230. JUSTA GRATA HONORIA

230. JUSTA GRATA HONORIA

Justa Grata Honoria, nació hacia el 418 y murió en torno al 450. Fue una mujer romana perteneciente a la dinastía teodosiana. Honoria era la hija mayor de Gala Placidia y Constancio III, por lo que su abuelo materno era el emperador Teodosio I. Asimismo, era hermana de Valentiniano III, emperador romano de Occidente desde el 425 al 455. Tras la muerte de Constancio III, su madre, Gala Placidia y el hermano de ésta, el emperador Honorio, mantuvieron unas difíciles relaciones que desembocó en el exilio de Gala Placidia y sus hijos en el 423. Tuvieron que dejar la corte de Rávena y dirigirse a Constantinopla, donde gobernaba el primo de Grata Honoria, Teodosio II. 

Ravenna

Constantinopolis

Al poco tiempo de llegar, se enteraron de que Honorio había fallecido y de que un hombre llamado Juan había usurpado el poder. Teodosio II consiguió acabar con este y designó emperador romano de Occidente a su sobrino, Valentiniano III con tan solo seis años de edad. A partir de aquí, las fuentes recogen breves menciones sobre la vida de Honoria. Siguiendo la información aportada por la Crónica del Conde Marcelino, hacia el año 434, Honoria se quedó embarazada de su administrador personal, Eugenio. Valentiniano III la expulsaría temporalmente de la corte de Rávena y la enviaría de nuevo a Constantinopla, donde Honoria daría a luz. A su vuelta a Rávena, el emperador la prometería al senador Flavio Baso Herculano. Sin embargo, siguiendo los escritos de Jordanes y de Juan Antioqueno, algunos investigadores consideran que este supuesto exilio de Honoria del año 434 realmente ocurriría en el 450, por el siguiente motivo: obligada a hacer un voto perpetuo de virginidad, Honoria fue descubierta en el año 449 manteniendo relaciones sexuales con su administrador Eugenio. El escándalo resultante obligó a Valentiniano III a despojarla de su dignidad real y a prometerla con un hombre de alto rango pero que no representara una amenaza para su gobierno, eligiendo a Flavio Baso Herculano para ello.

Honoria, en la primavera del 450, buscó la ayuda de Atila, rey de los hunos, enviándole desde Rávena una petición de auxilio y un anillo. Atila entendió tal misiva como una propuesta de matrimonio y solicitó a Valentiniano III la mitad del Imperio romano de Occidente como dote. El sorprendido Valentiniano III rechazó la solicitud de Atila y solo la influencia de Gala Placidia sobre su hijo lo convencería para que exiliase a su hermana, presumiblemente a Constantinopla, en lugar de condenarla a muerte. Ante la negativa de Valentiniano III a concederle la mano de Honoria y la mitad del Imperio romano de Occidente como dote, Atila y su ejército trataron, sin éxito, de invadir las Galias en el año 451. En este punto se pierde el rastro de Honoria en las fuentes tardoantiguas.

 

Daniel León Ardoy

Universidad de Sevilla

Una pintura en miniatura sobre un medallón de cristal dorado que representa a Gala Placidia con sus hijos. Siglo IV. Santa Giulia Museum, Brescia.

Fuentes principales

Conde Marcelino, Crónica, 434.

Jordanes, Origen y gestas de los godos, 42.222-224.

Juan de Antioquía, Historia crónica. Fragmentos, 223.2.

Olimpiodoro, Historia. Fragmentos, 33.1-2; 37-38; 43.1-2.

Selección bibliográfica

Blockley, R.C., “The dynasty of Theodosius”, en Cameron A. (ed.), The Cambridge Ancient History: The Late Empire, A.D. 337-425 (Cambridge 1997) 111-137.

Holum, K.G., Theodosian Empresses: Women and Imperial Dominion in Late Antiquity (Berkeley – Los Angeles 1982).

Sivan, H., Galla Placidia: The Last Roman Empress (Oxford – New York 2011). 

229. GALA PLACIDIA

229. GALA PLACIDIA

Elia Gala Placidia fue la esposa del emperador Constancio III y, anteriormente, reina consorte de los visigodos por su matrimonio con Ataúlfo. Hija de Teodosio I el Grande y de su segunda esposa Flavia Gala, nació en Constantinopla entre los años 388 y 393. Sus hermanastros, Arcadio y Honorio, no tuvieron buenas relaciones con la madre de Gala Placidia, debido a las acciones de esta para favorecer a su propia descendencia. Aquella murió al dar a luz a su último hijo cuando Gala era aún una niña y, tras el fallecimiento de su padre fue educada en Roma y en Milán por Serena, la esposa de Estilicón.

