ENSAYO
LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA CONSTITUYE UN CONTEXTO COMPLEJO QUE LA HISTORIOGRAFÍA HA TRATADO SEGÚN LAS ÉPOCAS –A MI JUICIO LA ÚLTIMA MÁS CRÍTICA Y ACERTADA-, CON ESPECIAL PROFUSIÓN EN LOS ÚLTIMOS AÑOS. EL PAPEL DE LA PRENSA HA SEGUIDO, DE HECHO, UN PROCESO SIMILAR POR SU LIGADURA AL PROCESO POLÍTICO, CON UNA EXCESIVA COMPLICIDAD Y UN ESCASO ROL DE CONTRAPODER.
Realizado por Daniel Moya López
El tiempo ha permitido destapar el papel acrítico de la prensa hacia un proceso conducido por las mismas élites procedentes de la dictadura. La prensa andaluza no jugó un papel demasiado distinto en este sentido. A ambas cuestiones, Transición y prensa, se les ha otorgado un carácter de improvisación a medida que se sucedían los hechos. De partida, asumimos la premisa de que en esa improvisación se coló un elemento inesperado: Andalucía. Lo fue con un papel relevante que, quizás, la historiografía ha tratado con cierta lejanía. Y lo fue a nivel político, social y periodístico. Una de las claves para que la Transición fuera creíble pasaba por el reconocimiento de la singularidad regional de ciertos territorios: País Vasco, Cataluña y, en menor medida, Galicia, ofrecían pocas dudas para obtener tal reconocimiento. La comunidad que realmente tuvo un rol inesperado y determinante por su desafío en este proceso autonómico fue Andalucía, y en este punto la prensa andaluza sí jugó un papel destacado. Frente al discurso de la prensa nacional, Andalucía tuvo en sus publicaciones un apoyo sólido y prolongado a la autonomía[1].
[1] Los estudios al respecto son varios y muy diversos. Desde la monarquía (Zugasti, 2007) hasta la relación con los diplomáticos (Fernández Fernández-Cuesta, 2018). También es buena muestra García Pinilla (2008) que repasa los géneros de opinión en tres sucesos: el asesinato de Carrero Blanco, la legalización del PCE y el intento de golpe de Estado en 1981.