Pronunciación del andaluz
La pronunciación andaluza
Los numerosos trabajos que describen las hablas andaluzas permiten afirmar que el andaluz es una forma de HABLAR el español, y su peculiaridad reside fundamentalmente en la pronunciación.
En esos trabajos se ha constatado igualmente que NINGÚN RASGO FONÉTICO es común a TODOS los hablantes andaluces ni es EXCLUSIVO de Andalucía. ¿En qué reside entonces la personalidad de la pronunciación de los andaluces, fácilmente perceptible? Muy probablemente, en la acumulación de las siguientes características generales de las hablas andaluzas [ver gráfico]:
- Un ritmo entonativo más rápido y variado, frente al del castellano, que resulta algo más monocorde.
- Una fuerza espiratoria al articular los sonidos que presenta una distribución diferente, de forma que ciertos sonidos se realizan de forma más relajada y otros de forma más tensa.
- Un conjunto de rasgos de pronunciación - compartidos, no lo olvidemos, con otras zonas- que se dan en Andalucía con mayor densidad, algunos de los cuales alcanzan una gran concentración y altura social.
1. Rasgos más difundidos en toda Andalucía
1.1 Las S andaluzas
La S castellana se pronuncia apoyando la punta o ápice de la lengua, colocada en posición cóncava (curvada hacia arriba), contra los alvéolos superiores; por ello los especialistas la llaman ápicoalveolar cóncava. Esta S es absolutamente minoritaria en la comunidad. Por el contrario, en Andalucía la S se pronuncia con la lengua en posición más plana, o incluso convexa (curvada hacia abajo), el punto de apoyo no son los alvéolos sino los dientes, y en ellos se apoya el dorso de la lengua, o su parte más delantera, el predorso. En suma, la S andaluza es una S dental.
Este rasgo, en apariencia tan poco relevante, y del que muy pocos hablantes se dan cuenta, es el que diferencia de forma más clara a casi todos los andaluces del resto de hablantes peninsulares. Por ello, su límite geográfico con la S castellana (la apical) se ha utilizado para delimitar la frontera del andaluz. La S dental es también la propia de Canarias y América.
Esta S dental tiene una gran variedad de realizaciones: por ejemplo, la S llamada “predorsal” (parte delantera de la lengua contra la cara interior de los dientes), la más extendida en la región; o la S “coronal” (más retrasada), característicamente cordobesa, pero presente también en otros lugares. [ver Mapa 1 (Tipos de /s/)]
1.2 Distinción / confusión S/Z (seseo / ceceo)
La pronunciación de la S andaluza no se puede desligar de los casos de seseo y de ceceo, es decir, del fenómeno de la no distinción de S/Z. Esta se produce cuando el hablante iguala los sonidos asignados en el español centro-septentrional a las letras C y Z y a la letra S en uno solo, que unas veces es más cercano a S (igualación seseante o seseo), otras a Z (igualación ceceante o ceceo).
Se calcula que algo más de un tercio de los andaluces distingue S/Z; aproximadamente una cantidad igual sesea y menos de un último tercio cecea.
- El seseo consiste en pronunciar ces y zetas con un sonido más cercano a una ese que a una zeta (sapato, casuela, saco, sol); naturalmente, la ese empleada en este caso es la andaluza, dental, con las variedades propias de cada zona.
- El ceceo consiste en pronunciar las eses con un sonido más bien interdental, cercano al empleado en el resto del español peninsular para las ces o zetas (zábana, ezo, zapato, cacería), pero sin ser exactamente igual a la zeta castellana; tampoco se articula de forma idéntica en todos los hablantes ni en todas las zonas.
El ceceo, en hablantes de menor nivel cultural, puede llegar a ser heheo si la lengua atrasa su posición interdental de modo que solo se oye un sonido aspirado (hí heñó, ¿qué paha?, etc.). Se trata de un fenómeno geográfica y demográficamente marginal, reducido a zonas rurales. Un ejemplo claro es el ceceo heheante de las campiñas cordobesa y sevillana (Montemayor, Montalbán, Aguadulce, etc.).
