Aunque la teoría de redes procede originariamente de las Matemáticas se ha popularizado como instrumento de análisis en las ciencias sociales. En disciplinas tales como Sociología, Ciencias Políticas, Economía o Antropología se ha venido aplicando el análisis de redes ya desde los años 70 con excelentes resultados. Sin embargo, la incorporación de las redes a la Historia ha sido algo más tardía y no es hasta finales del siglo XX cuando encontramos los primeros estudios sobre redes históricas. A pesar de lo anteriormente descrito, el análisis de redes parece haber encontrado un nicho en la disciplina histórica y ya ha generado una abundante producción científica.
Uno de los aspectos que mayor interés ha suscitado ha sido el estudio de redes mercantiles. Las redes mercantiles podrían definirse como aquellas conexiones entre agentes económicos, mercados o productos que persiguen la consecución de intereses comerciales. Este concepto de red mercantil ha sido aplicado de forma recurrente al estudio de casos históricos puesto que permite analizar tanto a mercaderes profesionales como a comerciantes eventuales más allá de la división en grupos sociales, comunidades mercantiles o miembros integrantes de una institución.
El análisis de redes aplicado al ámbito mercantil además resulta un instrumento que aporta gran flexibilidad. Y es que la red no es una entidad monolítica sino que muta, se expande, se contrae, se adapta a la geografía y va evolucionando en el tiempo. La aplicación de este concepto al comercio durante la Edad Media y Moderna ha permitido captar la esencia de un intercambio mercantil intenso y cambiante donde las barreras geográficas, culturales, religiosas y políticas eran superadas con frecuencia.
La importancia adquirida por el eje Sevilla-Cádiz entre los siglos XVI a XVIII como consecuencia del comercio atlántico ha generado multitud de estudios sobre redes mercantiles. Estas redes solían tener una proyección internacional y generalmente, desplazaban uno o varios agentes a los principales puertos andaluces con el objetivo de controlar el tráfico mercantil procedente de Europa y reconducirlo hacia América. En el estudio de estas redes mercantiles es necesario incluir dos elementos básicos como son por un lado, el análisis de los vínculos que conforman la red y, por otro lado, el uso de la misma.
A este respecto, la descripción de personas, lugares y relaciones entre ellos ha ocupado el interés de los historiadores. Desde los estudios ya clásicos de Enriqueta Vila sobre la red comercial de los Corzo y los Mañara hasta el análisis de Paloma Fernández sobre los mercaderes gaditanos, pasando por la descripción de las actividades económicas de holandeses de Ana Crespo Solana o los banqueros genoveses de Carlos Álvarez Nogal.
Sin embargo, las aportaciones más recientes al análisis de redes mercantiles han incidido no sólo en la descripción de los agentes y conexiones sino en la representación gráfica y la medición del grado de cohesión interna. A este respecto se han incorporado al análisis histórico diversos software para la visualización de redes sociales. Como ejemplo podrían citarse el estudio de la compañía comercial Greppi y sus actividades en la Península Ibérica de Klemens Kaps, el análisis de mercaderes genoveses en Cádiz de Catia Brilli, la tesis sobre la empresa familiar de los Serra de Rocío Yasmina Ben Yessef o el brillante y revelador trabajo de Ana Sofía Ribeiro sobre los contactos comerciales de Simón Ruiz.
Se incluye una imagen como ejemplo de esta nueva tendencia en el análisis de redes. El grafo en cuestión ha sido elaborado por Montserrat Cachero para el estudio de las actividades mercantiles de la compañía burgalesa Nebreda-Castro que, con sede en Sevilla, participaba en el comercio atlántico. En el gráfico los diversos puntos o nodos representan los integrantes de la empresa, tantos socios como agentes comerciales en diversos mercados. Las líneas son las conexiones entre ellos en las que se incluyen relaciones familiares, laborales y de vecindad admitiendo tanto vínculos directos o como indirectos. En la parte central del grafo se sitúan los individuos mejor conectados, son ellos los que poseen mayor control de la información que circula por la red y, en ocasiones, incluso sirven de puente entre otros individuos. Los nodos más alejados representan individuos que actuaron como agentes de forma ocasional y por tanto, ocupan una posición en la periferia de la red.
Son estas nuevas aportaciones al análisis de redes históricas las que facilitan la visualización de interacciones entre diversos individuos y grupos a gran escala. Esto permite captar la extraordinaria intensidad de las relaciones tanto sociales como políticas, culturales o económicas en los diversos periodos históricos. Imagen mucho más fiel a la realidad que la clásica visión estática de los grupos sociales.
Autora: Montserrat Cachero Vinuesa
Bibliografía
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