155. JULIA HELIAS

155. JULIA HELIAS

Casi todo lo que sabemos de esta mujer proviene de una inscripción funeraria que le dedicó su familia en la ciudad romana de Lugdunum, actual Lyon. Se trata de un monumento finamente tallado, donde consta que había sido flaminica Augusta y que había muerto a la edad de 25 años y dos meses. La inscripción dice también que su cuerpo había sido trasladado desde Roma, donde habría tenido lugar el fallecimiento, hasta el mausoleo familiar donde fue enterrada, en la capital de la provincia Gallia Lugdunensis

Lugdunum

Julia Helias era hija de Sexto Julio Calisto y de Julia Nice, seguramente ambos libertos de un mismo patrono, en atención a sus cognomina griegos y la coincidencia del nomen Iulius en la pareja. De hecho, el padre aparece atestiguado en otra inscripción funeraria hallada en Lyon donde se menciona de forma explícita su condición de libertus. Por esta misma inscripción se sabe que tanto él como su patrono, el ciudadano romano Sexto Julio Helio, fueron seviri Augustales en la ciudad de Lugdunum. El honor del sevirato augustal, único al que podían aspirar los libertos, suponía la integración de quienes lo detentaban en la élite local. A cambio, exigía realizar importantes contribuciones económicas a la ciudad, de modo que solo era ejercido por una minoría, normalmente compuesta por personas enriquecidas con el fruto de su trabajo en el mundo del comercio y los negocios. Sin duda, este sería el caso de Sexto Julio Calisto. La elección de su hija, nacida quizás ya con la condición libre como sacerdotisa del culto imperial debió de suponer un hito muy importante en el ascenso social de esta familia lugdunense. 

De acuerdo con la datación del epitafio, la vida de Julia Helias transcurrió en el siglo II. Desconocemos los motivos por los cuales viajó a Roma y si estos estuvieron relacionados o no con el ejercicio del flaminado. También desconocemos las circunstancias en que se produjo su temprana e inesperada muerte. La repatriación de sus restos sugiere que se había trasladado a la capital del Imperio de forma temporal y que probablemente no estaba casada ni tenía hijos. Fueron sus hermanas, Julia Heliane y Julia Calistate quienes se encargaron de este cometido. Esto nos indica que no estaba casada y que su padre habría muerto antes que ella.  

En suma, Julia Helias fue una dama de la élite lugdunense que gozó de una proyección pública de primer nivel, en calidad de sacerdotisa del culto imperial, y contribuyó a acrecentar el prestigio de su familia, de origen servil, aunque poderosa desde el punto de vista económico. Es preciso poner de manifiesto también el protagonismo de sus dos hermanas en la conmemoración fúnebre de que fue objeto en su ciudad de origen. Ambas, en solitario, realizaron un largo viaje de ida y vuelta, de Lugdunum a Roma, poniendo de manifiesto con esta acción su pietas y el cumplimiento de su deber funerario, probablemente en ausencia de varones.

Alicia Ruiz-Guitiérrez

Universidad de Cantabria

Epígrafe funerario de Julia Helias. Siglo II. Musée Gallo Romain, Lyon.

Fuentes principales

CIL XIII, 1956 y 2181.

ILS 8098.

Selección bibliográfica

Burnand, Y., “De la servitude au flaminat: quelques cas de promotion sociale en Gaule romaine”, en Frezouls, E. (ed.), La mobilité sociale dans le monde romain. Actes du colloque organisé à Strasbourg (novembre 1988) par l’Institut et le Groupe de Recherche d’Histoire Romaine (Strasbourg 1992) 203-213.

Wierschowski, L., Fremde in Gallien – “Gallier” in der Fremde. Die epigraphisch bezeugte Mobilität in, von und nach Gallien vom 1. bis 3. Jh. n. Chr. (Texte -Übersetzungen -Kommentare” (Stuttgart 2001).

154. ESCRIBONIA ÁTICA

154. ESCRIBONIA ÁTICA

Escribonia Ática fue una comadrona que vivió en el siglo II en la ciudad portuaria de Ostia, unos 30 km al suroeste de Roma. Ella mandó construir la tumba familiar y colocar en su fachada una inscripción que recuerda su nombre y un relieve que la representa en plena actividad laboral. Este relieve muestra a Escribonia en el momento en que atiende un parto: se la puede ver sentada en un taburete frente a la parturienta en actitud de controlar con la mano derecha la expulsión del feto, al tiempo que dirige su mirada al observador de la escena. La futura madre está sentada en una silla obstétrica con las manos bien sujetas en unos asideros, mientras que tras ella otra mujer, seguramente asistente de nuestra comadrona, le sujeta presionando la barriga por debajo de las axilas.

