160. BLANDINA

160. BLANDINA

Blandina fue una esclava cristiana martirizada en el año 177, bajo el gobierno de Marco Aurelio. Estas noticias ilustran la existencia de una temprana comunidad cristiana en Occidente en localidades de la Galia. Ella es una de las escasas cristianas que cobran cierto protagonismo en los relatos martiriales, circunstancia particularmente destacada por su condición de esclava. Su pasión recoge de principio a fin todos los estereotipos que conforman el género. Blandina fue apresada tras un tumulto popular y junto con otros hermanos fue procesada en público en el foro. 

Lugdunum

El efecto aleccionador del proceso público servía al tiempo de aliciente para reforzar en su fe a los ya devotos y convertir a los espectadores, asombrados de la firmeza de los cristianos, más aún de una mujer a la que se suponía de espíritu frágil. El interrogatorio estuvo dirigido por los duunviros de la ciudad y, tras confesar firmemente su fe, Blandina fue devuelta a la cárcel en espera de la llegada del gobernador. Este se mostró con la crueldad característica del perseguidor. Blandina, junto con sus compañeros Maturo, Átalo y el diácono Santo, sufrió varios tormentos en los que la esclava trasciende la debilidad que se le consideraba connatural por su condición femenina. Sus verdugos quedaron extenuados, admirando su fortaleza, pues uno solo de los suplicios que le infligían habría bastado para quitarle la vida y ella los soporta con ligereza, confortada por su confesión de fe. 

Tras el interrogatorio, Blandina fue colgada en un madero en forma de cruz y expuesta ante las fieras. Es el momento culmen de su pasión, pues vemos a una mujer, esclava, pequeña, débil y despreciable, convertida en la viva imagen de Cristo y así la vieron el resto de sus hermanos. Las bestias no se atrevieron a tocarla y tuvo que ser devuelta a prisión donde permaneció hasta que el gobernador sentenció una nueva ejecución de fieles. Obligada a asistir todos los días al anfiteatro para contemplar los suplicios aplicados a sus hermanos y convencerla así de que abjurara, finalmente llegó su turno el último día y recibió varios castigos: azotes, el ataque de las fieras, la silla de hierro candente, atrapada en una red lanzada ante un toro bravo que la arrojó al aire en varias ocasiones, y todos ellos los recibió exultante, con esa alegría característica de los mártires que muestran su deseo de morir por Dios y alcanzar la felicidad eterna. 

Finalmente fue decapitada. Por la fortaleza de espíritu con la que se enfrentó a la muerte recibió el apelativo de “generosa matrona”, aun siendo tan solo una esclava, logrando infundir esperanzas a sus hermanos de fe. Los verdugos reconocieron que ninguna otra mujer había soportado tantos y tales suplicios. Su cuerpo, junto con los restos de sus compañeros, permaneció seis días a la intemperie antes de ser incinerado. Sus cenizas fueron arrojadas al Ródano para impedir así la resurrección y cualquier tipo de devoción popular. 

Clelia Martínez Maza

Universidad de Málaga

Jan van Haelbeck (1600-1620). Grabado representando el martirio de Blandina en su obra "Ecclesiae Militantis Triumphi". British Museum, Londres.

Fuentes principales

Eusebio, Historia Eclesiástica, 5.1; 3-63. 

Selección bibliográfica

Castelli, E.A., Martyrdom and Memory. Early Christian Culture Making (New York 2004).

Cobb, L.S., Dying to Be Men. Gender and Language in Early Christian Martyr Texts (New York 2008).

Marjanen, A., “Male Women Martyrs: The Function of Gender-Transformation Language in Early Christian Martyrdom Accounts”, en Seim, T.K., Økland, J. (eds.), Metamorphoses. Resurrection, Body and Transformative Practices in Early Christianity (Berlin-New York 2009) 231-247.

Potter, D.,“Martyrdom as Spectacle”, en Scodel, R. (ed.), Theater and Society in the Classical World (Ann Arbor 1993).