El ceceo, hasta ahora, ha tenido escaso prestigio social y se ha concentrado en zonas rurales, aunque no solo en ellas (es frecuente, por ejemplo, en los núcleos urbanos de la bahía de Cádiz). Según los datos referidos a los hablantes jóvenes de las zonas ceceantes, parece estar en descenso, debido a la presión del seseo y de la distinción (mayoritarios en las zonas urbanas y en los medios de comunicación). No obstante, aún faltan más datos para poder hablar de tendencias claras.
- El ceseo o seceo. Entre los hablantes que no distinguen S/Z, se da también otra pauta de comportamiento que consiste en el uso anárquico de ambos sonidos, de modo que unas veces la confusión se resuelve en ese y otras en ce, por lo que se puede incluso coincidir con las s/c de los que distinguen sistemáticamente. Este es el llamado por los estudiosos ceseo o seceo. Por ejemplo, Ello(s) zon jeresano(s), serveza, cervesa, etc. Tal patrón de comportamiento se da en zonas muy diversas y en hablantes de muy diferente estatus, muchas veces dentro de un mismo individuo, sin que haya pautas de actuación ni patrones socioculturales claramente distinguibles.
- La distinción s/z: algo más de un tercio de los andaluces distingue eses y cetas como en el resto del español de la península, aunque empleando sobre todo las “eses” andaluzas, es decir dentales. La distinción se da en zonas del norte de la comunidad, y empieza a ser habitual en entornos urbanos y en hablantes jóvenes con niveles medios o altos de instrucción. No se puede afirmar, con datos contrastados, que esta distinción se dé en Andalucía solo como resultado de la presión del castellano estándar peninsular, sino que en muchos casos los dos sonidos se han mantenido bien diferenciados históricamente en algunas zonas y en algunos hablantes.
La complejidad actual de la situación exigiría una revisión de los mapas del Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía (ALEA). Los últimos estudios muestran un reparto geográfico sin líneas tajantes que separen las zonas donde se dan los hechos reseñados, pues, en muchos lugares, el ceceo convive con el seseo y con la distinción de eses y zetas, con los que llega a entremezclarse de tal manera que el predominio de uno u otro fenómeno puede variar de pueblo a pueblo e incluso de barrio a barrio: las diferencias, por tanto, son en muchos casos más bien socioculturales, o situacionales, que puramente geográficas. [ver Mapa 2 (Seseo/ceceo/distinción)]. Ese polimorfismo en las realizaciones puede verse resumido en el gráfico adjunto.[ver gráfico]
1.3 La -s final de sílaba y palabra
Uno de los fenómenos con mayor capacidad diferenciadora es la modificación de la -s llamada implosiva (la situada en final de sílaba o palabra), que se realiza con menor fuerza articulatoria: albañiles = albañileh, albañileh, albañile. En unos casos esa -s final se aspira: asco = ahko / akko; loh pájaroh, y en otros se pierde: lo pájaro (con –o final abierta o no), las ocho = lah ocho/ la ocho. La aspiración o pérdida de esta –s sí parece ser algo compartido por la casi totalidad de los andaluces. Pero, al mismo tiempo es, precisamente, el rasgo que con mayor claridad comparte con las otras modalidades del español meridional (extremeño, manchego, murciano), separando a este del español central y norteño, y es uno de los que lo acercan al canario y al español de América.
La suerte de la -s final es distinta según se sitúe en interior o al final de palabra, ante consonante, vocal o pausa. La solución elegida por el hablante no siempre depende de la geografía, pues el factor sociocultural, también en este caso, es determinante. Como siempre, son los hablantes de niveles socioculturales inferiores los que obedecen en su actuación básicamente al factor geográfico. Lo resumimos en el siguiente cuadro.
