Historia de la gramática andaluza
Si la historia de la fonética es la que ha atraído casi universalmente a los historiadores del andaluz es porque, tradicionalmente, este viene siendo visto como una modalidad hablada, de pronunciación. Y, de hecho, parece que eso es lo cierto. El habla andaluza no ha desarrollado ninguna disidencia gramatical, y las pocas que puede presentar son de alcance muy limitado, y además, como veremos, imposibles de historiar.
Por lo que se sabe, desde la primera documentación emitida en castellano en Andalucía desde el s. XIII las interferencias en los usos de le, la y lo están casi ausentes. Sin que se sepa muy bien el porqué (en la repoblación andaluza intervinieron muchas gentes de zonas, León o Burgos, donde los trueques entre estos pronombres ya se estaban dando), Andalucía quedó al margen de este cambio. Mantuvo una estricta posición conservadora, análoga a la que persistió en tierras entonces castellanas, la Mancha o Murcia, o aún no, Aragón. Quizá la razón esté en que, en el siglo XIII, se trataba de un fenómeno en sus inicios. El castellano de Andalucía, forma en la que vinieron a coincidir hablas de regiones diversas (de Burgos, Toledo o León), se decidió en la tendencia niveladora (koinética, dicen los sociolingüistas) propia de estas situaciones históricas por el mantenimiento del statu quo; en otros casos, recuérdese el seseo-ceceo, lo había hecho por llevar hasta el final las consecuencias del cambio. Una y otra soluciones son típicas en las situaciones de lengua trasplantada. Ahora bien, si esto es así en líneas generales, no hemos de olvidar que los textos escritos por andaluces, desde el XVI al XX, muestran en este campo una notable variedad: por influjo de la lengua de otras zonas, tenida en algunos momentos de la historia como modelo, hubo escritores andaluces que fueron leístas, como Bécquer y Valera, e incluso que cayeron ocasionalmente en el laísmo. No es de extrañar: en el mismo Cervantes se dan tales usos, y su admisión por las gramáticas académicas de los siglos XVIII y XIX llevó hasta a un gramático tan ponderado como el venezolano Andrés Bello a defender las virtudes del laísmo. Que se trató de adherencias postizas parece claro: ni la traje un regalo ni / ese libro le he leído ya ni/ ¡al que se mueva lo pongo un cero! parece que tengan la más mínima posibilidad de desarrollarse en Andalucía; pero ¿le saludé, le vi y le mataron no son cada vez más habituales en el habla de nuestras jóvenes generaciones? La historia aún no ha acabado en este punto.
La otra diferencia gramatical vuelve a dividir Andalucía en dos partes casi idénticas: la occidental, que no usa vosotros como pronombre de plural, y puede mezclar pronombres y formas verbales en sintagmas tan notables, para oídos no andaluces, como ustedes estáis aquí, ustedes se/os sentáis; y la oriental, que desconoce todo esto, y emplea los pronombres como el resto del español peninsular. No es consistente, sin embargo, la Andalucía occidental en el empleo de esa diferencia: muchos de sus hablantes, en especial los más instruidos, manejan el mismo sistema pronominal y verbal que el español general, y no sabemos cuál es el grado de admisión de ustedes estáis o ustedes se/os sentáis en el habla culta. De todos modos, tampoco aquí el historiador tiene mucho que decir: dado que usted y ustedes, deformación de vuestra(s) merced(es), solo aparece bien entrado el s. XVII, y se consolida como forma de dirección respetuosa en el XVIII, este andalucismo no parece muy antiguo. Tiene, además, toda la apariencia, que no podemos justificar, de ser un uso quizá rural difundido en una sociedad tan fuertemente estamental y clasista como la andaluza, donde, por si acaso, siempre era mejor tratar con cortesía al grupo a quien se hablaba. Pero, otra vez, no se trata sino de especulaciones: la documentación escrita que manejan los historiadores no muestra el fenómeno sino ya en época muy reciente (finales del s. XIX).
Extraido de: Rafael Cano Aguilar, "La historia del andaluz", en Actas de las Jornadas sobre "El habla andaluza. Historia, normas, usos", Ayuntamiento de Estepa, 2001, 33-57