En la primera parte de esta entrada se realizó una introducción a las principales características de las romerías andaluzas. Se realiza ahora un recorrido por Andalucía, que no puede pretender ser exhaustivo, para destacar las principales romerías de la región.

Empecemos por la provincia de Almería. En la Sierra de las Estancias, en el valle del Almanzora, encontramos el santuario de Nuestra Señora de los Desamparados del Buen Retiro, llamada del Saliente, que se remonta a finales del XVII en el Cerro El Roel, a unos 1.070 m. de altitud. Está en los límites de Albox con Vélez-Rubio y Oria, demarcando su territorio.

Tiene su origen en una aparición mariana de finales del siglo XVII al labrador Lázaro de Martos, y se realiza una romería el ocho de septiembre con procesión en que la Virgen se asoma al valle. Es devoción comarcal, extendiendo su influencia, aparte de la provincia de Almería, por parte de las de Granada y Murcia. Es tradicional la caldereta, en el pasado para pobres y mendigos.

La romería comarcal de la Virgen de la Cabeza de Benizalón, cuya ermita data de finales del XVI, en el Cerro de Monteagud, en las ruinas del antiguo castillo de Montahur, a 1300 m. de altitud, fundada por pastores trashumantes, como otras de la misma advocación, tiene su origen en la de Andújar, por lo que es también el último domingo de abril, en que la Virgen se baja al pueblo, subiéndose en la actualidad el último domingo de septiembre, cuya segunda romería se originó en 1765.

En la procesión del domingo la sacan los miembros de la hermandad de Benizalón, cediéndola en sendos turnos a los vecinos de catorce pueblos comarcanos, que finalmente entregan el trono a los de Benizalón, para devolverla a su camarín.

Por la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el catorce de septiembre, se celebra en Bacares, en la Sierra de los Filabres, la romería del Cristo del Bosque, llamado así por el lugar de su invención, cuyo santuario data de 1502, y que se constituye en la principal devoción de la comarca ya en el siglo XVII.

Pasemos a la provincia de Cádiz. El lunes de Quasimodo (II semana de Pascua) se celebra la romería de la Virgen de los Remedios de Olvera, instituida en acción de gracias por un voto en una terrible sequía en abril de 1715. Son típicas las tortas del lunes y los hornazos.

En Alcalá del Valle se realiza el uno de mayo una romería al antiguo monasterio de Caños Santos, en las afueras de la localidad, que hay constancia de que ya se celebraba en el siglo XVII. En sus orígenes, todos los pueblos de la zona, gaditanos, malagueños y sevillanos, acudían al cenobio.

En la provincia de Córdoba, la romería de San Benito se celebra en Obejo el domingo más próximo al veintiuno de marzo, fecha tradicional de la fiesta del santo, con función y procesión por los alrededores de la ermita, acompañada por la Danza de las Espadas o Baile de bachimachía (treinta y dos hombres y el maestro), de origen medieval. Son típicos los pestiños y el vino de Montilla-Moriles.

En el quinto de Navarredonda, en la dehesa de la Jara, en un lugar que fue común a las Siete Villas de los Pedroches, y que, desde el XVII, tras sonoro litigio, lo es de Pozoblanco, se encuentra el santuario de la Virgen de Luna, de origen bajomedieval, que adquirió devoción comarcal, conservada en Pozoblanco y Villanueva de Córdoba, y cuyas hermandades están vinculadas a milicias concejiles creadas en el siglo XVI.

La romería de traída a Pozoblanco es el domingo de Sexagésima, segundo domingo anterior al I de Cuaresma y regresa el domingo de Pentecostés, celebrándose el lunes siguiente la romería de Villanueva de Córdoba, con traslado de la Virgen a la localidad jarota.

Siguiendo en el Valle de los Pedroches, el último fin de semana de abril es la romería de Nuestra Señora de Gracia de la Alcantarilla, Patrona de Belalcázar, que se impuso en 1614 sobre Hinojosa del Duque y Monterrubio de la Serena. De origen bajomedieval, su ermita está en el entorno del Río Zújar, junto a un puente, sobre una importante vía de comunicación desde época romana.

En la misma comarca encontramos la devoción también bajomedieval de la Virgen de las Veredas, a siete kilómetros de Torrecampo, en la vega del arroyo Guadamora, muy venerada por los pastores de la Cañada. La romería se celebra el uno de mayo, fecha en que se señala su invención.