159. ANIA GALERIA FAUSTINA la Menor

159. ANIA GALERIA FAUSTINA la Menor

Ania Galeria Faustina la Menor perteneció a la dinastía Ulpio-Elia. Hija del emperador Antonino Pío, cuando éste era aún un ciudadano privado, y de Faustina la Mayor. Faustina la Menor entroncaba por vía materna con los emperadores Trajano y Adriano. En un primer momento, Faustina la Menor sería prometida por Adriano a Lucio Vero. Sin embargo, cuando el Princeps falleció unos meses después, el emperador Antonino Pío y su esposa, Faustina la Mayor, decidieron romper el compromiso matrimonial de su hija con Lucio Vero y la prometieron al hermano adoptivo de éste, Marco Aurelio. 

Roma

De este matrimonio nacieron doce hijos, de los cuales la mayoría fallecieron durante la infancia. A finales de 147, tras el nacimiento de su primer hijo, recibió el título de Augusta. De los hijos que sobrevivieron destacan a Cómodo y a Lucila, quien se casó con el emperador Lucio Vero en 164. La fertilidad de Faustina la Menor fue utilizada en la propaganda imperial. Según la Historia Augusta, tras la muerte de Lucio Vero corrieron los rumores infundados de que Faustina la Menor, su suegra y supuesta amante, lo había envenenado con ostras porque éste habría relevado a Lucila esta relación adúltera. Varias fuentes desprestigian a esta mujer imperial, seguramente por los desvaríos de su hijo, el emperador Cómodo. A las acusaciones de envenenamiento se añaden las de adulterina, no sólo con su yerno, sino con marineros y gladiadores. Incluso se llegó a plantear que su hijo Cómodo fue fruto de una relación extramatrimonial con un gladiador. Sin embargo, tal como se deja ver de la correspondencia entre Frontón y Marco Aurelio, la relación entre los cónyuges habría sido muy cercana y bien avenida. Faustina la Menor acompañaría a su marido a la guerra contra los marcomanos y cuados. 

De hecho, tras la victoria romana sobre los cuados, sería honrada con el título de mater castrorum. Nuevamente las fuentes vuelven a cargar contra Faustina la Menor acusándola de idear un matrimonio con fines políticos con el gobernador de Siria, Avidio Casio, en caso de que Marco Aurelio muriera. No obstante, Avidio Casio se rebeló sin éxito cuando Marco Aurelio aún seguía con vida. Faustina la Menor moriría en el invierno del 175 al 176 en Capadocia. Dion Casio deja entrever que posiblemente Faustina, ignorando que su marido había destruido todos los documentos que podrían implicarla en la conjura, se suicidase para evitar ser condenada por su pacto con el rebelde. Sea como fuere, Faustina la Menor fue divinizada. Marco Aurelio, al igual que hiciera Antonino Pío con su esposa, instituyó una fundación de caridad en su memoria, las novae puellae Faustinianae. La diva Faustina la Menor fue enterrada en el Mausoleo de Adriano.

Daniel León Ardoy

Universidad de Sevilla

Áureo de Faustina la Menor. Anverso: Busto de Ania Galeria Faustina la Menor. Leyenda: FAUSTINAE AUG PII AUG FIL. Reverso: figura de Venus estante. Leyenda: VENUS. Siglo II, Roma.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 71.22-31; 72.7.4.

Frontón, Epistolario, 2.308, 314, 316-318. 

Historia Augusta, Antonino Pío, 1.7; 10.2; Marco Antonino, 1.8; 6.2, 6; 19.2; 20.7; 24.6; 26.4-7; Vero, 10.1-5.

Selección bibliográfica

Baharal, D., “Public Image and Women at Court in the Era of the Adoptive Emperors (A. D. 98 – 180). The case of Faustina the Younger”, en Deroux, C. (ed.), Studies in Latin Literature and Roman History X (Brussels 2000) 328-350.

Levick, B., Faustina I and II: Imperial Women of the Golden Age (Oxford-New York 2014).

Temporini-Gräfin, H. (ed.), Die Kaiserinnen Roms: Von Livia bis Theodora (München 2002). 

158. PASIA

158. PASIA

La información disponible sobre la niña Pasia de seis años, se encuentra en una tabula cerata donde se menciona su venta el 17 de marzo del año 139 en un distrito minero de la provincia de la Dacia (actual Rumanía).  Por esta razón se ha pensado que trabajaría en la extracción minera. No obstante, no es posible confirmar esta hipótesis. En cualquier caso, la edad no era un impedimento para desempeñar trabajo alguno. Niños de los grupos humildes y pobres, incluido el esclavo, se veían obligados a faenar desde edades muy tempranas, incluso en ambientes laborales como podía ser el de una mina.

