San Juan de Dios murió en 1550 sin atisbo de querer fundar una nueva orden religiosa. Su único afán había sido la asistencia de los pobres y de los enfermos. Sin embargo, en los últimos años de su vida pública recibió en su compañía a algunos hombres que, movidos de su ejemplo de caridad inquebrantable, decidieron ayudarle en su labor. Así, en el año de su fallecimiento, los enfermos que recogían y cuidaban se encontraban en la segunda sede del hospital fundado por él en Granada, el de la Cuesta de Gomérez. No obstante, ante el número creciente de enfermos allí alojados, los continuadores de su obra hicieron las gestiones necesarias para que el hospital se pasara a un edificio que, con el mismo uso, mantenían los frailes jerónimos en los aledaños de su convento. Esta mudanza se efectuó en 1552, mediando el siguiente acuerdo: los juaninos harían la labor asistencial y los jerónimos, propietarios del inmueble, se reservaban la gestión patrimonial del hospital y sus rentas. No obstante, las fricciones no tardarían en aparecer y, en 1572, estas fricciones se convirtieron en un pleito formal entre ambas comunidades.

Respecto a la expansión de la comunidad hospitalaria conviene recordar que, si bien el mismo santo ya había mandado a un hermano a Toledo para abrir un pequeño hospital-albergue en 1549, el verdadero punto de inflexión llegó con la fundación del hospital de Madrid. Este hospital, que dio nombre a una de las calles más céntricas de la capital española, fue inaugurado en 1552 gracias a la labor de Antón Martín, el primer discípulo del santo y heredero directo de su obra por manda testamentaria. Martín había acudido a Madrid para pedir limosna con la que sustentar el hospital granadino, pero allí fue requerido para la citada labor por el príncipe heredero, el cual habría de subir al trono como Felipe II.

Durante estos primeros años la comunidad sigue creciendo gracias a los aportes humanos y económicos que sigue aglutinando. En 1555 el Hermano Mayor de Granada, Sebastián Restríngano, dio el hábito hospitalario a un grupo de personas entre los que se encontraban tres de los primeros propagadores de la orden: Pedro Soriano, Rodrigo de Sigüenza y Sebastián Arias, y se empiezan a recibir legados piadosos para el mantenimiento del hospital, entre los que destacan el de doña Francisca de Cáceres, consistente en unos cortijos situados en Colomera y Moclín (1556), y el del famoso arquitecto Diego de Siloé, que dejaba 800 ducados de renta (1563).

Nuevas fundaciones van sumándose a la red hospitalaria de Andalucía: en 1564 se inaugura el Hospital de Nuestra Señora de los Remedios de Montilla, en 1565 el de San Juan Bautista de Lucena y en 1567 el de Juan de Dios de Utrera. Además, la asistencia sanitaria de los hermanos se extiende al ámbito militar y, a partir de diciembre de 1568, acompañan a las tropas desplegadas en las Alpujarras a propósito de la rebelión de los moriscos. Este hito sentará el precedente para que los hermanos sigan asistiendo a los soldados españoles en otros conflictos bélicos como la batalla de Lepanto o la conquista de América.

Las décadas de los años setenta y ochenta constituyen para los hospitalarios un tiempo de consolidación. En 1570 se incorporan a la red hospitalaria dos nuevas capitales andaluzas: Felipe II entrega a los hermanos Baltasar Herrera y Juan Marín el Hospital Real de San Lázaro de Córdoba y, en Sevilla, el Hospital de Pedro Pecador también queda asistido por los hermanos. Es en este momento cuando se plantea un nuevo avance relacionado con la organización de la incipiente comunidad. Para 1571 en el hospital de Granada había 18 hermanos guiados por el Hermano Mayor Rodrigo de Sigüenza, que atendían a 400 pobres y enfermos, y, aunque los demás hospitales reconocían de manera más o menos explícita el liderazgo de la casa matriz, no existía una estructura clara como en el caso de las demás religiones. Así, gracias a las gestiones realizadas por los hermanos Soriano y Arias en Roma, se obtuvo la aprobación oficial para la nueva congregación con la bula Licet ex debito, de 1 de enero de 1572. El papa Pío V colocaba a los juaninos bajo la regla de San Agustín, les concedía hábito con escapulario y los sujetaba a la autoridad del ordinario.

Con este nuevo impulso, en 1574, se adhiere el hospital fundado por San Juan Grande en Jerez de la Frontera y, dos años más tarde, hacen lo mismo los hospitales de Ronda, Sevilla, Málaga, Antequera y Arcos de la Frontera, fundados y organizados por el hermano Pedro Pecador. Además, Pedro Pecador “el Chico”, discípulo de Pedro Pecador, funda el Hospital del Corpus Christi en Utrera, y, en 1579, se funda ex novo el hospital de Medina Sidonia.