Ostia

La representación no es sofisticada, pero transmite con sencillez la imagen de una profesional que contaba con personal propio y con un equipamiento especializado. Las funciones de las obstetras en el mundo romano iban más allá de la atención al parto. Estas profesionales atendían a la mujer también durante la gestación y el puerperio, y se dedicaban igualmente a la creación de recetas y medicinas destinadas a atajar otras dolencias femeninas. La comadrona perfecta debía poseer también conocimientos teóricos y una sólida experiencia práctica. Incluso podían ser llamadas para certificar legalmente la validez de partos en el curso de pleitos en los que, por ejemplo, el nacimiento de un niño pudiera acarrear consecuencias relacionadas con el derecho de sucesiones. Gracias al epitafio que se exhibía junto al relieve conocemos un poco acerca del círculo social más íntimo de Escribonia. Estaba casada con un cirujano llamado Marco Ulpio Amerimno, y con ellos también vivían la madre de ella, Escribonia Calítique, y un tal Diocles, seguramente un esclavo. El grupo familiar se completaba con un número indeterminado de libertos. La tumba de Escribonia, aunque no se encontraba entre las más grandes de la necrópolis, era una de las más caras. Se presentó a la cabeza del grupo familiar y como promotora de dicha tumba, mostrando su actividad profesional y el deseo de perpetuar su memoria.

María de los Ángeles Alonso

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Relieve que representa a la comadrona Escribonia Ática. Siglo II. Ostia antica, Roma.

© Archivio Fotografico – Parco Archeologico di Ostia Antica

Fuentes principales

EDR 101470.

Selección bibliográfica

Alonso Alonso, M.ªA., Los médicos en las inscripciones de Italia (siglos II a.C. – III d.C.). aspectos sociales y profesionales (Santander 2018).

Calza, G., La necropoli del porto di Roma nell’isola Sacra (Roma 1940).

Dimopoulou, A., “Medica, obstetrix, nutrix: les femmes dans les métiers médicaux et paramédicaux dans l’Antiquité grecque et romaine”, Saitabi 49 (1999) 273-287.

Gummerus, H., Der Ärztestand im römischen Reiche nach den Inschriften (Helsinki 1932).

153. ESCANCIA REDEMPTA

153. ESCANCIA REDEMPTA

Escancia Redempta fue una joven que vivió en el siglo II en Capua, en el sur de Italia. Se la conoce gracias al epitafio de mármol que dedicaron sus padres y que probablemente dispusieron en las paredes de su tumba. Esto habría permitido a todo aquel que pasara por delante del sepulcro leer las virtudes de la joven. Escancia era una mujer incomparable y ejemplar, una hija dulcísima dotada de los valores que caracterizaban la virtud femenina en época romana: llena de pudor, preservada por la honestidad de sus costumbres, dotada de piedad hacia sus progenitores, ilustre por su propensión a la castidad y digna de una perseverante modestia. Tales virtudes las desplegó también en su matrimonio, pues cuidó con esmero a su marido, cuyo nombre no es mencionado en el epígrafe.

Capua

A todas estas virtudes, Escancia sumaba otra más que la distinguía del resto y que sus padres no quisieron dejar de recordar en el epitafio: junto a este retrato tradicional de mujer virtuosa y casta, la joven destacaba por haber sido sobresaliente en la disciplina médica. Lo que indica que Escancia debió morir cuando desarrollaba sus estudios de medicina. Sin duda, hay muchos detalles que se nos escapan y que el laconismo de la epigrafía no nos permite conocer: desconocemos dónde llevaba a cabo sus estudios la joven Escatina, quién o quiénes fueron sus maestros, si alguna vez ejerció el oficio o si tuvo ocasión de curar a algún enfermo. Pero una cosa es segura, y es que si sus padres decidieron incluir en el epitafio una referencia a los estudios que estaba llevando a cabo es porque se trataba de una actividad que tenía mucha importancia en la vida de la joven: el hecho de recibir una formación en el arte de la medicina era parte de su identidad femenina y contribuyó también a construir su memoria. Sus padres, Flavio Tarentino y Escancia Redempta, le compusieron como elogio fúnebre un bello poema que hoy nos permite recordar a esta joven que murió con tan solo 22 años. 

