La imagen y figura de la Virgen que se empieza a tener a lo largo de la plenitud del Medioevo responde a la madre protectora de la humanidad y la de “abogada” e intercesora entre los hombres y Dios. La advocación mariana de la Piedad es la de una madre muy dolorida y afligida por la pérdida de su hijo. Coincidiendo con la cronología de la Guerra de Granada (1482-92), los Reyes Católicos fueron estableciendo en las plazas y tierras que iban conquistando paulatinamente el culto cristiano y la devoción mariana. Concretamente la devoción hacia la Piedad a finales del siglo XV se fue difundiendo muy rápidamente, como un reguero de pólvora prendida, por toda Europa. No tenemos más que fijarnos en la célebre “La Piettá” de Miguel Ángel que realizó para la basílica de San Pedro de Roma entre 1498 y 1500.

En 1278, fray Juan Riaño llegó a Baza con la intención de negociar la redención de unos cristianos cautivos con permiso del gobernador moro. Resulta que además de cumplir esta misión, bautizó secretamente a unos cuantos infieles musulmanes. Al regreso a Baza de la mujer de uno de estos musulmanes conversos que estaba en Baeza, dio muerte a sus dos hijos estrangulándolos; entonces, el gobernador moro mandó que el matrimonio fuese quemado vivo, ella por sus crímenes contra sus hijos y él por convertirse al cristianismo. En ese mismo instante fue fray Juan Riaño a interceder por ellos, el caudillo quedó perplejo de la osadía y valentía que había tenido el fraile, le dijo al mismo que si los niños volvían a la vida los padres quedarían perdonados y libres. Ocurrió así el milagro y los niños estaban sanos y salvos jugando en su casa; el matrimonio quedó libre y absuelto.

Fray Juan de Huerte y fray Juan de Zorroza llegaron a Baza con el objeto de redimir cautivos, ellos venían a Baza con el permiso explícito del rey de Granada pero el caudillo bastetano no se debió de enterar muy bien o no quiso enterarse puesto que los persiguió y martirizó. Cargado de providencialismo, lógicamente un episodio así se convierte en el feliz anuncio del triunfo de la fe, que en Baza había de comenzar con la rendición de la ciudad.

El culto a la Piedad por estas fechas como ya hemos señalado anteriormente se estaba extendiendo por toda Europa muy generosamente al igual que en Castilla y en Aragón. En Almería, Guadix (Angustias), Granada (Angustias), Orce (Piedad)…, por el Reino de Granada se iba difundiendo y extendiendo el culto mariano bajo la popular advocación de la Piedad. En Baza los dos primeros conventos masculinos que hubo (San Francisco y el de los Jerónimos) recibieron el título de “Nuestra Señora de la Piedad”. De la misma manera la Iglesia Mayor o Colegiata de Baza tenía una puerta de la Piedad atribuida a Diego de Siloé y a Alonso de Covarrubias. La familia de los Enríquez que era originaria de Medina de Rioseco (Valladolid), concretamente doña María de Luna, se trajo consigo la devoción a la Virgen de la Piedad y contribuyó en gran medida a que ésta fructificara en Baza. Siguiendo la acertada conclusión que saca la profesora Lázaro Damas respecto a la contribución que tuvo doña María de Luna en la devoción a la Virgen de la Piedad, coincidimos con ella en que fue una gran benefactora de ésta: “Sin afirmar de forma tajante que la introducción de esta iconografía esté unida a los Enríquez sí puede afirmarse, sin miedo a errar, su contribución decisiva para la difusión de este tema que, por su titularidad sobre los establecimientos conventuales ligados al citado matrimonio, debía estar presente en las capillas mayores de sus iglesias, en sus retablos, justificándose además su presencia por su marcado carácter cristológico”.

El fundador de la ermita de la Piedad fue don Luis de Acuña, pariente de los Enríquez, capitán y maestresala de los Reyes Católicos, señor de la villa de Agromonte, caballero profeso de la Orden de Santiago, comendador de Mora de la provincia de Castilla y Trece de la misma orden. Dicha ermita la fundó en 1492, ubicada en un solar de un barrio a extramuros de la ciudad conocido como Churra, sobre las ruinas de una antigua iglesia mozárabe donde los cristianos practicaban sus cultos antes de la dominación almohade de la ciudad de Baza.

