El regente de la Real Audiencia de Sevilla era un ministro togado, que ejerció como presidente de la institución desde su fundación hasta 1800. A partir de esta fecha, la presidencia del tribunal la asumió, como sucedió en el conjunto de Audiencias y Chancillerías, un militar, en este caso el capitán general de Sevilla, conservando el regente en el siglo XIX las funciones judiciales que había tenido durante todo el Antiguo Régimen, entre las que se encontraba acudir a las salas que considerase conveniente durante la substanciación de los procesos. Además de estas tareas judiciales, los regentes también tuvieron a su cargo desde el siglo XVI buen número de labores gubernativas y presidieron asimismo el Real Acuerdo de la institución.

El regente, igual que el resto de magistrados de la monarquía, debía ejercer sus funciones con rigor y, sobre todo, con imparcialidad. Sin embargo, los regentes de la Audiencia de Sevilla no siempre cumplieron debidamente con las obligaciones de su oficio. En la visita realizada por Fernando Ramírez Fariña al tribunal en 1623, se puso de manifiesto que los regentes cometieron irregularidades en el ejercicio de su empleo -que tenían que ver tanto con la tramitación y la resolución de los procesos como con el gobierno del propio tribunal- y que se insertaron socialmente en la ciudad, a pesar de que la legislación contemplaba que debían estar socialmente aislados.

El estudio prosopográfico de los regentes de la Audiencia de Sevilla en el siglo XVIII ha mostrado que más de la mitad de los mismos eran colegiales y que todos contaban con una amplia experiencia administrativa, pues antes de entrar a servir la regencia del tribunal hispalense habían ejercido como fiscales y jueces en las distintas Audiencias y Chancillerías de la monarquía. Cabe destacarse igualmente que en la centuria ilustrada la mayoría de los regentes pertenecían al estamento nobiliario y que algunos de ellos provenían de familias dedicas a la administración. Además, algunos regentes fueron auténticos ilustrados, que formaron parte de la Sociedad Económica de Amigos del País de Sevilla. En este sentido, hay que destacar la figura de Benito Ramón Hermida, autor de obras de carácter jurídico e histórico y traductor de El paraíso perdido de John Milton.

 

Autora: Inés Gómez González


Bibliografía

ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS, Inmaculada, “Algunas notas sobre los regentes de la Audiencia de Sevilla en el siglo XVIII”, en CASTELLANO, Juan Luís y LÓPEZ-GUDALUPE, Miguel Luis (coords.), Homenaje a Antonio Domínguez Ortiz, Granada, Universidad de Granada, vol. III, pp. 111-134.

CLAVERO, Bartolomé, “Sevilla, concejo y Audiencia”. Estudio preliminar a Ordenanzas de la Real Audiencia de Sevilla, Sevilla, Universidad de Sevilla,  1995.

PÉREZ JUAN, José Antonio, “La visita de Ramírez Fariña a la Audiencia de Sevilla (1623-1632)”, en Historia. Instituciones. Documentos, 29, 2002, pp. 357-396.

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