María de los Ángeles Alonso

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fragmento del epígrafe funerario dedicado a Escancia Redempta. Siglos II. Capua.

Fuentes principales

CIL X, 3980.

Selección bibliográfica

Alonso Alonso, M.ªA., “Medicae y obstetrices en la epigrafía latina del Imperio romano. Apuntes en torno a un análisis comparativo”, Classica & Christiana 11 6, 2 (2011) 267-296.

Alonso Alonso, M.ªA., Los médicos en las inscripciones de Italia (siglos II a.C. – III d.C.). aspectos sociales y profesionales (Santander 2018).

Buonopane, A., “Medicae nell’occidente romano: un’indagine preliminare”, en Buonopane, A., Cenerini, F. (eds.), Donna e lavoro nella documentazione epigrafica. Atti del I Seminario sulla condizione femminile nella documentazione epigrafica. Bologna, 21 novembre 2002 (Faenza 2003) 113-130.

152. AGUSIA PRISCILA

152. AGUSIA PRISCILA

Agusia Priscila fue una sacerdotisa romana del siglo II asentada en Gabii, una población de las afueras de Roma. Es muy poco lo que se puede saber de ella, pero aun así se disponen de algunos datos a través de un epígrafe que relata su labor dentro de su municipio. Debió ser miembro de la élite local como demuestra su posición como sacerdotisa, hecho que le debió conferir influencia y prestigio entre sus conciudadanos. 

El epígrafe conservado da buena prueba de su implicación y riqueza. De hecho, son sus obras y donaciones las que destacan en esta inscripción. Este sistema de regalos para el bien común era conocido como evergetismo.

Gabii

Se esperaba que aquellos que tuviesen una mayor capacidad económica y estatus social inviertesen en el bienestar de la comunidad mediante donaciones, organizaciones de espectáculos o, en definitiva, con actos edilicios. Evidentemente, esto no estaba exento de cierto interés por parte del emprendedor, pues permitía conseguir un mayor prestigio e influencia. También conllevaba un riesgo en caso de no realizar lo prometido. 

Sabemos por el epígrafe que Agusia era sacerdotisa del emperador y su familia, aunque no ligada directamente al culto imperial, sino a dos aspectos abstractos, pero igual de importantes, la esperanza y la salud. Por la inscripción sabemos que Agusia pagó de su propio dinero la restauración del pórtico del templo en el que ejercía el sacerdocio. Además, dispuso la celebración de unos juegos gladiatorios en honor al emperador Antonino Pío, dedicándolos a la salud de este. El epígrafe es en sí mismo una dedicatoria de la comunidad a la propia Agusia, que le levantó un altar votivo y una estatua como agradecimiento por sus contribuciones a la comunidad.

Este presente que se le hizo a Agusia, no sabemos si aún en vida de la mujer, sirvió para perpetuar su memoria y para saber el aprecio que se podía tener por un miembro destacado de la sociedad romana, aunque fuese en un ámbito muy local. Agusia Priscila no es un caso aislado, es simplemente un ejemplo escogido entre otras muchas mujeres, que fueron ampliamente respetadas por la utilización de sus riquezas y su posición privilegiada en beneficio público.

Antonio Fajardo Alonso

Universidad de Sevilla

Epígrafe funerario dedicado a Agusia Priscila. Siglo II. Roma.

Fuentes principales

CIL XIV, 2804.

Selección bibliográfica

Gaspar, V. M., Sacerdotes piae. Priestesses and Other Female Cult Officials in the Western Part of the Roman Empire from the First Century B.C. until the Third Century A. D. (Amsterdam 2012).

Hemelrijk, E.A., “Public Roles for Women in the Cities of the Latin West”, en James, S.L., Dillon, S., A Companion to Women in the Ancient World (London 2012) 478-490.

Richardson, J.H., Santangelo, F., Priests and State in the Roman World (Stuttgart 2011).

