160. BLANDINA

160. BLANDINA

Blandina fue una esclava cristiana martirizada en el año 177, bajo el gobierno de Marco Aurelio. Estas noticias ilustran la existencia de una temprana comunidad cristiana en Occidente en localidades de la Galia. Ella es una de las escasas cristianas que cobran cierto protagonismo en los relatos martiriales, circunstancia particularmente destacada por su condición de esclava. Su pasión recoge de principio a fin todos los estereotipos que conforman el género. Blandina fue apresada tras un tumulto popular y junto con otros hermanos fue procesada en público en el foro. 

Lugdunum

El efecto aleccionador del proceso público servía al tiempo de aliciente para reforzar en su fe a los ya devotos y convertir a los espectadores, asombrados de la firmeza de los cristianos, más aún de una mujer a la que se suponía de espíritu frágil. El interrogatorio estuvo dirigido por los duunviros de la ciudad y, tras confesar firmemente su fe, Blandina fue devuelta a la cárcel en espera de la llegada del gobernador. Este se mostró con la crueldad característica del perseguidor. Blandina, junto con sus compañeros Maturo, Átalo y el diácono Santo, sufrió varios tormentos en los que la esclava trasciende la debilidad que se le consideraba connatural por su condición femenina. Sus verdugos quedaron extenuados, admirando su fortaleza, pues uno solo de los suplicios que le infligían habría bastado para quitarle la vida y ella los soporta con ligereza, confortada por su confesión de fe. 

Tras el interrogatorio, Blandina fue colgada en un madero en forma de cruz y expuesta ante las fieras. Es el momento culmen de su pasión, pues vemos a una mujer, esclava, pequeña, débil y despreciable, convertida en la viva imagen de Cristo y así la vieron el resto de sus hermanos. Las bestias no se atrevieron a tocarla y tuvo que ser devuelta a prisión donde permaneció hasta que el gobernador sentenció una nueva ejecución de fieles. Obligada a asistir todos los días al anfiteatro para contemplar los suplicios aplicados a sus hermanos y convencerla así de que abjurara, finalmente llegó su turno el último día y recibió varios castigos: azotes, el ataque de las fieras, la silla de hierro candente, atrapada en una red lanzada ante un toro bravo que la arrojó al aire en varias ocasiones, y todos ellos los recibió exultante, con esa alegría característica de los mártires que muestran su deseo de morir por Dios y alcanzar la felicidad eterna. 

Finalmente fue decapitada. Por la fortaleza de espíritu con la que se enfrentó a la muerte recibió el apelativo de “generosa matrona”, aun siendo tan solo una esclava, logrando infundir esperanzas a sus hermanos de fe. Los verdugos reconocieron que ninguna otra mujer había soportado tantos y tales suplicios. Su cuerpo, junto con los restos de sus compañeros, permaneció seis días a la intemperie antes de ser incinerado. Sus cenizas fueron arrojadas al Ródano para impedir así la resurrección y cualquier tipo de devoción popular. 

Clelia Martínez Maza

Universidad de Málaga

Jan van Haelbeck (1600-1620). Grabado representando el martirio de Blandina en su obra "Ecclesiae Militantis Triumphi". British Museum, Londres.

Fuentes principales

Eusebio, Historia Eclesiástica, 5.1; 3-63. 

Selección bibliográfica

Castelli, E.A., Martyrdom and Memory. Early Christian Culture Making (New York 2004).

Cobb, L.S., Dying to Be Men. Gender and Language in Early Christian Martyr Texts (New York 2008).

Marjanen, A., “Male Women Martyrs: The Function of Gender-Transformation Language in Early Christian Martyrdom Accounts”, en Seim, T.K., Økland, J. (eds.), Metamorphoses. Resurrection, Body and Transformative Practices in Early Christianity (Berlin-New York 2009) 231-247.

Potter, D.,“Martyrdom as Spectacle”, en Scodel, R. (ed.), Theater and Society in the Classical World (Ann Arbor 1993).

Comentarios cerrados.