Los primeros mapas a escala comarcal del Coto de Doñana comenzaron a publicarse al inicio del siglo XVIII, conservándose, todos ellos, en el Archivo General de la Fundación Casa Medina Sidonia (AGFCMS). En 1700 se publica un mapa anónimo denominado “Demostración y paño de pintura del coto de Doñana, que antes se nombró la dehesa del Carrizal y la Figuera, término de la villa de Almonte, frente a la ciudad de Sanlúcar de Barrameda, propia del Exmo. Sor. Duque de Medina Sidonia”. Este mapa, orientado al noroeste y expuesto en el AGFCMS, representa al Coto de Doñana desde la vereda que comunicaba a la Ermita de Nuestra Señora del Rocío con la Torre de la Higuera, hasta Sanlúcar de Barrameda y el río Guadalquivir en el lado opuesto. El límite del término municipal de Hinojos, simbolizado en el mapa por la Boca Madre de las Marismas, actual Charco de la Boca, y el Caño de Breynes (Brenes) sirve de frontera geográfica.
Entre los elementos artificiales o antrópicos localizados en el mapa despuntan en primer lugar las construcciones arquitectónicas materializadas por las torres almenaras, la Ermita de Nuestra Señora del Rocío, el Palacio de Doñana y la Benta (Venta) de la Marismilla. Sus simbolizaciones se realizan mediante signos figurativos o pictogramas ricamente embellecidos con edificios aledaños, torres, cúpulas… Apenas utiliza tonalidades para estas representaciones salvo algún reflejo grisáceo en el sombreado y ciertos matices rojos para el techado. Especial mención merecen las torres almenaras. A partir de este mapa estas torres comienzan a aparecer en casi todos los mapas, no sólo comarcales como posteriormente analizaremos, sino también en cartografía a escala provincial (Carta geográfica de la Provincia de Ayamonte de 1700) o regional (Mapa del Reynado de Sevilla de 1748; Mappa ou carta geographica dos reinos de Portugal e Algarve de 1762; o el Mapa general del reyno de Portugal, nº 4 de 1778 de Tomás López (1730-1802)). Concretamente en este mapa del AGFCMS aparecen 4 torres: de la Higuera, de Carboneros, de Salavar y de San Jacinto. Todas ellas están trazadas sin iluminar, sin sombreado y utilizando el mismo signo cartográfico para su presentación. El mapa de Francisco Fernández de Sandobal, Descripción de la costa del Coto de Dª Ana: y situación de la almadrava que en ella hay al sitio de la Torre de los Carboneros, de 1743 se limita a cartografiar exclusivamente estas torres y el primer cordón dunar.
En la parte inferior de esta representación del Coto nos encontramos con las salinas, otro elemento antrópico que se pretende realzar con el alineamiento paralelo al Guadalquivir de cada una de ellas y dibujadas mediante cuadrados rojos, incluyendo, incluso, sus topónimos. Esta zona está limitada por lo que el autor denomina Tierra marisma infructuosa del Coto y está trazada por una línea ondulada de tono azul que las separan del resto del Coto, son las que tradicionalmente se llamaron Salinas de Poniente, tal y como queda recogido en varios mapas conservados en el AGFCMS. Especial mención merece la representación de Sanlúcar (Ciudad de Sn Lucar), en el borde inferior del mapa, singularizando cada uno de los edificios dibujados y empleando para su simbolización, como siempre, la técnica del alzado.
A caballo entre los elementos cartográficos antrópicos y naturales están las dehesas. Para acercarnos a este concepto, debemos de tener en cuenta que tradicionalmente, como se recoge en numerosas investigaciones sobre la zona, uno de los principales recursos económicos de la zona fue la ganadería. Así, los pastizales de este territorio fueron aprovechados desde el siglo XIII por los vecinos de Niebla y que incluían las dehesas de Las Rocinas, El Carrizal y La Figuera. Estas dos últimas formaban parte del cazadero real Bosque de Las Rocinas. Con el paso del tiempo estas dehesas, cuya principal producción era la de pastizal, fueron subdividiéndose. Las del Carrizal y La Figuera se fraccionaron en cuatro: la dehesa de La Marismilla y El Carrizal, dehesa de Majada Real, dehesa de El Caballero y dehesa de Las Casas.
