195. VICENTIA

195. VICENTIA

El epitafio dedicado a Vicentia constituye, actualmente, nuestra única referencia epigráfica de una menor que se dedicaba, quizás de manera profesional, al oficio textil. En el monumento a esta niña, fallecida a los nueve años, se dejó constancia de que era aurinetrix o tejedora de oro, manifestando así un importante grado de especialización desde corta edad.

El trabajo de la lana era también un símbolo de virtud en la antigua Roma pero, además, sería un medio de vida para mujeres y niñas. De hecho, son cuantiosas las profesiones atestiguadas desde el punto de vista epigráfico que guardaban relación con esta industria y que reflejaban una especialización laboral, como las quasillariae o hilanderas o las sarcinatrices, dedicadas a hacer arreglos o confeccionar nuevas vestimentas.

Roma

En este sentido, conocemos muchos ejemplos referentes a textrices o textriculae, que ejercían la labor de tejer. Aunque estos trabajos tendrían lugar, fundamentalmente, en el ámbito doméstico, muchas mujeres y niñas, designadas bajo estos epítetos, se dedicarían a esta actividad con un fin lucrativo. A estas labores se aplicaban mujeres de todos los estratos sociales: esclavas y libertas, las dos primeras con una motivación que, en muchos casos, podría ser comercial, a diferencia de las que se encontraban bajo un régimen de servidumbre. 

Al ser una labor vinculada al hogar sería usual que las jóvenes, desde niñas, adquirieran esta habilidad de la mano de sus madres, abuelas y otras mujeres de la familia. En el caso de Vicentia, entendemos que su alto grado de especialización responde a su dedicación al oficio textil en aras de obtener una retribución económica. Su situación sería la de muchas niñas y jóvenes ejecutoras de un trabajo que, en muchos contextos, se convertía en un medio de vida con el que apoyar, además, a la economía familiar. 

Marta Álvaro Bernal

Universidad de Sevilla

Epigrafe funerario dedicado a Vicentia. Siglo III. Roma.

Fuentes principales

CIL VI, 9213.

Selección bibliográfica

Álvaro Bernal, M., “Niñas y trabajo infantil en la antigua Roma” en Rubiera Cancelas, C., (ed.), Las edades vulnerables. Infancia y vejez en la Antigüedad” (Gijón 2018) 163-183.

Medina Quintana, S., “Las mujeres y la producción textil en la Roma Antigua”, Cuestiones de género: de la igualdad y la diferencia 4 (2009) 51-64.

Rubiera Cancelas, C., La esclavitud femenina en la Roma antigua: famulae, ancillae et seruae (Oviedo 2014).

Treggiari, S., “Lower Class Women in the Roman Economy”, Florilegium 1 (1979) 65-86.

194. CELIA CLAUDIANA

194. CELIA CLAUDIANA

Celia Claudiana fue una Vestal Máxima documentada en siete inscripciones fechadas a finales del siglo III. Todas ellas se encuentran sobre pedestales de estatuas que le fueron ofrecidas y en los que se elogia su rectitud y santidad en la ejecución de los ritos pertinentes, así como otras virtudes inherentes a su persona. 

Dos dedicaciones fueron realizadas por los sacerdotes sacrae Urbis en el 286, el día 1 de marzo, día de año nuevo en el antiguo calendario romano; otras dos, por sus hermanas en compañía de sus cuñados y sobrinos; una quinta es el homenaje de otra vestal, Octavia Honorata, que se declara agradecida por sus consejos y ensalza la labor de Claudiana en sus tareas rituales que es confirmada por un decreto del Senado.

Roma

 Las otras dos son dedicadas por particulares, siendo especialmente interesante la que lleva a cabo Aurelio Fructuoso, que se declara su cliente y candidato y en la que se recuerda los veinte años de Celia Claudiana como Vestal Máxima, deseándole que pueda llegar a los treinta felizmente.

José Carlos Saquete

Universidad de Sevilla

Epígrafe funerario dedicado a Celia Claudiana. Siglo III. Roma.

Fuentes principales

CIL VI, 2136, 2137, 2138, 2139, 2140, 32420, 32421.

Selección bibliográfica

Jones, A.H.M., Martindale, J.R., Morris, J., The prosopography of the later Roman Empire (Cambridge 1971).

Rüpke, J., Fasti Sacerdotum. Die Mitglieder der Priesterschaften und das sakrale Funktionspersonal römischer, griechischer, orientalischer und jüdisch-christlicher Kulte in der Stadt Rom von 300 v. Chr. bis 499 n. Chr. (Stuttgart 2005).