Son también interesantes las repercusiones que la aspiración de –s puede tener sobre la consonante contigua. Ante “p”, “t”, “k” puede producirse la geminación de esa consonante: loppekkáo (“los pescados”), lattiérra, Ante “b” puede llegarse a una asimilación en “f”: lafóta (“las botas”; se ha asentado en (e)faratá, “desbaratar”). Ante “ce” se asimila en un sonido interdental: locéo (“los dedos”). Y ante jota aspirada se asimila en una aspirada única: lahayína (“las gallinas”). Son soluciones repartidas por toda la región, aunque se dan sobre todo en ámbitos rurales o de menor instrucción.
1.3.1 La pronunciación plena de la -s en Andalucía
Los mismos hablantes que aspiran o pierden habitualmente su -s final pueden recuperarla de acuerdo con factores aún no bien estudiados, pero que fundamentalmente consisten en la situación en que se habla y las relaciones entre los interlocutores: situaciones formales, solemnes, emotivas, iracundas, ante los medios de comunicación... Esta recuperación se explica porque la -s final está en la conciencia que de su lengua tiene el hablante, y por eso la restaura a su voluntad, de acuerdo con las circunstancias concretas del acto de comunicación. No ha de olvidarse, además, que la escritura de la –s puede ser un factor determinante en esas restauraciones, ocasionales o habituales.
1.4 La abertura de las vocales anteriores a la -s final
La aspiración de la -S final provoca normalmente la abertura de la vocal anterior a ella. Por ejemplo, en pájaros = pájaroh, la vocal final se pronuncia más abierta y más alargada: pájarooh / pájaroh, igual que si la -s está dentro de la palabra (rosca = roohka). Esta abertura desaparece cuando la aspiración se pierde totalmente ante una pausa, como ocurre casi siempre en Andalucía occidental: (los) pájaro (con una -o final de abertura normal). En cambio, en la Andalucía oriental, incluso si se pierde la -s aspirada final por completo, la vocal anterior sigue siendo abierta (y/o alargada): (los) pájaroo.
La suerte sufrida por esa vocal anterior a la -s final puede también influir en las otras vocales de la palabra, las cuales tienden a armonizar su pronunciación con ella (es el fenómeno llamado metafonía). Lo advertimos por ejemplo en: doh tenedore (con todas las /e/ y /o/ abiertas: doh teeneedooree), que se puede oír en hablantes cordobeses, granadinos, almerienses...
También este rasgo presenta un gran polimorfismo, por la variedad de repercusiones de la aspiración o pérdida de -S final en las vocales anteriores a ella. Se han señalado hasta ONCE pautas distintas de comportamiento, que van desde la modificación de la vocal (combinando abertura o alargamiento, con o sin metafonía, etc.) hasta la pérdida total de la -S final sin influencia en el vocalismo de la palabra. Como en otros casos, las distintas variedades pueden darse incluso en un mismo hablante.
Desde el punto de vista geográfico, puede decirse que en el occidente andaluz, donde no se modifican las vocales, la -s aspirada se pierde sistemáticamente, con pocas excepciones, en posición final de palabra antes de pausa, mientras que sigue aspirada ante consonante o vocal: péhte, lah kósa, lah ócho.
En la Andalucía oriental la complejidad de soluciones es mayor. Una de las soluciones más frecuentes y geográficamente más compactas es la que combina la abertura vocálica con la aspiración ocasional de la -s y la metafonía esporádica de las otras vocales de la palabra: cuatro niños = cuatro niñoo(h) - niiñoo(h), sobre todo en el norte de Jaén, Almería (el 50% de las localidades) y este de Sierra Nevada, en Granada.
Pero la más conocida, por darse en las ciudades de Granada y Córdoba es la que combina la metafonía sistemática, la abertura y el alargamiento de las vocales anteriores a la -s, con o sin aspiración de esta (cuatro teeneedooree(h)).
De acuerdo con los últimos datos, se puede recoger la situación andaluza en el siguiente cuadro.