Era característico en la confección de los mapas de esta época exagerar aquellos elementos cuyo significado geográfico fuese lo suficientemente importante como para aumentar mucho más la escala teórica que se espera. Normalmente, estas unidades territoriales servían bien de límite físico, bien de articulación del mismo. En otras ocasiones ese engrandecimiento estaba motivado por el empleo de un determinado tipo de proyección geográfica, muchas veces utilizados indebidamente. En nuestro caso, la exageración se plantea de forma más extrema en el trazado de los caños que servían de barreras o de demarcación territorial. Así, el caño de Brenes (Breynes) que desemboca en el Guadalquivir y que sirve de frontera entre las dehesas y la marisma, y a su vez, entre el término municipal de Almonte y el de Aznalcázar, se ve ampliado en su trazado a una escala distinta del resto del mapa. Del mismo modo ocurre con la prolongación de este caño, denominado Caño Madre de la Marisma, designación que actualmente se conserva. A la altura de El Rocío, cambia su nombre de nuevo por el de La Canaliega, actual arroyo de la Rocina que culmina en el Charco de los Ballesteros, posiblemente el actual Charco del Acebrón.
En el mapa del coto de Doñana de 1760 se cartografían casi los mismos elementos territoriales que en el mapa anterior. Entre estas unidades representadas en ambos mapas destacan las torres almenaras construidas para la defensa de corsarios y piratas berberiscos que reiteradamente hostigaban las costas españolas. Hacia el Oeste desde la desembocadura del Guadalquivir, en la playa de Castilla (Arenas Gordas), se ubican las torres de poniente: San Jacinto, Salabar, de Carboneros, de la Higuera, del Asperillo y del Oro, las dos últimas sólo se cartografían, por los diferentes límites territoriales de cada mapa, en el de 1760. El signo pictográfico utilizado para la representación de las torres, semejante al del mapa de 1700, es el mismo para todas salvo para la Torre de la Higuera que aparece de manera invertida. Esto es debido a la destrucción de dicha torre en esa fecha. Debemos precisar que algunos autores lo atribuyen al terremoto de Lisboa de 1755, pero otros sostienen que al situarse al borde de un barranco y a la falta de cimientos en su construcción, se despeñó, años antes de ese terremoto, a causa de la erosión provocada por un temporal marítimo, siendo esta última versión la más probable. Esta discrepancia queda zanjada al contemplar del mapa de Fernández de Sandobal de 1743, doce años antes del terremoto, donde se dibuja a la Torre de la Higuera de manera invertida.
La singularidad de Doñana se debe en gran medida a la gran variedad de paisajes. Uno de los pilares de esta diversidad de ecosistemas es el sistema de lagunas. Entre los elementos cartografiados de este espacio destaca el conjunto lagunar de Doñana. Por este motivo es necesario subrayar la importancia, principalmente, de la Laguna de Santa Olalla dibujada en todos los mapas históricos-comarcales de este territorio. Aunque destacan por sus dimensiones actuales, cuatro lagunas: la del Acebuche, Acebrón, Sopetón y Santa Olalla, sólo ésta última prevalece en la cartografía antigua de la zona. Hemos comentado anteriormente la laguna del Charco del Acebrón como nacimiento de La Rocina, pero sólo se cartografía en un único mapa, al igual que la serie de lagunas peridunares ubicadas entre la Torre de San Jacinto y la Venta de las Marismillas, en la antigua Dehesa de Las Marismillas y El Carrizal que quedan trazadas de forma aleatoria. Pero debemos retomar la principal la laguna de Doñana y la única actualmente permanente, la de Santa Olalla, casi siempre dibujada con unas dimensiones muy superiores a la escala que le corresponde. Ésta se localiza en la Dehesa de los Caballeros junto a la Torre de Carboneros. Conviene precisar que algunas veces se cartografía como una sola laguna y en otras ocasiones como dos.