Saquete, J.C., Las vírgenes vestales. Un sacerdocio femenino en la religión pública romana, Anejos de AEspA 21 (Madrid 2000).

193. AURELIA ISIDORA

193. AURELIA ISIDORA

Aurelia Isidora fue una matrona romana que vivió en la segunda mitad del siglo III en la ciudad de Oxirrinco en Egipto. Muy poco sabemos de ella. No conservamos una imagen de su rostro o de su aspecto físico, de sus gustos, pero conocemos su nombre y algunos aspectos de su vida por un único documento: un papiro sobre el que se copió el testamento de su marido Aurelio Hermógenes. Él era un destacado miembro de la élite local y disfrutaba de una buena posición económica, como se refleja en la relación de bienes que se menciona en el papiro. Ambos eran ciudadanos romanos y tuvieron un matrimonio legítimo y próspero. Disfrutaron de esa condición jurídica a la que se unía la herencia cultural greco-egipcia por el lugar de su nacimiento.

Oxyrrincus

Esta matrona fue la esposa de Aurelio Hermógenes, pero también la madre de Aurelio Hermión, Aurelio Orión, Aurelio Heraclídes, Aurelia Tolemaide y Aurelia Dídima. Dos de ellos disfrutaban de la mayoría de edad cuando murió su marido: Aurelio Hermión y Aurelia Tolemaide. Esta última, además, estaba casada. Los otros tres eran menores, aunque el padre les había nombrado un tutor en su testamento. Aurelio Hermógenes, hombre precavido, había designado también a un ayudante del tutor en la persona de un sobrino suyo. Pero no contento con esto dejó claro a las autoridades su firme voluntad para que su esposa y madre de sus hijos participara en la tutela de los menores junto al tutor designado.

Sin tener necesidad ni obligación de ello, Aurelio Hermógenes dejó a su esposa un legado personal para su mantenimiento de por vida, le dio participación en la toma de decisiones en cuanto a la tutela de sus hijos menores y emitió una valoración muy positiva de su vida conyugal junto a ella. Este último aspecto resulta innecesario y es poco habitual en los testamentos grecorromanos. Sin embargo, muestra la voluntad del marido por apreciar y agradecer las capacidades que como madre y esposa tuvo Aurelia Isidora. Así también, indica el interés y preocupación porque tuviera una viudez tranquila y sosegada.

Aurelia Isidora, también llamada Prisca, como así aparece en varias ocasiones en el testamento de su marido, recibió el derecho de llevar la estola que se concedía a las mujeres libres que habían dado a luz a tres hijos -en su caso, ella había superado esa cifra- y a las libertas que tenían cuatro. La estola era una prenda de vestir, larga y característica de las matronas romanas que las diferenciaba de otras mujeres. Ese derecho no se reducía sólo a la posibilidad de vestirse de una manera diferente al resto del común de las féminas; también le permitía realizar, por ejemplo, determinadas actividades económicas sin la necesidad de tener un tutor como era habitual para las mujeres en Roma.

Nuestra protagonista fue una esposa, madre, matrona y viuda que asumió la responsabilidad de educar a sus hijos en las tradiciones de la sociedad romana, tanto en vida de su marido como después, en beneficio de su comunidad y del Estado, sin olvidar el valor añadido que suponía vivir en una provincia de marcados y ricos contrastes culturales.

Pilar Pavón

Universidad de Sevilla

Testamento de Hermógenes (P. Oxy. VI 907).

Fuentes principales

P.Oxy VI, 907.

Selección bibliográfica

Bagnall, R.S., “An Owner of Literary Papyri”, CPh 87 (1992) 137-140.

Migliardi Zingale, L., I testamenti romani nei papyri e nelle tavolette d’Egitto. Silloge di documenti dal I al IV secolo d.C. (Torino 19973).

Pomeroy, S.B., “Women in Roman Egypt”, ANRW II 10.1 (1988) 708-723.

Pavón, P., “Aurelia Isidora, esposa, madre, ματρῶνα στολᾶτα, viuda y ἐπακολουθήτρια: El “cursus matronarum” de una mujer de Oxirrinco (P.Oxy. VI 907, a. 276)”, Aegyptus 102 (2022) 219-253.

Rowlandson, J. (ed.), Women and Society in Greek and Roman Egypt (Cambridge 1998).

