El término mudéjar procede del árabe “mudayyan” y significa sometido, aquel a quien ha sido permitido quedarse, y alude a los musulmanes que permanecieron en tierras cristianas tras la reconquista. Y si bien, así se usó históricamente, también se refiere a un término usado en el siglo XIX que hacía referencia a una producción artística concreta. Siguiendo lo expuesto por Alfredo J. Morales se trata de una nueva realidad artística resultante de las cultura islámicas y cristianas en la que se asimilan los elementos procedentes tanto del arte hispanomusulmán como de los estilos románicos y góticos europeos, ofreciendo un resultado fruto de la selección y reelaboración de elementos estructurales y ornamentales. Es un fenómeno de amplias dimensiones dada su extensión y cronología con amplia repercusión en Andalucía, heredera cultural de Al Ándalus.

El fenómeno mudéjar se relaciona con tres factores. En primer lugar, la presencia de edificios singulares del arte islámico en España reutilizados y transformados con otras funciones de referente a los constructores cristianos. En segundo lugar, la minoría mudéjar que es aceptada por la sociedad cristiana y que por su especialización en técnicas constructivas impone sus criterios estéticos. Y finalmente, la aceptación de técnicas constructivas y de formas estéticas de la minoría islámica propias de la sociedad andaluza.

La evolución de la arquitectura mudéjar en Andalucía está íntimamente ligada al proceso de conquista y repoblación de los reinos cristianos sobre el territorio de Al Ándalus donde se conservan los modelos arquitectónicos. Se pueden distinguir cuatro fases o etapas evolutivas sirviendo las primeras de modelo a lo que posteriormente en la Edad Moderna se va a desarrollar:

La primera etapa (1240-1350) se corresponde con el predominio de construcciones góticas con escasos elementos de influjo islámico. Son los edificios construidos bajo el mecenazgo de Alfonso X el Sabio como el palacio gótico del Alcázar y el templo parroquial de Santa Ana de Sevilla. También se definen los modelos de templos parroquiales establecidos en Jaén y Córdoba con planta basilical con tres naves, pilares cruciformes, bóvedas de crucería en los ábsides, armadura mudéjar y capillas funerarias adosadas con acusados rasgos mudéjares.

La segunda etapa (1350-1450), una vez conquistada la mayor parte de Al-Ándalus, coincide con el desarrollo pleno del estilo mudéjar. Se combina la técnica arquitectónica islámica con la funcionalidad gótica. De esta época es la construcción del palacio del Rey don Pedro, modelo de palacio y casa señorial de tipo mudéjar. También se construyen los conjuntos monacales de la ciudad como San Francisco, San Pablo, San Agustín o San Isidoro del Campo.

En los años de la tercera etapa (1450-1550) la ciudad de Granada, capital del reino nazarí ha sido conquistado por los Reyes Católicos. Dada esta circunstancia histórica, no será hasta este momento hasta cuando cohabiten ambas técnicas constructivas en esos territorios. Y será a partir de entonces cuando esos modelos constructivos tengan su proyección en los nuevos territorios americanos. En el caso del antiguo reino de Sevilla, será crucial la construcción de la catedral que frena la expansión mudéjar, además se comienzan a construir iglesias con bóvedas de crucería en la capital y en los centros periféricos.

La cuarta etapa (1550-1650) permitirá la continuidad de mudéjar, aunque también se difunda el arte renacentista y barroco. Estos estilos cohabitarán en los templos parroquiales o edificios conventuales, así como en la arquitectura civil y popular. De igual forma, el interés por preservar la práctica musulmana y el saber humanista hicieron que el alarife y carpintero marchenero Diego López de Arenas escribiese su tratado Breve compendio de la carpintería de lo blanco publicado en el año 1632. Este tratado se seguirá utilizando durante el barroco incluso en aquellos edificios, templos y palacios, nuevos o reconstruidos tras el terremoto del Lisboa en el año 1755.

Durante la Edad Moderna, en la zona occidental de Andalucía o valle del Guadalquivir, se producirá una continuidad, ampliación y reconstrucción de espacios donde convivirán elementos mudéjares con elementos góticos y renacentistas.

