28. CLODIA

28. CLODIA

Clodia pertenecía a la gens Claudia, una de las familias patricias más prestigiosas de Roma. Nacida en el 94 a. C, era hija de Apio Claudio Pulcro, cónsul en el 79 a. C. y de Claudia Metela. Tenía tres hermanos, Apio, Cayo y Publio, y dos hermanas del mismo nombre. Decidió cambiar el suyo, al igual que Publio y otra de sus hermanas, de Claudia a Clodia, de tinte más plebeyo.

El temprano fallecimiento del padre dejó a la familia en una situación económica complicada, por lo que la búsqueda de alianzas matrimoniales fue un objetivo prioritario. Clodia se casó con Quinto Cecilio Metelo Céler, primo suyo de gran riqueza y elevada posición social, que llegó a ser cónsul en el 60 a. C. 

Roma

Metelo murió en el 59 a. C., dejando a Clodia en una inmejorable situación económica que ella supo aprovechar en beneficio propio. Clodia no se limitó a seguir el papel que la sociedad romana le había otorgado, sino que decidió ejercer su libertad en muchos ámbitos, incluido el sexual. Y, además, lo hizo sin ocultarse. Este hecho, unido al vínculo con su hermano Clodio, uno de los políticos más polémicos de la época, le pasó una fuerte factura social.  Clodia fue censurada por muchos de sus contemporáneos debido a sus relaciones adúlteras. Quienes dieron forma definitiva a su funesta fama fueron Cicerón y Catulo. Ambos mezclaron verdades, exageraciones e invenciones en la descripción que dejaron por escrito sobre ella.

Cicerón, uno de los mayores enemigos de Clodio, pronunció en el 56 a. C. un discurso en defensa de Marco Celio Rufo, un joven amigo suyo, acusado de intentar envenenar a Clodia. Para defenderlo, Cicerón puso el foco en ella y en destruir su reputación aprovechando que, según él, no cumplía con lo que la sociedad esperaba de una matrona. En este discurso, Cicerón la llama la ‘Medea del Palatino’, la equipara con una meretriz, y la acusa, entre otras muchas cosas, de corromper a los jóvenes. Por su parte, Catulo, movido por el despecho tras ser abandonado por Clodia o Lesbia, como él la llama en sus poemas, la ataca sin piedad incidiendo en esta misma visión más cercana a la de una prostituta que a la de una matrona. Habla de su interminable lista de amantes, de su falta de moralidad y de sus reprobables prácticas sexuales que, según él, incluían el incesto con su hermano Clodio, acusación que en su momento fue aprovechada por los enemigos políticos de éste. No hay prácticamente información sobre Clodia en los años siguientes, ni sabemos la fecha de su muerte.

Vanessa Puyadas

Universidad de Murcia

Edward Poynter (1907). Lesbia con su gorrión. London Royal Academy, Londres.

Fuentes principales

Catulo, Poemas, 2; 3; 5; 7; 11; 13; 37; 43; 51; 58; 70; 72; 73; 79; 83; 86.

Cicerón, Discurso en defensa de Celio, 34 y ss.; Cartas a los familiares, 5.1; 5.2.; Cartas a Ático, 2.1; 2.9; 2.12; 12.38a; 12.42; 12.47.

Plutarco, Vidas paralelas, Vida de Cicerón, 29.1-2.

Selección bibliográfica

Álvarez Espinoza, N., “Clodia, la nueva domina romana”, Kañina 24, 1 (2010) 11-24.

Berjano Rodríguez, B., “Clodia Metela en el discurso ‘pro Caelio’ de Cicerón: un arquetipo subversivo de mujer, Journal of Fenimist, Gender and Women Studies 8 (2020) 3-11.

Cid López, R.M.ª, “Clodia imaginada por Cicerón: la construcción de la biografía de una libertina”, en M. González, M.A. Pedregal (coord.), Venus sin espejo: imágenes de mujeres en la Antigüedad Clásica (Oviedo 2005) 161-184.

Marsilio, M.S., “Catullus 37: Lesbia, Egnatius, and Roman Mime”, ACLASS 59 (2016) 203-214.

Skinner, M.B., Clodia Metelli: The Tribune’s Sister (Oxford 2011).

27. CECILIA METELA

27. CECILIA METELA

Cecilia Metela fue una matrona romana que vivió entre el siglo II y el I a. C. y que perteneció a una familia aristocrática. Fue hija de Quinto Cecilio Metelo Baleárico, cónsul en el 123 a. C. Se desposó con Apio Claudio Pulcro, cónsul en el 79 a. C. y fue madre, entre otros, del tribuno Publio Clodio, del augur Apio Claudio y de Clodia.