 

Dacia

El contrato de compraventa es un magnífico ejemplo de la mercantilización de los esclavos de la sociedad como la romana. En él, Dasio vende a la niña a Máximo por un total de doscientos cinco denarios. El vendedor indica su nombre, aunque no descarta que pudiese responder a otros nombres. Con respecto al origen, se la define como empta sportellaria, expresión que se ha interpretado como que había sido recogida. De ser así, se trataría de una niña abandonada, expuesta, de la que se hicieron cargo para posteriormente venderla a un buen precio. La exposición de recien nacidos era una de las formas de conseguir esclavos, al que sumamos los que nacían de madre servil, la esclavitud de guerra y la compraventa. Como en otros documentos similares, el texto incluye las garantías del vendedor que insisten en el buen comportamiento de la niña. Por ejemplo, se señala que no tenía tendencia a vagabundear ni a escaparse; también se indica que gozaba de buena salud y que no había sido robada u obtenida de forma ilegal.

Apenas unas líneas nos introducen en la vida de Passia: un contrato en el que se la trata como un objeto que se entrega a cambio de una cantidad preestablecida. Sin embargo, y a pesar de la parquedad del testimonio, es más que suficiente para que podamos imaginar la infancia en la esclavitud. La niña aparece sola en el documento legal, desvinculada de cualquier familiar o persona adulta, lo que redunda en la fragilidad de los lazos personales en el contexto servil. Desconocemos, por lo tanto, cualquier información sobre su familia o lugar de origen. A pesar de su oscuro pasado, el futuro se torna más evidente: al servicio de un nuevo propietario, quien esperaba de ella sumisión, obediencia y salud para poder llevar a cabo el trabajo que le asignase.

Carla Rubiera Cancelas

Universidad de Oviedo

Transcripción del contrato de compraventa de Pasia. Siglo II. Dacia.

Fuentes principales

CIL III, 936, n. VI.

FIRA III 87.

Selección bibliográfica

Giardina, A., Bambini in Mineria: Quartulus e gli altri, en Paci, G. (ed.), EPIGRAFAI, Miscellanea epigrafica in honore di Lidio Gasperini (Roma 2000) 407-416.

Laes, C., Vuolanto, V. (eds.), Children and Everyday Life in the Roman and Late Antique World (New York 2017). 

Rubiera Cancelas, C., “Pequeñas voces: la infancia esclava en la sociedad romana antigua”, en Rubiera Cancelas, C. (coord.), Las edades vulnerables: infancia y vejez en la Antigüedad (Gijón 2018) 139-162.

157. SEMPRONIA MATERNA

157. SEMPRONIA MATERNA

Sempronia Materna fue una ciudadana romana, homenajeada en dos epígrafes funerarios, en dos localidades distintas, uno en Tarraco (Tarragona) y otro en Bracara Augusta (Braga, Portugal) en el siglo II. El primero, no conservado, lo realizó su hijo, Gayo Cecilio Jubato Sempronio Materno, a quien la colmó de elogios haciendo referencia a su moralidad y castidad. Estas alabanzas, que dotan al homenaje de una potente carga de moralidad y pureza en referencia a la receptora, son más propias de un marido que de un hijo. Es posible que el hijo fuera el responsable de expresar públicamente la dignidad de su madre, ante la ausencia del padre y marido, quizás ya fallecido. Esta insistencia en la castidad de Materna tuvo que aludir a alguna situación particular, más aún siendo una ciudadana y matrona de respetabilidad incuestionable. 

Tarraco

Bracara Augusta

El epígrafe de Bracara Augusta (Braga, Portugal) está dirigido también a Sempronia Materna, hija de Marco y fue realizado por Gayo Cecilio Sempiterno a su óptima, queridísima madre e incomparable devoción. La similitud de ambas dedicatorias y la onomástica de la mujer del segundo epígrafe es lo que ha sugerido la identificación con Sempronia Materna. Ambos dedicantes presentan el mismo praenomen, Gayo, y nomen, Cecilio, de lo que puede inferirse un padre común, probablemente el primer esposo de Materna. Ella estuvo casada quizás posteriormente con Lucio Pomponio Avito, a quien dirige un epitafio.

