En consonancia con el ideal romántico defensor de las aspiraciones nacionalistas, lo harían igualmente otros correligionarios liberales españoles, no pocos de ellos andaluces, que experimentarían el exilio inglés[4]. Ya antes, durante el Trienio Liberal (1820-1823), San Millán, redactor del exaltado y masón El Espectador (1821-1823), y codirector del mismo junto con Gabriel José García, se había identificado con el espíritu de los insurrectos griegos frente a los turcos en su afán, heredado de antaño, por hacer triunfar las doctrinas liberales en Europa. Precisamente en este periódico, cuyo factótum era el no menos revolucionario Evaristo (Fernández) San Miguel, se aplicaría durante el Trienio el modelo del periodismo inglés de The Spectator[5] (1711-1712), en cuyo nombre el también militar y político liberal progresista halló inspiración para el de su cabecera.
San Miguel, abanderado de los exaltados o veinteañistas (partidarios de la ejecución de una serie de cambios radicales conducentes al establecimiento de una monarquía constitucional) y autor del popular Himno de Riego (dedicado al artífice del alzamiento liberal de 1820), había sido buen conocedor de la prensa inglesa en un anterior exilio londinense (también emigraría con posterioridad a la capital inglesa en la Década Ominosa) y aplicó a su regreso a España en su periódico liberal del Trienio, diario moderno de mayor formato, la exitosa fórmula de las cartas de los lectores como sección habitual, “frecuentemente acompañadas de comentarios propios”, aunque “lo que no copió nunca de sus probables modelos británicos fue la moderación” (Gómez Aparicio, 1967, p. 145). En los años finales de la Década Ominosa, pero aún ante el temor de las represalias fernandinas, San Millán publica bajo los mismos seudónimos (además de Marcos Manuel Río y Coronel, Vicente Antonio Roger y Coma[6] que había utilizado en sus escritos como periodista durante el Trienio la obra mencionada y otra[7] relativa a esta por aquel entonces espinosa cuestión de la emancipación griega frente a los otomanos como triunfal símbolo del liberalismo europeo.
[4] Entre ellos, algunos otros andaluces, hoy de mayor renombre, de los que trataremos en este artículo, como el también granadino Francisco Martínez de la Rosa, con su Cancion guerrera con motivo del levantamiento de los griegos (publicada en Madrid en 1833 dentro de una compilación poética), en la que manifiesta su conexión con la causa helena tras su toma de contacto con la misma a través del romanticismo inglés en el exilio. En ella (pp. 97-100) clama un “O muerte ó libertad” especialmente significativo en el complejo contexto español del momento. Asimismo, el malagueño Andrés Borrego, con su elocuente obra La Guerra de Oriente, considerada en si misma y bajo el punto de vista de la parte que España puede verse llamada á tomar en la contienda europea, publicada en Madrid en 1855, abordará otro conflicto bélico posterior, el de la Guerra de Crimea (1853-1856), en el que el ya reino de Grecia se aliará nuevamente con el Imperio ruso frente a un decadente Imperio otomano, al que paradójicamente apoyarán en esta ocasión Francia y Reino Unido, contra el expansionismo de Rusia, que sería finalmente derrotada. Ante este nuevo conflicto europeo oriental, Borrego aprovechará para elogiar el nacionalismo griego, que “entusiasmó á los pueblos”, reanimando “las esperanzas de la Europa liberal” (p. 3). En el círculo del sevillano Alberto Lista, afrancesado que conoció asimismo el exilio inglés, mantuvieron un posicionamiento filohelenista crítico y a su vez un “extenuante menosprecio, incomprensión y rechazo a las culturas orientales”, además de “una rusofobia extrema que se aproxima a la paranoia” (Morfakidis Motos, 2017, p. 139, p. 93). Dentro de su producción periodística en España, Lista y su círculo intelectual desarrollaron sus planteamientos sobre la cuestión oriental en numerosos artículos publicados en el moderado El Censor (1820-1822) durante el Trienio Liberal, en la absolutista de transición liberal Gaceta de Bayona (1828-1830) y en su continuadora, la Estafeta de San Sebastián (1830-1831), así como en La Estrella (1833-1834), sucesora a su vez de la anterior publicación. Otro relevante sevillano exiliado en Londres, Pascual de Gayangos, abordó asimismo en sus estudios como arabista la cuestión oriental en el XIX. [5] Publicación periódica (1711-1712) fundada en Inglaterra por Joseph Addison y Richard Steele, con el que la cabecera reaparecería en 1714, como modelo de prensa moral ilustrada, asociada al partido liberal de los Whig, que impulsaría la emergencia de la clase media en la esfera pública de la sociedad inglesa dieciochesca. [6] Así se recoge en el trabajo coordinado por Caro Cancela en 2010 (pp. 494-496), así como en el de Gil Novales del mismo año (p. 2595, p. 2654), siguiendo a Ossorio y Bernard (1903, p. 378, p. 391, p. 412 del volumen 1) y a Hartzenbusch (1904, p. 115, p. 118). [7] En relación con la contextualización de la cuestión griega-otomana, pero utilizando en esta ocasión el seudónimo de Vicente Antonio Roger y Coma, publica en Madrid en 1827 su Descripcion geográfica, política, militar, civil y religiosa del imperio Otomano, con una noticia relativa á su administracion de justicia, á su policía, á su hacienda, y á otros varios objetos; y la cronología histórica de los sultanes desde Otoman I, fundador del imperio, hasta Mahamud II, actualmente reinante, extractada de varias obras antiguas y modernas.