Constantinopolis

Roma

Con tan solo veinte años fue hecha prisionera por Alarico cuando los visigodos atacaron y saquearon la ciudad de Roma en el 410. El sucesor de Alarico, Ataúlfo, mantuvo a Gala como prisionera y se la llevó a la Galia cuando trasladó su ejército a ese lugar. Contrajo matrimonio en Narbona con Ataúlfo, vinculándose este con la familia imperial. En el 415 tuvieron un hijo, Teodosio, que murió a los pocos días de nacer. Ese mismo Ataúlfo fue asesinado por un siervo, aunque antes de fallecer comunicó a su hermano, y sucesor, Sigerico, su deseo de que Gala fuera devuelta a los romanos tras su muerte. Sin embargo, el sucesor mandó a azotar a Gala. El siguiente líder visigodo, Valia, llegó a un acuerdo con Roma de entregar a Gala Placidia a cambio de un cargamento de varias toneladas de trigo y pactando el apoyo visigodo para luchar a favor de los romanos contra los bárbaros que invadieron la península ibérica. 

Tras volver a Roma, su hermanastro Honorio concertó las segundas nupcias de Gala en el 417 con el general Flavio Constancio, futuro Constancio III. Dos hijos nacieron de este matrimonio: Valentiniano III, que sería gobernante del Imperio romano de Occidente, y Honoria. El marido de Gala falleció poco tiempo después en el 421. Una serie de rumores y acusaciones de que ella había conspirado contra Honorio con la ayuda de los visigodos hicieron que tanto Gala como sus hijos fueran expulsados de Rávena y exiliados a Roma y después en Constantinopla. A la muerte de Honorio, actuó como regente hasta que su hijo alcanzó la mayoría de edad. 

Gala Placidia fue una figura decisiva para la historia de Roma, siendo esposa, madre, hija y hermana de emperadores. Ya en su infancia ostentó el título de nobilissima puella, que le permitía transmitir la dignidad imperial. Al mismo tiempo, le fue concedido el título de Augusta. Como cristiana devota que era, Gala mandó edificar varias iglesias. Murió en Roma en el año 450 durante el gobierno de su hijo. No se sabe con certeza si fue sepultada en el Mausoleo que lleva su nombre en Rávena. 

Francisco Cidoncha Redondo

Escuela Universitaria “Francisco Maldonado” de Osuna (Sevilla)

Sólido de Gala Placidia como Augusta. Anverso: busto coronado de Gala Placidia. Leyenda: DII. GALLA PLACIDIA P.F. AUG. Reverso: representación de victoria alada estante sujetando una cruz ricamente decorada. Leyenda: VOT XX MVLT XXX, COMOB. RIC X.

Fuentes principales

Crónica Gálicaa. 452. 77; 103.

Hidacio, Crónica35; 49. 

Orosio, Historia contra los paganos7.40.2; 7.43.3-8; 7.43.12-13.

Zósimo, Nueva historia, 4.57.3; 5.38.1; 6.12.3.

Selección bibliográfica

Caffin, P., Galla Placidia: La dernière impératrice de Roma (Paris 1977). 

Salisbury, J.E., Rome’s Christian Empress: Galla Placidia Rules at the Twilight of the Empire (Baltimore 2015). 

Sirago, V.A., Galla Placidia: la nobilissima (Milano 1996). 

Sivan, H., Galla Placidia: The Last Roman Empress (Oxford 2011) 35; 49.

228. FLAVIA SERENA

228. FLAVIA SERENA

La Catedral de Monza (Italia) conserva una de las pocas representaciones de Flavia Serena. Emperatriz de facto, pero no de iure, el bajorrelieve la muestra con la dignidad de un miembro de la familia imperial, con expresión hierática y absorta. La acompañan su hijo y su marido, el general vándalo Estilicón. La fascinación que pueda suscitar esta pieza no hace sino crecer más conforme se esclarecen los acontecimientos y hechos de su vida. La mayoría de todos estos son conocidos gracias al Elogio de Serena que escribió Claudiano. Nació hacia el año 370 en el seno de una familia aristócrata y cristiana hispana. Se conoce el nombre de su padre, Honorio; aunque de su madre no se tienen apenas datos. Este último era hermano del futuro emperador Teodosio, quien sentía un gran afecto por la pequeña Serena.