192. JULIA CORNELIA SALONINA

192. JULIA CORNELIA SALONINA

Julia Cornelia Salonina fue la esposa del emperador Galieno de la segunda mitad del siglo III, quien gobernó entre el 253 y 268. Apenas se conserva información sobre ella y no se conocen sus padres ni la fecha de su nacimiento, como tampoco el lugar, aunque todo parece indicar que sería de origen griego, procedente de la zona de Bitinia en Asia Menor (Turquía). La primera noticia que se tiene de Salonina es que llevaba diez años casada con Galieno cuando el padre de este, Valeriano, llegó al poder, quien además elevaría a Augusto a su hijo poco después.  Por ello, podemos situar en torno al 254 el momento en el que Salonina se convirtió en Augusta, término que aparece con frecuencia en la epigrafía relacionada con ella. 

Roma

También recibió el título de mater castrorum nada más acceder al poder, emulando a otras mujeres imperiales como Julia Domna o Faustina la Menor y junto a este, el de mater senatus et patriae, como también lo detentaron Julia Mamea o Julia Domna. Porfirio, filósofo del siglo III, menciona en su obra Sobre la vida de Plotino que tanto ella como Galieno tenían inquietudes filosóficas. Idearon la fundación de una ciudad utópica en Campania dirigida por Plotino en la que se aplicarían las leyes de Platón, aunque finalmente no se llevó a cabo.

En algunas acuñaciones monetarias aparece con el epíteto de Crisogone, es decir, “de oro”, lo que podría indicar la alta estima que se tenía sobre ella. Se conservan una gran cantidad de monedas que hacen referencia a ella. Destacan las que portan la leyenda AVG IN PACE, que parece indicar que se trata de un mensaje vinculado a la paz en el Imperio. Fue madre de los césares Valeriano II y Salonino y, quizás también, de Mariniano. Salonina encontró la muerte durante el asedio de Milán realizado por su marido Galieno en el año 268, a quien acompañaba en sus campañas militares. Allí también fallecería el emperador. 

Adrián Gordón Zan

Universidad de Zaragoza

Busto de Salonina. Siglo III. Galeria degli Uffizi, Florencia.

Fotografia de la autora Patricia Téllez Francisco

Fuentes principales

Historia Augusta, Galieno, 19.1; 21.3.

Porfirio, Vida de Plotino, 12.

Zonaras, Epítome de Historia.

RIC V.1, 103-115, 191-200.

Selección bibliográfica

De Blois, L., The Policy of the Emperor Gallienus (Leiden 1976).

Cesano, S.L., “Salonina Augusta in pace”, RPAA (Serie III), 25 (Roma 1951) 105-121.

Ferrari, M., “La monetazione di Salonina”, NAC 4 (Lugano 1975) 239-248.

191. TEMIS

191. TEMIS

En las proximidades del poblado de Quimistene, en la provincia de Bitinia y Ponto (en la actual Turquía), se halló un pequeño poema datado en el siglo III donde se menciona a una mujer llamada Temis, casada con Criseros y originaria de Roma. Tras padecer una breve enfermedad, falleció dejando cuatro hijos: un varón, del mismo nombre que su padre, y tres mujeres, Semele, Bibia y Axia. El texto es interesante porque informa de un desplazamiento realizado por Temis y su familia desde Roma hasta la actual Turquía. Según algunos investigadores, los nombres que aparecen en el poema serían pseudónimos. Temis y Criseros habrían nacido en la Urbe y formarían parte del grupo de esclavos imperiales. La familia se desplazó a Turquía, ya que el padre habría ostentado un cargo como funcionario de la administración financiera de la provincia. 

Kimistene

Por el lugar de hallazgo del epígrafe pasaba una vía romana que induce a pensar que este no era la última parada del viaje de la familia, pues era un poblado sin importancia. Debió ser la enfermedad de Temis la que obligó a hacer la parada en el lugar. Quizás estuvieran de vuelta a Roma o se dirigían hacia el lugar de destino de Criseros, más al este, donde se atestiguan la existencia de sedes administrativas. Cabe señalar que un viaje de estas características no era lo más común, dadas las dificultades y la incomodidad por los costes y la logística para una familia de seis personas.

Anthony Álvarez Melero

Universidad de Sevilla

Acrópolis de Quimistene.

Fuentes principales

SEG 33, 1102.

