Primera mirada sobre el andaluz
Una primera mirada sobre el andaluz
El español (o castellano), como cualquier idioma, por el número de hablantes que lo usan y por su gran extensión geográfica, tiene diversas formas o modalidades de habla. Una de ellas es el habla andaluza, o mejor dicho, las hablas andaluzas, términos que hacen justicia a su naturaleza de forma hablada del español y a su variedad interna. También se suele hablar de dialecto andaluz, aunque no todos los especialistas están de acuerdo en esa denominación.
Las hablas andaluzas están entre las más y mejor estudiadas de las variedades del español. Sin embargo, esa abundantísima bibliografía no ha tenido repercusión en el conocimiento que el andaluz medio, no especialista, posee de su propia forma de hablar. De ahí la presencia entre los hablantes de numerosos tópicos infundados, de prejuicios o complejos basados en la ignorancia y de verdades a medias sobre el habla andaluza, muchas veces teñidas de emotividad, o basadas en un presunto agravio comparativo, que, aireados no pocas veces en los medios de comunicación, han contribuido a la desinformación y, lo que es peor, a los juicios de valor (tanto negativos como exacerbadamente defensivos), carentes de fundamento. Seguramente actúa en todo ello cierta actitud mimética respecto a las comunidades autónomas que cuentan con una lengua particular, y quizás por un uso erróneo -a veces intencionadamente manipulado- que identifica falsamente la expresión lengua propia con lengua en exclusiva, cuando lo que significa simplemente es lengua materna de los naturales de una zona, sea o no exclusiva de ellos.
Es conocida la facilidad con que se identifica a los andaluces por su forma de hablar, por lo que se suele llamar el acento o deje: la idea de que en Andalucía se habla de una forma diferente está muy extendida incluso entre quienes no son especialistas en el estudio de las lenguas. La experiencia diaria lo muestra constantemente: chistes, narraciones de equívocos o malentendidos, frases como los andaluces hablan (/ hablamos) de una forma muy graciosa / simpática..., en Andalucía se habla muy mal / así…, por muy equivocadas o desenfocadas que sean, constituyen un indicio evidente de ese reconocimiento.
El andaluz, como otras variedades de español, es una forma de hablar el español, una variedad oral. Si nos fijamos en un escrito de hablantes de español, en la mayoría de los casos no podremos averiguar su procedencia, salvo en los casos en que hayan utilizado palabras propias o exclusivas de su zona. Por otro lado, dentro de las variedades del español el andaluz se incluye en un continuum más amplio, pues los rasgos que lo distinguen no son exclusivos sino que reaparecen, aislados o en bloque, en otras zonas del mundo hispánico (en España o en América). De esta forma, el andaluz se integra en:
- El español meridional, que ocupa buena parte del sur peninsular (la mayor parte de Extremadura, de Castilla-La Mancha y Murcia, además de Andalucía): de hecho, el norte de Huelva o Córdoba habla más bien variedades extremeñas, y el de Granada o Almería murcianas.
- El llamado español atlántico, que comprende el andaluz e incluye el español de Canarias y de América.
Y, por último, el andaluz es algo muy diverso, dado que los rasgos considerados andaluces se dan de manera desigual en la región, con manifestaciones y consecuencias a veces muy diferentes: seseos o ceceos, aspiración o pérdida de “ese” final, abertura o no de vocales finales, etc. Ello sin contar con las diferencias en el vocabulario más claramente regional.