Constantinopolis

 Recibió una excelente educación, destacando en el ámbito de la poesía clásica. Cuando murió su padre sobre el 381, se trasladó a Constantinopla junto con su madre y sus hermanas a la corte de Teodosio, quien la convirtió en hija adoptiva, aunque no con todos los derechos que este título otorgaba. Antes de morir y, siguiendo la política de alianzas, la prometió en matrimonio con el general Estilicón. De esta forma, Teodosio aseguraba un buen marido para su sobrina, quien doblegaría cualquier intento de usurpación al trono por Estilicón, y un perfecto general que acompañara a los herederos. Este era hijo de un oficial vándalo que había servido al emperador Valente y de una aristócrata romana. Pertenecía al cuerpo de los protectores. Aunque poco antes del enlace, fue ascendido a comes sacri stabuli y, seguidamente, a comes domesticorum. Según los investigadores, le fueron concedidos estos dos ascensos para que Estilicón alcanzara el estatus de Serena. Tuvieron tres hijos, Euquerio, María y Termancia. Cuando Teodosio murió víctima de una enfermedad, Estilicón se proclamó parens de los dos herederos del Imperio, contando con el apoyo de Ambrosio, obispo de Milán. Juntos Serena y Estilicón se encargaron de la educación de Gala Placidia, a quien prometieron con su hijo Euquerio, aunque no se hizo efectivo para evitar posibles rumores en el Senado. Posteriormente prometieron a María con Honorio y, a la muerte de esta, con Termancia.

Serena, no sólo se encargó de legitimar la dinastía de su tío, también utilizó su posición e influencia para llevar a cabo acciones en beneficio de la Iglesia. Como motivo de una promesa donó los mármoles para el sacellum de las reliquias de la Basílica de San Názaro, además de financiar su decoración “al estilo romano”. Conoció a Melania la Menor, quien le mostró los principios del ascetismo. Motivada por aquella, Serena pidió a Honorio que decretase que en cada provincia fueran los magistrados y gobernadores los responsables de la venta de los bienes y que los beneficios de estos fueran para el tesoro público. En el 408, Honorio mandó ejecutar a Estilicón, acusado de querer situar a su hijo en el trono imperial y, por tanto, cometer crímenes contra el Estado. Euquerio también fue asesinado poco tiempo después. Por temor a que vengara la muerte de su hijo, Gala Placidia acusó de conspiración a Serena quien murió ejecutada sin miramientos. 

Patricia Téllez Francisco

Universidad de Sevilla

Díptico de marfil donde se representan a Flavia Serena, su hijo y su marido Estilicón. Siglo V. Catedral de Monza.

Fuentes principales

Claudio, Elogio de Serena.

Evagrio, Historia eclesiástica, 23.

Zósimo, Nueva historia, 4-59.

Selección bibliográfica

Blázquez, J.M.ª, “Relaciones de los grandes acetas de finales de la Antigüedad con las altas magistraturas del Estado”, Tempus implendi promissa. Homenaje al prof. Dr. Fomingo Ramos-Lissón 33 (Colección historia de la Iglesia) (2000) 69-85.

Hughs, I., Stilicho: The Vandal Who Saved Rome (Barnsley 2010).

Magnani, A., Serena, l’ultima romana (Milano 2002).

Seijo Ibáñez, E., “La barbarización del ejército y de la corte Oriental: el matrimonio de Serena y Estilicón”, Estudios bizantinos 7 (2019) 1-15.

227. ASCLEPIGENIA

227. ASCLEPIGENIA

Asclepigenia fue una filósofa neoplatónica perteneciente al círculo de la célebre Academia ateniense que vivió a finales del s. IV. Los exiguos datos biográficos que se conocen de ella la relacionan con los miembros más afamados de la escuela ateniense. Era hija de Plutarco, el gran impulsor de ese platonismo triunfante en el mundo tardoantiguo que consideraba igualmente necesarias las enseñanzas de Aristóteles. Al igual que el resto de sus compañeras filósofas, recibió una formación tan especializada como la filosofía en el seno familiar, impartida por su padre y fue él quien le inició en las artes teúrgicas consideradas uno de los instrumentos más característicos del neoplatonismo ateniense.

Athenae

Asclepigenia es un fiel exponente del importante papel que tiene, en la preservación y desarrollo del neoplatonismo, la transmisión familiar, convertida en pieza clave que aseguraba la línea sucesoria de la escuela. Su padre fue quien instruyó tanto a ella como a su hermano Hierio en la teúrgia, transmitiéndoles la tradición ritual que él aprendió de su padre, Nestorio, hierofante en Eleusis, afamado por formular oráculos muy certeros. A su vez, Asclepigenia instruyó en la teúrgia y en la tradición caldea a Proclo.

