El marquesado del Cenete, creado a finales del siglo XV, ha sido analizado en otra entrada de esta misma obra. La época morisca será bastante próspera para la hacienda de los Mendoza. Mientras que otros estados señoriales no lograron superar la evolución de la inflación, los marqueses del Cenete lograron sortearla, incrementando sus ingresos desde mediados de siglo hasta poco antes de la guerra de las Alpujarras en casi dos mil ducados, un 11 %.

La sublevación de los moriscos en la Navidad de 1568, la posterior guerra y la expulsión de casi toda la población neoconversa del reino de Granada dejó un territorio devastado y despoblado. Para recuperar ese vacío demográfico se inicia en los años setenta la repoblación filipina. La Corona y los señores en sus estados ponen en marcha mecanismos para atraer nuevos vecinos. La etapa, que, según Barrios Aguilera, llegaría hasta los años treinta del siglo siguiente, ha sido analizada en múltiples ocasiones y desde diversas ópticas, pero siguen faltando aún trabajos que analicen el fenómeno en los territorios de señorío, apoyados, además, en series documentales precisas y continuadas. 

El levantamiento morisco no prendió de manera virulenta en las tierras de los Mendoza, pero sus consecuencias fueron importantes. A los destrozos de la propia guerra hubo que sumar los saqueos y rapiñas que los moriscos hubieron de soportar por parte de los soldados de los ejércitos reales e incluso de su propio gobernador. Pero, sobre todo, el pacto social, que era al tiempo un pacto fiscal, tejido por el primer marqués y mantenido por sus sucesoras durante la época morisca saltó por los aires.

Después de la guerra, la marquesa, doña María de Mendoza y Fonseca, trató de establecer un nuevo pacto, pero la influencia de la Corona y su intervencionismo en la repoblación lo dificultó. La recuperación demográfica fue muy lenta. De los 1.460 vecinos que se contaban en 1561, tres décadas después únicamente se había llegado a los 778.

La quiebra de la renta desde 1569

El año 1569 e incluso la primera mitad de 1570 fueron en blanco para la hacienda del estado. Aunque el levantamiento no fue seguido por los moriscos del marquesado, las escaramuzas de la guerra y el asentamiento en el territorio de las tropas reales impidieron el cobro de las gabelas por la hacienda señorial.

Una vez pacificado el señorío, la marquesa se planteó la recuperación de las rentas. Para ello tomó rápidamente la iniciativa repobladora, tratando de atraer familias que se estableciesen en sus aldeas, recuperar el control de los concejos y forjar con sus líderes un nuevo pacto fiscal, que a la vez fuese un pacto social. Todos diferentes aspectos de una misma cuestión: el territorio no podía seguir arruinado. No cabe duda de que ya en el otoño de 1571 estaban llegando los primeros pobladores. Para asegurarse el establecimiento, la marquesa preparó y firmó un concierto pueblo a pueblo con los recién llegados, al puro estilo tradicional de la casa Mendoza. El acuerdo planteaba rebajas fiscales importantes en el magrán hasta 1576, año en el que ya pretendía que se cobrasen íntegros los 10.000 ducados de su monto total en la época morisca. El acuerdo también recogía el valor de los arrendamientos de los escasos monopolios que perduraban.

La renta que se esperaba recaudar hasta 1577 suponía un importe superior a los 3,2 millones de maravedís, pero solo se lograron recoger unos 287.000, según las cuentas de los mayordomos, el 8 % de lo recogido en los acuerdos fiscales. Estas cifras ponen de relieve por sí solas el peso de la crisis que se cernía sobre el territorio y sobre la hacienda marquesal.

El enfrentamiento y el acuerdo con la Corona

El proceso de repoblación puesto en marcha por la casa marquesal chocaba con el mecanismo desarrollado por la Corona. Esta puso en marcha su maquinaria administrativa durante el año 1571 para poblar de nuevo el reino granadino, más tarde y de manera menos ágil que la puesta en práctica por las autoridades del señorío. Los funcionarios reales paralizaron las actuaciones de la marquesa con un objetivo claro: que la Corona se beneficiase del proceso repoblador, socavando al tiempo la hacienda señorial.