La abertura vocálica (o alargamiento) es un rasgo bastante compacto en las zonas orientales de Andalucía, desde Córdoba y este de Málaga hasta Almería. Pero es ajeno, incluso chocante, para los hablantes de la Andalucía occidental. Tampoco, sin embargo, es exclusivo de Andalucía: con distintas variantes el fenómeno puede encontrarse en las hablas murcianas (además de en ciertas zonas de América). [ver Mapa 3 (Abertura vocálica)]
1.5 La Andalucía de la E
Tras la pérdida de -s (o de cualquier otra consonante final), la -A, vocal de abertura máxima, puede pronunciarse adelantada en su punto de articulación, con lo cual la cavidad bucal se cierra en un cierto grado y acerca dicha vocal a la articulación propia de E. En las zonas andaluzas donde esto ocurre se confunde con una E abierta, de modo que, por ejemplo, pesetas suena como pesetE(S), patatas como patatE(S), etc. Los hablantes articulan con esa E abierta las terminaciones -AS y, en algunos puntos, también -AR y -AL (cantar = canté, hospital = hospité).
Nunca son sistemáticamente pronunciadas así por todos los hablantes. De hecho, se afirma que el fenómeno está hoy en retroceso, aunque se puede oír con bastante frecuencia y claridad, e incluso adoptarse como seña de identidad.
Este fenómeno se da en una zona hoy discontinua, que abarca diversos puntos de Andalucía oriental, es decir, dentro del área de la abertura vocálica. Más al occidente, se da también en un rincón donde se unen las provincias de Sevilla, Córdoba y Málaga (Estepa, Puente Genil, Alameda...). Curiosamente, este rincón está en el límite de las dos grandes áreas andaluzas definidas por la abertura o no de las vocales finales. Dámaso Alonso llamó a este enclave Andalucía de la E.
1.6 Pérdida de -s final, abertura de vocales finales y morfología del plural en andaluz
La -s final de palabra en español diferencia rasgos gramaticales como el plural (la casa / la(s) casa(s)) o la persona verbal (él ama / tú ama(-s)). A veces se ha afirmado que la abertura vocálica viene a ser el mecanismo que sustituye a esa expresión gramatical cuando se pierde la –s. No obstante, los estudios actuales no aceptan que la modificación de las vocales anteriores a la -s final perdida sea una solución a una necesidad de carácter morfológico o sintáctico; se trata, simplemente, de un fenómeno de mecánica de la articulación. Hay que tener en cuenta que, al menos, la mitad de Andalucía no modifica las vocales aunque pierda la –s; y por otra parte, está el hecho de que el contexto de la frase misma suele reforzar esa información morfológica para evitar desde el principio la posible ambigüedad: en “Todas las casas de mi pueblo son blancas” basta con la forma verbal inequívoca son para evitar cualquier ambigüedad aunque no se pronuncie la -s final.
1.7 La pronunciación aspirada de la jota (y de ge, gi)
La pronunciación velar de la jota (y g ante e, i) se extiende por el norte y centro de la Península, pero en la mayor parte de Andalucía lo que hay es un sonido aspirado como soplo espiratorio desde la faringe (o desde la laringe). Esta aspiración no se da en el andaluz más oriental (en la provincia de Jaén y en zonas de las de Granada y Almería, en especial en su parte más nororiental), que mantiene la jota velar.
Se trata, pues, de otro de los rasgos que diferencian el Oriente del Occidente andaluz, con una frontera, en este caso, bastante nítida y marcada, aunque dicha línea no coincide con la marcada por otros rasgos, por ejemplo, con la que establece la abertura o no de las vocales tras la pérdida de -s final: el área oriental de jota no aspirada (o velar) es más reducida que el área de abertura de vocal tras la caída de -s.
La aspiración es utilizada por hablantes de cualquier condición social, sin que presente valoraciones sociales negativas: en las zonas en que se da es un rasgo plenamente arraigado y aceptado.
No obstante, la pronunciación aspirada de la jota tiene variantes que dependen de factores socioculturales [ver cuadro] : aspiración sorda, aspiración sonora (más relajada), y sonido intermedio entre aspiración y jota velar. [ver Mapa 4 (Velar/aspirada)]
2. Rasgos “menores” del andaluz
Hay otros rasgos característicos del español hablado en Andalucía que tienen un grado de difusión más reducido. Pese a ello, algunos son percibidos como caracterizadores del habla andaluza en su conjunto, aunque no alcancen la difusión geográfica o social de los anteriores.