151. JULIA SEGUNDA

151. JULIA SEGUNDA

Julia Segunda era hija del senador Julio Segundo y la conocemos por un triste carmen que este erigió en su honor y en el de su esposa, Cornelia Tiqué. La niña murió en un naufragio, a finales del siglo II, junto a su madre cuando tenía cerca de doce años. La tragedia tuvo lugar en la costa focense, cuando viajaban desde Roma hacia Hispania. Puede tratarse de la costa catalana o del norte de Valencia, pues en el epitafio se especifica que el naufragio se produjo donde desemboca el Ebro y nace el Tajo.  

Este monumento funerario destaca, además de por contener un relato especialmente conmovedor, por conservar el busto de la madre y de la hija en buen estado.

Roma

La pequeña aparece ataviada de manera semejante a Cornelia y con un gesto similar que desprende madurez, tal y como vemos en su madre. Sobresale, asimismo, la descripción de la niña. Julio Segundo, en aras de alabar a su pequeña, no sólo puso el énfasis en su destacada belleza física, sino también en su buen comportamiento y en su notable erudición que iban más allá de lo que se podría esperar en personas de su edad y sexo. Este modelo de joven instruida se encuentra en las referencias literarias y en las epigráficas. La descripción, sumada a la apariencia de la niña responde al arquetipo de jóvenes que debían representar el modelo ideal de matrona y desarrollar en su vida matrimonial. Los estratos sociales inferiores buscaban el reflejo en los modos de comportamiento de la aristocracia. 

Marta Alvaro Bernal

Universidad de Sevilla

Altar funerario a Cornelia Tiqué y a Julia Segunda. Roma, ca. 151-200. Museo del Louvre, París.

Fuentes principales

CIL VI, 20674.

CLE 436.

Selección bibliográfica

Álvaro Bernal, M., “La división de roles en la infancia: puellae educadas para el matrimonio”, en Pavón, P. (ed.), Marginación y mujer en el Imperio romano (siglos I- III) (Roma 2018) 103-132.

Caldwell, L., Roman Girlhood and the Fashioning of Femininity (Cambridge 2015).

Lattimore, R., Themes in Greek and Latin Epitaphs (Urbana 1962).

150. CORNELIA TIQUÉ

150. CORNELIA TIQUÉ

Un gran altar funerario procedente de Roma guarda el recuerdo del trágico final de Cornelia Tiqué y su hija Julia Segunda. La pieza llegada a nosotros corresponde a la cara frontal del altar. En ella se muestran en relieve los retratos de una mujer y una niña, en tamaño natural, junto a las inscripciones latinas que las identifican. En el lateral izquierdo se encuentra el final de las líneas de otra inscripción, consistente en un carmen sepulcral. 

Julio Segundo dedicó el altar de mármol a su esposa Cornelia Tiqué y a su hija Julia Segunda. Su nombre podía leerse en sentido vertical, enlazando las letras iniciales de los catorce versos hexámetros que componen el epigrama.

Roma

Gracias a él sabemos que las dos mujeres fueron víctimas de un naufragio. Se ahogaron junto a la costa del noreste hispano. Madre e hija aparecen representadas con gran detalle y marcando la diferencia de edad entre ambas. La madre va vestida como una matrona, con túnica, estola y palla, y la hija solo con túnica y palla. Cornelia Tiqué lleva el pelo ondulado, con raya en medio, y trenzas enrolladas en la parte superior, al estilo de la emperatriz Faustina la Mayor. El peinado de Julia Segunda corresponde a su edad. Debajo de los retratos se encuentran las dedicatorias a las difuntas. De Cornelia Tiqué se recuerda su afecto y piedad como esposa y madre. El padre destaca la belleza y la buena educación de la niña que superaba a sus congéneres.

En el relieve del frontón dos sillas vacías simbolizan la doble pérdida. Un carcaj y un arco remiten a la joven difunta, pues son atributos de la diosa Diana/Artemisa, protectora de las jóvenes solteras. La madre es evocada con los símbolos de Fortuna/Tyche: una cornucopia, una antorcha, un timón y una rueda. Sin duda esta asimilación se debe a que su nombre coincidía con el de la diosa, al tiempo que evocaba su cruel destino.  Cornelia Tiqué podría ser una liberta, teniendo en cuenta que lleva un cognomen griego. Fue madre a una edad bastante tardía para la época, a los 27 años. Murió con 39 y su hija con 11. El cognomen latino de esta última coincide con el del padre, lo que sugiere que era de condición libre. A juzgar por la riqueza del monumento, el nivel económico de la familia debió de ser elevado.

