Luis Belluga y Moncada nació en Motril (Reino de Granada) en 1662 y estudió Humanidades, Filosofía, Teología y Derecho en Granada (Colegio Mayor de Santiago, 1678-1685), que revalidó con el doctorado en el Colegio Santa María de Jesús, dependiente de la Universidad de Sevilla (1686), y al poco obtuvo una canonjía en Zamora por oposición y tres años más tarde la lectoral en Córdoba (1689). En su época de estudios universitarios surgieron los llamados novatores, como Nicolás Antonio, que estudió en el mismo colegio sevillano, críticos de la escolástica imperante y de los antiguos cronicones. En Córdoba, en donde estuvo dieciséis años, colaboró con su obispo fray Pedro de Salazar, mercedario, quien le confió la misión de reformar al clero, centrándose en el seminario mayor, con la ayuda de oratorianos, como él lo era.

Esta experiencia le sirvió cuando fue obispo de Cartagena para potenciar el seminario mayor de San Fulgencio y mejorar la formación de los sacerdotes, para lo que utilizó a sacerdotes de las diócesis de Granada y Córdoba y se sirvió de beneficios eclesiásticos para financiarlo. Con estos medios se formaron sacerdotes más doctos que antes y para los que fundó los colegios de teólogos de San Isidoro y San Leandro. Además, se formó un archivo diocesano más ordenado, con diversos registros y series.

Belluga continuó y amplió las fundaciones de obras pías y de beneficencia que había iniciado su antecesor Fernández Angulo con algunos montepíos, a los que él añadió las pías fundaciones como hospicios, casas de huérfanos y que tuvieron que consolidar sus sucesores: Tomás José de Montes y Juan Mateo López, a veces con conflictos por su financiación. Belluga tuvo también peleas con algunas cofradías de su diócesis por su decreto sobre dignificación de los trajes, que aquéllas quisieron evitar en su aplicación.

Las pías fundaciones de Belluga marcaron el ornato de algunas calles de Murcia, como la de Santa Teresa (Casa de Misericordia) o la Plaza de los Apóstoles (Colegio de San Leandro) y la geografía de la Gobernación de Orihuela con las nuevas poblaciones de Dolores, San Fulgencio y San Isidro.

Destacó además como gobernante organizador de la defensa del Reino de Murcia en la Guerra de Sucesión frente a la invasión austracista (de partidarios del archiduque Carlos de Austria) desde Orihuela. Dirigió alguna expedición en defensa de Alicante y algunas otras poblaciones del Reino de Valencia, del que procedió el avance austracista aliado en el verano de 1706, al tiempo que se pasó Cartagena al enemigo. La defensa de Murcia permitió que el avance austracista no prosiguiera hacia Andalucía, y Cartagena fue recuperada al cabo de unos meses. Colaboró en la preparación de la batalla de Almansa, que decidió la victoria borbónica en lo que respecta a los reinos de Valencia y Murcia, en especial la recuperación de la Gobernación de Orihuela. Belluga destacó como organizador de tropas y defensor del rey Felipe V y la causa borbónica, por lo que desempeñó diversos cargos importantes, como virrey de Valencia o capitán general de Murcia, a los que pronto renunció. Además, presidió la Junta de Guerra del Reino de Murcia en 1706 y 1707. En estos años promovió devociones de gran arraigo, como las de la Virgen de las Lágrimas y la Dolorosa, la primera muy relacionada con el éxito de la resistencia de Murcia a la invasión austracista, además de las reliquias.

Ayuntamiento de Murcia procuró que Belluga admitiera el cardenalato que se le asignó a finales de 1719, a lo que le obligó finalmente la Santa Sede, pero casi al mismo tiempo se enfrentó con él por pretender el uso de silla en una procesión.

Belluga creó muchas parroquias, como las del Estado señorial de Jorquera (en el marquesado de Villena), para lo que tuvo que sortear numerosas dificultades del clero local, pero lo consiguió al final de su gobierno, o algunas otras en los extensos términos de Murcia, Lorca y Cartagena.

Desde Roma continuó la correspondencia con Murcia, sobre todo con su sucesor, en torno a las pías fundaciones o a consecuciones de objetos y celebraciones litúrgicas. A veces se trató de las oraciones de misas de los santos cartageneros mencionados (Isidoro y Leandro, más Fulgencio y Florentina, hermanos). Formó una gran biblioteca, que se ha conservado y ha sido objeto de investigaciones.

 

Autor: Vicente Montojo Montojo


Bibliografía

IRIGOYEN LÓPEZ, Antonio, Un obispo, una diócesis, un clero: Luis Belluga, prelado de Cartagena, Murcia, Real Academia Alfonso X el Sabio, 2005.

MUÑOZ RODRÍGUEZ, Julio D., La séptima corona. El Reino de Murcia y la construcción de la lealtad castellana en la Guerra de Sucesión (1680-1725), Murcia, Universidad de Murcia, 2014.

VILAR RAMÍREZ, Juan Bautista, El Cardenal Luis Belluga, Granada, Comares, 2001.

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