Una nueva conquista se produce en 1586, cuando el papa elevaba la hasta entonces congregación al estatus de orden religiosa por la bula Etsi pro debito, de 1 de octubre. Este mismo año se funda hospital en Cabra y, al año siguiente, se celebra el primer capítulo general en Roma, constando que ya existían cinco conventos-hospitales en Italia y diecinueve en España, incluyendo tres en suelo americano. Las fundaciones andaluzas continúan su progreso con los hospitales de Villamartín (1587), Porcuna (1602) y Martos (1604).

Pero no todo fue un camino de rosas para los hospitalarios. En 1592 el papa Clemente VIII hace retroceder la orden a una simple congregación, sujetándolos de nuevo al ordinario. Y así tuvieron que seguir en España hasta la reintegración parcial de 1608, siendo la definitiva en 1611. Para este último año existían 258 conventos repartidos por Europa y América, y en ellos 2.420 religiosos. El crecimiento de la Orden Hospitalaria siguió su curso y, en 1619, el papa Paulo V dividía la congregación española en dos provincias: la de Nuestra Señora de la Paz (Andalucía) y San Juan de Dios (Castilla).

Un año crucial es el de 1622, cuando se inicia el proceso para la beatificación del fundador, tomando la iniciativa de la causa el Hospital de Antón Martín de Madrid. El fruto deseado llegó el 21 de septiembre de 1630 de la mano de Urbano VIII, sucediéndose celebraciones festivas en diversas ciudades andaluzas, como las de Andújar o Cádiz, relatadas en sendas crónicas por Manuel Salcedo del Villar y Alonso de la Concepción. Otro hito significativo para los hospitalarios de Granada se produce el 28 de noviembre de 1664, cuando la orden consigue los restos mortales del beato Juan de Dios, que son trasladados desde la Iglesia de la Victoria en el Albaicín hasta la capilla del convento juanino con una solemne procesión. El culmen de esta secuencia llega el 16 de noviembre de 1690, cuando se canoniza al santo en el Vaticano por parte de Alejandro VIII. Al año siguiente se publican diversas relaciones festivas en ciudades andaluzas.

En lo que respecta al siglo XVIII el momento más destacado es el dilatado generalato del padre Alonso de Jesús y Ortega, llamado “el Magno” por su ingente labor. Fray Alonso salió electo por primera vez el 9 de febrero de 1738 y fue reelegido una y otra vez como general, mediante dispensa papal, llegando a ostentar el título de general perpetuo hasta su muerte, acaecida el 22 de agosto de 1771. Con él la orden llega a una nueva edad de oro y, aunque es cierto que apenas se consiguen dos nuevas fundaciones -por la oposición del Real Consejo de Castilla y de la Corona-, es ahora cuando se reconstruyen un gran número de hospitales, siendo especialmente llamativo el caso de Granada, donde se construye la deslumbrante Iglesia de San Juan de Dios -hoy Basílica- para el digno reposo del santo fundador, inaugurada en 1757. También durante su mandato, en 1744, se subdivide la Provincia de Andalucía en dos partes bajo las advocaciones de San Juan de Dios de Granada y Nuestra Señora de la Paz de Sevilla, cada una con 19 hospitales.

El panorama de los hospitalarios andaluces en la Edad Moderna se salda a principios del XIX con el periodo de decadencia que supone la invasión francesa y la implantación de José Bonaparte como rey. El 18 de agosto de 1809 se decretó la extinción de las órdenes religiosas y muchos conventos hospitalarios fueron saqueados, aunque aquellos que se encontraban en poblaciones no ocupadas por los franceses siguieron su labor asistencial con muchas dificultades.

 

Autor: Adrián Contreras Guerrero


Bibliografía

CIUDAD GÓMEZ, Juan, Compendio de Historia de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Granada, Archivo Interprovincial Casa del Tránsito de San Juan de Dios, 1963.

CASTRO, Francisco de, Historia de la vida y sanctas obras de Iuan de Dios, y de la institucion de su orden, y principio de su hospital, Granada, en casa de Antonio de Librixa, 1585.

LARIOS LARIOS, Juan Miguel, Iconografía de San Juan de Dios en Andalucía (tesis doctoral), Granada, Universidad de Granada, 1996.

RUSSOTTO, Gabriel y MUÑOZ MARTÍNEZ, José Luis, San Juan de Dios y su Orden Hospitalaria, Granada, Archivo-Museo San Juan de Dios “Casa de los Pisa”, 2012, 2 vols.

SANTOS, Juan, Chronologia Hospitalaria, y resumen historial de la sagrada religión del glorioso patriarca San Iuan de Dios, Madrid, en la Imprenta de Francisco Antonio de Villadiego, 1715-1716, 2 vols.

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