Madre e hija realizaron un viaje en barco, probablemente en solitario, pues en la inscripción no se habla de la muerte de otros familiares. No se precisan los motivos del desplazamiento, pero sabemos que las mujeres en ocasiones viajaban solas para visitar a familiares. Teniendo en cuenta el lugar donde se hundió el barco, es posible que Cornelia Tiqué tuviera parientes en Hispania.

Alicia Ruiz-Gutiérrez

Universidad de Cantabria

Monumento funerario de Cornelia Tiqué y su hija Julia Segunda. ca. 151-200, Roma. Museo del Louvre, París.

Fuentes principales

AE 2013, 152; 2015, 94 y 604.

CIL VI, 20674.

Selección bibliográfica

Foubert, L., “The Spinning of the Wheels: Women’s Travel Stories in Latin Funerary Inscriptions”, Gerión 38, 1 (2020) 137-156.

Hemelrijk, E.A., Women and Society in the Roman World. A Sourcebook of Inscriptions from the Roman West (Cambridge 2021).

Huskinson, J., “Bad Deaths, Better Memories”, en Hope, V.H., Huskinson, J. (eds.), Memory and Mourning: Studies on Roman Death (Oxford 2011) 113-125.

149. LAMPAS

149 LAMPAS

Una joven, quizás llamada Lampas, vivió a mediados del siglo II en la capital de Lusitania, Augusta Emerita. Sabemos de su existencia únicamente a través de una placa de mármol hallada en una zona de necrópolis de Mérida. La pieza está fracturada y le falta buena parte de su esquina inferior derecha. En un principio, se pensó que la placa, al estar reaprovechada en una tumba, podría formar parte del monumento funerario de esta niña. Sin embargo, los avances de la investigación permitieron dar otra interpretación sobre el documento y la vida que llevaría Lampas. Una breve frase escrita en griego nos dice su nombre y la edad que tenía, trece años.

Augusta Emerita

La escena principal es una figura femenina desnuda en un momento íntimo. En ella se puede observar a una hermosa joven que está sedente, ricamente tocada, que exhibe su belleza física. En un primer análisis, tras revisar el contexto arqueológico de su hallazgo, la iconografía interpretativa de la obra y su texto en griego, el elemento definidor de su cronología es el peinado de época de Faustina la Mayor, esposa del emperador Antonino Pío. Los tres factores apoyan las hipótesis de que se tratara o bien de un relieve funerario reempleado, cosa poco probable, o que estuviera asociado a una joven meretriz extranjera, dado que su nombre simbólico aparecía en griego en la zona superior. 

Tras el estudio de su iconografía e indumentaria, la figura representada se trata sin duda de una prostituta sobre la base de sus evidentes caracteres, y tras cotejar paralelos se trata de una placa para colocar en la fachada de un lupanar. Si bien, Lampas, podría ser el nombre de esta niña que ejercía la prostitución, también cabría pensar que el texto en griego, escrito con posterioridad a la realización del relieve, no aluda específicamente a la representada, sino que sea un término genérico en nominativo alusivo a la prostitución y a la juventud de las profesionales que allí ejercían, donde el elemento extranjero era bastante usual. 

Trinidad Nogales Basarrate

Museo Nacional de Arte Romano de Mérida

Relieve de la prostituta Lampas. Siglo II. Museo Nacional de Arte Romano. Mérida.

Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida. (Inv. 2835/273/1), (Inv.DO2013/4/5), (fotos archivo MNAR. J. L. Sánchez).

Fuentes principales

HEp. 32753

Selección bibliográfica

Bejarano, A., Nogales, T, De Hoz, M.ªP., “Nueva placa-relieve femenina en Augusta Emerita: identidad e iconografía de LampasAnas, 23 (2010) 189-209.

Perea, S., “Consideraciones sobre el relieve erótico de la joven Lampas en Augusta Emerita”, en Cabrero, J., González Serrano, P. (eds.), Purpurea Aetas. Estudios sobre el Mundo Antiguo dedicados a la Profesora Pilar Fernández Uriel (Madrid 2019) 683-700.