Existen varias hipótesis sobre la filiación de los dedicantes de ambos epígrafes. Uno y otro comparten nomen y cognomen, pudiendo ser hijos de un mismo padre. En el caso del dedicante de Tarraco se incluye el nomen y cognomen de la madre, hecho que pudo responder a la relevancia familiar de su progenitora, con el deseo expreso de conservar la onomástica materna, como se observa en familias senatoriales. Otra explicación podría ser que el padre de ambos fuera un varón diferente a su esposo, ya que, la gran mayoría de las ocasiones en las que los hijos reciben el nombre de su madre es porque proceden de un matrimonio ilegítimo. No obstante, resulta difícil averiguar los motivos de la transmisión del nomen y cognomen de la madre en cada caso concreto. En cualquier caso, los epítetos dirigidos a ella revelan la necesidad de ensalzar su honorabilidad y moralidad como esposa y madre. 

María del Carmen Delia Gregorio Navarro

Universidad de Zaragoza

Sir Lawrence Alma-Tadema (1898). Héroe. Colección privada.

Fuentes principales

CIL II2/14 1346.

CIL II 2436

HEp. 8264.

Selección bibliográfica

Curchin, L.A., “Problems with Children’s Nomenclature in Roman Spain”, en Mangas Manjarrés, J. et alii (coords.), Homenaje a José Mª Blázquez, IV (Madrid 1999) 121-138.

Harrod, S.G., Latin Terms of Endearment and of Family Relationships (Princeton 1909).

Navarro Caballero, M., “Mujer de notable: representación y poder en las ciudades de la Hispania imperial”, en Stylow, A. U. et alii (coord), Epigrafía y sociedad en Hispania durante el Alto Imperio: estructuras y relaciones sociales (Madrid – Alcalá de Henares 2003) 119-127. 

Riess, W., “Rari exempli femina: Female Virtues on Roman Funerary Inscriptions”, en James, S. L. et alii (eds.), A Companion to Women in the Ancient World (Oxford 2012) 491-501.

156. FABIA

156. FABIA

Conocemos a esta relevante matrona romana de rango senatorial a través de una inscripción honorífica hallada en Sevilla. Muy probablemente Fabia fuera de origen hispalense, y, a juzgar por el tipo de letra empleado en la inscripción, cabría ubicar su trayectoria vital en la primera mitad del siglo II d. C. En el estado actual del texto es imposible restituir con certeza el cognomen de Fabia. Tradicionalmente se ha aceptado una conjetura de Theodor Mommsen, quien propuso a título de ejemplo H[adrianil]la, aunque también se han sugerido otras opciones, igualmente hipotéticas. Incertidumbre semejante pesa sobre los vínculos de parentesco que se han establecido usualmente con ciertos personajes de los altos círculos senatoriales de nomen Fabius.

Hispalis

El texto se encabeza, en lo que podemos determinar con seguridad, con la declaración de ser hermana y madre de senador, a lo que podría añadirse, con menos dudas hija de cónsul. La usual alusión a su condición añadida de esposa de senador ha sido ya eliminada en la última propuesta de reconstrucción del texto, aunque ello no disminuye su consideración social. En el resto del texto se reproduce la constitución de una fundación alimentaria. Estos actos podían ser de iniciativa imperial o privados, como en este caso, un ejemplo de la preocupación social de las élites provinciales que imitan en sus ciudades el modelo de la casa imperial. En ellos se establecía un legado económico para que con sus intereses se realizasen distribuciones de dinero a niños necesitados.

Fabia dejó por escrito la realización de una fundación privada perpetua con un capital de 50.000 sestercios con cuyas rentas –unos 3.000 sestercios/año– se procedería a hacer dos repartos anuales a niños de condición libre. Uno de ellos tendría lugar el día 25 de abril, cumpleaños de Fabia, en beneficio de un grupo de niñas con una cantidad hipotética de 20 sestercios. El otro reparto se realizaría el 1 de mayo, aniversario de un varón de su familia (padre, hijo o hermano) en favor de un grupo de niños que recibirían una cantidad de 30 sestercios. Estos se conocen como los “niños libres de Junco”, posiblemente en alusión al cónsul sufecto del 127, Sexto Emilio Junco, quien además sería el fundador de un collegium que agruparía a los destinatarios del reparto.

