La cera era un producto que gozaba de una gran demanda, tanto por su uso para la iluminación doméstica (aunque, por su elevado precio, en los hogares modestos se utilizaban más velas de sebo, de peor calidad), como por su extendida utilización para uso litúrgico y ceremonial. En muchas localidades andaluzas se mantenían colmenas, de las que se extraía cera y miel. Sin embargo, la mayor parte de la cera utilizada para la fabricación de velas procedía del exterior.

En 1741, el rey concedió el privilegio de exportación a Indias de cera blanqueada, en régimen de monopolio, a las ciudades de Cádiz y Sevilla. Esta medida se fundamentó en la aguda crisis que padecía la industria gaditana de la cera por la introducción a través de Gibraltar de cera blanqueada extranjera, más barata que la nacional, a través de compañías comerciales extranjeras con presencia en Cádiz que luego remitían este producto también a América. La materia prima de las fábricas de cera gaditana venía sobre todo del norte de África. Había hasta seis cererías en Cádiz en 1797.

En 1746, El Puerto de Santa María consiguió hacerse también beneficiario de este privilegio, alegando la mayor disponibilidad de terrenos que Cádiz para establecer fábricas de blanqueo, la pureza del aire y de las aguas, la baratura de costos y jornales y su cercanía a la Bahía, igual a la de Cádiz y mucho mayor que la de Sevilla. Éste fue el origen de la fábrica de San José, propiedad de la familia Quintana, que funcionó hasta finales de siglo y producía entre cuatro mil y cinco mil quintales de cera al año. Años después se puso en marcha una nueva fábrica en El Puerto, llamada de Nuestra Señora del Carmen, a cargo de Joaquín Pico Villanueva, al igual que Quintana comerciante de Cádiz, que mantenía a diez trabajadores fijos y a un número variable de temporeros, y que daba también empleo indirecto a transportistas, carreteros, aljameles y mandaderos. La fábrica de Pico Villanueva producía entre 2.500 y 4.000 quintales de cera al año, que se vendían a 3,5 ducados de plata el quintal.

Parece que Pico Villanueva y Quintana obtuvieron privilegio real para blanquear en exclusiva la cerca que se exportaba a América. Tal se deduce de una apelación presentada ante el Consejo de Indias por el veneciano Lorenzo Medina, vecino de la Isla de León, en la que pedía que, a pesar de dicho privilegio y de la prohibición a los extranjeros de blanquear cera, se le permitiese practicar esta actividad y comerciar a Indias con su producto.

 

Autor: Juan José Iglesias Rodríguez


Bibliografía

IGLESIAS RODRÍGUEZ, Juan José, Una ciudad mercantil en el siglo XVIII: El Puerto de Santa María, Sevilla, Muñoz Moya y Montraveta editores, 1991.

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