En Pedroche tenemos la Virgen de Piedrasantas, en torno a cuya ermita se reunían desde 1492 a 1837 los concejos de las Siete Villas para tratar asuntos comunes el ocho de septiembre, lo que hizo que se convirtiera en una auténtica romería. Es conocida como Fiesta de los Piostros, nombre que reciben el jinete y amazona con su cabalgadura engalanada. Se daba un convite, del que se ha conservado la tradición del vino con melocotones.

La romería de Nuestra Señora de Araceli tiene su origen en las fiestas del primer domingo de mayo que se empezaron a celebrar al año siguiente de la llegada de la imagen en 1562 en conmemoración de ésta, con la fundación de su cofradía, primitivamente en su santuario, a 6 km. de Lucena, en la Sierra de Aras, a 863 m. de altitud.

La devoción de la Virgen de la Sierra entronca con su invención en el Picacho de la Sierra de Cabra, a 15 km. de la localidad. Su fiesta se fijó el ocho de septiembre, coincidente con una feria de ganados. La romería se organizó como la de la Cabeza de Andújar, con hermandades filiales.

En la provincia de Granada, tenemos la romería de la Virgen de la Cabeza a su ermita en la cima del Cerro Jabalcón, en Zújar, el último domingo de abril, a modelo de la de Andújar, de más de cuatrocientos años. Incluye una fiesta de moros, cristianos y diablos. Son característicos los bollos de aceite y arroz.

En Moclín se celebra desde el siglo XVII la romería del Cristo del Paño, que se conserva en la Iglesia de la Encarnación, en el castillo medieval, el cinco de octubre, con gran afluencia de devotos de la comarca, en conmemoración de la curación de un sacristán de cataratas (enfermedad del paño). Iba acompañada antaño de una feria de ganado. Es un óleo de un Nazareno, según la tradición donado por los Reyes Católicos tras usarlo en la Reconquista como estandarte.

La provincia de Huelva es muy rica en romerías con elementos propios, sobre todo la comarca del Andévalo, que, por su secular aislamiento, ha conservado su carácter genuino que nos retrotrae a la repoblación castellano-leonesa.

Empecemos por ella. La devoción a la Virgen de Piedras Albas y a la de la Peña tienen un origen común en el Prado de Osma de dos imágenes marianas, fijado en 1460: la primera pidió ser llevada a Piedras Albas, compartida por Villanueva de los Castillejos y El Almendro, y la segunda al Cerro del Águila, a 400 m. de altitud, en la Puebla de Guzmán.

Del siglo XVI es la romería de la citada Virgen de Piedras Albas, patrona de Villanueva de los Castillejos y de El Almendro, que se celebra en el Prado de Osma en Pascua de Resurrección, la primera del año, tras recorrer los peregrinos los 5 km. por el Camino de las Herraduras. El acto central es la procesión de la Virgen el martes de Pascua, entre el fervor de los piedralberos, acompañada por la danza de los cirochos.

La de la Peña, de extensión comarcal, cuyo primer documento es de 1636 y se muestra ya como asentada, empezó por un voto de acción de gracias tras una epidemia de peste con peregrinación el martes de Pascua al santuario. Actualmente se celebra el último fin de semana de abril, con su punto culminante en la misa y la procesión.

Son típicos los trajes de gabacho y gabacha, de origen leonés, a caballo las mujeres sobre jamugas (jamugueras). Éstos cantan coplas durante la noche. Es de interés la danza de las espadas de los lanzadores al son de flauta y tamboril, guiados por un rabadán o rabeón. Protagonista es el Mayordomo, que ofrecía la Comida de los Pobres, caldereta de cordero y ternera y pan.

La última de esta comarca es la celebrada en honor de San Benito Abad en El Cerro de Andévalo, a su ermita en el sitio de los Mármoles, el primer domingo de mayo, en memoria de que el pueblo fue librado de las tropas lusas en 1666, por lo que lo eligieron patrono. Acudían con cruz alta también a la misa, sermón y procesión los cabildos de Cabezas Rubias y Las Cruces. Sigue siendo típico los cerreños a caballo con silletines y jamugueras. Iba acompañada de feria junto a la ermita.

Es característico el Baile del Poleo, formado por tres danzas, dos de ellas de origen medieval: Lanzas (de origen guerrero) y Folía (danza amorosa), ejecutadas por seis lanzaores dirigidos por un rabeón, al son de la gaita y el tamboril.

En la zona de la costa tenemos la romería de la Virgen de los Milagros en el Monasterio de la Rábida, en Palos de la Frontera, primitivamente el dos de agosto por su vinculación a la orden franciscana, que aún habita el monasterio, hasta el punto de que las naves del descubrimiento no salieron, por eso, hasta el tres de agosto, desplazada en la actualidad al último fin de semana de dicho mes.

