La primera mitad del siglo XVI estuvo marcada en la recién erigida diócesis de Almería por dos figuras que se destacaron en el devenir de la prelatura y del marquesado más importante del territorio, el de los Vélez: fray Diego Fernández de Villalán y Pedro Fajardo Chacón. El primero ocupó la sede diocesana entre 1523 y 1556; el segundo logró el título de marqués en 1507 y lo mantuvo hasta su muerte en 1546.

El franciscano fray Diego, de una fuerte personalidad, fue confesor del cardenal Cisneros, cercano por tanto al poder en la Corte, y el primer obispo que residió en la diócesis. Entre otros logros de su prelatura quizás el más destacado fuese la decisión y el empeño en construir una catedral de nueva planta. Posiblemente el terremoto que sufrió la ciudad en 1522, pocos meses antes de su llegada, le sirvió como pretexto, aunque no como motivo real, para iniciar unas obras que duraron hasta décadas después.

Pedro Fajardo, por su parte, había tenido una educación como guerrero al tiempo que cortesano. Era un prototipo del indómito noble español del Renacimiento. Apartado de la Corte, sabemos que llevaba los asuntos de su casa y sus estados al día, directamente, y que manejaba los hilos del conjunto de empleados que tenía, ya fuese en los Vélez, en Mazarrón, en Medina del Campo, en Madrid o en los Países Bajos.

Uno, el obispo, pretendía poner orden en las escasas finanzas diocesanas y allegar cuantas rentas pudiese para su sostenimiento y para la construcción de la nueva catedral. El otro, el marqués, pretendía controlar el nombramiento de los clérigos para las iglesias de su marquesado, uno de los más extensos de Castilla; que el obispado le detrajese las menos rentas posibles; que la construcción de las nuevas iglesias se sufragase por la diócesis.

El recorrido vital de ambos personajes enmarca de manera clara la evolución de las instituciones que ocupaban en un territorio pobre y ampliamente conflictivo como era el Sureste peninsular en plena época morisca. Y ambos demandan que algún historiador avezado y pegado a las fuentes, que son abundantes en el Archivo de la Catedral de Almería, en el Ducal de Medina Sidonia y en otros de diversa índole, se embarque en la elaboración de cuidadas biografías.

Las relaciones conflictivas que existieron entre ambos son ya conocidas, pero el descubrimiento de una amplísima correspondencia del marqués Pedro Fajardo, su transcripción y estudio, ha permitido poner el foco sobre los aspectos más destacados de los problemas que preocupaban al de los Vélez. Sus misivas estuvieron presididas por la suspicacia e, incluso, por la aplicación de calificativos bastante gruesos hacia el prelado almeriense. Los ejemplos de ello son numerosos y entresacamos algunos significativos.

La llegada del obispo ya debió generar desavenencias de forma inmediata, puesto que ya en 1525, en una carta a su solicitador en la Corte, Pedro Fajardo le comunica que Villalán tiene al deán Ortega, sobrino del primer obispo de la diócesis, al que considera amigo, “preso en unos grillos […] con más maltratamiento que podría haser al más triste monaçillo de aquella yglesia”. También se dirige a sus representantes en la Corte ante la llegada de un legado del papa, “al qual querrí mucho que hiçiesedes relaçión de la mala vida y costumbres deste diablo”, el obispo, para que le transmitan sus quejas: la “persecuçión” a los beneficiados y la designación para estos cargos de “onbres ynabiles ydiotas que no saben leer”. 

El control del cobro de los diezmos en las iglesias velezanas, su reparto entre el obispado y la hacienda del marquesado era otro motivo de fricciones. Destacamos el argumentario que construye Fajardo contra la sentencia que, en 1535, lo condena en el pleito sobre los siete novenos de moriscos: habla de manejos secretos del obispo, de falsas interpretaciones de las bulas papales de Alejandro VI, calificando incluso a Villalán de ser “tan boquirroto que ninguna cosa sabe callar”.

La construcción de las iglesias del marquesado también los enfrentaba. Hay que recordar que el marqués, como la Corona y los señores territoriales, participaba del cobro del diezmo eclesiástico a través de las tercias reales. Además, a partir de la conversión de los mudéjares, los monarcas, y también los señores territoriales, obtuvieron en 1501 el derecho a percibir los dos tercios de los correspondientes a cristianos nuevos. Como contrapartida, tanto la Corona como los señores estaban obligados a edificar los templos, a pagar sus gastos y los sueldos de los clérigos. Pero, además, señores como el marqués de los Vélez, entendieron que a ellos correspondía también designar a los cargos parroquiales, a lo que se negaba Villalán.