La respuesta de la marquesa fue inmediata: se quejaba al rey argumentando los grandes gastos que había hecho durante la guerra, el perjuicio que la sublevación había supuesto para sus rentas, su gran desvelo por recuperar el territorio, por generar riqueza a sus nuevos pobladores. Tras ello pedía al monarca que paralizase sus instrucciones a los oficiales reales y le permitiese seguir con su asentamiento de vecinos.

El acuerdo, al menos tácito, se debió fraguar poco a poco. Así, desde 1572, la hacienda del marquesado conseguía establecer el cobro de la alcabala en todos los lugares, encabezando su cobro; se lograba recuperar la renta de todos los diezmos, como se hacía en la época morisca; y se aseguraba el arrendamientos de los monopolios.

En definitiva, con estos acuerdos la Corona conseguía pacificar su relación con la marquesa y quedarse con los censos de los antiguos bienes de habices; los nuevos concejos lograban fijar sus oligarquías en las instituciones locales, cobrando ellos los encabezamientos y administrándolos, y controlando los arrendamientos de los monopolios a través de sus vecinos más pudientes; y la marquesa lograba mantener su proceso repoblador, pactar con las nuevas oligarquías y asegurar sus ingresos, aunque con su importe mermado sobre el volumen anterior a la guerra. Una etapa de enfrentamientos y pactos cruzados que se cerrará al final de la década de los setenta con la fijación definitiva de la tributación en el marquesado.

La evolución de la renta desde 1580

En esta década, según Ruiz Pérez y Muñoz Buendía, el proceso repoblador se estabilizó en todo el reino granadino, con el nuevo régimen hacendístico plenamente asentado y regulado. En el Cenete, el nuevo régimen fiscal presentaba algunos caracteres fundamentales. Lo primero es el salto exponencial del valor de las rentas desde mediados de la década de los setenta. Desde unos ingresos medios de 287.000 mrs, se superaron los 3,2 millones en 1580. En segundo término, la pérdida de un tercio de la renta media de la época morisca, cuando se recogían más de cinco millones. En tercer lugar, el arrendamiento de todos los diezmos, que siguió controlando la hacienda marquesal con nula participación de la Iglesia de Guadix, como ocurría desde principios de siglo. En cuarto lugar, el establecimiento en todos los concejos del sistema de encabezamiento aplicado a las alcabalas. Sus valores casi se doblaron entre 1575-77 y la década siguiente: de 250.000 mrs se pasó a más de 400.000. En definitiva, se puede ver cómo la tendencia del importe de la renta es claramente positiva.

Así pues, la evolución de la hacienda del estado del Cenete durante la época de la repoblación (1570-1630) puede ser calificada como paradigma o peculiaridad. La respuesta a la disyuntiva pasa por estudiar otras casas nobiliarias del reino de Granada con estos parámetros y con una metodología similar. La evidencia son unos ingresos mermados, que limitaron con seguridad el ritmo de gasto de sus titulares en estos dos tercios de siglo, pero que se comportaron de manera diferente a otras casas nobiliarias que terminaron arruinadas e incluso en concurso de acreedores durante estas mismas décadas.

 

Autor: Julián Pablo Díaz López


Bibliografía

BARRIOS AGUILERA, Manuel y ANDÚJAR CASTILLO, Francisco (eds.), Hombre y territorio en el reino de Granada (1570-1630). Estudios sobre repoblación, Almería, Instituto de Estudios Almerienses, 1995.

BARRIOS AGUILERA, Manuel (ed.), La época morisca y la repoblación (1502-1630), tomo II de BARRIOS AGUILERA, Manuel y PEINADO SANTAELLA, Rafael Gerardo (dirs.), Historia del reino de Granada, Granada, Universidad de Granada, 2000.

MUÑOZ BUENDÍA, Antonio, “La repoblación del reino de Granada a finales del Quinientos: las instrucciones particulares de 1595”, en Chronica Nova, 20, 1992, pp. 263.

DÍAZ LÓPEZ, Julián Pablo, Nobles y banqueros: fiscalidad y crédito en el marquesado del Cenete (siglo XVI), Almería, Universidad de Almería, 2018.

RUIZ PÉREZ, Ricardo, “El levantamiento morisco en tierras de señorío. El caso del marquesado del Cenete”, en Chronica nova, 19, 1991, pp. 291-336.

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