Úbeda fue una de las ciudades andaluzas que experimentó durante la baja Edad Media mayor desarrollo urbanístico, económico y demográfico. Ello tuvo como consecuencia añadida el abandono frecuente de niños nacidos fuera de la norma; hijos del desamor, la pobreza y las rígidas normas sociales imperantes. Por ello desde comienzo de la modernidad surgieron instituciones caritativas orientadas sobre todo a bautizar a los niños que se abandonaban por las calles, un espectáculo público escandaloso para las hipócritas conciencia del momento. Por eso el objetivo fundamental de estas obras pías fue disimular un infanticidio público, y, con la mentalidad de la época, dar prioridad a salvar el alma de un recién nacido sin dar valor alguno a su vida.

Todo ello fue favorecido en esta ciudad del Reino de Jaén por la temprana fundación del convento de Santi Espíritu, orden hospitalaria cuyos religiosos, canónigos regulares de san Agustín, habían recibido del papado la misión de atender a los expósitos desde que la orden de San Juan de Dios se dedicaba a la atención de pobres. Así en las dos ciudades de Jaén donde se establecieron conventuales de esta antiquísima encomienda, Baeza y Úbeda, pese a su proximidad geográfica, funcionó ya desde el siglo XVI una cofradía y casa cuna que llevaba el nombre de Santi Espíritu, encargada de coordinar acciones que evitaran el espectáculo cotidiano de ver cadáveres de recién nacido abandonados; cofradías que tenían en el convento solo su lugar de referencia, pues estos conventos nunca tuvieron casa-cuna en sus dependencias, ni su religiosos realizaron labores directas de atención a los expósitos. Sin embargo tampoco cumplieron esa misión de tutela sobre la actividad de la cofradía encargada de la labor asistencial, por lo que pasados los años, en 1622, el obispo de Jaén hubo de tomar medidas para poner coto a la mala gestión de estos conventuales con los expósitos, que sin embargo acabaron beneficiándose de los donativos que llegaban para la atención de los niños; como también hacía lo propio el administrador que contrataba la cofradía para llevar la contabilidad de la institución.

Así, aunque a la casa cuna llegaban bastantes donativos, cuotas por conciertos, y recibía legados testamentarios, los niños ingresados morían por hambre, frío y suciedad, amontonados en casas ruinosas regentadas por un ama; casas que se llamaban “cunas”, pero eran solo un lugar de agonía para todos los niños que allí esperaban que alguna mujer pobre quisiera sacarlos a darles pecho por unos pocos reales al mes. Amas de cría que los devolvían pronto a la cuna por no recibir ni ese miserable estipendio. Solo se salvaron unos cuantos “prohijados” por particulares; adoptados, aunque no en el concepto moderno del término, pues no se obligaba a los padres adoptivos a tratarlos como hijos propios. Más bien consideraban a estas criaturas una mano de obra gratuita.

Por todo ello la Casa cuna de Úbeda, cuyos datos estadísticos hemos podido estudiar a fondo, constituye uno de los mayores dramas sociales del pasado y una prueba más del colosal fracaso en la atención a grupos marginados del Antiguo Régimen. Ejemplifica además la corrupción interna de estos conventuales del Santi Espíritu, hasta el extremo que el obispado de Jaén acabó por prohibirles dar nuevos hábitos y tuvo que separar las propiedades de los expósitos de las específicas de este convento, que desapareció por sus propios errores antes de las desamortizaciones. En su ruina habían arrastrado a la muerte a miles de recién nacidos. De hecho, en los casi dos siglos que estudiamos esta casa cuna, ni un solo expósito tutelado por la cofradía del Santi Espíritu, luego llamada de San José, sobrevivió a tal exterminio institucionalizado.

Dado que el abandono de niños fue generalizado en todos las poblaciones, y que en la mayoría no haba lugares para acogerlos, un alto porcentaje de los niños que se abandonaban en la inclusa de Úbeda, depositados en sus campos y calles, en puertas de iglesias y conventos, o echados al torno de la cuna, eran forasteros. Por eso los mayordomos responsables de esta obra pía establecieron ciertos sistemas de control para obligar a los pueblos vecinos a pagar un canon, en metálico o especie, para recibirles sus niños, que eran trasportados por cosarios -algunos llegaron hasta de Yeste, en la actual provincia de Albacete- en condiciones de crueldad extrema para un recién nacido. En consecuencia, lo sucedido en la casa cuna de Úbeda es extrapolable a todos los demás pueblos, e indicativo del escaso valor que tenía la vida de un niño que había nacido fuera de las estrictas normas del momento. Para dar algunos datos concretos, y poner en evidencia la magnitud de este drama, en rápido recorrido, seguimos a huella de la muerte a su paso por la Casa-Cuna en momentos históricos concretos, entre los reinados de Carlos II y Carlos III.