En el caso de los templos sevillanos, el modelo constructivo que se repite es de nave única con capilla mayor, diferenciando las cubiertas con soluciones de madera con gran riqueza decorativa. De los edificios más emblemáticos en la Sevilla del siglo XVI destacan: el convento dominico de Madre de Dios, realizado sobre casas y una sinagoga confiscadas a los judíos. Tras intervenciones constructivas realizadas en el año 1551 surge una iglesia de planta de cajón y capilla mayor cubierta con armadura de cinco paños ochavada sobre pechinas. Otros espacios que emplean la madera como cubierta son: el coro bajo y estancias interiores con techumbres mudéjares. En ese siglo se construyó el convento de Santa María de Jesús, aunque sufrió intervenciones posteriores. Su modelo espacial es de iglesia de cajón con magnífica armadura ochavada en el presbiterio. En el coro alto, los cinco paños de la techumbre parece que continúan por encima de la bóveda de medio cañón que se transformó posteriormente. De igual forma, la capilla de Maese Rodrigo, templo de la antigua universidad fundada el año 1506, es de una sola nave con capilla mayor diferenciada con cubierta de bóveda gótica y nave con armadura de tres paños. Así mismo, la iglesia del Convento de San Clemente donde la nave se cubría con bóveda de medio cañón y fue sustituida por una armadura de cinco paños.

El modelo de la capital se repitió en las iglesias parroquiales y conventuales de centros menores como en la iglesia del Convento de la Concepción de Carmona construida a partir del año 1510. En otros centros artísticos locales sevillanos deben reseñarse distintas iniciativas nobiliarias, caso de la fundación Téllez Girón en la localidad sevillana de Osuna en edificios como la Colegiata, su capilla del Santo Sepulcro o la Universidad de la Concepción cuya armadura del paraninfo emplea limas simples y azulejos de artista por tabla. Otro cercano proyecto de fines del siglo XV y el siglo XVI es la Parroquia Matriz de San Juan Bautista de Marchena. Este templo presenta cabecera cubierta con bóvedas góticas y cinco naves con carpintería de par y nudillo la central y las laterales de colgadizo. Interesante son también dos de sus portadas con arquivoltas apuntadas de ladrillo enmarcadas por alfiz.

Respecto a los palacios sevillanos del quinientos, mantuvieron las viviendas antiguas y la nueva clase nobiliaria se publicitó a través de sus viviendas. Son construcciones que emulan al alcázar o palacio de Pedro I como la Casa de Pilatos o el palacio de Dueñas entre otros. Estos se articulan en torno a patios de distintas proporciones y emplean elementos decorativos como yeserías y revestimientos cerámicos, así como aportaciones clasicistas provenientes de Italia. También en el siglo XVI, la Corte dejará de usar los modelos mudéjares y la reutilización de espacios musulmanes, en edificios como los Reales Alcázares de Sevilla o la Alhambra. Los mencionados elementos mudéjares también se podrán apreciar en la arquitectura popular como viviendas o espacios de carácter rural como haciendas o cortijos.

En la provincia de Huelva se construyen iglesias de gran envergadura, posteriormente afectadas por el terremoto de Lisboa. Es el caso de la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias de Ayamonte con tres naves y arcos de medio punto sobre pilares con columnas adosadas en el arco del presbiterio. Igual estructura se reproduce en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de Huelva o en Santo Domingo de Lepe.

Las construcciones de la ciudad de Córdoba siguen una práctica artística similar a la ciudad de Sevilla. Se construyen espacios religiosos configurados en el siglo XV como los edificios conventuales realizados sobre construcciones nobiliarias que posteriormente se transforman para completar sus funciones, caso del refectorio del convento de Santa Marta con una armadura ochavada con decoración de lazos. También es el caso del Hospital de Jesús Crucificado, considerado uno de los mejores interiores mudéjares cordobeses con una nave, presbiterio diferenciado y coro a los pies con techumbre de limas moamares y decoración de lacería. O la iglesia del convento de Regina Coeli, con sencilla nave rectangular con el coro a los pies y cubiertas mudéjares. En el quinientos se produjo la renovación y enriquecimiento de fábricas medievales en algunos edificios como la techumbre del convento de san Pablo en el año 1536. Otros ejemplos curiosos son la iglesia de San Mateo de Lucena y la de Nuestra Señora de la Asunción de Luque en Córdoba, donde se aprecian estructuras mudéjares al servicio de nuevos planteamientos estéticos, llegando incluso a intervenir el arquitecto Hernán Ruiz y permitiendo la lectura del conjunto con ambos lenguajes. Posiblemente el uso de la madera sirviese para abaratar costes.

