La trashumancia ha sido analizada casi siempre por la historiografía contemporánea en la Meseta castellana; además, la mayoría de los estudios se han centrado en los traslados de los rebaños de ovino y vacuno. En el caso que presentamos se va a realizar un acercamiento centrado en una especie muy poco frecuente por desconocida, las abejas, las colmenas.

Es de sobra conocido el interés de los musulmanes por la apicultura, sobre todo en relación con la producción de miel y cera. Aunque hay referencias sobre estas cuestiones en investigaciones más amplias, casi ha pasado desapercibido un fenómeno peculiar: el traslado de las colmenas desde las tierras altas hacia las más costeras con objeto de aprovechar los “pastos” de verano y de invierno. El marco geográfico analizado es la Tierra de Vera, la comarca más oriental del reino granadino. La documentación que sirve de base son los registros de herbajes que se conservan en el Archivo Municipal de Vera.

La característica básica de esta trashumancia en el siglo XVI es su aleatoriedad, con una tendencia general claramente decreciente, como puede verse en el gráfico 1. Cuando llegaban a la jurisdicción veratense, la ubicación de los abejares, al igual que los otros rebaños, no era aleatoria. Las colmenas eran depositadas en los corrales de vecinos de Vera o en los baldíos de la ciudad, en lugares alejados de las viviendas.

El precio que el concejo fijaba durante la época morisca para cada colmena y su evolución resulta sorprendente. Por cada unidad se pagaba más que por una oveja. Así, mientras se cobraban 6’7 maravedís de media por abejar, a los ganaderos de ovino y caprino se les pedían 6’1 maravedíes por cabeza. Únicamente podemos hablar de una caída del precio de la “hierba” para las colmenas al terminar la época morisca, en las pocas que son registradas por cristianos a partir de la década de los años setenta. No parece aventurado llegar a la conclusión de que se trataba de una forma más de extorsión fiscal contra la comunidad neoconversa, puesto que casi la totalidad de los propietarios eran neoconversos. En definitiva, otra forma de discriminación que se añadiría a las que marginaban a los moriscos frente al colectivo cristianoviejo. No puede decirse que este tipo de aportes económicos fuesen decisivos para las arcas concejiles, puesto que su total casi nunca superaba el uno por ciento de los ingresos anuales del concejo. Además, a estos elevados costes de arrendamiento de los “pastos”, era preciso añadir los correspondientes al transporte, al asiento notarial del contrato, así como a la intermediación o la fianza. Una serie de gastos que se sumaban a la ya de por sí decrépita economía morisca, con escasos excedentes y con pocas posibilidades de acercarse a los circuitos controlados por la oligarquía cristianovieja.

Los propietarios de las colmenas, como se ha apuntado, eran prácticamente todos moriscos. Sus apellidos (Chaarí, Alalax, etc.), así como su vecindad en lugares de población morisca como Benimina o Serena, nos hablan claramente de su adscripción a esta comunidad. Podemos establecer que la trashumancia de colmenas era una actividad exclusivamente morisca. La propiedad de las colmenas estaba tremendamente dispersa. Es raro que se superen las 25 unidades por propietario, con una media de 19.

En cuanto al origen geográfico, la elevada frecuencia de colmenas procedentes de algunos lugares concretos (Serón, Benimina, por ejemplo) e incluso de los mismos propietarios en numerosos inviernos, no puede hacernos perder de vista que la dispersión en la procedencia es la característica fundamental que preside la geografía de este tipo de trashumancia. La mayoría llegaban de lugares de la sierra de Filabres (Uleila, Bédar, Serena, Teresa, Cabrera, Tahal, Benitagla, Senés, Serón, Armuña y Bayarque), aunque también de lugares del valle de Almanzora como Purchena, Zurgena o Arboleas, de otros cercanos a Vera como Antas, e incluso de algunos más alejados como Tabernas, Níjar, Xiquena, Caniles o Lorca. Tenemos, por tanto, tres comarcas básicas de procedencia: de los alrededores o de la propia Tierra de Vera, de la zona central de la sierra de los Filabres, y del valle alto del río Almanzora. Terminada la guerra de las Alpujarras, desde 1572 la trashumancia de colmenas prácticamente desaparece, registrándose únicamente tres partidas entre ese año y el final de siglo. La primera procede de Arboleas y está integrada por 43 unidades propias de Pedro Ramos. Las otras dos, procedentes de Lorca, llegan en 1592 y 1596 con similar número de ejemplares, una treintena. Podemos decir, pues, que la guerra y la posterior expulsión de los moriscos termina con esta costumbre, al menos en la Tierra de Vera.

La estacionalidad en el caso de las colmenas era paralela a la de las otras especies. Como norma, la entrada de los rebaños o de las colmenas en los baldíos fuese en el día de san Andrés (30 de noviembre), permaneciendo en ellos hasta finales de marzo. Algunos años la llegada se adelantaba incluso hasta el mes de agosto e incluso se retrasaba su regreso hasta mayo, seguramente debido a las condiciones de temperatura o precipitaciones de esos años concretos.

En definitiva, era una actividad desarrollada fundamentalmente por los moriscos, con escasa incidencia en la economía del concejo, suponiendo más bien otra forma de presión fiscal dirigida contra la comunidad neoconversa, en la que los traslados eran muy aleatorios y que presenta una tendencia negativa durante la época morisca. Una actividad en la que su producción, miel y cera, debía tener un elevado valor añadido, en el contexto de la economía familiar de subsistencia en la que se circunscribía, puesto que permitía a sus propietarios pagar elevados costes de arrendamiento de las hierbas. Una trashumancia con un origen geográfico que casi nunca superaba el medio centenar de kilómetros y que se nucleaba en torno a la propia Tierra de Vera, en las poblaciones moriscas, en los núcleos cercanos de Filabres e incluso en la cabecera del río Almanzora, que se desarrollaba, en cuanto a su cronología, de forma paralela a la de los demás rebaños de otras especies.

 

Autor: Julián Pablo Díaz López


Bibliografía

CABRILLANA CIÉZAR, Nicolás, “Yunquera (Málaga): historia rural de un pueblo morisco (1500­1571)”, en Actas del II Coloquio de Historia de Andalucía. Andalucía Moderna I, Córdoba, 1983.

VINCENT, Bernard, “Les morisques et l’élevage”, en Revue d’Histoire Maghrébine, 61-62, 1991, pp. 155-162.

DÍAZ LÓPEZ, Julián Pablo, “La fiscalidad concejil sobre los abejares trashumantes en la Tierra de Vera (Almería) durante la época morisca”, en Tiempos Modernos, 16, 2008, pp. 1-19. Disponible en línea.

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