Vellerino de Villalobos, navegante y cartógrafo, nació en Sevilla a mediados del siglo XVI. Siendo aún joven, sus padres decidieron ir a América. Transcurría el año de 1552 cuando partieron de Sanlúcar de Barrameda, pero el mal tiempo hizo que regresaran al mismo puerto cuatro veces más. Esto provocó que, por un lado, sus padres desistieran de tal proyecto y, por otro, que Baltasar se apasionara con el mundo de la náutica llegando a decir de sí mismo: “inclinación natural que tengo a la navegación”.  Hasta tal punto llegó esta pasión que a partir de entonces intentó en numerosas ocasiones cruzar el Atlántico, incluso sin el consentimiento de sus progenitores. Al final, y con la aquiescencia de sus padres, partió en 1569 para Nueva España en uno de los barcos de la escuadra del astigitano Cristóbal de Eraso y Galindo (?-1586). Mientras seguía aprendiendo y aumentando sus conocimientos sobre navegación realizó algunas travesías por diferentes partes de América recorriendo casi todos los puertos, incluso algunos autores sugieren que persiguió al corsario Francis Drake (1540-1596) en un barco que partió desde Acapulco.

Después de varios años, regresó a España e ingresó en la Compañía de Jesús en Murcia, donde continuaría sus estudios sobre filosofía y teología llegando a ser director de varios colegios de esta orden. Posteriormente realizó varios viajes más a América, entre los que destaca el de 1585, acompañando como mayordomo al arzobispo Pedro Moya de Contreras (c.1527-1591) a México para que presidiera el III Concilio provincial. Este arzobispo, que llegó a ser virrey de Nueva España por esas fechas, fue nombrado posteriormente presidente del Real y Supremo Consejo de Indias en 1589. Fue cumpliendo esta función cuando propuso a Vellerino que realizara su obra a la que llamó:  Luz de navegantes, donde se hallarán las derrotas y señas de las partes marítimas de las Indias islas y tierra firme del mar Occeano. Dirigido al real y supremo Consejo de las Indias por Baltasar Vellerino de Villalobos, presbítero doctor en sagrados cánones y maestro en Artes y Filosofía. Con posterioridad a la realización de este libro, Vellerino se hizo caballero de la Orden de Malta en 1605. Publicó algunos textos más, pero ajenos al mundo de la cartografía y al arte de navegar. Se desconoce su fecha y lugar de su muerte.

Volviendo a su principal escrito, entre los años de 1590 y 1592 escribió y cartografió su tratado Luz de navegantes. Aunque se inspiró, como el propio Vellerino expone, en la obra Compendio de el arte de navegar (1581) del cosmógrafo y matemático español Rodrigo Zamorano que llegó a ser piloto mayor y catedrático de cosmografía y navegación en la Casa de la Contratación de Indias. También se basó en el libro de Juan Escalante de Mendoza (1529-1596): Itinerario de navegación de los mares y tierras occidentales. Incluso podemos llegar a decir que fue un plagio ya que al año siguiente de su ejecución el hijo de Juan Escalante, Alonso, lo denunció. Aunque la obra de Escalante no era de dominio público es posible que tuviera una copia puesto que el libro estaba depositado en el Consejo de Indias que presidía Pedro Moya de Contreras (1527- 1591). Lo que es cierto es que además de ser un complemento cartográfico al libro de Escalante con todos los nuevos mapas que añadió (compárese la semejanza de algunos mapas de las costas de Europa con los que aparecen en el primer atlas impreso de Lucas Janszoon Waghenaer que se publicó en 1584: “Spieghel der zeevaerdt). También sistematizó los datos, eliminando lo redundante y sobrante hasta convertirlo en un derrotero. La idea de Vellerino era escribir una obra concisa y práctica. El manuscrito permaneció inédito por considerarse secreto, conservándose en la Biblioteca de Salamanca (Manuscrito nº 291) hasta su publicación por el Museo Naval en 1984. Posiblemente el Consejo de Indias no hizo pública esta obra debido a su contenido puesto que había detallado información estratégica, en algunos casos sobre artillerías y fortificaciones, que no convenía difundir y que perjudicaría los intereses de España. Era mejor mantenerlo en secreto.

Desde un punto de vista técnico, las ilustraciones son bosquejos a pluma con tinta marrón oscuro y a página entera. Utiliza la aguada en distintos tonos: ocres, marrones y grises. El formato del libro es apaisado (205 x 280 mm) y utiliza tanto el anverso como el reverso. Escrito en castellano, empleando letra itálica autógrafa.

Este derrotero está dividido en dos partes, aunque debemos entender que ambos son complementarios. El primero de ellos lleva por nombre De las derrotas de las Indias, Islas y Tierra Firme del mar Oceano. En él se explica las derrotas que hay que seguir, de forma detallada, desde España hasta las islas del Caribe y culminando con los puertos de la costa americana. Podemos considerar esta primera parte como el derrotero propiamente dicho.