2.1 Igualación o confusión de -R y -L en posición final de sílaba
Muchas veces se ha repetido la anécdota contada por el novelista cordobés Juan Valera, en la que un maestro inculcaba ortografía a sus alumnos de la siguiente manera: “Niños, sordao, barcón y mardita sea tu arma se escriben con ele”. Esta igualación de -R y -L finales de sílaba no está sin embargo tan extendida como el estereotipo andaluz parece reflejar: no es regular ni en los hablantes de cultura media o elevada ni entre los jóvenes. De todos modos, es un rasgo bastante vivo en muchas zonas de Andalucía. Se trata de un caso más del relajamiento, habitual en español, de las consonantes finales de sílaba o palabra (de hecho, la igualación de -R y -L se da también fuera de Andalucía).
Los distintos resultados de la igualación de -R y -L se reparten por Andalucía de modos diversos:
- En el Oeste, se confunden en un sonido próximo a -r (la farda, er cardito, etc.), y en final de palabra ante pausa suelen perderse (papé, ange, la sá, cantá, etc.). La pérdida en final de palabra se extiende hasta el Sur de Córdoba, la costa granadina y el Sureste de Almería.
- En el Oriente, la confusión lleva a un sonido más próximo a -l (la pelcha, pol detrás, etc.), y también ante pausa se oye una -L más nítida (papel, ángel, salil, comel, etc.). Este resultado, propio del este andaluz, alcanza al norte de la provincia cordobesa y reaparece en las comarcas onubenses de Aracena y el Andévalo. Se trata de una solución carente de prestigio, en retroceso, y confinada a los hablantes de mayor edad y menor nivel cultural.
Cuando a -R le siguen una L o una N (perla, por la tarde, carne, por no venir, etc.) se asimila a ellas, produciéndose un sonido geminado (algo así como pel.la o can.ne). En puntos aislados, la -R se pronuncia como aspiración (pehla, cahne), tal como ocurría con -s implosiva (caspa = cahpa). Cuando se ponen en contacto la -R del infinitivo y la L- de los pronombres lo, le, etc. (decirlo, comerlo, etc.) puede darse, además de las formas anteriores, la pérdida total de -R (decílo, hacélo), como se observa en el habla rural de Jaén, Córdoba, la Alpujarra granadina, la costa malagueña, y puntos aislados de Sevilla y Huelva. La transformación de ambos sonidos en -y- (decíyo, hacéyo) es un arcaísmo que aún se ha registrado esporádicamente en hablantes poco instruidos y de edad madura, en puntos aislados de Jaén, del Norte de Málaga o de la Subbética cordobesa.
Estas alteraciones de -R ante L o N, con sus matices intermedios, se reparten por toda Andalucía sin una distribución geográfica clara. Tampoco están muy marcadas desde el punto de vista sociocultural (al revés de confusiones como barcón o pelcha), pero muchos hablantes las eliminan en situaciones de habla cuidada y formal.
2.2 La pronunciación de la CH aflojada
La Ch castellana se pronuncia uniendo el dorso de la lengua al paladar de modo que impide la salida del aire, para separarlo dejándolo salir, no de golpe, como en los sonidos oclusivos, sino poco a poco. Es lo que se llama una consonante africada. La Ch que hemos llamado aflojada se pronuncia en Andalucía cuando se elimina ese momento de cierre del aire, acercando el dorso de la lengua al paladar sin que se impida del todo la salida del aire, que sale poco a poco desde el principio de la articulación. Es decir, se pronuncia como una consonante fricativa, algo así como noshe o mushasho.
