Marino, brigadier, caballero de Calatrava y último gobernador español de la isla de Trinidad hasta 1797 en que fue cedida a Gran Bretaña.
Descendiente de una familia vinculada a la armada, José Mª Chacón fue hijo del capitán de navío Francisco Chacón y Rodríguez de Rivera y de Luisa Sánchez de Sotomayor. Tuvo dos hermanos, Ana Mª Chacón y el también marino Salvador María, al igual que el hijo de éste llamado José María (Chacón y Sarraoa) en honor a su tío.
Aunque cursó estudios de Derecho en Granada, José Mª Chacón y Sánchez se enroló en los buques de la Real Armada que navegaban por Italia para, en 1769, obtener plaza de guardia marina en la Real Compañía de Cádiz. Convertido en oficial, en calidad de teniente de navío participó en singladuras por el Mediterráneo y cruzó el Atlántico para ponerse al mando del navío San Pío dentro de la escuadra de José Solano y Bote en apoyo de la guerra de independencia de las trece colonias contra Gran Bretaña. Chacón se halló en la exitosa toma de Pensacola -plaza considerada vital para las posesiones españolas en el seno mexicano- en mayo de 1781 y fue el encargado de trasladar la noticia a la península. Todavía en el contexto de la guerra contra los ingleses, participó un año después en la toma de las islas Bahamas por una escuadra combinada hispano-norteamericana al mando de Juan Manuel de Cajigal, capitán general de Cuba, logrando expulsar a los británicos del archipiélago y apuntalando la victoria de los rebeldes del futuro Estados Unidos que vieron reconocida su independencia en el tratado de París de 1783 que puso fin a la guerra.
Con la modificación del panorama político-territorial en el Caribe y seno mexicano tras la firma de la paz, España recuperó el dominio del golfo y su control se convirtió en estrategia principal de la Corona, porque, como señalaría en 1787 el conde de Floridablanca a la Junta de Estado: “El cuidado de las islas y de los puertos principales que ciñen las dos Américas debe ocupar todas las atenciones” (…) En cuanto a la isla de Trinidad, además del objeto de aprovechar su fértil territorio, (…) tengo el de formar en ella un establecimiento que cubra el continente inmediato y que pueda, con el tiempo, facilitar un puerto útil a mis armadas, para acudir desde allí adonde la necesidad lo pida, por ser esta isla la que está más a barlovento de todas mis posesiones por aquella parte”
Para lograr estos objetivos, el capitán de fragata José María Chacón fue designado gobernador de Trinidad en 1783 y tras su llegada en septiembre del año siguiente concibió su gestión en varios sentidos: contribuir al fomento del territorio, al avance del comercio con las áreas más cercanas y preservar la isla en tanto que «llave» de buena parte del continente aumentando sus defensas, especialmente de la costa oeste, el puerto de Chaguaramas y el del Carenero. Hasta entonces, Trinidad había sido una “provincia fantasma”, una isla marginada por su carencia de oro y plata, escasez de cultivos (el cacao era el rubro principal) y una reducida población blanca (algunos misioneros en los asentamientos de nativos de la isla). Administrativamente, la isla había dependido de Nueva Granada, a pesar de la distancia de Bogotá, pasando a depender en el último cuarto del siglo XVIII de la capitanía general de Venezuela y jurídicamente de la Audiencia de Santo Domingo.
El inicio del gobierno de Chacón -dividido en dos etapas, desde 1784 a 1793 o “época dorada” y de 1794 a 1797- arrancó con una Real Instrucción reservada para el gobierno de la isla, una visita al territorio y la puesta en marcha de la Real Cédula de Población del 24 de noviembre de 1783 (28 artículos) para la atracción de habitantes católicos a Trinidad, lo que resultó en una elevada inmigración de franceses procedentes de las islas cercanas, especialmente desde Granada, la mudanza de la capital de San José de Oruña a Puerto España y la fundación de la ciudad de San Fernando en 1784. Además de las medidas contempladas en la Real Orden destinadas a estimular la llegada de extranjeros con sus esclavos e industrias como la cesión de terrenos, facilidades de naturalización, exención de derechos y reducción de impuestos, Chacón impulsó más ventajas para facilitar el aumento de habitantes, la producción agrícola (azúcar, cacao y café) y el comercio, lo que llevó a una mejora sustancial de las condiciones de la isla, convertida en un territorio cosmopolita y de singular libertad dentro del imperio español. Si en 1783 había en Trinidad 5.811 personas, en 1797 había aumentado hasta los 17.718 habitantes, una colonia que en atención a su población no era española al constar de una mayoría de extranjeros (blancos y gentes de color de habla francesa y un pequeño número de blancos y de color de habla inglesa); en otra clasificación, en 1795 la población de Trinidad constaba de 8.944 esclavos, 5.257 personas libres (la mayoría negros y mulatos) y 1.708 indios. Chacón dividió la isla en tres departamentos (norte, centro y sur) con un comisario de población en cada uno que velaban por el fomento de la agricultura y la policía.