Siguiendo los usos habituales que circunscribían la esfera de acción femenina al ámbito doméstico, Asclepigenia ejerció ese magisterio teúrgico en el seno del hogar familiar, pero solo en ocasiones especiales y no como parte de un currículum normalizado. Teniendo en cuenta este tipo de enseñanza, que no era pública y a la que solo accedían algunos estudiantes tras haber sido formados en la Academia, puede entenderse que Asclepigenia, al igual que su homóloga Sosípatra, no tuviera pupilos que dejaran testimonio del conocimiento transmitido por esas mujeres. Ellas dependían de los alumnos redirigidos por los filósofos que encabezaban la escuela y no controlaban ni el proceso educativo ni el acceso a esa formación. 

Llama la atención que, de Asclepigenia, no se conserve ninguna noticia negativa en las fuentes cristianas a pesar de ser maestra en prácticas tan delicadas como las teúrgicas que contravenían los dictámenes de un Estado ya cristiano. Quizás ese magisterio no fue objeto de atención al no ser percibido como una amenaza. Su inclinación intelectual no comportaba el abandono de sus tradicionales papeles como esposa y madre. Además, su formación servía de acicate y refuerzo para la educación intelectual de sus hijos y de los de las élites. 

El magisterio de las filósofas siempre quedó circunscrito a la esfera doméstica, el entorno que en principio les correspondía, por lo que su presencia en la vida pública nunca pudo considerarse una amenaza. Solo cuando ese magisterio trascendía a los espacios de proyección pública para alcanzar una repercusión social mayor, incluso política, su presencia era percibida como amenazadora y el retrato que se hace de ellas en las fuentes es negativo, como así sucede con la más conocida filósofa del momento, Hipacia.

Clelia Martínez Maza

Universidad de Málaga

Ettore Forti (1800 aprox.). Las músicos. Colección privada.

Fuentes principales

Marino de Nápoles, Proclo o sobre la felicidad. 

Selección bibliográfica

Baltzly, D., “Proclus and Theodore of Asine on Female Philosopher-rulers: Patriarchy, Metempsychosis, and Women in the Neoplatonic Commentary Tradition”, AncPhil 33 (2013) 403-24.

Clark, G., “Do Try this at Home: The Domestic Philosopher in Late Antiquity”, en Amirav, H., Romeny, B.(eds.), From Rome to Constantinople: Studies in Honour of Averil Cameron (Leuven 2007) 153-72.

Denzey Lewis, N., “Living Images of the Divine: Female Theurgists in Late Antiquity”, en Stratton, K.B., Kalleres, D.S. (eds.), Daughters of Hecate: Women and Magic in the Ancient World (Oxford 2014) 274-97.

226. CLAUDIA, Vestal Máxima

226. CLAUDIA, Vestal Máxima

Según Prudencio, una vestal de nombre Claudia habría dejado el sacerdocio para abrazar el cristianismo. Este pasaje se ha puesto en conexión con un pedestal del Atrio de Vesta datado en el año 364 y en el que el nombre de la sacerdotisa ha sufrido damnatio memoriae, aunque se distingue la primera letra del nombre, una C. 

No es fácil asegurar si la vestal, recordada en esta inscripción, es la mencionada por Prudencio. Su nomen empezaba por C y, o bien aparecía abreviado o tenía un cognomen muy corto, ya que el espacio existente en la inscripción no es muy grande. La sacerdotisa del epígrafe había alcanzado el grado de Vestal Máxima, un detalle que no recoge el poeta cristiano, aunque éste no es un problema insalvable.

Roma

Por otro lado, Símaco, en una carta no fechada, pregunta a una vestal si era verdad que quería dejar su sacerdocio antes de los treinta años establecidos por la ley. No sabemos qué sucedió finalmente. Aunque la vestal citada por Símaco hubiese dejado el sacerdocio, es difícil vincularle el pedestal. La sacerdotisa honrada en el pedestal del 364 había alcanzado el grado Vestal Máxima y seguramente ya habría cumplido los treinta años de sacerdocio de acuerdo con la ley cuando Símmaco escribió su carta, pudiendo abandonar su condición de vestal voluntariamente. Por otra parte, se asume que la damnatio memoriae del pedestal solo puede vincularse a una actuación pagana en respuesta al abandono del sacerdocio por parte de una vestal. 

Sin embargo, también podría haber partido de un ambiente cristiano contra una sacerdotisa pagana. En este sentido, aunque tampoco se puede vincular con seguridad el pedestal a Celia Concordia, la Vestal Máxima que propuso que las sacerdotisas pudiesen dedicar una estatua a Vetio Agorio Pretextato, a quien Jerónimo dedica comentarios muy crudos afirmando su condenación al infierno, la actuación de ella de dedicarle una estatua tampoco debió agradar a los cristianos. Todo ello pone de manifiesto la dificultad de atribuir la inscripción a una vestal concreta.