En la Sierra de Aracena se yergue el santuario de la Reina de los Ángeles de la Peña de Arias Montano, Alájar, devoción bajomedieval, cuya fiesta se celebraba primitivamente el quince de agosto y que fue desplazada al ocho de septiembre. Aunque en su forma actual es del siglo XX, se remonta al siglo XVI (la hermandad de Alájar es de 1528), y su fiesta, ya a finales del XVII, se llamaba romería, coincidente con un mercado.

Pero, sin duda, la que ha venido a convertirse en el siglo XX en la romería más emblemática y arquetípica de Andalucía y en uno de sus signos identitarios es la de la Virgen del Rocío, a 15 km. de Almonte, en la marisma, devoción de origen medieval, cuya ermita está ya documentada en el primer tercio del siglo XIV.

Su devoción se difundió en el XVI por su ubicación en el camino entre Sanlúcar de Barrameda y Niebla, descanso de arrieros y viajeros, dentro del señorío del Ducado de Medina Sidonia, y la capellanía del indiano Baltasar Tercero en 1587 dio estabilidad a su culto.

Ya a finales del XVI está documentada una primitiva romería, con misa y procesión. En 1653 se fijó una fiesta en septiembre el día del Dulce Nombre de María. Una segunda fiesta se erigió en 1669 en el lunes de Pascua del Espíritu Santo, que prevaleció frente a la fiesta originaria de septiembre, que acaba por desaparecer, por motivaciones del trabajo agrícola, y que provoca el cambio de advocación de Rocinas (topónimo). En 1676, se dice que ya asistía a la fiesta mucho tumulto de gentes de Sevilla, Sanlúcar y las comarcas vecinas.

Su romería se fue constituyendo a lo largo del XVII bajo el patrocinio del Concejo municipal. Las primeras filiales, de finales del XVII y principios del XVIII, son de la zona de la costa onubense y del Condado de Huelva así como de la costa occidental gaditana, y llevaban a la Virgen por turnos, por concesión de Almonte, con danzas y fuegos de artificio. En 1766 había siete hermandades comarcales que acudían a la romería, más la de la villa, y el patrono era el Concejo.

Éste sacaba la imagen de la hornacina y la entregaba a la hermandad de la villa, que la pasaba a las demás, que se la iban turnando desde la de Villamanrique, hasta volver de nuevo a ésta, que la entregaba a la de Almonte. Se desarrollaba una feria paralela con libertad de alcabala, concedida por los Duques de Medina Sidonia, señores de la villa, en 1717.

En la provincia de Jaén tenemos sin duda la romería más emblemática y modélica de la Edad Moderna: la de la Patrona de Andújar, a su santuario en la cumbre del Monte de la Cabeza, que le da nombre a la imagen, a 33 km. de la localidad, en Sierra Morena, al norte del valle del Jándula, situado en una estratégica vía natural entre La Mancha y el valle medio del Guadalquivir.

La invención de la imagen primitiva se señala en 1227. A finales del siglo XV y principios del XVI había sobrepasado incluso las fronteras del Obispado de Jaén. La cofradía de Andújar era la encargada de organizar la romería, que se remonta a la primera mitad del siglo XV, y que acabó fijándose el último domingo de abril por ser el clima más benévolo.

El sábado, los devotos asistían a vísperas con candelas encendidas. El domingo, antes de la misa mayor, se celebraba la procesión hasta la huerta con la Virgen en unas andas de plata, a la que asistían los cofrades con vestiduras blancas y tocados de origen morisco, descalzos y con candelas encendidas.

Las cofradías filiales, que llegaron a ser sesenta y nueve, del Reino de Jaén, del de Córdoba, e incluso del de Sevilla y de La Mancha, llevaban a la Virgen en grupos de ocho o diez, por antigüedad, ya doce en 1555, estando marcados los turnos en el recorrido. Se producían frecuentes altercados por la gran afluencia de personas.

La romería iba acompañada de una importante feria de comercio y ganado y de reparto de raciones de carne entre los cofrades. Como obra de caridad se enterraban en sagrado los fallecidos en dos leguas y media y se hacían sufragios por ellos. Recuerdo típico, los pitos de barro.

En Baeza, en la pedanía de La Yedra (Baeza), se celebra actualmente el primer sábado de septiembre, antes era el día siete, víspera de la Natividad de Nuestra Señora, la romería de la Virgen del Rosel, en que es trasladada a su santuario desde la Iglesia de San Pablo, acompañada de caballos y carretas, donde previamente había sido llevada una semana antes (romería chica).

