La génesis de la oligarquía almeriense ha de buscarse necesariamente en la conquista de la ciudad por parte de los Reyes Católicos y lo que supuso de creación de un nuevo orden social. La llegada de cristianos viejos a la ciudad cambió la estructura social de la ciudad, pues los privilegios, propiedades y cargos con los que se incentivó su llegada los convirtieron en el grupo social dominante. No obstante, entre el grupo de los privilegiados de esta nueva sociedad se mantuvieron muchas de las familias de la antigua nobleza musulmana, cuya posición fue respetada por las autoridades cristianas.

La historiografía ha señalado cómo las élites moriscas de la ciudad tuvieron una mayor y más rápida aculturación a las costumbres y religiosidad castellanas que las clases bajas. Supieron así integrarse en la nueva sociedad colaborando activamente con las nuevas estructuras políticas y religiosas. Familias como los Belvis se acomodaron a la nueva situación hasta el punto de ocupar cargos como el de alguacil mayor de la ciudad y, aunque mantuvieron comportamientos endogámicos dentro de la élite morisca, también se mezclaron con los nuevos pobladores cristianos, tomando en ocasiones sus apellidos para disimular los orígenes musulmanes como en el caso de los Marín. Asimismo, estas élites de orígenes musulmanes actuaron en numerosas ocasiones como mediadores entre la comunidad morisca y las autoridades cristianas. Uno de los ejemplos mejor documentados de la progresiva integración de las élites moriscas es el del linaje Avís Granada Venegas, descendientes de la realeza nazarí que se mantuvieron como regidores de la ciudad y grandes propietarios. En la Rebelión de 1568 los sublevados llegaron a proponer como rey a Alonso de Avís Granada Venegas, representante en ese momento del linaje, que sin embargo declinó la oferta y participó activamente tanto en las intervenciones militares contra los alzados, como posteriormente para interceder por los moriscos. Con el transcurrir del tiempo estas familias acabaron completamente integradas en la cultura castellana, siendo los orígenes musulmanes únicamente un recuerdo no siempre grato para los descendientes.

Si bien se mantuvieron muchas de las familias preeminentes del mundo nazarí, no fue menos importante la llegada a la ciudad de cristianos viejos para ocupar los puestos de mayor distinción dentro de la ciudad. El desarrollo de las estructuras estatales a través de los cargos militares y de gobierno, así como de la jerarquía eclesiástica, atrajo a recién llegados dispuestos a ocupar una posición de privilegio dentro de la nueva sociedad mixta de la ciudad. El progresivo enriquecimiento y ennoblecimiento de estas familias dará lugar a los linajes que coparon la vida pública urbana y que llegaron incluso a ingresar entre las filas de la nobleza titulada durante los siglos posteriores. Hablamos por ejemplo de los Puche o los Briceño, que fueron acumulando propiedades y constituyendo poderosos mayorazgos en la ciudad y sus alrededores. Merece la pena señalar también el ejemplo de los Careaga, familia que colaboró en el proceso de conquista y se instaló en la ciudad recibiendo tierras y cargos como el de regidor. Los enlaces con otros linajes de la ciudad, como el ya citado Avis Granada Venegas, les permitieron ir acumulando rentas y mayorazgos hasta alcanzar, ya a principios del siglo XIX, el título de marqueses de Torre Alta.

Si bien la convivencia de musulmanes y cristianos al inicio de la Edad Moderna supuso una particularidad en los territorios del Reino de Granada como la ciudad de Almería, los procesos de aculturación y expulsión fueron progresivamente eliminando esta diferencia de partida hacia una población cada vez más homogénea. Durante los siglos posteriores, los cambios fueron en la misma línea de los vividos en otras ciudades de Castilla. Así, las necesidades fiscales de la corona y su búsqueda de apoyos entre los grupos urbanos sirvieron a las familias privilegiadas para consolidar y mejorar su posición al tiempo que abrían nuevas vías para el ascenso social a quienes contaban con el capital necesario.

Entre las bases económicas que sustentaban a esta oligarquía durante los siglos XVII y XVIII encontramos, por supuesto, las amplias propiedades rústicas y urbanas que acumulaban familias como los Perceval, que completaban estos ingresos con los producidos por oficios, censos, y un largo etcétera en el que se incluyen operaciones comerciales de diversa índole. La condición portuaria de Almería permitió a algunos comerciantes acumular suficiente capital para iniciar las dinámicas de promoción social hasta entrar a formar parte de esta élite. Este origen comercial está claro en las familias de origen genovés, como los Schiafino o los Iluminatti, que aparecen en el siglo XVIII controlando buena parte del comercio marítimo.

Todas estas familias han dejado una huella arquitectónica en la ciudad en forma de caserones y palacios que mostraban el poderío económico y las aspiraciones nobiliarias. Lamentablemente el caótico desarrollo urbanístico de la ciudad nos ha privado de buena parte de este patrimonio, del que únicamente se conservan muy contados ejemplos como el Palacio de los Vizcondes del Castillo de Almansa, la Casa de los Puche o la de los Perceval.

 

Autor: Francisco Gil Martínez


Bibliografía

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