La Fiesta del Corpus Christi fue instituida en el año 1264 en todo el orbe católico con la bula Transiturus de hoc mundo firmada por el papa Urbano IV. Al poco tiempo, a la fiesta se unió la celebración de la octava en el año 1311, así como la procesión externa en el año 1313. Ese hecho permitió la participación de eclesiásticos, laicos agrupados en gremios y cofradías y otros organismos civiles de las ciudades. A lo largo de los siglos la devoción al Santísimo Sacramento siempre ha sido muy importante en España y Andalucía tanto desde la fe y la religiosidad como desde la literatura, el arte, y otras disciplinas. Así se refleja en el dicho popular: Tres jueves hay en el año/ que relucen más que el sol/ Jueves Santo, Corpus Christi/ y el día de la Ascensión”.

En un principio, para la celebración de la procesión se optó por situar el cuerpo de Cristo en un arca de madera recordando el Arca de la Alianza, y que era transportada a hombros por sacerdotes. Con posterioridad, como se deduce de las representaciones pictóricas de la Baja Edad Media, se utilizaron recipientes de cristal o de rico metal que el sacerdote llevaba en sus manos bajo palio. Posteriormente, y situadas sobre unas andas, las hostias se colocaron en cajas cuadradas, cilíndricas o poligonales de plata dorada similares a los relicarios. Después aparecieron las custodias portátiles o de manos, para seguidamente emplearse las denominadas custodias de torre o asiento.

Las primeras custodias españolas conservadas se encuentran en la zona del Levante español. Claro ejemplo son las existentes en Ibiza y Sanguesa, muy bien conservadas o la de la catedral de Barcelona, aunque bastante transformada. En la zona de Andalucía no se conserva ninguna custodia de este tipo.

En el primer cuarto del siglo XVI aparecieron la custodia torre, modelo de puro estilo hispano. Durante todo este siglo se realizaron las custodias más ambiciosas en trazado arquitectónico, repertorio iconográfico y estética. Estas adquieren su máximo apogeo por varios factores: la plata procedente de América que llega a Sevilla y de aquí a España y Europa, el carácter eminentemente religioso de la sociedad hispana; y la intención artística de seguir la corriente italianizante en sus preceptos, intervenciones y proporciones junto a la lectura de textos clásicos, potenciada por el conocimiento de la Antigüedad, la corriente humanista,… así como la importancia de la exaltación de la Eucaristía tras la reforma luterana y el Concilio de Trento.

En un principio se siguió el modelo propuesto por el artífice Enrique de Arfe que aportó originalidad al permitir ver lo que se colocaba en el interior. En ellas se incluye la escultura de bulto y en relieve. Las primeras custodias de este tipo son las de Sahagún, Toledo y las de las catedrales de Córdoba y Cádiz. No obstante se aprecia falta de proporción arquitectónica en alguna y ausencia de programa iconográfico en otras. En ellas se aprecia el predominio de la arquitectura gótica por encima de las demás artes, así como la importancia de los retablos españoles y su desarrollo. Destaca la custodia de Córdoba (1514-1518) de planta hexagonal, remata en una torre de estilo gótico con profusión de contrafuertes; la de la iglesia de Santa María del Castillo de Fuenteovejuna de Córdoba y la de Cádiz conocida como “el cogollo”, de reducido tamaño, es más compacta y recuerda a los elementos utilizados por Arfe.

De la obra de este artista surgieron tres discípulos o seguidores, Juan Ruiz “el vandalino”, Francisco Becerril y Antonio de Arfe, hijo del platero que transformó la custodia gótica llevándola a un nuevo lenguaje renacentista usando apoyos en forma de balaustres, por ejemplo de Juan Ruiz destaca la custodia de la catedral de Jaén, desaparecida en el año 1936 y que se conoce por algunas fotos. Fue realizada entre 1533 y 1535 y contaba con seis lados y cinco cuerpos con torres en las esquinas, así como un espacio para la custodia portátil en el cuerpo inferior. La custodia de la localidad de Fuenteovejuna guarda cierta relación con la de Jaén. Por su parte, la custodia de la iglesia de la Encarnación de Huéscar en Granada emplea los balaustres y grutescos y aunque se hizo en la ciudad de Jaén.

En el último tercio siglo XVI, siguiendo el clasicismo del cinquecento italiano y las directrices del Concilio de Trento se introducen cambios en la configuración de las custodias de asiento. Se trata de custodias renacentistas construidas con columnas clásicas. Al igual que con los retablos, portadas o claustros se pretende comunicar ideas al espectador. Se plantea un sentido narrativo del evangelio y se muestran las vidas de los santos. Por tanto, las esculturas tendrán un valor simbólico y docente a la vez. De ese modo, las autoridades religiosas mostrarán a través de los temas expuestos un plan teológico estudiado y completo y pasarán de ser un mero contenedor de la Sagrada Forma a un elemento docente para mostrar la doctrina cristiana. De ese modo son claras las alusiones a la Eucaristía, al Cordero místico y al Resucitado. El modelo fue propuesto por Juan de Arfe junto a otros seguidores. De su obra como tratadista destaca la obra De Varia commensuracion en la que muestra las relaciones existentes entre la arquitectura y la orfebrería y su libro de piezas de iglesia en el que destaca la custodia de torre a la que denomina custodia de asiento. Arfe sigue la medida dupla sexquiáltera, modelo del que también van a hacer uso los arquitectos españoles del momento. Realiza entonces entre los años 1580 a 1587 la custodia para la catedral de Sevilla, tras un concurso en el que compitió con el platero Francisco Merino. El sacerdote Francisco Pacheco fue el encargado de realizar su programa iconográfico. El año de su finalización se editó su libro Descripción de la traça y ornato de la custodia de plata de la sancta Iglesia de Sevilla.