Fabia tampoco olvidó tomar medidas para el caso de que cambiara el número de beneficiarios o el de los intereses disponibles. Se desconoce quién sería el legatario encargado de cumplir el mandato, aunque cabe suponer que sería la propia ciudad de Hispalis. El número de beneficiarios depende del tipo de interés a considerar, por lo que las estimaciones oscilan entre 22 niños y 21 niñas, al 6%, o 100 niños y 75 niñas al 12 %. Todo ello hace de este legado algo modesto para una mujer de familia senatorial, aunque cabe pensar que no sería la única de sus actividades benefactoras.

Salvador Ordóñez Agulla

Universidad de Sevilla

Epígrafe funerario dedicado a Fabia. Siglo II. Sevilla.

Fuentes principales

CIL II 1174 = CILA Se, 19 = AE 2003, 894 = AE 2018, 879; FIRA III2 n.º 55a = EJER, n.º 35 = PIR2 F 73.

Selección bibliográfica

Cid López, R.M.ª, “Beneficencia frente a previsión social en la Hispania antigua. El caso de Fabia Hadrianilla y el alcance de la participación de las mujeres”, en Castillo, S., Ruzaba, R. (coords.), La Previsión social en la Historia (Madrid 2009) 1-30.

Magioncalda, A., Documentazione epigraphica e ‘fondazioni’ testamentarie. Appunti su una scelta di testi (Torino 1994).

Navarro Caballero, M., Perfectissima femina. Femmes de l’élite dans l’Hispanie romaine (Bordeaux 2017).

Navarro Caballero, M., Hernando Sobrino, M.ªR., “À l’ombre de Mommsen: retour sur la donation alimentaire de Fabia H[—]la”,  REA 120,1 (2018) 3-35.

155. JULIA HELIAS

155. JULIA HELIAS

Casi todo lo que sabemos de esta mujer proviene de una inscripción funeraria que le dedicó su familia en la ciudad romana de Lugdunum, actual Lyon. Se trata de un monumento finamente tallado, donde consta que había sido flaminica Augusta y que había muerto a la edad de 25 años y dos meses. La inscripción dice también que su cuerpo había sido trasladado desde Roma, donde habría tenido lugar el fallecimiento, hasta el mausoleo familiar donde fue enterrada, en la capital de la provincia Gallia Lugdunensis

Lugdunum

Julia Helias era hija de Sexto Julio Calisto y de Julia Nice, seguramente ambos libertos de un mismo patrono, en atención a sus cognomina griegos y la coincidencia del nomen Iulius en la pareja. De hecho, el padre aparece atestiguado en otra inscripción funeraria hallada en Lyon donde se menciona de forma explícita su condición de libertus. Por esta misma inscripción se sabe que tanto él como su patrono, el ciudadano romano Sexto Julio Helio, fueron seviri Augustales en la ciudad de Lugdunum. El honor del sevirato augustal, único al que podían aspirar los libertos, suponía la integración de quienes lo detentaban en la élite local. A cambio, exigía realizar importantes contribuciones económicas a la ciudad, de modo que solo era ejercido por una minoría, normalmente compuesta por personas enriquecidas con el fruto de su trabajo en el mundo del comercio y los negocios. Sin duda, este sería el caso de Sexto Julio Calisto. La elección de su hija, nacida quizás ya con la condición libre como sacerdotisa del culto imperial debió de suponer un hito muy importante en el ascenso social de esta familia lugdunense. 

De acuerdo con la datación del epitafio, la vida de Julia Helias transcurrió en el siglo II. Desconocemos los motivos por los cuales viajó a Roma y si estos estuvieron relacionados o no con el ejercicio del flaminado. También desconocemos las circunstancias en que se produjo su temprana e inesperada muerte. La repatriación de sus restos sugiere que se había trasladado a la capital del Imperio de forma temporal y que probablemente no estaba casada ni tenía hijos. Fueron sus hermanas, Julia Heliane y Julia Calistate quienes se encargaron de este cometido. Esto nos indica que no estaba casada y que su padre habría muerto antes que ella.  