José Carlos Saquete

Universidad de Sevilla

Epígrafe dedicado a la Vestal Máxima con la correspondiente damnatio memoriae. Siglo IV. Roma.

Fuentes principales

CIL VI, 32422.

Prudencio, Libro de las coronas, 2.527-8.

Símaco, Cartas, 9.108.

Selección bibliográfica

Jones, A.H.M., Martindale, J.R., Morris, J., The Prosopography of the Later Roman Empire (Cambridge 1971).

Rüpke, J., Fasti Sacerdotum: Die Mitglieder der Priesterschaften und das sakrale Funktionspersonal römischer, griechischer, orientalischer und jüdisch-christlicher Kulte in der Stadt Rom von 300 v. Chr. bis 499 n. Chr. (Stuttgart 2005).

Saquete, J.C., Las vírgenes vestales. Un sacerdocio femenino en la religión pública romana, Anejos de AEspA 21 (Madrid 2000).

225. CELIA CONCORDIA

225. CELIA CONCORDIA

Celia Concordia fue Vestal Máxima en la segunda mitad del siglo IV. En el año 384, tras la muerte del senador Vetio Agorio Pretextato, pidió permiso al Senado, en nombre del colegio sacerdotal de las vestales, para erigir una estatua a este defensor de los cultos tradicionales y que había ocupado entre otros sacerdocios el de pontifex Vestae. Quinto Aurelio Símaco, entonces prefecto de la Urbe, también pagano y buen amigo del fallecido, aunque estaba a favor de cualquier honor hacia su compañero, no estaba de acuerdo con que las vestales realizaran esta iniciativa, ya que iba contra la tradición y afectaba a la imagen de las sacerdotisas, porque no estaba bien visto que hicieran homenajes a un hombre. 

Roma

Finalmente, llevaron a cabo la dedicación, como sabemos por otra estatua que la esposa de Pretextato, Fabia Aconia Paulina, erigió en su casa del Esquilino a la vestal Celia Concordia en agradecimiento por el homenaje a su marido. En su pedestal se hace referencia a la pureza y piedad que demostró en las actividades de culto, y se señala la dedicatoria que ella junto con el resto de las vestales habían realizado a Pretextato.

José Carlos Saquete

Universidad de Sevilla

Epígrafe en honor a Celia Concordia. Transcripción. Siglo III. Roma.

Fuentes principales

CIL VI, 2145.

Símaco, Cartas, 2.36.

Selección bibliográfica

Jones, A.H.M., Martindale, J.R., Morris, J., The Prosopography of the Later Roman Empire (Cambridge 1971).

Rüpke, J., Fasti Sacerdotum: Die Mitglieder der Priesterschaften und das sakrale Funktionspersonal römischer, griechischer, orientalischer und jüdisch-christlicher Kulte in der Stadt Rom von 300 v. Chr. bis 499 n. Chr. (Stuttgart 2005).

Saquete, J.C., Las vírgenes vestales. Un sacerdocio femenino en la religión pública romana, Anejos de AEspA 21 (Madrid 2000).

224. FABIA ACONIA PAULINA

224. FABIA ACONIA PAULINA

Fabia Aconia Paulina fue una mujer noble que vivió en pleno siglo IV. Fue esposa de uno de los hombres de Estado más destacados de la Roma bajoimperial, Vetio Agorio Pretextato. En el monumento fúnebre dedicado a su marido, Paulina aparece retratada con las cualidades ideales que en la sociedad romana se esperaban en una esposa: castidad, pudor y fidelidad. Estas tres virtudes las cumple Paulina, que se presenta no solo como una cónyuge perfecta sino también como una devota madre, una hermana cariñosa y una hija modesta cumpliendo así los valores femeninos más admirados en una matrona: la pietas, la devoción a la familia, al marido, al hijo (fue madre de un solo hijo de Pretextato). 

Roma

Queda descrita además como una esposa buena y obediente, servicial y amorosa, honesta, devota amante de su esposo. Paulina resalta la amistad y la confianza como base de su matrimonio. Pretextato le confía los secretos ocultos de su corazón (así queda recogido en su dedicación fúnebre) y esa confianza se traduce en la plena capacidad de acción que le otorga para administrar las propiedades de la familia mientras él participa de la vida pública. 