En Jaén se repiten los modelos en los templos de los monasterios de Santa Clara y Santa Úrsula. La primera es de nave única separados del presbiterio por arco ojival y cubierto de bóveda gótica. La nave se cubre con armadura de par y nudillo con tirantes apeinazados con lazo de ocho, destacando el sotocoro con elementos decorativos renacentistas. La segunda presenta diseño con variante e intervenciones posteriores no tan monumentales. Más tarde, se seguirá el modelo de tres naves con cubiertas lignarias con cabecera gótica o tendente al clasicismo. Destacan las parroquias de las localidades de Higuera de Calatrava, Torredonjimeno, Arjonilla, Alcaudete y Santa Marta en Martos. También, las capillas mudéjares y la Puerta de la Luna, en la catedral de Baeza.

En lo que se refiere a la zona occidental, en el Reino de Granada se produce un proceso lento de ocupación por el mantenimiento de los moriscos que conservan sus viviendas tradicionales nazaríes sufriendo transformaciones durante el siglo XVI por su mantenimiento o cambio de funciones: la casa morisca. La traza urbana antigua se mantuvo, aunque cambió la volumetría de los edificios. Las mezquitas o sus solares se modificaron ampliamente dada la elevación de su construcción, la torre de campanas y los ámbitos internos como los patios, y se definían nuevos espacios como los cementerios. Se construyeron iglesias en el solar de las mezquitas a partir del año 1505 y los modelos de la zona levantina y sevillana fueron importados a Granada para convertirse en elementos de aculturación. Es de gran importancia el conjunto de iglesias mudéjares de la ciudad de Granada, especialmente en el Albayzín, siendo dominante esta tipología en extensas zonas, como las Alpujarras de Granada y Almería, y la Axarquía de Málaga. En este reino se describe claramente un modelo de iglesia de nave única, caso de la iglesia de Vélez-Blanco o la de Cuevas de Almanzora en Almería, relacionada con la tipología sevillana de templo de tres naves. Para la arquitectura doméstica también hay similitudes. Se aprecian exteriores renacentistas y cambio en los programas decorativos. Los interiores se disponen en torno a un patio más amplio donde su piso alto se cubre con elementos lignarios de trato mudéjar, al igual que los interiores de las salas o las amplias escaleras. Por tanto, se aprecia que la construcción recurrirá a la carpintería de tradición mudéjar. Por su parte, y como se ha puesto de manifiesto por López Guzmán ese mudéjar del Reino de Granada también se trasladará durante la Edad Moderna a los territorios americanos encontrándose paralelismos y soluciones entre ambos territorios.

 

Autor: Manuel Antonio Ramos Suárez


Bibliografía

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FERNÁNDEZ CARO, José Juan, RAVÉ PRIETO, Juan Luis y RESPALDIZA LAMA, Pedro José, El Arte Mudéjar en Sevilla. Cuaderno del Profesor, Sevilla, Junta de Andalucía, 2000.

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LÓPEZ GUZMÁN, Rafael, “El mudéjar de Granada y su proyección en América”, en LACARRA DUCAY, M. del Carmen (coord.), Arte mudéjar en Aragón, León, Castilla, Extremadura y Andalucía, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2006, pp. 261-295.

MORALES MARTÍNEZ, Alfredo J., “El alcázar del rey don Pedro I y los palacios mudéjares sevillanos”, en LACARRA DUCAY, M. del Carmen (coord.), Arte mudéjar en Aragón, León, Castilla, Extremadura y Andalucía, Zaragoza, Institución Fernando el católico, 2006. pp. 233-260.

VVAA., El Mudéjar Iberoamericano. Del Islam al Nuevo Mundo, Madrid, Lunwerg, 1995.

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