Cumplidos los cinco años de gobierno en Trinidad, en 1789 Chacón obtuvo la renovación por otro lustro, el nombramiento de intendente y la promoción a capitán de navío. Su vinculación a la isla parece importante, no en vano en 1786 había tenido una hija de la esclava María Teresa, llamada María Magdalena Chacón, cuya descendencia –nietos y bisnietos antillanos del gobernador Chacón- puede hoy rastrearse; asimismo, en 1793, año en que solicitó el grado de brigadier, se casó con Dorotea Lindsey, viuda de D. Jacono Jarbis y vecina de Puerto España con quien no tuvo hijos.
Con el estallido de la revolución francesa y sus repercusiones en el Caribe, la atención a la defensa de la isla se acrecentó; por ejemplo, en 1792, los navíos de la expedición del Atlas de la América Septentrional al mando de Cosme de Churruca destinada a cartografiar el seno mexicano y las islas Antillas permaneció en Trinidad más tiempo del previsto levantando las cartas de sus costas y permitiendo a Chacón colaborar con Churruca en un informe exhaustivo sobre la isla para evitar su pérdida: Descripción de la isla y golfo de la Trinidad, ventajas que ofrece a España para el
comercio y marina y para la defensa general de sus posesiones en el Nuevo Mundo. Sin embargo nada fue bastante para enfrentar el ataque británico de Abercromby a Trinidad en febrero de 1797; Chacón en unión del marino Sebastián Ruiz de Apodaca al mando de los buques españoles fueron conscientes de sus exiguas fuerzas menguadas por una epidemia y de la escasa intención de la población en la defensa de la soberanía española de la isla. La rendición de Trinidad supuso su pérdida definitiva para España y el sometimiento de las autoridades responsables a un consejo de guerra en Cádiz en 1798 resultando éstos exonerados de toda culpa a causa de la superioridad inglesa y la falta de pertrechos y municiones. Sin embargo, en 1801 el rey se mostró en contra de la decisión judicial por considerar que Chacón no había defendido la isla como debía y que Apodaca había quemado las naves precipitadamente, por lo que ambos fueron condenados a abandonar sus puestos y Chacón, además, “a destierro de todos sus dominios perpetuamente”. Sin más datos sobre estos más de treinta años de la vida de José Mª Chacón fuera de España, murió en tierras de Portugal en 1833.
Sobre la personalidad de Chacón, figuras que lo trataron como el virrey Gil Lemos, el marino Cosme de Churruca o el diplomático francés Jean-François Bourgoing lo tildaron, respectivamente, de “oficial dotado de talento, prudencia y tino”, “hombre de talento, instruido y activo” y “hombre tan ilustrado como benévolo”.
Como recuerdo de la gobernación española de Chacón perdura el nombre dado a la flor nacional del actual Trinidad & Tobago, la Chaconia.
Autora: Lola González-Ripoll
Documentos
- Informe de José Mª Chacón al conde de Floridablanca sobre el estado de la isla de Trinidad, 25 de septiembre de 1787
“Este punto del mundo, que hasta ahora ha estado comprendido en el olvido, ha empezado ya a ser un objeto de emulación para los extranjeros, debiendo por tanto ocupar la atención del gobierno. Tal es la necesidad que tenemos de poblarla a expensas de nuestros rivales y de defenderla contra ellos, que no haciendo lo primero, será imposible lo segundo, y la pérdida es demasiado grande para que nos mantengamos inactivos”, Archivo General de Indias, Estado, legajo nº 66 (Pérez Aparicio, 1966, p. 39).
- Dictamen fiscal dado en Cádiz el 26 de mayo de 1798 tras la pérdida de Trinidad
“Concluimos por el Rey. Que el gobernador de Trinidad y el jefe de la escuadra incendiada en Chaguaramas, puerto de ella, en el incendio y entrega de la isla, obraron de un modo legal y conforme a las reglas de Ordenanza, lo que basta para declararlos plenamente justificados e indemnes de todo cargo. Debiendo decir en honor de la verdad que procedieron con conducta, valor, constancia e inteligencia militar y marinera” (Pérez Aparicio, 1966, pp. 228-229).
Bibliografía
GONZÁLEZ-RIPOLL , Mª Dolores, Trinidad: la otra llave de América, Caracas, Cuadernos Lagoven, 1992.
MORALES PADRÓN, Francisco, Trinidad española, Sevilla, Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, 2011.
NAIPAUL, V. S., La pérdida de El Dorado, Caracas, Monte Ávila Eds., 1970.
NOEL, Jesse A., Trinidad, provincia de Venezuela. Hª de la administración española de Trinidad, Caracas, Fuentes para la historia colonial de Venezuela, 1972.
PÉREZ APARICIO, Josefina, Pérdida de la isla de Trinidad, Sevilla, Ed. Escuela de Estudios Hispano-Americanos, CSIC, 1966.
SEVILLA SOLER, Rosario, Inmigración y cambio socio-económico en Trinidad, 1783-1797, Sevilla, Ed. Escuela de Estudios Hispano-Americanos, CSIC, 1988.