Selección bibliográfica

Álvarez Melero, A., “Ex Vrbe aduenta: mujeres de viaje de Roma a las provincias” en Caballos Rufino, A., Melchor Gil, E., De Roma a las provincias: las elites como instrumento de proyección de Roma: Juan Francisco Rodríguez Neila in honorem (Sevilla – Córdoba 2015) 131-158.

Merkelbach, R., Stauber, J., Steinepigramme aus dem griechischen Osten, II. Die Nordküste Kleinasiens (Marmarameer und Pontos) (Munich – Leipzig 2001).

190. SABINA

190. SABINA

Sabina aparece como figura secundaria en el detallado y preciso relato del juicio y posterior martirio de Pionio, del que fue compañera de sufrimiento en Esmirna, a mediados del siglo III, durante las persecuciones contra los cristianos emprendidas por el emperador Decio (249-251). Todo parece indicar que Sabina era en realidad de extracción servil y que había sido desterrada por su antigua dueña debido a su profunda fe cristiana, antes de conseguir escapar y regresar a Esmirna donde vivió escondida hasta su arresto.

Smyrna

Sabina fue confesora y apresada por profesar el cristianismo junto con Pionio y su acólito Asclepiades. Tras su detención, llevaron a los tres reos al ágora de Esmirna para forzarles a realizar públicamente un sacrificio en honor al emperador. También se les interrogó con el fin de obligarles, sin éxito, a renegar de su fe cristiana. Por ese motivo, se les mandó de vuelta a la cárcel, en la que se encontraron con el sacerdote Limnos, con otra mujer llamada Macedonia, y con Eutiquianos, miembro de la secta cristiana montanista. Días más tarde, fueron interrogados de nuevo y forzados a realizar un sacrificio antes de ser devueltos a la prisión, tras lo cual Sabina desaparece de las fuentes.

Anthony Álvarez Melero

Universidad de Sevilla

San Policarpo y su martirio. HM Magazine; n.199 Noviembre-Diciembre 2017

Fuentes principales

Martirio de san Pionio, el presbítero y de sus compañeros.

Selección bibliográfica

Ameling, W., “Zwei epigraphische Bemerkungen zum Martyrium Pionii (c. 9, 1; c. 23)” ZPE 198 (2016) 68-74.

Pavón Torrejón, P., La cárcel y el encarcelamiento en el mundo romano (Madrid 2003).

Robert, L., Le martyre de Pionios, prêtre de Smyrne. Édité, traduit et commenté par Louis Robert, mis au point et complété par G.W. Bowersock et C.P. Jones, avec une préface de Jeanne Robert et une traduction du texte vieux-slave préparée par André Vaillant (Washington 1994).

189. ZENOBIA

189. ZENOBIA

En el año 240 nació una mujer destinada a ocupar el puesto más importante de Palmira, ciudad situada en un oasis en el desierto de Efca, punto de encuentro entre Oriente y Occidente y en medio de las dos potencias más importantes de la época: el Imperio romano y el Imperio parto-persa. Su nombre era Zenobia. Su vida estuvo unida a la historia de Palmira, la “perla del desierto”. Su nombre griego era Septimia Zenobia, pero sus conciudadanos la llamaban Bath-Zabbai en su lengua aramea. Zenobia se desposó con Odenato, rey-cliente de Roma, siendo muy joven, y llegó al poder como reina regente de su hijo Vabalato, al ser asesinado su esposo en un complot. 

Palmyra

Odenato, con grandes poderes, legitimados por los emperadores Galieno y Valeriano, se encargó de la defensa de Oriente con gran éxito, venciendo a los persas y manteniéndose fiel a Roma hasta su muerte. Su esposa actuó hábilmente para mantener su herencia política e incluso ir más allá. Aunque su mundo era Palmira, fue capaz de organizar un imperio oriental que se extendió desde el Éufrates hasta el Mediterráneo. Nombró a su hijo Vabalato Augustus y a sí misma Augusta, término con el que se honraba a la esposa imperial y a algunas mujeres de la familia del emperador, confirmando así la independencia de Palmira. Esto formaba parte de su estrategia para presentarse como una igual ante Aureliano y obligarle a aceptar una corregencia en la parte oriental. La reacción militar del emperador no tardó en producirse, pero Zenobia de forma altanera no dudó en enfrentarse a Roma con su famoso ejército de arqueros y caballeros con la ilusa idea de vencer y, detentando el poder, convertirse en emperatriz. Aureliano la venció, pero reconoció ante el Senado la valentía de esta mujer, a la que perdonó la vida y, después de exhibirla en Roma como trofeo de guerra, le permitió vivir en una villa en Tívoli.