Uno de los lugares más emblemáticos dentro de Doñana es indiscutiblemente El Rocío. No podíamos terminar este estudio sin relacionar los mapas de este sitio tan simbólico y representativo. Concretamente haremos mención a dos: “Mapa de un terreno en la aldea de El Rocío, en Almonte, para establecer una nueva población” (1768) y “Plano de los caños que se pretenden hacer en el coto de Doñana” (1769). Ambos mapas se complementan, siendo uno de carácter más general, abarcando un territorio de mayor extensión, y otro, a nivel de detalle, que se circunscribe al entorno del santuario, centrándose en la nueva aldea que se quiere construir en los alrededores de la Ermita. Aunque es en la segunda mitad del XVIII cuando se quiere llevar a cabo este nuevo poblamiento, hay que precisar que la romería en el Rocío tiene su origen cerca de 500 años antes, en 1270, con la reconquista de Alfonso X. La ermita, por esa época, se denominaba Santa María de las Rocinas y, posteriormente, en tiempos de los Reyes Católicos, volvió a cambiar su designación, convirtiéndose en la Madre de las Marismas.
La nueva población que se quiere establecer (demarcación de la tierra medida) queda definida por la Boca de la Rocina, los montes baldíos (valdios) de la villa hasta el Pico de la Mata donde enlaza con el arroyo de Santa María, cierra este perímetro la propia marisma. El segundo mapa inserta esta nueva población en un contexto territorial más amplio y relevante. Resaltamos, entre otros elementos cartografiados, el proyecto de nuevos caños entre los que destaca uno, que cruzaría toda Doñana desde el Guadalquivir hasta las inmediaciones de Moguer. En segundo lugar, resalta la importancia que el autor concede a la vegetación de la zona. Podemos identificar tres tipos de simbolización. En primer lugar, definido por un signo cartográfico convencional que hace imposible su identificación, y que se extiende desde la misma orilla del Atlántico hasta cubrir toda la zona norte. Otro tipo de vegetación, que coincide con pastos, se representan mediante puntos verdes oscuros a modo de estarcido sobre un fondo verde más claro. Estos pastizales y sotobosques están limitados por el sistema dunar y la marisma. Recordemos la importancia que tuvo en sus orígenes el aprovechamiento de pastos de Doñana entre las villas de Niebla, Almonte o Hinojos… permitiéndose el trasiego y pastoreo, no sólo entre estas villas sino también de otras pertenecientes a las provincias de Sevilla y Cádiz. El tercer tipo de vegetación se dibuja mediante un signo que permite su identificación de forma inmediata: el pino piñonero, tan característico en la actualidad en toda la zona atlántica andaluza. En el mapa queda restringido al Este del arroyo de Santa María, prolongándose hasta la propia villa de Almonte. Posteriormente se fue extendiendo por otros territorios doñaneros. Otro mapa, Descripción de los campos y tierras valdías del Término de Almonte: con las costas y ríos y pueblos inmediatos, de 1778, simboliza un mismo tipo de vegetación arbórea para toda la zona, sin precisar ni distinguir especies más concretas.
Junto con el pastoreo, antes descrito, el aprovechamiento de la madera fue lo que permitió desarrollarse Doñana y convertirse en lo que es hoy. Pero la explotación del pinar permitía además la elaboración de carbón vegetal y la propia recolección de piñas. Debido al éxito que tuvo la repoblación del Pinar de la Algaida en el término de Sanlúcar de Barrameda por parte del Duque de Medina Sidonia, se introdujo esta especie de pinos en el Coto. Así, en 1737 se llevan a cabo las primeras reforestaciones del pino piñonero en Doñana, fundamentalmente debido a su rápido crecimiento y a su capacidad de autorregeneración, tal y como queda recogido en el mapa de 1769. Con posterioridad se extendió la reforestación por otras zonas de Doñana y es a partir de 1805 cuando se plantaron en los típicos corrales de las dunas y por tanto sometidos a la voluntad de las dunas móviles. Este vínculo, que ha llegado hasta nuestros días, es un prodigio de la naturaleza.
Autor: José Carlos Posada Simeón
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