La dedicación dirigida a su difunto marido no solo deja testimonio del amor que se profesó la pareja sino de una idéntica devoción por los dioses tradicionales, en un momento en el que se asiste al relevo religioso que culminaría con la declaración del cristianismo como religión oficial. Por ejemplo, Paulina comparte con su marido su predilección por las divinidades de naturaleza mistérica. Esta inclinación es muy representativa del ambiente religioso del período en el que los misterios adquieren una proyección social tal que fueron percibidos como los competidores más amenazadores del cristianismo. Paulina fue devota de diosas como Hécate, Ceres y Core, presentes en los santuarios de Egina y Lerna.  

Esta iniciación en advocaciones locales puede explicarse por la presencia de su esposo en Oriente como procónsul de Acaya durante los años 362 a 364. Además, Paulina se muestra devota de los misterios más vitales en la élite senatorial de la Roma del periodo como expresión religiosa de sus intereses de clase. Fue devota de Isis, Cibeles y Atis. El apelativo de isíaca quizás incluso indicaría el ejercicio de un sacerdocio dentro del culto egipcio. Además, como devota metróaca, recibió junto a su esposo el taurobolio el mismo día: el 16 de junio del 370. Pretextato también fue testigo de los dioses ante Paulina en su iniciación y le sirvió de mistagogo, enseñándole los secretos de cada culto y la preparó para ser digna de los ritos divinos. Paulina celebra su matrimonio como una unión santa, sancionada por los dioses en el cielo. Su matrimonio duró cuarenta años y solo la muerte separó a los esposos, pero, aunque Paulina llora la muerte de Pretextato, confía en encontrarlo de nuevo en la otra vida, gracias a la feliz esperanza ultramundana garantizada en los misterios.

Clelia Martínez Maza

Universidad de Málaga

Base de la estatua dedicada a Vetio Agorio Pretestato. Siglo III. Museos Capitolinos, Roma.

Fuentes principales

CIL VI, 1779; 1780; 2145.

Selección bibliográfica

Cameron, A., The Last Pagan of Rome (Oxford 2010).

Kahlos, M., “Paulina and the Death of Praetextatus. Rhetoric and Ideals in Late Antiquity (CIL VI 1779)”, Arctos 28 (1994) 13-25.

Martínez Maza, C., “Devotas mistéricas en la Roma tardoimperial”, Aevum 77 (2003) 53-68.

Salzman, M.R., Sághy, M., Lizzi-Testa, R., Pagans and Christians in Late Antique Rome:  Conflict, Competition and Coexistence in Late Antique Rome (Cambridge 2015).

Watts, E.J., The Final Pagan Generation (Oakland 2015).

223. EUSTOQUIA

223. EUSTOQUIA

Virgen cristiana de familia aristocrática, Eustoquia nació en Roma hacia el 370. Hija de Paula y Julio Toxocio, era descendiente por parte de madre de los Emilios, de los Escipiones y de los Gracos; y por parte de padre de la nobilísima sangre de Eneas y de los Julios, de los que ella tomó el nombre de Julia. Era la tercera de cinco hermanos: Blesila, Paulina, Rufina y Toxocio. Aunque sus hermanas eran devotas cristianas, como su madre, Eustoquia fue la única que renunció al matrimonio por la virginidad. Seguramente fue una decisión personal suya, pues su madre no se opuso al matrimonio de las restantes hijas. 

Roma

Eustoquia frecuentó con su madre el círculo ascético de la aristocrática Marcela en el Aventino y fue ésta quien la introdujo en el ascetismo y quien le presentó a san Jerónimo, su maestro espiritual. Junto con su madre, siguiendo a Jerónimo, se trasladó a Oriente para asentarse en Belén en 386, donde llevó hasta su muerte una vida monástica. Durante tres años (386-389) se alojó con su madre en un pequeño hospedaje hasta que, a sus expensas, construyeron celdas, monasterios y una hospedería para peregrinos. A la muerte de Paula, en 404, Jerónimo temió que los monasterios no pudieran seguir sosteniéndose, pero Eustoquia siguió financiándolos y dirigiéndolos. Hacia el 410 recibió en Belén a su sobrina Paula, hija de su hermano Toxocio y de Leta, que había sido consagrada a la virginidad desde su nacimiento.

Eustoquia y la joven Paula enviaron saludos, a través de una carta de san Jerónimo, a Agustín de Hipona en el 416. En ella san Jerónimo dijo que había enviado a Rávena, África y Sicilia al presbítero Firmo para solucionar asuntos relacionados con las propiedades de aquellas, diseminadas por varios lugares de Occidente. Ese mismo año, tía y sobrina escribieron al papa Inocencio de Roma para lamentarse de que sus monasterios habían sido atacados y destruidos en un incendio. Un diácono murió y ellas hubieron de refugiarse en una torre. Seguramente los saqueadores eran seguidores del asceta Pelagio, a quien Jerónimo se había enfrentado. Inocencio escribió al obispo Juan de Jerusalén, partidario de Pelagio, recriminándole su pasividad ante estos hechos. 

