Desde que se produjo a finales del siglo XV la incorporación de los maestrazgos de las tres órdenes militares castellanas, Santiago, Calatrava y Alcántara, a manos de la Corona, los monarcas utilizaron sus honores y recursos como un instrumento más para recompensar los méritos y servicios de sus súbditos. Durante el siglo XVII y el reinado de Felipe V, los militares fueron los más condecorados con estas mercedes de hábito y los cargos de gobierno municipal ocupaban el segundo de los peldaños en la jerarquía de los más agraciados con dichas concesiones. Este último grupo estaba constituido, fundamentalmente, por regidores y caballeros veinticuatro de las principales ciudades andaluzas y, en menor medida, por otros cargos u oficios municipales como alcalde o alférez mayores.
En la casi totalidad de estos casos, obtuvieron estas mercedes por contribuir con la monarquía, proveyéndole recursos. En ocasiones, se otorgaron de manera individualizada atendiendo a un mérito particular desempeñado por algún miembro de estas oligarquías, pero el grueso de estas recompensas formó parte de concesiones colectivas, produciéndose estas entregas masivas en fechas puntuales, recibiendo en años concretos la mayor parte de las totales otorgadas. Concretamente, durante el largo reinado de Felipe V, la mayor parte de ellas se concentraron en solo dos años: 1705 y 1711, recibiendo en esas dos fechas más de la mitad de las totales destinadas a estas oligarquías locales. Esa gran fluctuación tiene su origen en una serie de concesiones extraordinarias realizadas por Felipe V para recompensarlas por haberse encargado durante la Guerra de Sucesión tanto de reclutar hombres para la batalla como recaudar numerario para hacer frente a los gastos de la guerra.
En el año de 1705, la justificación de la numerosa concesión referida fue la prorrogación de una de las principales fuentes de ingresos del fisco castellano: el impuesto de millones, servicio que habitualmente se prorrogaba cada seis años. La solicitud de renovación la iniciaba el monarca, instando a las ciudades con representación en Cortes a votar favorablemente y una vez aprobado, otorgó, en esta ocasión el 14 de enero de 1705, entre otros honores, un total de 82 mercedes de hábito, siendo el único servicio que permitió estas gracias aprobar, a través de los miembros de los cabildos municipales, el impuesto de millones.
De las referidas mercedes, una proporción muy destacada fue destinada a miembros de cabildos andaluces, acaparando casi un tercio del total. El mayor número de las referidas gracias fue a parar a manos de los caballeros veinticuatro de Sevilla, de los que hasta doce recibieron una merced de hábito. Dentro de la geografía andaluza también destacan las ocho mercedes que se concedieron a los caballeros veinticuatro de Granada, mientras que los de Córdoba lograron dos. Por último, Pedro Quesada, alférez mayor de Jaén, fue el único agraciado de esta ciudad.
Teniendo en cuenta que el servicio de millones tradicionalmente se renovaba cada seis años, es fácil inferir que la masiva concesión de mercedes de hábito que se produjo en 1711 destinada, en gran medida, a las oligarquías locales andaluzas, estuvo motivada también por su prorrogación. Sin embargo, en esta ocasión fue otro el motivo: una muestra de gratitud de Felipe V ante la intensa colaboración de determinados cabildos con la causa felipista en la Guerra de Sucesión.
Las oligarquías locales recibieron una importante cantidad de mercedes de hábito durante el conflicto sucesorio a modo de compensación por los esfuerzos realizados por algunas ciudades para hacer acopio de medios -materiales y humanos- y brindarlos al servicio de la monarquía. Felipe V, cuando vio cerca el fin de la contienda sucesoria y esta parecía decantarse a su favor, consideró oportuno recompensar a aquellas oligarquías municipales que mayor apoyo le habían brindado en momentos de acuciante necesidad en los convulsos años en los que transcurrió la Guerra de Sucesión, sobre todo hasta 1710. De esta manera, para afianzar los vínculos con las zonas más leales a la causa felipista y mostrar su generosidad en 1711 recompensó con mercedes de hábito, principalmente, a una serie de cabildos andaluces y, en menor medida, a Murcia y Madrid. Fueron numerosos los municipios andaluces que recibieron estas mercedes -Málaga, Guadix, Alcalá la Real, Carmona, Andújar, Jaén, Écija, Úbeda, Baeza o Ronda-, destacando sobremanera el hecho de llegar a aglutinar el 80 % de las mercedes destinadas ese año para cargos de gobierno local. Sin embargo, fueron cuatro las que mayor número recibieron para repartirse: Sevilla (9), Jerez de la Frontera (8), Granada (8) y Córdoba (7).
La razón de que las oligarquías andaluzas fuesen las más recompensadas se debe a que durante la Guerra de Sucesión su contribución fue superior a la de otras zonas. Además, Andújar Castillo ha señalado una serie de acontecimientos bélicos ocurridos en la costa andaluza que condicionaron la relación entre la monarquía y las ciudades andaluzas. En este caso, Felipe V concedió a algunas de estas ciudades unas 240 mercedes, entre las que se encontraban títulos de Castilla, llaves de gentilhombre de cámara, títulos de gentilhombre de boca, caballerizos del rey, títulos de secretario y, como ya hemos expresado, mercedes de hábito.
En definitiva, hemos podido apreciar que los miembros de estas oligarquías municipales recibieron una importante cantidad de honores de las órdenes militares castellanas, adquiriendo una especial relevancia en este reparto los que formaban parte de cabildos andaluces. Para ello habían puesto al servicio de la monarquía medios tanto humanos como económicos, extraídos del municipio y, por tanto, aportados por sus habitantes. Dicho de otro modo, el municipio era quien afrontaba verdaderamente los costes de los medios ofrecidos, y quienes se beneficiaban de las gracias regias eran los regidores.
Autor: Domingo Marcos Giménez Carrillo
Bibliografía
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