En consecuencia, el epistolario manifiesta también este asunto. En algunas cartas remitidas en los años veinte Pedro Fajardo aporta noticias sobre el estado de las obras de los templos de Cuevas y de Vélez Blanco. Del primero afirma que no se puede “dezir misa quando llueve porque toda se llueve”. Y del segundo que, como el obispo no gasta nada en adelantar su construcción, ha decidido pagarla de su pecunio. Todavía en 1542 se mantenían abiertos estos litigios. En uno se demanda que el obispo invirtiese en las obras, denunciando el marqués que durante dos décadas la iglesia de Almería había cobrado los diezmos sin haber terminado los templos.

En otro orden de cosas, aunque relacionado con la decoración de los templos y cómo proporcionarles diversos objetos de culto, encontramos que el propio marqués, en una misiva sin fecha, pero que debe ser de los años veinte, da orden para que, de forma urgente “hagays haser el palio para el santo sacramento en Vélez”, recriminándoles que ya “aveys tenido mucho descuido en ello”.

El control de los nombramientos de los vicarios, beneficiados y otros cargos eclesiásticos en las iglesias de las villas velezanas fue otra fuente permanente de conflicto. El derecho de patronato era permanentemente reivindicado por el marqués. Su preocupación llegaba desde su interés por colocar en esos puestos a clérigos vasallos y dóciles a sus intereses, que lo defendiesen frente a Villalán.

Sobre las designaciones de cargos Fajardo escribe que el obispo, “por faser vexaçiones y fatigar a mis vasallos, busca los peores y de peor vida que halla y rufianes para poner por curas”; e incluso las relaciona con las costumbres cuando afirma que el beneficiado de Vélez Rubio puesto por el obispo es “el más facineroso de aquí a Sevilla”, actúa contra los criados del marqués, e incluso su conducta es contraria a la moral, ya “que tiene descasado a un Martín de Jaén, criado desta casa, y le tiene su muger por mançeba públicamente, y tiene su casa junto con la desta muger, pared en medio y abierta la pared que por la una casa se muda a la otra, aunque cada casa tiene su puerta a la calle”.

La desconfianza del marqués hacia todos los enviados y cargos nombrados por Villalán era permanente. Por eso se preocupaba de que todos sus movimientos le fuesen comunicados de forma puntual. Además, en las cartas del propio Fajardo se refleja cómo promovió una táctica de aislamiento y boicot a los beneficiados nombrados por el obispo, a quienes consideraba intrusos.

Para concluir apuntamos las noticias de una interesante misiva recibida por el marqués. La carta ponía en su conocimiento que, habiendo muerto un morisco forastero en Cuevas, el vicario se había quedado con el dinero y la ropa que llevaba el difunto, negándose a entregarlo a la justicia ordinaria, en concreto a los alcaldes. Además, afirma que el vicario se había negado a acudir a confesarlo antes de morir, pero que sí se había apresurado a llevarse sus pertenencias. Se trata, en definitiva, de otro matiz del enfrentamiento con la Iglesia de Almería, ya que, en la propia carta, se afirma que el vicario no tiene potestad sino para adoctrinar a los moriscos, no para ser depositario de sus bienes.

En definitiva, la correspondencia pone de relieve cómo el género epistolar puede ser muy útil para la construcción de la historia, puesto que en las cartas sus remitentes manifiestan de manera clara sus desvelos y preocupaciones sin las cortapisas de los documentos oficiales.

 

Autor: Julián Pablo Díaz López


Bibliografía

LÓPEZ MARTÍN, Juan, La Iglesia en Almería y sus obispos, Almería, Instituto de Estudios Almerienses, 1999.

LÓPEZ MARTÍN, Juan, “Fernández de Villalán, fray Diego”, en DÍAZ LÓPEZ, Julián Pablo (coord.), Diccionario biográfico de Almería, Almería, Instituto de Estudios Almerienses-Cajamar, 2006, pp. 146-147. Disponible en línea

DÍAZ LÓPEZ, Julián Pablo, “Fajardo Chacón, Pedro”, en DÍAZ LÓPEZ, Julián Pablo (coord.), Diccionario biográfico de Almería, Almería, Instituto de Estudios Almerienses- Cajamar, 2006, pp. 135-138. Disponible en línea

ANDÚJAR CASTILLO, Francisco, DÍAZ LÓPEZ, Julián Pablo, ROTH, Dietmar y VINCENT, Bernard, La palabra rescatada. La correspondencia del I marqués de los Vélez (1507-1546), Almería, Instituto de Estudios Almerienses, 2021.

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