Junto con su madre, Eustoquia exhortó a Jerónimo a llevar a cabo traducciones y comentarios de los libros de la Biblia y colaboró en alguno de ellos, aunque es difícil precisar cuál fue su contribución. En torno al 410, Jerónimo le dedicó los dieciocho libros del Comentario de Isaías y los catorce del Comentario de Ezequiel. Antes Jerónimo le había dedicado un tratado con consejos para la práctica de la virginidad y el epitafio de su madre, alabando su conocimiento de las Escrituras y su ascetismo, pero las cualidades de Eustoquia quedaron ensombrecidas por las de su madre, a cuyo lado estuvo hasta su muerte, obedeciendo puntualmente sus mandatos. Según Jerónimo, nunca salió de casa sin ella, ni dispuso de su propio patrimonio. Murió en el 418.

Mar Marcos

Universidad de Cantabria

Juan de Valdés Leal (1656-1657). Santa Eustoquia. Barnard Castle, Bowes Museum, Newgate.

Fuentes principales

Jerónimo, Epistolario, 22; 108.

Selección bibliográfica

Consolino, F.E., “Modelli di comportamento e modi di santificazione per l’aristocrazia femminile d’Occidente”, en Giardina, A. (ed.), Società romana e impero tardoantico. I: Istituzioni, ceti, economie (Bari 1986) 273-307.

Marcos, M., Las mujeres de la aristocracia senatorial en la Roma del Bajo Imperio (312-410) (Santander 1990, Tesis doctoral).

Lizzi, R., “Ascetismo e monachesimo nell’ Italia tardoantica”, Codex Aquilarensis. Cuadernos de Investigación del Monasterio de Santa María la Real 5 (Aguilar de Campóo 1991) 55-89.

Serrato Garrido, M., Ascetismo femenino en Roma: estudios sobre San Jerónimo y San Agustín (Cádiz 1993).

222. POEMENIA

222. POEMENIA

Poemenia fue una noble de origen hispano, probablemente miembro de la familia imperial de Teodosio I. Por varias fuentes se sabe que Poemenia era muy piadosa, que viaja en peregrinación a los Santos lugares, al igual que otras santas y aristócratas mujeres de la época, como su contemporánea Egeria. Este viaje lo habría realizado entre el 384 y el 394. Así pues, tomó sus propios barcos y se hizo acompañar de obispos, presbíteros, eunucos y otros siervos, tal despliegue económico, así como el cortejo que la acompañaba indicaría su elevada posición socioeconómica. Se dirigió en primer lugar a Alejandría, a pesar de que Juan de Licópolis, un eremita de Nitrea, le había advertido de que, si lo hacía, encontraría problemas.

Hierosolyma

Cuando sus siervos desembarcaron en Nikiû (antigua localidad del delta del Nilo) sufrieron agresiones y heridas, y ella terribles ofensas y amenazas. Continuó después su viaje a Jerusalén, donde coincidió con Melania la Menor, y allí desplegó su generosidad en beneficio del cristianismo. En el Monte de los Olivos hizo construir la iglesia de la Ascensión y rodearla de otras dependencias; por otra parte, destruyó un ídolo pagano situado en el Monte Garizim, en Samaria, que era venerado hasta entonces por los habitantes del país.  

Se le atribuye una estricta ortodoxia hacia la fe nicena, al igual que otras mujeres pertenecientes a la familia imperial teodosiana, como la emperatriz Elia Flacila. Jerónimo en su epístola 54 critica por la ostentación de un lujo escandaloso de una mujer anónima que despliega una amplia comitiva en un viaje hacia Oriente. Esa mujer ha sido identificada con Poemenia por la coincidencia de los elementos entre ambas. En cualquier caso, se trata de un fiel reflejo del paradigma femenino de la corte teodosiana, donde todas las mujeres hispanas se trasladaban a Oriente en peregrinación.        

Juana Torres

Universidad de Cantabria

Mosaico con el cardo de Jerusalén, Barrio judío del casco histórico de Jerusalén. Siglo III. Jerusalén.

Fuentes principales

Jerónimo, Epístolas, 54.

Sinasario etiópico.

Vida de Juan de Licópolis.

Selección bibliográfica

Devos, P., “La date du voyage d’Égérie”, AB 85 (1967) 165-194.