En cuanto a la imagen propiamente dicha, que es una escultura de finales del siglo XV o comienzos del XVI, no responde a la tipología típica de la Virgen de la Piedad (una virgen dolorosa sentada con un Cristo yacente puesto sobre sus rodillas), sino que se trata de una virgen de pie con un niño en los brazos.

En el año 1498, el obispo de Guadix, fray García de Quijada, visita las iglesias de Baza y también la de Santa María de la Piedad, por consiguiente podemos pensar que la imagen de Santa María de la Piedad de Baza pertenecería a finales del siglo XV. El 6 de noviembre fue entregada a la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced, Redención de Cautivos, para que dejara de ser una ermita y se convirtiese en un convento de frailes mercedarios. Fray Alonso de Zurita, provincial de la orden mercedaria de Castilla, fue quien comisionó a los comendadores de Úbeda y Cazorla, fray Alonso de Cabrera y fray Alonso de Cazorla, para que en nombre de la orden se hiciesen cargo de la capilla y la hacienda.

Uno de los aspectos más fascinantes que se puede estudiar en el Libro Tercero de la obra de Fray Juan Barroso es el de la milagrería. No nos cabe la menor duda, que este aspecto, junto con el moralizador que nos ofrece cada una de las reflexiones que realiza sobre todos y cada uno de los milagros recogidos y relatados en dicho libro es el objetivo principal del mismo. Es un ejemplo de modo conductual para todos los cristianos. Sin embargo, ese objetivo no es exclusivo de este libro ni de esta obra, puesto que fueron bastantes los tratados que muchos clérigos escribieron al albur y el espíritu de la Ilustración y la Razón. Palabras estas que son claves para poder entender todo lo que significaron y la importancia que tuvieron las distintas corrientes de pensamiento que se dieron durante la centuria ilustrada.

Las autoridades verificadoras son de lo más variado en este manuscrito. Los milagros debían de estar autentificados, por lo menos con un exvoto, para que el Padre Barroso diera cuenta de ellos en su manuscrito. Por consiguiente, algunas de las autoridades verificadoras fueron las siguientes: el Escribano Público de Baza, el Provisor de Baza (la mayoría de las veces) y el Abad de la Colegiata. Como datos curiosos podemos citar a autoridades verificadoras que suelen ser muy inusuales: el Escribano del Número y del Crimen de Orán, el rey Carlos II, el Obispo de Guadix-Baza y un Oidor de la Real Chancillería de Granada. Además de la autoridad verificadora, la mayoría de estos milagros han dejado varios testimonios: los exvotos que eran pinturas, la información de archivo, los testigos presenciales y los testimonios orales.

Todos estos milagros se dan a lo largo de la Edad Moderna. El siglo XVI es fructífero en milagros, sin embargo, la mayoría de ellos son datados en el XVII y ya los menos en el XVIII. Tampoco nos ha de sorprender esta desigual distribución porque la mayoría de ellos estén recogidos, fechados y datados por Barroso en el Siglo Oro. Debemos de tener presente que en éste proliferó más una sociedad fuertemente sacralizada, en la cual, la vida de la sociedad se regía según los cauces religiosos y el calendario venía impuesto por la religión.

La milagrería atribuida a la Virgen de la Piedad es muy fructífera. En cuanto a los beneficiarios de los milagros, podemos decir que disfrutamos de una gran variedad. La gran mayoría son niños y niñas, también hay hombres y mujeres, mozos y mozas, prisioneros, cautivos y náufragos; religiosos, religiosas y clérigos. Pero no sólo realiza milagros con personas, sino que también los realiza con objetos o cosas materiales como son las lámparas de una capilla, casas, el propio convento de la Merced de Baza, los campos cuando los libra de las plaga de langosta…

Como beneficiario más ilustre debemos destacar al rey Carlos II, el cual por intercesión de la Stma. Virgen de la Piedad de Baza, supuestamente, sanó de unas graves fiebres provocadas por la viruela. La encomendera fue su madre, la reina regente doña Mariana de Austria, aconsejada ésta por la esposa del marqués de los Vélez que a su vez era miembro de la corte real. Este milagro en concreto se produjo en 1673. El rey, según nos cuentan las fuentes documentales, sanó milagrosamente y su madre agradeció al convento de la Merced en general y a la Stma. Virgen de la Piedad su intercesión con la donación de una lámpara de plata que tuviera luz perpetua para el altar mayor de la Iglesia del convento.