Entre 1665-1788 se registraron en los libros de Asiento de la inclusa de Úbeda 6.417 ingresos de expósitos, con un valor medio anual de 56,78 ingresos para los 113 años que hemos estudiado (faltan datos de algunos años). El seguimiento individualizado que he realizado a cada expósito, hasta conocer su destino último, me ha permitido saber que el 11, 81% de estos niños son prohijados (758 expósitos), momento en que quedan fuera del control de la obra pía de S. José, sin que ya sea posible seguirles la pista (ocasionalmente alguno de los prohijados fue “devuelto” nuevamente a la Cuna, por circunstancias diversas). Sólo 120 expósitos (1, 87% del total de ingresos) son recuperados por sus familiares al poco tiempo de haber ingresado. Todos los demás niños fueron teóricamente “criados” a cargo de la Cofradía de S. José, bien en domicilios de amas externas, que cobran entre 20 y 16 res. vn. al mes por este trabajo, bien dentro de la inclusa, mantenidos allí sin amas de leche, “desabiados”, hasta que mueren. Muerte lenta o rápida, pero inexorable: el 32% de estos expósitos encargados a la Cofradía muere antes de cumplir el mes, el 27,47% lo hace antes de los tres meses y sólo el 2,26% supera los 3 años. Al final morirán todos: me consta la muerte de los 5.465 niños “criados” por cuenta de la obra pía de S. José. Esta cifra supone el 86,16% de mortalidad respecto ingresos totales para todo el periodo, descontados los adoptados y recuperados, a los que he querido imaginar “supervivientes” de tan terrible masacre. Por lo tanto, en esta Casa-Cuna murió el 100% de los expósitos “criados” por la institución tutelar. La indiferencia con la que el mayordomo escribe al final de cada ficha de asiento que un niño está «desabiado», sin alimento, refleja el “acostumbramiento” ante la muerte de unos niños que estorban, nacidos para agonizar de hambre ante el endurecido corazón de unos cofrades “piadosos”. No hay que buscar muchas explicaciones: en Úbeda la mayoría de los niños expósitos murió de hambre. Y sobran otras interpretaciones más suaves para expresar tanto horror. Niños procedentes de todos los pueblos de un entornos geográfico, de 39 localidades diferentes, que mandan a esta casa cuna de Úbeda más de 2.000 niños en la época citada, para no verlos morir en sus pueblos; lo que representa que el 33.7% del total de los ingresados en los libros de asiento de esta institución son foráneos. Hijos de todos y de nadie. Hijos nuestros.

 

Autora: Adela Tarifa Fernández


Bibliografía

TARIFA FERNÁNDEZ, Adela, Marginación, pobreza y mentalidad social en el Antiguo Régimen: los niños expósitos de Úbeda (1665-1788), Granada, Universidad de Granada, 1994.

TARIFA FERNÁNDEZ, Adela, “La Orden del Santi Espíritus en la ciudad de Úbeda (siglo XVIII), Andalucía moderna: Actas II Congreso de Historia de Andalucía, Córdoba, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, 1991, vol. III, pp. 413-420

TARIFA FERNÁNDEZ, Adela, “Los niños expósitos de Úbeda. Siglos XVI-XVIII”, en Andalucía en la Historia, 1, 2002, pp. 63-68.

TARIFA FERNÁNDEZ, Adela, “La orden del Santi Espíritu en Úbeda y Santisteban del Puerto: aproximación histórica”, en Estudios Culturales y literarios del mundo hispánico. En honor a José Checa Beltrán, (Ester Martínez Luna, ed.), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2021, pp. 459-477.

TARIFA FERNÁNDEZ, Adela, Pobreza y asistencia social en la España Moderna. La Cofradía de san José y niños expósitos de Úbeda (Siglos XVII-XVIII), Jaén, Instituto de Estudios Giennenses (Diputación Provincial), 1994.

TARIFA FERNÁNDEZ, Adela, “San  Cristóbal,  la  casa  de niños expósitos de Sepúlveda”, en Boletín de la Real Academia de san Quirce de Segovia, 63/110, 2011, pp. 211-249.

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