¿Quiénes eran estas mujeres? Las nodrizas o amas de cría constituían la columna vertebral de la Casa Cuna. Mujeres de la subsistencia de los niños expósitos y de la suya propia, pues, aunque el salario era mísero, era de gran ayuda para aquellos hogares en los que solamente entraba su sueldo. Podemos, así, hablar de nodrizas asalariadas pues, aunque en la mayoría de los casos cobraban tarde y mal, contaban con una nómina mensual que constituía su “oficio” de criar niños a sueldo.

En la Casa Cuna existían dos tipos de nodrizas: las internas y las externas. Las nodrizas internas eran aquellas que residían en la Casa y recibían a los niños expuestos para alimentarlos durante el corto tiempo que moraban en el establecimiento, fuera porque salieran con las amas externas o por que falleciesen; las nodrizas externas acudían a la Casa Cuna para pedir que se le asignara un expósito y criarlo en su propia casa.

En todos los Reglamentos establecidos para la Institución existía uno o varios artículos en los que se incluían las características que debían de tener y las obligaciones de las amas. Así, para ser nodriza se les exigía presentar un certificado del cura y del alcalde acreditando su buena conducta. Además de esto, la leche tenía que ser reconocida como buena por el facultativo de la Casa Cuna.

Sus obligaciones incluían cumplimiento de los siguientes requisitos: una vez asignado el niño o la niña, debían presentarse en la Casa Cuna donde serían anotadas en los Libros de Registro con su nombre, el del marido, si era casada, y su dirección. No debían cortar jamás el cordón de la medalla que les fuese impuesto a la llegada a la Casa Cuna, el cual consistía en un cordón asegurado en los extremos de manera que no se lo pudieran sacar por la cabeza sin cortar. Cuando este quedaba pequeño o estropeado, debían acudir a la Casa para su renovación. En el caso que alguna nodriza cortase el cordón del cuello, se le recogía la criatura y se le negaban todos aquellos pagos que quedasen pendientes.

El tiempo de lactancia se fijaba en 18 meses. Concluido el período, las nodrizas podían quedarse con los niños hasta los dos años y medio; a partir de aquí, o los devolvían a la Casa o se quedaban con ellos “por caridad cristiana” y “hasta que se lo pidan”, es decir, sin cobrar nada a cambio.

Como hemos indicado anteriormente, el salario que recibían era mísero y no siempre se aseguraban de cobrar mensualmente. Durante los siglos XVII y XVIII, el sueldo estuvo estancado en 20 reales de vellón al mes, pasando a 30 a las puertas del siglo XIX. Ya entrado el siglo XIX se acordó su aumento hasta los 40 reales mensuales por la falta de nodrizas, lo que entrañaba una alta mortalidad entre los expósitos.

En la Junta Ordinaria celebrada el 19 de julio de 1804, el administrador del Establecimiento notificaba la falta de nodrizas por el salario que se les abonaba:

Hizo otra vez señal con la campanilla el sr. Presidente y presentándose el portero le mandó avisase al administrador d. Antonio Tolerano y habiendo entrado después de mandarle sentar le preguntó si tenía alguna cosa que decir en orden a la administración de la casa a que respondió que no encontraba amas por el salario ordinario y le parecía conveniente subirlo por lo menos a alguna otra de buenas cualidades y se acordó dejarlo por ahora a su discreción

El problema de la gran mortalidad de los expósitos no se basaba únicamente en la falta de amas. Era también común que las nodrizas, bien por capricho o bien porque el niño enfermase, devolviesen las criaturas a la Casa Cuna lo que hacía que mermasen de modo considerable su posibilidad de sobrevivir. En los Libros de Expósitos hemos llegado a contabilizar hasta 5 o 6 nodrizas en algunos niños que eran devueltos a la Casa una y otra vez.

Por supuesto la proporción de nodrizas era proporcional al número de expósitos. Por ejemplo, el año de 1860 el número de nodrizas que trabajaba en la Casa Cuna de Sevilla, entre la Inclusa de Sevilla y las Hijuelas (establecimientos de expósitos que dependían de la Casa Cuna principal), era de 1856. Ese mismo año se expusieron en estos establecimientos 1.078 nuevos expósitos, además de todos aquellos que habían entrado en la Inclusa y seguían con vida.

Hay que tener en cuenta que este año sería uno de los que contase con más expósitos llegados a la Inclusa y, por lo tanto, era urgente contratar una gran cantidad de nodrizas, lo que hace idea del volumen que se manejaba en estas Instituciones.

¿De dónde procedían estas nodrizas? Para algunos años de los siglos XVIII y XIX vemos que existe una oscilación entre las nodrizas rurales y las urbanas de Sevilla:

AÑOS

% RURALES

% URBANAS

1700

57

43

1753

49,3

50,7

1818

12

88

1860

67

33

Fuente: Elaborado por María Isabel Cabanillas Barroso

En el siglo XVIII, la diferencia entre las nodrizas rurales y las urbanas es mínima. Por el contrario, durante el siglo XIX las oscilaciones son mayores, pasando de un porcentaje bastante alto de nodrizas urbanas a principio de la centuria a uno sustancialmente inferior en el año 1860, año para el que contamos con datos sobre todas las nodrizas que trabajaban en la provincia, ya fuera para la Casa Cuna central o para las Hijuelas.

Las nodrizas rurales procedían en su mayor parte de tres zonas muy definidas: el Aljarafe, la Vega y la Campiña. Es relevante señalar cómo durante el siglo XVIII la mayor concentración de nodrizas rurales procedía del Aljarafe, mientras que en el XIX el núcleo fundamental se localizaba en la Campiña. En la Vega, apenas aparecen algunas nodrizas durante el siglo XVII, aunque su número aumentó a lo largo de la centuria siguiente.

A modo de conclusión, podemos observar que la documentación nos ha permitido estudiar las hijuelas, así como el porcentaje de nodrizas de procedencia rural que superaba al de las urbanas; además señalamos la importancia de estos salarios que, a pesar de ser precarios, ayudaban a la subsistencia de las economías familiares andaluzas por ser de carácter estable en el tiempo y por la necesidad de complementar el salario masculino. Este salario resultaría fundamental en una sociedad agraria caracterizada por el trabajo estacional y precario de los jornaleros que no llegaba a cubrir el gasto familiar.

 

Autoría: María Isabel Cabanillas Barroso


Bibliografía

ÁLVAREZ SANTALÓ, León Carlos, Marginación social y mentalidad en Andalucía Occidental. Expósitos en Sevilla (1613-1910), Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 1980.

SARASÚA, Carmen, Criados, nodrizas y amos. El servicio doméstico en la formación del mercado de trabajo madrileño, 1758-1868, Madrid, Siglo Veintiuno, 1994.

SARASÚA, Carmen (ed.), Salarios que la ciudad paga al campo. Las nodrizas de las inclusas en los siglos XVIII y XIX, Alicante, Universidad de Alicante. 2021.