En suma, Julia Helias fue una dama de la élite lugdunense que gozó de una proyección pública de primer nivel, en calidad de sacerdotisa del culto imperial, y contribuyó a acrecentar el prestigio de su familia, de origen servil, aunque poderosa desde el punto de vista económico. Es preciso poner de manifiesto también el protagonismo de sus dos hermanas en la conmemoración fúnebre de que fue objeto en su ciudad de origen. Ambas, en solitario, realizaron un largo viaje de ida y vuelta, de Lugdunum a Roma, poniendo de manifiesto con esta acción su pietas y el cumplimiento de su deber funerario, probablemente en ausencia de varones.

Alicia Ruiz-Guitiérrez

Universidad de Cantabria

Epígrafe funerario de Julia Helias. Siglo II. Musée Gallo Romain, Lyon.

Fuentes principales

CIL XIII, 1956 y 2181.

ILS 8098.

Selección bibliográfica

Burnand, Y., “De la servitude au flaminat: quelques cas de promotion sociale en Gaule romaine”, en Frezouls, E. (ed.), La mobilité sociale dans le monde romain. Actes du colloque organisé à Strasbourg (novembre 1988) par l’Institut et le Groupe de Recherche d’Histoire Romaine (Strasbourg 1992) 203-213.

Wierschowski, L., Fremde in Gallien – “Gallier” in der Fremde. Die epigraphisch bezeugte Mobilität in, von und nach Gallien vom 1. bis 3. Jh. n. Chr. (Texte -Übersetzungen -Kommentare” (Stuttgart 2001).

154. ESCRIBONIA ÁTICA

154. ESCRIBONIA ÁTICA

Escribonia Ática fue una comadrona que vivió en el siglo II en la ciudad portuaria de Ostia, unos 30 km al suroeste de Roma. Ella mandó construir la tumba familiar y colocar en su fachada una inscripción que recuerda su nombre y un relieve que la representa en plena actividad laboral. Este relieve muestra a Escribonia en el momento en que atiende un parto: se la puede ver sentada en un taburete frente a la parturienta en actitud de controlar con la mano derecha la expulsión del feto, al tiempo que dirige su mirada al observador de la escena. La futura madre está sentada en una silla obstétrica con las manos bien sujetas en unos asideros, mientras que tras ella otra mujer, seguramente asistente de nuestra comadrona, le sujeta presionando la barriga por debajo de las axilas.

Ostia

La representación no es sofisticada, pero transmite con sencillez la imagen de una profesional que contaba con personal propio y con un equipamiento especializado. Las funciones de las obstetras en el mundo romano iban más allá de la atención al parto. Estas profesionales atendían a la mujer también durante la gestación y el puerperio, y se dedicaban igualmente a la creación de recetas y medicinas destinadas a atajar otras dolencias femeninas. La comadrona perfecta debía poseer también conocimientos teóricos y una sólida experiencia práctica. Incluso podían ser llamadas para certificar legalmente la validez de partos en el curso de pleitos en los que, por ejemplo, el nacimiento de un niño pudiera acarrear consecuencias relacionadas con el derecho de sucesiones. Gracias al epitafio que se exhibía junto al relieve conocemos un poco acerca del círculo social más íntimo de Escribonia. Estaba casada con un cirujano llamado Marco Ulpio Amerimno, y con ellos también vivían la madre de ella, Escribonia Calítique, y un tal Diocles, seguramente un esclavo. El grupo familiar se completaba con un número indeterminado de libertos. La tumba de Escribonia, aunque no se encontraba entre las más grandes de la necrópolis, era una de las más caras. Se presentó a la cabeza del grupo familiar y como promotora de dicha tumba, mostrando su actividad profesional y el deseo de perpetuar su memoria.

María de los Ángeles Alonso

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Relieve que representa a la comadrona Escribonia Ática. Siglo II. Ostia antica, Roma.

© Archivio Fotografico – Parco Archeologico di Ostia Antica

Fuentes principales

EDR 101470.

Selección bibliográfica

Alonso Alonso, M.ªA., Los médicos en las inscripciones de Italia (siglos II a.C. – III d.C.). aspectos sociales y profesionales (Santander 2018).