En el contexto de la Guerra Social, bajo el consulado de Lucio Julio César y Publio Rutilio Lupo, en el 90 a. C., fue la protagonista de un evento prodigioso que puso en marcha los mecanismos del Estado para procurar la restauración del templo de Juno Sóspita. Esta era una antigua diosa, especialmente venerada en la ciudad latina de Lanuvio, que también contaba con un edificio sacro en Roma. En concreto, Cecilia Metela tuvo un sueño en el que la diosa amenazaba con abandonar la ciudad debido al nefasto estado de su templo. 

Roma

La narrativa romana está llena de episodios en los que los sueños cambian el curso de los acontecimientos o tienen un carácter premonitorio fundamental, a veces para una persona y otras para el Estado. En este caso, en el contexto bélico en el que se encontraba Roma, la necesidad de apaciguar la ira de Juno Sóspita y garantizar su presencia en la ciudad se convirtió en un asunto religioso de primer orden y desencadenó, efectivamente, la restauración del templo. 

Independientemente de los avatares políticos y religiosos en los que se integra este episodio en la vida de Cecilia Metela, al que se puede añadir el estrecho vínculo entre su familia y el culto a Juno Sóspita, nos interesa destacar la relevancia de su participación pública. El sueño de esta fémina demuestra que el Senado romano aceptaba que las mujeres, al menos las de la élite, pudieran inspirar empresas religiosas de primer orden, con trasfondos políticos de gran trascendencia. A través de ciertas ceremonias, rituales, ofrendas públicas o, incluso, de la restauración y construcción de edificios sagrados, las mujeres encontraron en el ámbito religioso un lugar para actuar en beneficio del Estado, así como para participar en acontecimientos políticos e históricos, modificar el espacio urbano o promocionar su imagen personal y la de sus familias.  

Lidia González Estrada

Universidad de Oviedo

Escultura de Juno Sospita. (Siglos I-II d. C.). Museos Vaticanos, Roma.

Foto de Patricia Téllez, julio 2021.

Fuentes principales

Cicerón, Sobre la adivinación, 1.4; 1.99.

Julio Obsecuente, Libro de los prodigios, 55.

Selección bibliográfica

Hänninen, M.L., “The Dream of Caecilia Metella. Aspects of Inspiration and Authority in Late Republican Roman Religion” en Setälä P., Savunen L. (eds.), Female Networks and the Public Sphere in Roman Society (Rome 1999) 29-38.

Kragelund, P., “Dreams, Religion and Politics in Republican Rome”, Historia 50, 1 (2001) 53-75. 

Schultz, C.E., “Juno Sospita and Roman Insecurity in the Social War”, en Schultz, C., Harvey, P.B., Religion in Republican Italy (Cambridge-New York 2006) 207-227.

26. SERVILIA

26. SERVILIA

Servilia vivió entre los años 100 y 40 a. C. Era hija de Quinto Servilio Cepión, pretor en el 91 a. C., y de Livia, perteneció a una de las más adineradas familias aristocráticas. Sin embargo, no tuvo una infancia fácil. Ella y sus hermanos, Servilia la Menor y Cneo, tuvieron que ver cómo sus padres se divorciaban, primero, y cómo este último fallecía, más tarde, durante la “Guerra Social”. Livia se volvió a casar pronto con Marco Porcio Catón, con quien tendría dos hijos más: Porcia y Marco Porcio Catón el Menor. Al morir los dos, los cinco hijos de Livia fueron acogidos en la casa de su tío Marco Livio Druso, quien terminaría siendo asesinado por su apoyo al conceder la ciudadanía romana a los itálicos. Esta acumulación de desgracias debió de afectar mucho a los cinco pequeños. Tras la muerte de su tío materno, sería su abuela Cornelia quien se encargaría de ultimar su educación.

Roma

Todos ellos recibieron la esmerada educación, de la que Servilia obtuvo los medios suficientes para desenvolverse satisfactoriamente en el mundo que le tocó vivir. Apenas llegada a la adolescencia, con catorce años, contrajo matrimonio con Marco Junio Bruto, tribuno de la plebe en el 83 a. C. Al año siguiente daría a luz al famoso Bruto que, más adelante, participó en la conjura que acabaría con la vida de César, con quien Servilia mantuvo una relación durante muchos años. 