En la actualidad, para los pueblos del medio-este Zenobia permanece como un símbolo del poder, del valor y de la independencia árabe. Fue venerada, no por ser una mujer luchando en un mundo de hombres, o una reina guerrera empeñada en detentar los mayores poderes de su época, sino porque llegó a ser el símbolo del orgullo local, de la autodeterminación e identidad de su ciudad: Palmira. Zenobia fue una árabe que actuaba en los márgenes del poder tal como se expresaba en su época. 

María José Hidalgo de la Vega

Universidad de Salamanca

Herbert Gustave Schmalz (1856). La última mirada de la reina Zenobia sobre Palmira. Colección Privada.

Fuentes principales

Historia Augusta, Treinta tiranos, 30. 1-2; 24-27; Aurelianos, 26. 26-27; 27.2-5.

Selección bibliográfica

Andrade, N. J., Zenobia. Shooting Star of Palmyra  (Oxford 2018).

Hidalgo de la Vega, M.ªJ., “Zenobia, reina de Palmira: historia, mito y tradiciones”, Flor.Il 28 (2017) 79-105.

Hidalgo de la Vega, Mª.J., Zenobia, reina de Palmira (Barcelona 2019).

Hidalgo de la Vega, M.ªJ., “Zenobia de Palmira. Una reina en tiempos convulsos” en Pavón, P., Conditio Femminae. Imágenes de la realidad femenina en el mundo romano (Roma 2021) 799-830.

188. AURELIA DEMETRIA

188. AURELIA DEMETRIA

Aurelia Demetria y su hija Aurelia Apiana Diodora, alias Posidonia, aparecen en el llamado archivo de Heroninos, que contiene un gran volumen de cartas y de cuentas escritas sobre papiros. La cronología de los documentos se sitúa entre los años 247 y 270. Aurelia Demetria, hija de Lucio Septimio Aurelio Posidonio, magistrado en Alejandría, fue la esposa de Aurelio Apiano, caballero romano, miembro de la elite imperial romana, y también magistrado en Alejandría. En el archivo de Heroninos se hace referencia a la gran propiedad privada que tenía Apiano en la región del Fayum.

Cocodrinopolis

Demetria heredó de su padre unas tierras que acabaron formando parte de los bienes de su marido. Juntos tuvieron a dos hijos, Primo y Aurelia Apiana Diodora alias Posidonia. Esta última heredó la mayoría de las propiedades de su padre, ubicadas en la provincia egipcia de Arsinoé, que acabarían más tarde en manos del emperador, quizás tras ser confiscadas. Aurelia Apiana Diodora alias Posidonia estuvo casada con Antonio Filoxeno, miembro del orden ecuestre. Además de ser dueñas de tierras, madre e hija se les califica con títulos honoríficos tales como matrona stolata, entre otros, que confirman su posición como mujeres de alta alcurnia, emparentadas con miembros de la élite, como lo eran sus maridos.

Anthony Álvarez Melero

Universidad de Sevilla

Borrador de la cuenta mensual de Heroninos. Biblioteca Nacional de Austria, Viena.

Fuentes principales

P.Prag. III, 236.

Selección bibliográfica

Álvarez Melero, A., “Matronae stolatae : titulature officielle ou prédicat honorifique?”, CCG 28 (2017) 61-93.

Rathbone, D., Economic Rationalism and Rural Society in Third-Century A.D. Egypt. The Heroninos Archive and the Appianus (Cambridge 1991).

Schwartz, J., “Une famille de chepteliers au IIIe s. p.C.” Recherches de Papyrologie 3 (1964) 49-96.

187. FULVIA PRÓCULA

187. FULVIA PRÓCULA

Fulvia Prócula fue recordada por su madre Celsia Flavina en la Tarraco (actual Tarragona), mediante un homenaje estatuario póstumo datado en el siglo III.  Se sabe que perteneció a una familia de orden senatorial, grupo social más elevado y de mayor prestigio. Prócula era hija de Lucio Fulvio Numisiano, senador bajo el emperador Cómodo; y quizá esposa de Lucio Septimio Mano, perteneciente también al orden senatorial y homenajeado con una estatua por la asamblea provincial de la Hispania Citerior, que se colocaría en el foro de la colonia. Lucio Septimio tendría un origen foráneo, pero se casaría en Tarraco con Prócula. Lucio sobrevivió a su esposa, de la que se desconoce la edad de su fallecimiento. 