El segundo, llamado De las señas de las partes de las Indias, Islas y Tierra Firme del mar Oceano. Lo ilustra 115 dibujos que Vellerino denomina “señas”. Algunos de estos dibujos son sólo perfiles imprecisos de las costas, son los casos de Lanzarote, Dominica o Los Barbudos (Marshall). En otras ocasiones se detallan algunos elementos significativos en el trazo de las islas como bahías (Baya de Canaria o Baya de S. Germán y Guadianilla en Puerto Rico), bosques (Isla de la Madera –Madeiras-, Dominica), arrecifes (S. Vicente y La Granada -San Vicente y las Granadinas-) o acantilados (Saba –Isla Verde-). Junto a cada dibujo se describe cómo se debe de navegar por la zona, cómo fondear o cómo son los puertos simbolizados. Incluso si estos puertos son importantes se puntualiza el número de habitantes o las características económicas del núcleo.

Por sus características y como se ha apuntado anteriormente, en algunos casos las representaciones de las zonas cartografiadas son poco detallistas en otras ocasiones estos dibujos están decorados con proyecciones de poblaciones, elementos defensivos-militares, barcos de la época y otros elementos que enriquecen los mapas de Villalobos. En ocasiones los títulos están en el interior de los denominados «flying scroll«, una variedad de filacteria que se situaba en una parte destacable de los mapas, en forma de pergamino con las extremidades enrolladas. En la cinta se colocaba una inscripción que habitualmente era el título del mapa en cuestión. En España uno de los primeros en utilizarlo fue el geógrafo y cartógrafo sevillano Pedro de Medina (1493-1567) en su Libro de grandezas y cosas memorables de España, publicado en Sevilla en 1549. Vellerino utiliza estos «flying scroll» para ubicar el título como ocurre en las señas de Andalucía, El Algarbe o Portugal. En otros momentos lo emplea para indicar el rumbo como acontece en cada una de las señas que simbolizan las islas de las Canarias.

Aunque las sierras están representadas en perfil abatido, utiliza el sombreado para darle profundidad. Esta particularidad también lo plantea los árboles dibujados que, sin embargo, están trazados de forma individual, simbolizando, evidentemente, los bosques tropicales. Pero lo destacable es que los principales elementos están en perspectiva caballera. Cartógrafos coetáneos comenzaron a dibujar los núcleos de población en perspectiva incluyendo el sombreado como uno de sus principales recursos. A pesar de este cambio, en la mayoría de los mapas sólo utilizaban este modo de simbolización en las ciudades más importantes, mientras que el resto continuó trazándose en alzado. Del mismo modo ocurre con las señas de Vellerino. En el caso del mapa de La Habana (La Hauana) donde resalta la fortaleza, simbolizándola en perspectiva en detrimento de los demás edificios que aparecen en la isla. En otras situaciones, como en el caso de Santo Domingo, el núcleo de población, en su conjunto, está representado en oblicuo medio (45º) sin destacar excesivamente ningún edificio en especial.

Como conclusión y aunque Baltasar Vellerino de Villalobos haya plagiado parte de su Luz de Navegantes, lo que sí es cierto es que introdujo más de un centenar de ilustraciones, aditamento perfecto para cualquier itinerario náutico, además de eliminar parte del contenido de la obra de Juan Escalante por considerarlo superfluo y repetitivo, extrayendo lo necesario para convertirlo en uno de los derroteros más importantes de la edad de oro de la navegación española.

Autor: José Carlos Posada Simeón


Fuentes

ESCALANTE DE MENDOZA, Juan de y ESCALANTE DE MENDOZA, Alonso, Itinerario de navegación de los mares y tierras occidentales”, 1575. En Biblioteca Nacional de España, ms. 3104. Disponible en línea.

VELLEREINO DE VILLALOBOS, Baltasar, Luz de navegantes donde se hallarán las derrotas y señas de las partes marítimas de las Indias, Islas y Tierra firme del Mar océano,  1592. En Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca, ms. 291. Disponible en línea.

ZAMORANO, Rodrigo, Compendio del arte de navegar, Sevilla, 1588. En Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca.
Disponible en línea.

Bibliografía

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CUESTA, María del Pilar, “Una colección de historiografía náutica del siglo XVI”, en Boletín de la ANABAD, 43/2, 1993, pp. 131-140.

MARTIN-MERÁS VERDEJO, Luisa, “La representación de ciudades marítimas y portuarias en mapas españoles del siglo XVI”, en De espacios, mares y tiempos. Homenaje a José Luis Casado Soto, Santander, Parlamento de Cantabria, 2015, pp. 121-142.

SANDMAN, Alison, “Spanish Nautical Cartography En The Renaissance”, en WOODWARD, David, History of Cartography. Cartography in the European Renaissance, Volume 3, Chicago/London, University of Chicago Press, 2007, p. 1095-1142.

VELLERINO DE VILLALOBOS, Baltasar, Luz de navegantes, Madrid, Museo Naval de Madrid, Universidad de Salamanca, 1984.

VICENTE MAROTO, María Isabel, “El arte de la navegación en el Siglo de Oro”, en Cátedra Jorge Juan: ciclo de conferencias: Ferrol, curso 2000-2001, Universidade da Coruña, Servizo de Publicacións, 2003, pp. 187-230.

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