Marco Junio Bruto sería pronto asesinado por Pompeyo, y Servilia quedó viuda a los veintitrés años. Volvería a casarse rápidamente, esta vez con Décimo Junio Silano, cónsul en el 62 a. C., con quien tuvo tres hijas, todas ellas llamadas Junia. En los años siguientes, la vida de esta mujer se entretejió a través de los matrimonios de su hijo e hijas, con varias de las familias más importantes de su tiempo. De Servilia se destaca el presunto papel que jugó en el asesinato de César. Esta suposición provocó que surgiera una auténtica “leyenda negra” en torno a ella en la historiografía y que continúa en novelas y series como la colección Master’s of Rome de Colleen McCullough (1990-2008) o en la famosa serie Roma (2005-2007), donde Servilia es retratada como una mujer rencorosa que, abandonada por César, utilizará sus influencias para conseguir eliminarle físicamente.

Posiblemente el testimonio más ilustrativo de la fuerte personalidad de Servilia fue la presidencia de un consejo familiar que tuvo lugar en junio del 44 a.C., en una de las villas que poseía esta mujer a las afueras de Roma. En esta reunión, donde participaron Bruto, su mujer Porcia, Tercia, su marido Longino y el propio Cicerón, Servilio aconsejó a su hijo cuál debería ser su próximo movimiento político. Bruto acabó siguiendo el consejo de su madre. Esta matrona no dudó a la hora de actuar como consejera política para salvaguardar el prestigio de su “clan” familiar, del que Bruto era la cabeza visible. 

Borja Méndez Santiago

Universidad de Oviedo

Sir Lawrence Alma-Tadema (1868). En el apodyterium. Christie's, New York.

Fuentes principales

Apiano, Historia romana, 1.44.

Cicerón, Cartas a Ático, 329.13.22.

Plutarco, Vidas paralelas, Bruto, 5; Catón el Joven, 1.1-1.2.

Selección bibliográfica

Borrello, S., “‘Prudentissima et diligentissima femina’: Servilia, M. Bruti mater, tra Cesariani e Cesaricidi”, en Cenerini, F., Rohr Vio, F. (eds.), Matronae in domo et in re publica agentes. Spazi e occasioni dell’azione femminile nel mondo romano tra tarda repubblica e primo impero (Trieste 2016) 165-191.

Cluett, R.G., “Roman Women and Triumviral Politics 43-37 B.C.”, EMC/CV 17 (1992) 67-84.

Flower, H.I., “Servilia’s Consilium, Rhetoric and Politics in a Family Setting”, en van der Blom, H., Gray, C., Steel, C. (eds.), Institutions and Ideology in Republican Rome: Speech, Audience and Decision (Cambridge 2018) 252-264.

Treggiari, S., Servilia and her Family (Oxford 2019).

25. JULIA, madre de Marco Antonio

25. JULIA, madre de Marco Antonio

Julia fue una matrona del siglo I a. C. perteneciente a la familia Julia. Era hija de Lucio Julio César, cónsul en el año 90 a. C., y Fulvia. Julia gozó de gran prestigio entre sus coetáneos, incluso entre los enemigos acérrimos de su hijo Marco como Cicerón, quienes la consideraban una respetable y virtuosa matrona. 

Julia se casó con Marco Antonio Crético, hijo del famoso orador, Antonio. Con él tuvo tres hijos varones: Marco (el triunviro), Cayo y Lucio, y, probablemente, también una hija llamada Antonia. Su marido, que era un hombre honesto, no tuvo fortuna en su carrera y era dadivoso con el dinero, causando grandes problemas a la economía familiar. Tras enviudar de Antonio, Julia se casó en segundas nupcias con Publio Cornelio Léntulo Sura, cónsul en el año 71 a. C., quien, tras participar en la conjura de Catilina fue ejecutado en el año 63 a. C., dejando a Julia viuda por segunda vez.

Roma

Durante su vida, Julia apoyó las carreras políticas de sus hijos y les ayudó en los momentos complicados como en el año 43 a. C., cuando el Senado declaró “enemigo público” a Marco Antonio. Julia acompañada de su nuera Fulvia, acudió a las casas de los romanos más influyentes para interceder por su hijo, e, incluso se plantó ante el Senado presionando a los senadores para que cambiasen de opinión.

