El conocimiento sobre los instrumentos musicales existentes en Andalucía durante la Edad Moderna es necesariamente parcial. Aunque algunas fuentes de archivo como los distintos tipos de inventarios o la iconografía musical, permiten un primer acercamiento al tema, este tipo de recursos adolecen de notables limitaciones a la hora de abordar la realidad completa. Esta situación puede mitigarse aprovechando algunas fuentes indirectas como las referentes al número de talleres activos en Andalucía en este periodo, y a partir de su personal y contratos, valorar el mercado de forma más general. A pesar de todas estas opciones, la instantánea que se puede alcanzar sigue pareciendo parcial y sesgada por las fuentes disponibles, más cercanas a la producción musical para las élites.

Desde la perspectiva de la producción de instrumentos, la mayoría de los constructores conocidos proceden del ámbito de la organería y en menor medida de la violería y la vigüelería, que incluiría desde las vihuelas hasta los violas. Los primeros desarrollaron instrumentos muy cercanos a los que se construían en el ámbito castellano, aunque incorporando novedades técnicas de forma muy temprana, lo que demuestra los contactos a nivel peninsular. Su presencia en el gremio debió ser muy testimonial, pesando más la continuidad de diferentes sagas familiares de constructores que protagonizaron la construcción de órganos en distintas regiones andaluzas durante lustros. Un caso diferente lo ofrecen los violeros, donde esta continuidad no es tan evidente, lo que quizás impulsó una mayor cercanía a la estructura gremial. Esto llevó a la redacción de diferentes ordenanzas específicas en Sevilla, Málaga o Granada.

Mientras que las necesidades de los intérpretes de estos instrumentos estarían cubiertas por estos profesionales, existen muchos otros músicos que no se pueden asociar por el momento con artesanos similares. Por ejemplo, la construcción de instrumentos de percusión o la amplia mayoría de los aerófonos parecen haber quedado bajo la responsabilidad de los propios instrumentistas. Más difícil de explicar es la situación de la construcción de arpas y de claves, ambos muy comunes en este momento. Sin constructores específicos conocidos, es posible que existiera un mercado internacional, complementado con obras realizadas por talleres de organeros y violeros que focalizaban su producción en otros instrumentos. Por último, habría que citar también los instrumentos populares, cuya fabricación quedaría en manos de artesanos del pueblo llano. 

Si desde la perspectiva de los talleres el mundo del órgano resulta el protagonista, esta situación se repite al analizar los instrumentos conservados. Esto no implica necesariamente que fueran los más numerosos históricamente, ya que su conservación ofrece particularidades muy diferentes a las del resto de los instrumentos. Andalucía es probablemente la región española con el mayor número de órganos de Edad Moderna conservados, alcanzando los varios centenares, mayoritariamente localizados en instituciones religiosas. Por el contrario, en cuanto a arpas, violas o fortepianos, los ejemplares conservados son muy escasos. Algunas de las arpas conocidas han sido reaprovechadas como elementos iconográficos en espacios religiosos, mientras que las violas y los fortepianos se han incorporado a diferentes colecciones privadas. Este hecho hace dudar de que su ubicación en Andalucía se deba a movimientos de mercados de los siglos XIX y XX. Algo similar ocurre con los aerófonos conservados en Andalucía, donde cabe señalar algunas notables colecciones, fruto de la adquisición en el mercado. Si estas obras han permanecido desde antiguo en Andalucía o si han llegado en fecha reciente es un tema aún por estudiar pormenorizadamente.

Por último, sería recomendable abordar la producción de instrumentos musicales a partir de la rica iconografía musical producida en la Andalucía del momento. Desde esta perspectiva, es posible apuntar que la diversidad de modelos organológicos debió ser amplia en muchos instrumentos. Aunque aún se requiere de mucha investigación que consolide estas conclusiones, los lienzos conservados apuntan a modelos constructivos propios de diferentes zonas de Europa, con una significativa perfección. Es posible que esto se deba a la utilización de fuentes grabadas, mientras que ese tipo de instrumento nunca llegó a usarse en Andalucía, pero tampoco puede descartarse que el dinamismo comercial de puertos como Cádiz, Málaga o Sevilla, permitiera un tráfico de estos bienes tanto con el ámbito mediterráneo como con el atlántico.

 

Autor: Pedro Luengo Gutiérrez


Bibliografía

BEJARANO PELLICER, Clara, El mercado de la música en la Sevilla del Siglo de Oro, Sevilla, Universidad de Sevilla-Fundación Focus-Abengoa, 2013.

CEA GALÁN, Andrés, “La organería en la Andalucía Barroca: centros de actividad y circuitos de difusión”, en MORALES, Alfredo J. (coord.). Congreso Internacional Andalucía Barroca: actas, Antequera, Junta de Andalucía, 2008, pp. 259-266.

KENYON DE PASCUAL, Beryl y NOBBS, Christopher, “Sevilla: un importante centro español de construcción de claves y pianos de mediados del siglo XVIII”, en Revista de Musicología, 20, 1997, pp. 849-855.

LUENGO GUTIÉRREZ, Pedro, “Entre órganos y violines: Guillermo d’Enoyer y el VI conde de Luque (1739-1796)”, en Laboratorio de Arte, 33, 2021, pp. 321-324.

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