Es un rasgo unido a situaciones y niveles socioculturales concretos. En un mismo hablante no es raro que se den la ch aflojada y la africada normal, según la situación y el momento. La ch aflojada está ligada -como en otros rasgos- a factores de expresividad y emotividad. El hablante que domina varios registros no suele utilizar esta forma de pronunciación en situaciones formales.
Se puede oír en gran parte de las provincias de Cádiz y Sevilla, en el occidente de Málaga, en la Vega y la capital de Granada, así como la costa de Almería. En conjunto, se trata de un fenómeno más bien minoritario y en bastantes casos en retroceso: por ejemplo, en Granada aparece solamente en un 18% de los casos, y además, como propio del habla de hombres, pues solamente se da en un 3% de las mujeres.
2.3 Pronunciación andaluza y expresividad
Los lingüistas achacan ciertas variantes de pronunciación a la intención expresiva de los hablantes, al conjunto de técnicas y estrategias propias de la lengua oral y en especial del coloquio o conversación informal que se utilizan para conseguir un determinado efecto. Tales refuerzos expresivos podrían verse en:
- El soplo espiratorio de refuerzo de los sonidos consonánticos P, T y K (ca, co, cu, que, qui): “Yo te hkhiero”; “phero bueno...”; “¡hthoma!”. Se da en la provincia de Córdoba, y en puntos aislados de Málaga y Sevilla. La K es la que se aspira con mayor frecuencia, de manera dispersa por toda Andalucía, casi siempre en posición inicial y delante del diptongo –ié (¿ké khiére?). Este fenómeno, unido a la expresividad y a la situación, es abandonado por el hablante más o menos culto en situaciones más cuidadas o formales.
- La pronunciación palatal de la -t: la -s aspirada ante la dental T influye sobre la forma de articular esta, y llega a palatalizarla (este llega a pronunciarse casi como eche). Este fenómeno se ha observado en todo el dominio hispánico que aspira o pierde la -s final de sílaba o palabra. Es más frecuente entre los hablantes jóvenes y en niveles socioculturales medioaltos. Quizá se trate de una pronunciación que se inició como forma afectada y que después se ha difundido perdiendo en parte las connotaciones originales.
2.4 Un rasgo arcaizante: La aspiración de la H- inicial procedente de F- latina (humo = jumo, hierro = jierro)
En Andalucía se mantienen restos de la aspiración de H- procedente de F- latina. Este rasgo arcaizante está presente en todo el occidente de la Península, en una franja que va desde Asturias a Extremadura, y también en Hispanoamérica, reducido ya a las áreas rurales y a hablantes poco instruidos.
Tanto dentro como fuera de Andalucía, la aspiración de la h- inicial se da en hablantes de más edad y de nivel sociocultural bajo. Ha desaparecido prácticamente en los jóvenes de cualquier nivel. Se utiliza hoy a veces en situaciones de habla en que predomina la intención expresiva (“una jartá de cosas”, “jartito me tienes”), y ha llegado a fijarse en ciertas palabras que han generalizado en todo el español su forma de origen andaluz (juerga, de huelga, o cante jondo).
3. Rasgos no caracterizadores de las hablas andaluzas
Ciertos rasgos ampliamente extendidos por todos los dominios del idioma se dan también en la pronunciación andaluza. No se trata, por tanto, de rasgos característicos de las hablas andaluzas, aunque figuran siempre en la enumeración de los fenómenos lingüísticos regionales. Son el yeísmo, la pérdida de consonantes finales de palabra y la pérdida de -d- entre vocales.
3.1 Yeísmo (igualación LL/Y)
Llamamos yeísmo a pronunciar del mismo modo los sonidos que escribimos con LL y con Y (yave, poyete). Es ya un rasgo absolutamente mayoritario en el español general. No constituye, pues, un fenómeno peculiar de Andalucía.
La distinción originaria que articula de modo diferente los sonidos palatales correspondientes a las letras LL y Y (LL como consonante lateral, Y con articulación central) tiene hoy una extensión bastante reducida en Andalucía, y en los lugares donde se mantiene lo hace sobre todo en hablantes rurales y de edad avanzada. Esos islotes reductos de distinción se dan más en pequeñas áreas del occidente (Huelva y Sevilla, y -mucho menos- Cádiz y Málaga) que en el oriente, donde quedan restos mucho más escasos (algunos hay en la provincia de Almería).