Julia era una mujer ecuánime a la que su amor maternal no le impidió oponerse a las decisiones de sus hijos que no consideraba justas, como el impuesto que los triunviros querían imponer a 1400 matronas. Aunque el caso más emblemático que muestra el carácter de esta mujer fue la forma en la que protegió a su hermano Lucio César cuando éste fue incluido en la lista de proscritos que los triunviros elaboraron en el año 43 a. C. Julia le dio cobijo en su casa y se interpuso entre Lucio y los soldados que fueron a apresarlo, consiguiendo que desistieran. Posteriormente, se presentó ante su hijo Marco para interceder por Lucio y llegó a denunciarse a sí misma por esconder a un proscrito, arriesgando la pena de muerte, para conseguir que su hermano fuese liberado.

La defensa y apoyo de Julia a sus hijos le llevó a sufrir las consecuencias de los conflictos civiles, como el exilio voluntario tras la derrota de Lucio y Fulvia en Perusa en el año 40 a. C. Temiendo por su vida si permanecía en Roma, Julia se dirigió a Sicilia, controlada por Sexto Pompeyo, quien la recibió con los brazos abiertos y le proporcionó escolta y barcos para que se reuniera con Marco Antonio. En ese viaje, Julia llevó consigo una propuesta de alianza de Sexto a su hijo. Esta no fue la única ocasión en la que medió en los conflictos políticos de la época, pues fueron diversas las ocasiones en las que intentó que su hijo y sus rivales llegasen a acuerdos que evitasen una guerra civil. En este sentido Julia actuaba también por el bienestar de Roma. De hecho, estuvo presente en las negociaciones entre Marco Antonio, Sexto Pompeyo y Octavio que tuvieron lugar en el año 39 a. C.

Vanessa Puyadas

Universidad de Murcia

Sir Lawrence Alma-Tadema (1868). Mujer con flores. Museum of Fine Arts, Boston.

Fuentes principales

Apiano, Historia romana, 3.51; 3.58; 4.32; 4.37 4.52; 5.37; 5.63; 5.72. 

Cicerón, Catilinarias, 7.

Dion Casio, Historia romana, 47.30; 48.15.

Plutarco, Vida de los doce césares, Vida de Antonio, 1; 22.

Selección bibliográfica

Chamoux, F., Marco Antonio (Barcelona 1990).

Dixon, S., The Roman Mother (London-New York 2014).

Hallet, J. P., Fathers and Daughters in Roman Society: Women and the Elite Family (Princeton 2014).

Huzar, Eleanor G. “Mark Antony: Marriages Vs. Careers”, The Classical Journal 81, 2 (1985-1986) 97-111.

Myers, N., “Cicero’s (S)Trumpet: Roman Women and the Second Philippic”, Rethoric Review 22, 4 (2003) 337-352.

Roh Vio, F., Fulvia. Una matrona tra i ‘signori della guerra’ (Napoli 2013).

Roh Vio, F., “‘Femina lectissima’: Giulia, madre di Marco Antonio, tra descrizione e rappresentazione”, Romanitas 11 (2018) 43-63.

24. JULIA, tía de César

24. JULIA, tía de César

Julia fue una matrona romana que vivió a caballo entre el siglo II y I a. C. Miembro de la prestigiosa familia patricia de los Julios, los datos disponibles sobre ella no son muy numerosos, aunque debió destacar por ser una mujer virtuosa, tradicional y respetada. Los hechos más relevantes de su vida hacen referencia al parentesco con dos de las grandes personalidades del momento, Cayo Mario, su marido, y Julio César, su sobrino.

Del matrimonio con Mario cabe destacar el enorme beneficio que supuso para este el enlace con Julia, pues asociarse con su familia ayudó a ascender en su carrera política. La pareja además fue bendecida con un hijo, Mario el Joven. Sin embargo, la vida para Julia no estuvo exenta de desgracias, pues tras la Guerra Civil entre Mario y Sila, los partidarios de su marido fueron perseguidos y ejecutados. 

Roma

El propio Mario murió antes de que finalizara la contienda y su hijo prefirió suicidarse a ser capturado. La cabeza de este último fue exhibida en el foro romano. La viuda Julia, no obstante, sobrevivió a estas persecuciones, ya porque estaba muy bien considerada o porque, por su condición de mujer, no fue una amenaza para Sila, a pesar del parentesco con el líder de sus enemigos.