En cuanto a las personas que encomendaban o le pedían los milagros a la Virgen de la Piedad, solían ser personas muy allegadas a los propios beneficiarios. Algunas veces los demandantes de milagros eran varias personas como por ejemplo cuando se llevaban a cabo las rogativas por falta de agua o para que se aplacase una plaga de langosta que estaba devastando los campos, era todo el pueblo unido quien le pedía a la Virgen que realizase el correspondiente milagro.

El tipo de milagros que realizaba la Virgen de la Piedad también es de lo más variado. Nos encontramos de todo: los más abundantes son los realizados con ahogados, pero también hay resurrecciones de muertos por fallecimiento natural, aplastados por ruedas de molino, asesinados, accidentados, defenestrados, despeñados, suicidas tentados por el diablo, liberación de cautivos, posesos por el diablo, quemados, atracados por bandoleros, sepultados por derrumbes, atacados por la voracidad de las fieras, curaciones milagrosas de enfermedades y tullidos… Nos encontramos también milagros hechos con la falta de agua al llover de una forma beneficiosa para los campos, contra incendios, amaine de las tormentas marinas, erradicación de las plagas de langosta, disparos fortuitos, luz de la lámpara de una capilla… Como podemos comprobar, los objetos de los milagros son de lo más variopinto por lo que es sumamente interesante poder ver a través de esta información que nos ofrece el manuscrito del Padre Barroso, la mentalidad de la población de la época y las necesidades que afectaban a la misma.

Nos hemos encontrado muchos sitios donde se atribuyen a esta imagen dichos milagros, tanto de origen del beneficiario como del lugar: Baza (Granada), Caniles (Granada), Zújar (Granada), Benamaurel (Granada), Armuña (Almería), Orce (Granada), Granada, Río del Almanzora (Almería), Guadix (Granada), Murcia, Serón (Almería), “tierras de moros”, Árgel, Arboleas (Almería), Villanueva del Arzobispo, Daimiel (Valencia), Lúcar (Almería), María (Almería), Villa de Cabrilla o Cabra del Santo Cristo (Jaén), África, Cartagena (Murcia), Cuesta de los Baños de Zújar (Granada), Oria (Almería), Puebla de don Fadrique (Granada), Motalbán (Teruel), Gor (Granada), Vera (Almería), Orán, Málaga, Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias), Cuevas del Almanzora (Almería), Albox (Almería), Madrid, Ohanes (Almería), Cortijos de Guadiana, Tíjola (Almería), Hinojares-Quesada (Jaén), Tíjola (Almería), Membrilla (Ciudad Real), Tabernas (Almería), Huélago (Granada), Huéscar (Granada), Los Vélez (Almería), Cortes de Baza (Granada) y Baena (Córdoba).

Como conclusión podemos decir que debido a la milagrería realizada por la Virgen de la Piedad de Baza, su devoción fue extendida mayormente por los antiguos Reinos de Granada, Jaén y Murcia, pero también fue llevada a lugares tan insólitos como el norte de África, las islas Canarias o la corte real en Madrid. De esta devoción la comunidad mercedaria obtendría pingües beneficios económicos en concepto de donaciones al convento para la custodia y culto a la sagrada y milagrosa imagen de la Stma. Virgen de la Piedad de Baza.

 

Autores: Juan Antonio Díaz Sánchez y María Castaño Jiménez


Bibliografía

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LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Miguel Luis, CASTAÑO JIMÉNEZ, María y DÍAZ SÁNCHEZ, Juan Antonio, “La religiosidad popular en Granada, Baza y Huéscar. Una forma de evangelización tras la incorporación del Reino de Granada a la Corona de Castilla (ss. XV y XVI)”, en Péndulo. Papeles de Bastitania, 15, 2014, pp. 233-252.

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