Calza, G., La necropoli del porto di Roma nell’isola Sacra (Roma 1940).

Dimopoulou, A., “Medica, obstetrix, nutrix: les femmes dans les métiers médicaux et paramédicaux dans l’Antiquité grecque et romaine”, Saitabi 49 (1999) 273-287.

Gummerus, H., Der Ärztestand im römischen Reiche nach den Inschriften (Helsinki 1932).

153. ESCANCIA REDEMPTA

153. ESCANCIA REDEMPTA

Escancia Redempta fue una joven que vivió en el siglo II en Capua, en el sur de Italia. Se la conoce gracias al epitafio de mármol que dedicaron sus padres y que probablemente dispusieron en las paredes de su tumba. Esto habría permitido a todo aquel que pasara por delante del sepulcro leer las virtudes de la joven. Escancia era una mujer incomparable y ejemplar, una hija dulcísima dotada de los valores que caracterizaban la virtud femenina en época romana: llena de pudor, preservada por la honestidad de sus costumbres, dotada de piedad hacia sus progenitores, ilustre por su propensión a la castidad y digna de una perseverante modestia. Tales virtudes las desplegó también en su matrimonio, pues cuidó con esmero a su marido, cuyo nombre no es mencionado en el epígrafe.

Capua

A todas estas virtudes, Escancia sumaba otra más que la distinguía del resto y que sus padres no quisieron dejar de recordar en el epitafio: junto a este retrato tradicional de mujer virtuosa y casta, la joven destacaba por haber sido sobresaliente en la disciplina médica. Lo que indica que Escancia debió morir cuando desarrollaba sus estudios de medicina. Sin duda, hay muchos detalles que se nos escapan y que el laconismo de la epigrafía no nos permite conocer: desconocemos dónde llevaba a cabo sus estudios la joven Escatina, quién o quiénes fueron sus maestros, si alguna vez ejerció el oficio o si tuvo ocasión de curar a algún enfermo. Pero una cosa es segura, y es que si sus padres decidieron incluir en el epitafio una referencia a los estudios que estaba llevando a cabo es porque se trataba de una actividad que tenía mucha importancia en la vida de la joven: el hecho de recibir una formación en el arte de la medicina era parte de su identidad femenina y contribuyó también a construir su memoria. Sus padres, Flavio Tarentino y Escancia Redempta, le compusieron como elogio fúnebre un bello poema que hoy nos permite recordar a esta joven que murió con tan solo 22 años. 

María de los Ángeles Alonso

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fragmento del epígrafe funerario dedicado a Escancia Redempta. Siglos II. Capua.

Fuentes principales

CIL X, 3980.

Selección bibliográfica

Alonso Alonso, M.ªA., “Medicae y obstetrices en la epigrafía latina del Imperio romano. Apuntes en torno a un análisis comparativo”, Classica & Christiana 11 6, 2 (2011) 267-296.

Alonso Alonso, M.ªA., Los médicos en las inscripciones de Italia (siglos II a.C. – III d.C.). aspectos sociales y profesionales (Santander 2018).

Buonopane, A., “Medicae nell’occidente romano: un’indagine preliminare”, en Buonopane, A., Cenerini, F. (eds.), Donna e lavoro nella documentazione epigrafica. Atti del I Seminario sulla condizione femminile nella documentazione epigrafica. Bologna, 21 novembre 2002 (Faenza 2003) 113-130.

152. AGUSIA PRISCILA

152. AGUSIA PRISCILA

Agusia Priscila fue una sacerdotisa romana del siglo II asentada en Gabii, una población de las afueras de Roma. Es muy poco lo que se puede saber de ella, pero aun así se disponen de algunos datos a través de un epígrafe que relata su labor dentro de su municipio. Debió ser miembro de la élite local como demuestra su posición como sacerdotisa, hecho que le debió conferir influencia y prestigio entre sus conciudadanos. 

El epígrafe conservado da buena prueba de su implicación y riqueza. De hecho, son sus obras y donaciones las que destacan en esta inscripción. Este sistema de regalos para el bien común era conocido como evergetismo.

