Desde su fundación en 1717, la Real Academia de Guardias Marinas se convirtió en un referente educativo de la Monarquía Hispánica. No sin contratiempos y vaivenes, la escuela naval consiguió desarrollar un modelo de instrucción mixta —teórica y práctica— que perduró hasta la década de 1820 y permitió proveer a la Real Armada de buenos oficiales. Sin embargo, a pesar de las innovaciones, la Academia de Guardias Marinas fue un proyecto que nació y se desarrolló en la sociedad del Antiguo Régimen, y por tanto hundió sus raíces en un modelo estamental. En definitiva, era un centro de élite en el que solo pudieron ingresar los estratos privilegiados de la sociedad, ya que debían acreditar, como mínimo, la hidalguía tanto por línea materna como paterna.

Más allá de esta impronta nobiliaria de la Academia, los perfiles sociológicos de los guardiamarinas fueron más variados y complejos. Durante la primera mitad del siglo XVIII, cuando el centro estaba todavía en fase experimental, la amplia mayoría de los cadetes provenía de los estratos más bajos de la nobleza, es decir, de un heterogéneo conjunto de familias que, sin grandes recursos ni puestos de poder, decidió mandar a uno de sus vástagos a la Academia. No obstante, en la segunda mitad de la centuria, cuando la Real Armada había consolidado sus reformas, el número de plazas se multiplicó y el perfil sociológico de los cadetes se diversificó. Fue entonces cuando ingresaron los hijos de las oligarquías más importantes, las élites de servicio consagradas a la administración y la milicia, o los grandes comerciantes. Atendiendo a la procedencia geográfica, la amplia mayoría de los aspirantes eran andaluces, seguidos de gallegos, vascos, montañeses, castellanos y murcianos.

Pero teniendo en cuenta la proyección americana de la Real Armada, había que preguntarse ¿qué porcentaje de estos guardiamarinas fueron criollos?, ¿qué buscaban al ingresar en la Real Academia?, ¿siguieron la carrera naval?, ¿cómo gestionaron los accesos a esta institución? Durante gran parte del siglo la presencia de guardiamarinas americanos fue mínima. Apenas uno o dos de los nuevos ingresos pertenecían a familias criollas, aunque la tendencia cambió en las últimas décadas de la centuria. Mientras que entre 1750 y 1770 el porcentaje de estos guardiamarinas rondaba entre el 1 y el 3 por ciento, a partir del último cuarto del siglo la proporción fue subiendo progresivamente —véase Tabla 1—. En el quinquenio 1771-1775 constituían el 4,62 por ciento, pero en el periodo 1786-1790 la proporción había aumentado hasta el 7,69 por cierto. La mayor afluencia de americanos a la Real Academia de Guardias Marinas se concentró entre 1790 y 1805, cuando llegaron a ser más del 10 por cierto de los nuevos aspirantes.

 

Cadetes

Criollos

% criollos

1750-1755

203

3

1,47

1756-1760

161

4

2,48

1761-1765

66

2

3,03

1766-1770

193

7

3,62

1771-1775

303

14

4,62

1776-1780

444

21

4,73

1781-1785

420

18

4,28

1786-1790

455

35

7,69

1791-1795

513

49

9,55

1796-1800

271

28

10,33

1801-1805

224

26

11,61

1806-1810

133

10

7,51

Total

3440

217

6,31

Tabla 1. Número y porcentaje de cadetes navales criollos,1750-1810

 

Entre los guardiamarinas americanos se podrían diferenciar dos perfiles: aquellos que vinieron de parentelas asentadas en el Nuevo Mundo durante generaciones y aquellos criollos cuyas familias se habían traslado más recientemente —esencialmente durante el siglo XVIII—. Dentro de los primeros destacan los hermanos Manuel y Dionisio Ucho-Inca Bernal, quienes demostraron descender del “Tronco Real de los Embajadores Incas” y además habían ingresado previamente en las Reales Guardias de Infantería española. Pero más allá de estos dos casos, ciertamente excepcionales, habría que apuntar toda una constelación de familias que había arraigado en América desde los tiempos de la conquista, y muy especialmente los que procedían del virreinato del Perú. Los Cerdán, los Manrique de Lara o los Tagle fueron algunos ejemplos, y todos ellos buscaron con el ingreso en la Real Armada una forma de consagrar su privilegiada posición dentro de la sociedad colonial y, al mismo tiempo, entablar conexiones directas con las élites rectoras de la Monarquía.

El mayor porcentaje de guardiamarinas americanos provino de aquellas familias que, aun estando plenamente asentadas al otro lado del Atlántico, se habían trasladado a lo largo del Setecientos. Se podrían mencionar ejemplos de Nueva España, Perú, Río de la Plata o Chile, pero destacan especialmente los cubanos. Estos fueron el grupo más numeroso dentro de los guardiamarinas americanos y su ingreso en la Real Armada se explica por varias razones. Estas parentelas tuvieron una estrecha relación con la Armada, pues se encargaron de la gestión económica del arsenal de La Habana y recibieron numerosos cargos de responsabilidad, tal como la intendencia general de aquel apostadero. Los Chacón, los Montalvo, los Villena, los Peñalver, los Michelena, los Torrontegui o los Zequeira llegaron a enviar hasta un centenar de aspirantes a la Real Academia de Guardias Marinas.

Además de proporcionar una educación y una carrera a los vástagos, el ingreso en la Real Armada constituía un valioso elemento de las estrategias de promoción social de las élites criollas. Sirviendo a la Marina, o en cualquier otra institución, conseguían integrarse plenamente en esas emergentes y cada vez más poderosas élites de servicio que acabaron por dominar las estructuras de la Monarquía. Esto explica por qué las parentelas americanas buscaron representarse a sí mismas como ilustres y distinguidas familias que tenían numerosos y fluidos nexos con las élites peninsulares. Y lo cierto es que muchas de ellas se valieron de recomendaciones, favores e influencias de altos cargos de la Corte y de la administración. Estas mismas familias también buscaron ingresar a sus vástagos en otras instituciones con los mismos objetivos, tal como la Real Academia de Artillería de Segovia, el Real Seminario de Nobles de Madrid, el Seminario de Nobles de Vergara e, incluso, se proyectó la creación del Colegio de Nobles Americanos de Granada.

 

Autor: Pablo Ortega del Cerro


Bibliografía

GONZÁLEZ GUARDIOLA, María Dolores, “Los marinos criollos: orígenes, familias y pertenencias en contextos de cambio”, en IGUAL LUIS, David y GONZÁLEZ GUARDIOLA, María Dolores (eds.), El mar vivido: perfiles sociales de las gentes de mar en largo duración (siglos XV-XXI), Cuenca, Universidad Castilla La Mancha, 2020, pp.107-141.

HERVÁS AVILÉS, Rosa María, “La formación académica en la Armada: guardiamarinas americanos en Cartagena”, en Revista de Historia Naval, 13/49, 1995, pp. 105-112.

ORTEGA DEL CERRO, Pablo, “Forging social links through the navy: Elite families connections across the Spanish Atlantic”, en Atlantic Studies, 17/2, 2020, pp. 206-226.

SÁNCHEZ BAENA, Juan José y CHAÍN NAVARRO, Celia, “La presencia de hispanoamericanos en la Academia de Guardiamarinas de Cartagena (1777-1800)”, en PROVENCIO GARRIGÓS, Lucía y SÁNCHEZ BAENA, Juan José (eds.), El Mediterráneo y América: Actas del XI Congreso de la Asociación Española de Americanistas, Murcia, Editum, vol. 1, 2006, pp. 433-448.

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