Nogales Basarrate, T., “Mulieres emeritenses: presencia femenina en Augusta Emerita, entre la visibilidad y marginalidad”, Pavón, P. (ed.), Conditio feminae. Imágenes de la realidad femenina en el mundo romano (Roma 2021) 371-408.

148. GALERIA LISÍSTRATA

148. GALERIA LISÍSTRATA

Galeria Lisístrata fue una liberta imperial que vivió en el siglo II. Se hizo famosa por ser la concubina del emperador Antonino Pío una vez que este se quedó viudo de su esposa, Faustina, la Mayor. Lisístrata no pudo contraer un matrimonio legítimo con el emperador al tener orígenes serviles y estar prohibido el connubio entre ellos en el derecho romano. 

Por su onomástica, podemos afirmar que Galeria Lisístrata habría sido una esclava que pertenecería a la familia de la propia Faustina y, probablemente, fue manumitida por esta antes de su fallecimiento. A pesar de su pasado servil, según la Historia Augusta, tuvo un gran poder en la corte imperial.

Roma

Su influencia sobre las decisiones del emperador fue clave para el nombramiento de determinados cargos de la administración. Transcurrieron veintiún años desde que Antonino Pío se quedó viudo en el 140 hasta que falleció en el 161, por lo que sería a lo largo de ese tiempo cuando Lisístrata estuvo vinculada al poder. No obstante, desconocemos cuándo comenzó exactamente la relación sentimental entre ellos, aunque sabemos con certeza que se prolongó hasta la muerte del emperador. 

Curiosamente una inscripción de Roma hace referencia a ella como “la concubina del divino Pío”, expresión que no se constata en la epigrafía con otras concubinas de los hombres más poderosos de la sociedad romana. Ese epígrafe se realizó una vez que Antonino Pío había fallecido, ya que aparece divinizado. Por lo tanto, gracias a este texto, sabemos que ella sobrevivió a su pareja sentimental, aunque desconocemos cuál fue su destino final y qué trato recibió por parte de los herederos de Antonino Pío. 

Francisco Cidoncha Redondo

Escuela Universitaria “Francisco Maldonado” de Osuna (Sevilla)

Fragmento del epígrafe conmemorativo dedicado a Galeria Lisístrata. Siglo II. Roma.

Fuentes principales

Historia Augusta, Antonino Pío, 8.8-10.  

CIL VI, 8972 = ILS 1836. 

Selección bibliográfica

Borragán, N., La mujer en la sociedad romana del Alto Imperio (siglo II d. C.) (Oviedo 2000). 

Cidoncha Redondo, F., El concubinato y el contubernio en la sociedad romana (siglos I a. C. – III d. C.) (Sevilla 2021). 

Posadas, J.L., Los emperadores romanos y el sexo (Madrid 2010). 

147. ANTONIA CLEMENTIANA

147. ANTONIA CLEMENTIANA

Antonia Clementiana fue una infeliz abuela, de familia senatorial, que vivió a mediados del siglo II en la ciudad de Pola (Pula, Croacia). Tuvo la desgraciada fortuna de sobrevivir a su queridísimo nieto Lucio Anio Domicio Próculo que murió en la tierna infancia. Aunque en los epígrafes funerarios se solía indicar la edad del difunto, en este caso, la abuela no vio la necesidad de señalarla. Sí mencionó la condición de infante de su nieto al igual que su pertenencia a una familia de la élite en la expresión puer clarissimus.

De igual forma y como familia pudiente de Pola, indicó, junto con el primer nombre del padre de su nieto, el de su propio padre y bisabuelo del fallecido, Antonio Félix. El epígrafe sencillo, pero no por ello menos elocuente, refleja una realidad vivida y frecuente hasta no hace mucho en la historia de la humanidad: la mortalidad infantil.

Pola

Sobrevivir al que debía hacerlo por ti era una gran desgracia porque significaba una vida truncada y, en muchos casos, la extinción de una familia. Sin embargo, la piedad obligada hacia los familiares difuntos hacía que, aunque efímeras, las vidas de los fallecidos fueran recordadas con el mayor de los afectos por sus seres queridos.

Pilar Pavón

Universidad de Sevilla

Epígrafe funerario dedicado a Antonia Clementiana. Siglo II. Pula.

Fuentes principales

CIL V, 34.