En algunos puntos de Andalucía (como en la provincia de Jaén, por ejemplo), se da una variante rehilada (gayyina) que también encontramos en Toledo o en el español de América (entre otras, en el habla porteña de Buenos Aires).
Es curioso que en algunos de los puntos que mantienen dicha conservación esta se ha desprestigiado desde el punto de vista de su aceptación sociocultural, seguramente por la presión de los núcleos urbanos cercanos y por la influencia normativa de los medios de comunicación, que hoy gozan de prestigio de norma culta de referencia, ámbitos todos ellos donde el yeísmo es absolutamente dominante.
3.2 Caída de las consonantes en final de sílaba y palabra
No es la -S la única consonante final que se pierde en andaluz (o la -R y la -L). Las demás consonantes que pueden ir en final de sílaba o palabra (-D, -N, etc.) tienden a pronunciarse de manera relajada en todo el español meridional. En esta amplia zona, la pronunciación relajada puede producir la caída total de la articulación de la consonante final. Ya hablamos de -S, -L, -R (la -Z sufre la misma suerte que la -S: coz = có(h) como tos = tó(h)). Veamos ahora qué ocurre con las otras consonantes.
- En final de sílaba, dentro de palabra, las alteraciones se dan especialmente en ciertos grupos de consonantes (-bt-, -pt-, -ct-, etc.):
obturar = otturar, tractor = trattor, admiración = ammiración, etc. Se produce aquí también el fenómeno de la geminación o reduplicación de consonantes. La -N, ante jota aspirada, puede perderse, aunque nasalizando a veces la vocal anterior: narã(n)ha, berehena. En el grupo de -ns- más otra consonante (instituto, construir), o se pierde la -n-, como en español general (istituto, costruir), o la -s- (intituto, contruir), como en algunas zonas de Andalucía. - En final de palabra la relajación o la pérdida total de la consonante final se produce en las hablas andaluzas de forma más intensa y generalizada que en el castellano norteño (paré, maldá, etc.). En el caso de la -N, esta no se pierde del todo, se articula más o menos velarizada, y produce resonancia nasal en la vocal anterior: el pan = el pã(n) (con nasal velarizada); no obstante, en algunas palabras sí llega a darse esa pérdida: Carme, virge.
3.3 La pérdida de la -d- intervocálica
Es un rasgo ya general en el español vulgar de casi todas partes (maera, tó, ná, etc.), sobre todo cuando forma de un sufijo o terminación verbal (asaúra, cansá, comío, etc.); no obstante, aquí hay que diferenciar sufijos como -dor (corredor, pulidor), donde la -d- es mucho más resistente, de otros como los participios, en especial en -ado, donde la pronunciación -ao parece ya mayoritaria.
En Andalucía se produce también la pérdida de esta -d-, y no siempre puede considerarse vulgarismo (por ejemplo, en los participios en –ado). Ahora bien, como ocurre con otros rasgos, puede darse, sin que resulte vulgar, con intención expresiva o en palabras marcadas (cantaor, bailaor, etc.).
Los participios en –ado, como ya se ha dicho, constituyen un caso especial, pues pierden la -d- incluso en las capas sociales altas. En Andalucía se pierde también en la mayoría de los hablantes y en todas las zonas, con porcentajes recogidos que rozan el 85% y el 90% de pérdida de la -d- en las encuestas realizadas en las zonas urbanas, y el 100% en las rurales. La restitución de la -d- se ha recogido, tanto en hablantes cultos como -más escasamente- en incultos, en contextos de hablar más cuidado.
Los casos de -ido = -ío se dan también, pero sobre todo en contextos informales y en hablantes de menor cultura (no alcanzan la altura de -áo). Lo mismo podemos decir de otros casos de pérdida de -d-: tó (todo), ná (nada), etc.