Devos, P., ”Une nouvelle Égérie”, AB 101 (1983) 43-66.

VV.AA., Atti del Convegno Internazionale sulla Peregrinatio Egeriae (Arezzo 1987).

Marcos, M., “El ascetismo y los orígenes de la vida monástica”, en Teja, R. (ed.), La Hispania del siglo IV. Administración, economía, sociedad, cristianización (Bari 2002) 231-266.

Marcos M., “El origen de la peregrinación religiosa en el mundo cristiano: Jerusalén y Roma”, en García de Cortázar, J.A. Teja, R., Monasterios y peregrinaciones en la España Medieval (Aguilar de Campóo 2004) 13-31.

221. EGERIA

221. EGERIA

Originaria del noroeste de Hispania o del sur de la Galia, Egeria, cristiana dedicada al ascetismo, llevó a cabo un viaje de peregrinación por Oriente entre el 381 y el 384. El relato de este viaje, que escribió ella misma, se conserva en un único manuscrito, y en algunos otros fragmentos, entre ellos una página de un códice visigodo procedente de la catedral de Toledo. El texto está mutilado al principio y al final, y consta de dos partes: el relato del viaje y la descripción de la liturgia de Jerusalén. Comienza en la visita al Monte Sinaí, el sábado 16 de diciembre del 383, y concluye en Constantinopla en junio del 384. Lo que se conserva apenas si llega a una cuarta parte del texto íntegro.

Gallaecia

Las noticias sobre la identidad de Egeria son escasas y dudosas, comenzando por su nombre, del que se presentan varias formas. La patria es todavía hoy debatida entre quienes proponen el sur de la Galia (Aquitania o Narbonense) o el noroeste de Hispania, de la provincia que en la época se denominaba Gallaecia. Se desconoce también el tipo de compromiso religioso de Egeria. El Itinerario no dice nada de ello. Está dirigido a sus “hermanas”, que se han quedado en casa, lo que ha llevado a pensar que Egeria vivía en un monasterio o estaba al frente de uno. Valerio del Bierzo le llama “santa monja”. Pudo ser una virgen o una viuda practicando una ascesis en el ámbito doméstico y que, siguiendo el ejemplo de otras mujeres de su época, viajó para conocer los lugares bíblicos y las fuentes del monacato.     

Egeria era de condición social elevada, como se desprende de la duración y las condiciones del viaje, así como de la consideración que muestran hacia ella los obispos, sacerdotes y monjes que la reciben, y los funcionarios imperiales que salen a su encuentro. Se ha tratado de relacionar a Egeria, que comienza y acaba su viaje piadoso en Constantinopla, con la familia de Teodosio I, entonces emperador de Oriente, de origen hispano y también de la provincia de Gallaecia, pero no hay prueba de ello. Así como tampoco de que Egeria tuviera relación alguna con el priscilianismo, un movimiento ascético que por la época de su viaje estaba comenzando a ser perseguido en Hispania. 

Egeria es, como se define a sí misma, una mujer curiosa, a quien le interesa todo: los lugares donde se recordaban los más variados episodios, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, las iglesias, las celdas, monasterios y tumbas de los mártires. Disfruta del paisaje, contempla las montañas y los valles y aprecia el sabor del agua, que prueba en muchas fuentes del camino. Manifiesta interés por la historia y la arqueología. Su cultura es esencialmente cristiana. Utiliza un latín didáctico, con cierto sabor clásico, que incorpora expresiones del lenguaje hablado con un estilo repetitivo, inspirado en los modelos épicos que luego se encontrarán en las novelas medievales. Su cultura profana es escasa. 

Mar Marcos

Universidad de Cantabria

Sello 2273. XVI Centenario del viaje de la monja Egeria al Oriente Bíblico. Correos, España, 40 pesetas de España a Europa. 1984.

Fuentes principales

Itinerario de la virgen Egeria.

Selección bibliográfica

Devos, P., “La date du voyage d’Égérie”, AB 85 (1967) 165-194.

Devos, P., ”Une nouvelle Égérie”, AB 101 (1983) 43-66.

VV.AA., Atti del Convegno Internazionale sulla Peregrinatio Egeriae (Arezzo 1987).

Marcos, M., “El ascetismo y los orígenes de la vida monástica”, en Teja, R. (ed.), La Hispania del siglo IV. Administración, economía, sociedad, cristianización (Bari 2002) 231-266.

Marcos M., “El origen de la peregrinación religiosa en el mundo cristiano: Jerusalén y Roma”, en García de Cortázar, J.A. Teja, R., Monasterios y peregrinaciones en la España Medieval (Aguilar de Campóo 2004) 13-31.