Gabii

Se esperaba que aquellos que tuviesen una mayor capacidad económica y estatus social inviertesen en el bienestar de la comunidad mediante donaciones, organizaciones de espectáculos o, en definitiva, con actos edilicios. Evidentemente, esto no estaba exento de cierto interés por parte del emprendedor, pues permitía conseguir un mayor prestigio e influencia. También conllevaba un riesgo en caso de no realizar lo prometido. 

Sabemos por el epígrafe que Agusia era sacerdotisa del emperador y su familia, aunque no ligada directamente al culto imperial, sino a dos aspectos abstractos, pero igual de importantes, la esperanza y la salud. Por la inscripción sabemos que Agusia pagó de su propio dinero la restauración del pórtico del templo en el que ejercía el sacerdocio. Además, dispuso la celebración de unos juegos gladiatorios en honor al emperador Antonino Pío, dedicándolos a la salud de este. El epígrafe es en sí mismo una dedicatoria de la comunidad a la propia Agusia, que le levantó un altar votivo y una estatua como agradecimiento por sus contribuciones a la comunidad.

Este presente que se le hizo a Agusia, no sabemos si aún en vida de la mujer, sirvió para perpetuar su memoria y para saber el aprecio que se podía tener por un miembro destacado de la sociedad romana, aunque fuese en un ámbito muy local. Agusia Priscila no es un caso aislado, es simplemente un ejemplo escogido entre otras muchas mujeres, que fueron ampliamente respetadas por la utilización de sus riquezas y su posición privilegiada en beneficio público.

Antonio Fajardo Alonso

Universidad de Sevilla

Epígrafe funerario dedicado a Agusia Priscila. Siglo II. Roma.

Fuentes principales

CIL XIV, 2804.

Selección bibliográfica

Gaspar, V. M., Sacerdotes piae. Priestesses and Other Female Cult Officials in the Western Part of the Roman Empire from the First Century B.C. until the Third Century A. D. (Amsterdam 2012).

Hemelrijk, E.A., “Public Roles for Women in the Cities of the Latin West”, en James, S.L., Dillon, S., A Companion to Women in the Ancient World (London 2012) 478-490.

Richardson, J.H., Santangelo, F., Priests and State in the Roman World (Stuttgart 2011).

151. JULIA SEGUNDA

151. JULIA SEGUNDA

Julia Segunda era hija del senador Julio Segundo y la conocemos por un triste carmen que este erigió en su honor y en el de su esposa, Cornelia Tiqué. La niña murió en un naufragio, a finales del siglo II, junto a su madre cuando tenía cerca de doce años. La tragedia tuvo lugar en la costa focense, cuando viajaban desde Roma hacia Hispania. Puede tratarse de la costa catalana o del norte de Valencia, pues en el epitafio se especifica que el naufragio se produjo donde desemboca el Ebro y nace el Tajo.  

Este monumento funerario destaca, además de por contener un relato especialmente conmovedor, por conservar el busto de la madre y de la hija en buen estado.

Roma

La pequeña aparece ataviada de manera semejante a Cornelia y con un gesto similar que desprende madurez, tal y como vemos en su madre. Sobresale, asimismo, la descripción de la niña. Julio Segundo, en aras de alabar a su pequeña, no sólo puso el énfasis en su destacada belleza física, sino también en su buen comportamiento y en su notable erudición que iban más allá de lo que se podría esperar en personas de su edad y sexo. Este modelo de joven instruida se encuentra en las referencias literarias y en las epigráficas. La descripción, sumada a la apariencia de la niña responde al arquetipo de jóvenes que debían representar el modelo ideal de matrona y desarrollar en su vida matrimonial. Los estratos sociales inferiores buscaban el reflejo en los modos de comportamiento de la aristocracia. 

Marta Alvaro Bernal

Universidad de Sevilla

Altar funerario a Cornelia Tiqué y a Julia Segunda. Roma, ca. 151-200. Museo del Louvre, París.

Fuentes principales

CIL VI, 20674.

CLE 436.

Selección bibliográfica

Álvaro Bernal, M., “La división de roles en la infancia: puellae educadas para el matrimonio”, en Pavón, P. (ed.), Marginación y mujer en el Imperio romano (siglos I- III) (Roma 2018) 103-132.

Caldwell, L., Roman Girlhood and the Fashioning of Femininity (Cambridge 2015).

Lattimore, R., Themes in Greek and Latin Epitaphs (Urbana 1962).