En el pago de Alharilla, a 4 km. de Porcuna, la leyenda señala la invención de una imagen, que se denominó por el topónimo, a la que se le levantó una ermita y empezó a celebrarse una romería a finales del siglo XV o principios del XVI.

Primitivamente era el veinticinco de marzo, fiesta de la Encarnación o de Santa María de Marzo, con vigilia, romería y convite, y actualmente se celebra el segundo domingo de mayo, de carácter comarcal, contando con la participación de Arjona, Arjonilla, Escañuela y Lopera.

Pasando a la provincia de Málaga, en Teba, desde el siglo XVI a cargo de una cofradía fundada en honor de dicha advocación mariana, se celebra en abril la romería de la Virgen de la Cabeza en el paraje de La Puente, en la ribera del Guadalteba, a modelo de la de Andújar, que tras un largo paréntesis se reanudó en el XIX.

Y, por último, la provincia de Sevilla. El cuarto domingo de octubre, en la comarca del Aljarafe, tenemos la romería de la Virgen de Cuatrovitas, cuyo culto se remonta al siglo XIV, que se remonta a fines del siglo XVI; al quedar el lugar despoblado, su culto lo asumió Bollullos de la Mitación. La romería ha surgido por evolución de las fiestas que en el domingo infraoctavo de la Asunción se celebraban en honor de la Virgen.

La Virgen de Setefilla de Lora del Río tiene su origen en una fortaleza homónima habitada en dicho lugar tras la Reconquista, y presidía un pequeño templo erigido en ella, dedicado a Nuestra Señora de la Encarnación, a cargo de la Orden de San Juan, pero el lugar fue definitivamente abandonado en la primera mitad del XVI.

Su devoción había llegado a Lora, cabeza de la comarca, en el siglo XV, y se consolidó en el XVI, celebrándose un voto anual costeado por el Cabildo de ir en procesión a la ermita, a dos leguas de camino, en su fiesta, el día de la Encarnación, con reparto de comida a los pobres (fiesta del pan y del queso).

Surgió una segunda fiesta popular para la Virgen de Agosto con más carácter de romería. Finalmente, aprovechando una feria de ganado que se celebraba en septiembre, se desplazó esta romería al ocho, fiesta de la Natividad, en la primera mitad del siglo XVIII, organizada por su hermandad, con participación del clero y pueblo. A la misa, función y procesión, con cohetes y cera, se unían el cante, el baile y comidas frías.

Pero la romería más importante del Antiguo Régimen en Andalucía, tras la de la Cabeza, es sin duda la de Consolación de Utrera. A diferencia de otras devociones referidas, sus orígenes están nítidamente documentados históricamente en los albores del XVI: el traslado de la imagen desde Sevilla en 1507, la consolidación de su fama con el milagro de la lámpara de aceite en 1558 y el establecimiento de los mínimos en la ermita en 1561. A la extensión de su devoción en Andalucía e incluso en América, además de sus milagros, recordados por múltiples exvotos, y la promoción de la orden mínima, se sumó el papel de la localidad en la Carrera de Indias.

Pronto comenzó a celebrarse la procesión y la romería, apoyada por una feria. En principio, su fiesta se fijó el veinticinco de marzo, la Anunciación, pero pronto pasó al ocho de septiembre, la Natividad de Nuestra Señora, por motivos climatológicos y agrícolas. A principios del XVII Rodrigo Caro escribe que acudían más de veinte mil forasteros. En 1604, época de máximo apogeo, había treinta y nueve filiales del Aljarafe, vega del Guadalquivir, campiña y alcores sevillanos y del Condado de Huelva.

A mediados del XVII, sobre las once, prevenidas las cofradías en el Real, los frailes portaban la imagen en sus andas de plata hasta la puerta y la entregaban a la Hermandad de Utrera, y desde la de Campillos, la más antigua, la iban portando por turnos señalados los tramos en el suelo por cruces.

Al llegar a la vista del campo, la procesión llegaba al paroxismo. Como hoy vemos en el Rocío, a veces quedaba inmóvil, andaba hacia atrás, corría, caminaba de lado e incluso se salía del itinerario establecido y llegaba a la población. A las cuatro o las cinco de la tarde llegaba a la puerta y se despedían las hermandades, desfilando con sus banderas y estandartes ante las andas. Los cofrades iban con vestidos blancos y turbantes y fajas. Había actividades lúdicas, como el ejercicio de la gineta.

Ante una denuncia del General de los Mínimos, Juan Prieto, el Conde de Aranda, al frente del Supremo Consejo de Castilla, ordenó la supresión de la romería en 1771, cancelando una larga historia.

 

Autor: Ramón de la Campa Carmona


Bibliografía

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