Selección bibliográfica

Laubenheimer, F., “La mort des touts petits dans l´Occident romain”, en Dasen, V., (ed.), Naissance et petite enfance dans l‘Antiquité.  Actes du Colloque de Fribourg, 28 novembre-1 decembre 2001 (Fribourg-Göttingen 2004) 293-316.

Montanini, L., “Nascita e morte del bambino”, en Critini, N. (cur.), Gli affanni del vivere e del moriré. Schiavi, soldati, donne, bambini nella Roma imperiale (Brescia 1991) 89-107.

Pavón, P., “Funciones de las aviae familiarum: sobrevivir, educar y transmitir”, en Cid López, R.M.ª (ed.), Familias, edades y género en el Mediterráneo antiguo. De la protohistoria a la Historia (Madrid 2023) (en prensa).

146. ANIA GALERIA FAUSTINA la Mayor

146. ANIA GALERIA FAUSTINA la Mayor

Ania Galeria Faustina la Mayor fue una mujer de la dinastía Ulpio-Elia. Hija del cónsul Marco Anio Vero y de Rupilia Faustina. Faustina la Mayor estaba emparentada con el emperador Trajano por vía materna, siendo bisnieta de Ulpia Marciana, la hermana de éste. Asimismo, era sobrina de Matidia la Menor y prima de Vibia Sabina, la esposa del emperador Adriano. Uno de sus hermanos fue Marco Anio Vero, padre del futuro emperador Marco Aurelio. Conociendo estas relaciones familiares con los emperadores Trajano y Adriano y el hecho de la ausencia de mujeres de su generación en la dinastía Antonina, Faustina la Mayor se presentaba como el principal personaje femenino dador de la legitimidad imperial. 

Roma

Su matrimonio con el rico ciudadano Tito Aurelio Fulvo Boyonio Arrio Antonino, futuro Antonino Pío, fue uno de los factores que ayudarían a su marido a ser nombrado heredero al trono por Adriano en el año 138. Fruto de esta unión nacieron cuatro hijos, entre los que debemos destacar a Ania Galeria Faustina la Menor, futura esposa del emperador Marco Aurelio. Ciertamente, Faustina la Mayor conferiría dicha legitimidad en el poder a su cónyuge, pues, aunque éste había sido adoptado por Adriano, a través de su esposa establecía “lazos de sangre” con la familia imperial. De esta forma, cuando Adriano falleció Faustina la Mayor se convirtió en la esposa del nuevo emperador de Roma. Fue entonces cuando el Senado, con el permiso de Antonino Pío, le concedió el título de Augusta. Sin embargo, esta nueva condición sería muy breve, pues moriría apenas dos años después de la subida al trono imperial de su marido. Según las fuentes, la relación entre ambos alternaría momentos de tensión con otros de amor devoto. Además, parece que Faustina la Mayor jugaría un importante papel en la elección de su sobrino Marco Aurelio como prometido de su hija, Faustina la Menor.

A pesar de la poca información que nos ha llegado sobre ella a través de las fuentes literarias se conservan una abundante cantidad de elementos propagandísticos como acuñaciones monetales, estatuas, erección de un templo en el Foro, entre otras. Una de las acciones propagandísticas, así como evergéticas, más destacables fue la creación de las llamadas puellae Faustinianae, fundación caritativa creada por Antonino Pío, en honor de su difunta esposa, destinada a la manutención de niñas sin recursos económicos. Faustina la Mayor sería enterrada en el Mausoleo de Adriano. 

Daniel León Ardoy

Universidad de Sevilla

Aureo dedicado a Ania Galeria Faustina la Mayor. Anverso: busto de Ania Galeria Faustina. LEYENDA: DIVA FAUSTINA. Reverso: representación estante de la diosa Fortuna. Leyenda: AUGUSTA. Siglo II, Roma.

Fuentes principales

Frontón, Epistolario, 1.126-128.

ILS 348, 349.

Historia Augusta, Antonino Pío, 1.7; 3.7; 4.8; 5.2; 6.7; 8.1;  Marco Antonino, 6.2.

Selección bibliográfica

Beckmann, M., Diva Faustina: Coinage and cult in Rome and the provinces (New York 2012). 

Levick, B., Faustina I and II: Imperial Women of the Golden Age (Oxford-New York 2014).

Temporini-Gräfin, H. (ed.), Die Kaiserinnen Roms: Von Livia bis Theodora (München 2002).