Tarraco

Ante la ausencia de descendientes, su madre Celsia Flavina pudo ser la responsable de encargarse tanto de su funeral como de la dedicación de su homenaje póstumo. Conmemorando a su hija, Flavina se autorrepresentó ante la comunidad tarraconense, especialmente si fue colocado en el espacio público. La madre como último gesto de cariño le dirigió el epíteto de “queridísima” a su difunta hija. 

Mª Carmen Delia Gregorio Navarro

Universidad de Zaragoza

Pedestal dedicado a Fulvia Prócula. CIL II2/14 980. (MR 3110)

RIT 136

Fuentes principales

CIL II2/14 980.

HEp. 9831.

Selección bibliográfica

Alföldy, G., “Sociedad y epigrafía en Tarraco”, en Stylow, A. U. et al. (coords.), Epigrafía y sociedad en Hispania durante el Alto Imperio: estructuras y relaciones sociales (Madrid – Alcalá de Henares 2003) 159-176.

Gregorio Navarro, M.ªC.D., “In honorem mulierum: conociendo a las mujeres de Tárraco a través de sus epitafios”, Salduie. Estudios de Prehistoria y Arqueología 16 (2016) 123-135.

Raepsaet-Charlier, M.-Th., Prosopographie des femmes de l’ordre senatorial (Ier-IIe s.) (Louvain 1987).

186. VALERIA BERECUNDA

186. VALERIA BERECUNDA

Valeria Berecunda murió en Roma en el siglo III a la edad de 34 años. Todo lo que podemos decir sobre ella nos lo transmite el epitafio que está grabado en su lápida funeraria, el cual, a pesar de los límites que impone el soporte, nos aporta interesantísimos detalles acerca de su vida. La inscripción destaca el nombre de la mujer y su actividad profesional. Valeria fue iatromea, un curioso término que ostentaron pocas mujeres durante la Antigüedad romana. La palabra iatromea es un grecismo latinizado surgido de la unión de las palabras griegas para denominar al médico y a la comadrona. 

Roma

Por tanto, era una profesional a medio camino entre el médico y la comadrona, con capacidad para asistir partos y problemas obstétricos y ginecológicos, y con conocimientos médicos generales. Además, el epitafio indica que Valeria fue la primera iatromea de su barrio. Es muy relevante el hecho de que la profesión se relacione con su distrito, ya que indica que la mujer revistió una posición de carácter oficial o pública encargándose de velar por la salud de sus vecinos. Conocemos algunos detalles de la vida personal de Berecunda. Era una madre dulcísima y una esposa santísima, y así lo quisieron expresar en el epitafio su marido, Publio Gelio Bitalio, y su hija, Valeria Bitalis. Curiosamente, la hija lleva el gentilicio de la madre y no del padre, lo que podría indicar que la pareja no estaba formalmente unida cuando la hija nació. En el círculo más cercano de la mujer también se encontraban los hermanos de su esposo, Gelio Crésimo, Julia Creste y los hijos de éstos, a quienes se reservó un espacio en el mismo sepulcro familiar.

Podemos imaginar que la familia disfrutaba de un nivel económico no desdeñable porque, además de contar con un grupo de libertos y libertas, costearon un sepulcro de gran tamaño para descansar tras la muerte. En el exterior de ese gran sepulcro estuvo fijado el epitafio de Valeria Berecunda, recordando a quienes tuvieran ocasión de leerlo que ella, una madre y esposa querida por los suyos, había dedicado su vida a la profesión sanitaria.

María de los Ángeles Alonso

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fragmento del epígrafe funerario del sarcófago dedicad a Valeria Berecunda. Siglo III. Museos Vaticanos, Roma.

Fuentes principales

CIL VI, 9477.

Selección bibliográfica

Alonso Alonso, M.ªA., Los médicos en las inscripciones de Italia (siglos II a.C. – III d.C.). aspectos sociales y profesionales (Santander 2018).

Buonopane, A., Soldovieri, U., “Medica, obstetrix, iatromea. Note in margine a un’iscrizione inédita da Puteoli”, en Lavoro, lavoratori e dinamiche social a Roma antica. Atti delle giornate di studio (Roma Tre, 25-26 maggio 2017) (Roma 2018) 272-283.

Parker, H.N., “Women doctors in Greece, Rome, and the Byzantine Empire” en Furst, L.R. (ed.), Women Physicians and Healers: Climbing a Long Hill (Lexington 1997) 131-150.