Uno de los principales seguidores de Arfe y constructor de custodias de ese momento fue Francisco de Alfaro. Entre sus obras se encuentran la custodia de la iglesia de Santa Cruz de Écija realizada en el año 1578, la de la prioral de Santa María de Carmona en 1579 y la de Marchena de entre los años 1575-1581. Así como la de planta circular conocida como la custodia chica o de la Santa Espina de la catedral de Sevilla, procedente de Gibraleón (Huelva) y realizada entre los años 1599-1601.

Los dos primeros tercios del siglo XVII nos ofrecerán custodias con severas arquitecturas que siguen el estilo herreriano, con proporciones equilibradas y poco ornamento a base de óvalos esmaltados y cúpulas con nervios. El modelo se gesta en la Corte y se traslada a todos los territorios castellanos. Entre los ejemplos andaluces destacan: la custodia de la Colegial del Salvador de Sevilla realizada por Miguel Sánchez entre los años 1612-1621 y transformada con posterioridad; la custodia de la localidad cordobesa de Cabra realizada por Pedro Sánchez de Luque en el año 1626, de sobria arquitectura y relacionada estilísticamente con la custodia de la iglesia de Santa María de Arcos de la Frontera (Cádiz) que si bien se concluyó en el año 1635 fue restaurada con posterioridad; y la custodia de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de  Santaella de Córdoba realizada por el platero Antonio de Alcántara en el año 1656.

Con posterioridad, en el último tercio del siglo XVII y todo el siglo XVIII se implantaron las custodias barrocas. Siguen el modelo arquitectónico renacentista, no siempre respetando sus proporciones, e incluyen la columna salomónica como soporte. Abundante y rica es la ornamentación que enmascara la arquitectura.

Dado el auge del culto a la Inmaculada, muchas de ellas incorporan esta imagen en estas fechas, incluso transformando las que se realizaron con anterioridad como la de la catedral de Sevilla a la que se le añade esa imagen en el cuerpo inferior. Entre ellas destacan la custodia de la catedral de Cádiz, obra de Antonio Suárez fechada en el año 1664 y la más alta de toda España (350 cms.); la de la parroquia de la Magdalena en Sevilla realizada por Diego de León, Cristóbal Sánchez de la Rosa y Juan Laureano de Pina entre 1678 y 1692 con reformas realizadas posteriormente por Blas Amat; la de iglesia de la Parroquia de Santa Ana de Triana realizada por el platero Andrés Osorio entre 1712 y 1726, o la de la catedral de Baeza realizada por Gaspar Núñez de Castro fechada entre 1700 y 1710. Clara importancia dentro de este estilo tienen las custodias cordobesas destacando la de la iglesia de san Bartolomé de Espejo, obra de Tomás Jerónimo de Pedrajas y Bernabé García de los Reyes entre 1725 y 1726; la del templo de san Nicolás de la Villa de planta convencional cuadrada sobre un zócalo realizada por Damián de Castro en estilo rococó, la de la  iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de La Rambla del mismo artífice fechada en 1781, o la de parroquia de santa María de Baena realizada en dos etapas. También cabe reseñar la custodia sevillana de la parroquia de san Miguel de Morón de la Frontera, obra de José Alexandre Ezquerra realizada en el año 1764, si bien fue destruida en la guerra civil.

Durante el siglo XIX y con motivo de la ocupación napoleónica muchas fueron robadas o fundidas y a raíz de esto se plantean nuevos proyectos constructivos. Las custodias vuelven a realizarse dando de nuevo prioridad a la arquitectura destacando los sencillos templetes neoclásicos con esculturas. Son conocidas más como andas que como custodias y entre ellas destacan la de la iglesia prioral del Puerto de Santa María en Cádiz, la de la Iglesia de Santiago de Montilla del año 1808 y la de la Iglesia de Nuestra Señora de Soterrano de Aguilar de la Frontera realizada en el año 1816, ambas de Córdoba y del platero Manuel Aguilar.

En el siglo XX y tras la guerra civil se realizaron muchas custodias para suplir las que desaparecieron o con la intención de que cada población pudiese celebrar la fiesta y procesión del Corpus de la manera más solemnemente posible. En muchas de ellas se presenta mezcla de estilos y se emula a las existentes en grandes parroquias de ciudades o catedrales.

De ese modo, y en todo tiempo, ese bien mueble refleja lo que Juan de Arfe escribió en su tratado en forma de poema:

Custodia es Templo, rico, fabricado

Para triunfo de Christo verdadero,

Donde se muestra el pan transubstanciado,

En que está Dios y Hombre todo entero,

Del gran Sancta Sanctorum fabricado,

Que Beseleel, artífice tan vero.

Escogido por Dios para este efecto,

Fabricó dándole él el intelecto.

 

Autor: Manuel Antonio Ramos Suárez


Bibliografía

CRUZ VALDOVINOS, José Manuel, Cinco siglos de platería sevillana, Sevilla, Ayuntamiento, 1992.

HERNMARCK, Carl, Custodias procesionales en España, Madrid, Ministerio de Cultura, 1987.

SANZ, María Jesús, Juan de Arfe y Villafañe y la Custodia de la Catedral de Sevilla, Sevilla, Universidad, Diputación, 2006.

SANZ, María Jesús; SANTOS MÁRQUEZ, Antonio Joaquín, Francisco de Alfaro y la renovación de la platería sevillana en la segunda mitad del siglo XVI, Sevilla, Ayuntamiento, 2013.

SÁNCHEZ-LAFUENTE GEMAR, Rafael (coord.), El fulgor de la plata, Córdoba, Junta de Andalucía, 2007.

VV.AA., Fiesta y simulacro, Málaga, Junta de Andalucía, 2007.

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