del martirologio morisco.

A partir de estos primeros bosquejos durante la primera mitad del siglo XVII se realizarían en el ámbito granadino algunas producciones intelectualizadas para consolidar la historia martirial (manuscritos de Antolínez de Burgos y Henríquez de Jorquera). Por otra parte, a partir de 1622, con Urbano VIII, y los dos decretos emitidos en 1625 sobre el culto a los difuntos muertos con fama de santidad se fijó una praxis mucho más restrictiva que tuvo como consecuencia la paralización de la causa. Aún con todo ello hubo posteriormente nuevas publicaciones granadinas insistiendo en el martirologio alpujarreño, entre cuyas obras sobresale la Historia Eclesiástica de Bermúdez de Pedraza, editada en Granada en 1638.

La presión popular sobre las muertes de los cristianos viejos en Las Alpujarras se mantendría viva. En 1667, en vísperas del primer centenario de los martirios, y a iniciativa de los sacerdotes alpujarreños, el arzobispo Diego Escolano promovió una nueva Información martirial. Realizada entre 1667 y 1668 por Juan de Leyva, capellán real, se tomaron nuevos testimonios a los familiares y conocedores de los martirios, al tiempo que se levantaron actas notariales de los lugares martiriales y puntos de depósito de los restos martiriales, así como otros objetos religiosos profanados. La documentación estuvo terminada en 1671, publicándose aquel año en Granada un Memorial, que encabezó el propio Arzobispo y lo elevó a la reina regente, Mariana de Austria, para que intercediera en Roma por la promoción que realizaba para subir a los altares a los cristianos viejos asesinados por los moriscos durante la rebelión. La muerte de Escolano en 1672 ralentizó este proceso, que se sumió en el olvido.

Las órdenes religiosas también tuvieron iniciativas específicas sobre los martirios, como fueron los agustinos y trinitarios calzados. Esta última regla, reunidas las pruebas del culto inmemorial a fray Marcos Criado, martirizado en La Peza (Granada) en 1569, por el postulador general fray Antonio de la Asunción, obtuvo de León XIII el 24 de julio de 1899 su beatificación, teniendo memoria litúrgica celebrada entre los trinitarios en las diócesis de Albacete, Almería, Guadix-Baza y Jaén, recibiendo el sobre nombre de “mártir de las Alpujarras”.

A nivel historiográfico los martirios de la guerra morisca granadina han producido algunos estudios importantes, como el de Hitos (Granada, 1935) y el de Tapia Garrido (Almería, 1965), y más recientemente desde ópticas distintas ha merecido la atención de algunos especialistas. Además, en 2014-2018, se han realizado ediciones cuidadas de un destacado grueso documental.

La geografía martirial abarca prácticamente todos los pueblos de la comarca alpujarreña y cuenta hasta la actualidad con algunas evidencias muy significativas. Destaca sobre todas ellas la devoción a Nuestra Señora del Martirio, patrona de la localidad de Ugíjar, histórica capital de La Alpujarra. Esta imagen era una talla de la Virgen del Rosario que fue profanada a manos de los moriscos, cambiando a principios del siglo XVII su invocación a raíz del extendido estado de opinión martirial.

 

Autor: Valeriano Sánchez Ramos


Fuentes

Historia de los mártires de las Alpujarras. En Biblioteca Nacional de España, mss/1602.

Bibliografía

BARRIOS AGUILERA, Manuel y SÁNCHEZ RAMOS, Valeriano, Martirios y mentalidad martirial en Las Alpujarras. De la rebelión morisca a las “Actas de Ugíjar”, Granada, Universidad de Granada, 2001.

HITOS, Francisco A., Mártires de la Alpujarra en la rebelión de los moriscos (1568), Granada, Apostolado de la Prensa, 1935. Reedición facsímil con estudio preliminar de Manuel Barrios Aguilera, Granada, Universidad de Granada, 1993.

LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Miguel Luis (ed.), Los Mártires de las Alpujarras (Manuscrito 1602 de la Biblioteca Nacional), Granada, Nuevoinicio, 2017.

SÁNCHEZ RAMOS, Valeriano, Los Mártires de las Alpujarras. Informaciones del Arzobispo Diego de Escolano (1668-1669), Granada, Nuevoinicio, 2018.

SÁNCHEZ RAMOS, Valeriano, La guerra de los moriscos en la provincia de Almería, Almería, Instituto de Estudios Almerienses, 2019.

VIZUETE MENDOZA, José Carlos (ed.), “Nuestra Señora del Martirio de Ugíjar (Granada): origen, voto y fiesta”, en Advocaciones Marianas de Gloria, San Lorenzo del Escorial, Centro de Estudios Escurialenses, 2012, pp. 121-138.

VIZUETE MENDOZA, José Carlos, Los Mártires de las Alpujarras. Informaciones (1569-1621), Granada, Nuevoinicio, 2014.

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