No obstante, si por algo es conocida Julia, es por el elogio fúnebre que su sobrino, Julio César, pronunció en su funeral. En dicho discurso, César aludió a los ilustres y divinos orígenes de la familia de Julia, a la que él también pertenecía. César utilizó el funeral de su tía en un hábil movimiento político, reivindicando con el discurso la importancia de su linaje. Además, César, que en su juventud se había visto obligado al exilio para evitar las persecuciones de Sila, se atrevió aquí, una vez muerto este, a restituir el legado de su tío, incluyendo efigies de Cayo Mario en el cortejo fúnebre. Fue una osada estrategia política, pues mostraba por primera vez las imágenes de una persona que había sido declarada enemigo público, dando así mismo una muestra de la posterior política cesariana.

Antonio Fajardo Alonso

Universidad de Sevilla

Sir Lawrence Alma-Tadema (1890). El frigidarium. Colección privada.

Fuentes principales

Plutarco, Vidas paralelas, Mario, 6.4.; César, 5.

Suetonio, Vida de los doce césares, 1.6.1.

Veleyo Patérculo, Historia romana, 2.41.2.

Selección bibliográfica

Cabrero Piquero, J., Julio César: el hombre y su época (Madrid 2004).

Goldsworthy, A., César (Madrid 2007; 1º ed. en inglés Newhaven).

Rosenblitt, J.A., Rome after Sulla (London 2019).

Santangelo, F., Marius (London 2016).

23. AURELIA COTA

23. AURELIA COTA

Aurelia fue una matrona romana que vivió entre los siglos II y I a. C. Era integrante de la ilustre familia de los Aurelii, varios de sus miembros, incluido su padre, Lucio Aurelio Cota, fueron cónsules. Su madre, Rutilia, también pertenecía a una prestigiosa familia. Aurelia estaba casada con Cayo Julio César y es conocida sobre todo por ser la madre del famoso Julio César, conquistador de la Galia y dictador de Roma. También tuvo dos hijas, llamadas Julia, siendo una de ellas la abuela del emperador Augusto.

La información que las fuentes antiguas han dejado sobre Aurelia es unánime al presentarla como una mujer muy respetada, considerada un modelo de virtud. También tuvo un papel muy importante en la crianza de sus hijos, especialmente con la de César. La relación entre ellos siempre fue muy cercana, hasta el punto de que se quedó a vivir con él tras la muerte de su esposo y contribuyó a la educación de su nieta, Julia. Al pertenecer a una familia de gran importancia en Roma, Aurelia contó con una gran influencia y contactos.

Roma

Cuando el dictador Lucio Cornelio Sila obligó a César a repudiar a su esposa Cornelia, por el parentesco de esta con los leales a Cayo Mario, César prefirió negarse y partir al exilio. Fue Aurelia la que intercedió a favor de su hijo, buscando ayuda para evitar su ejecución y facilitar su posterior regreso.

Otro episodio muy conocido y en el que Aurelia estuvo implicada tuvo lugar en el año 62 a. C., durante la celebración del festival de la Bona Dea. Esta divinidad tenía un culto mistérico de carácter exclusivamente femenino. Se celebraba anualmente en la casa del magistrado que más votos había recibido durante su elección, siendo ese año Julio César. Pompeya Sila, segunda esposa de César, debía ejercer de anfitriona, contando con la supervisión de Aurelia y la presencia de las vestales. Ese año Publio Clodio, consiguió infiltrarse disfrazado de mujer, al parecer con el objetivo de ver a Pompeya. Descubierto por una esclava, el escándalo de tal sacrilegio no tardó en extenderse por toda la ciudad. Aurelia ordenó tapar durante la fiesta las imágenes de la diosa para que Clodio no pudiese verlas y llegó a testificar contra él en el juicio. Además, debido a este episodio, César repudió a Pompeya, según Dion Casio bajo la excusa de que “la mujer prudente no sólo debe estar libre de culpa, sino a salvo de cualquier sospecha infamante”, lo que terminó dando lugar a la actual frase de que la esposa del César no sólo debe serlo, sino parecerlo.

Aurelia fue ante todo un modelo de matrona, un ejemplo de inspiración por su prudencia, modestia y fidelidad a las costumbres romanas, ejemplar esposa y mejor madre y abuela. Gracias a sus excelentes orígenes familiares y la fulgurante carrera de su hijo, fue una mujer muy influyente y poderosa, con capacidad de decisión y supervisión, y cuya opinión era tenida en cuenta tanto por el resto de matronas como por los propios hombres.

Antonio Fajardo Alonso

Universidad de Sevilla

Sir Lawrence Alma-Tadema (1891). Temprano paraíso. Colección privada.

Fuentes principales

Cicerón, Cartas a Ático, 13.

Plutarco, Vidas paralelas, Julio César, 3.

Suetonio, Vida de los doce césares, Cayo Julio César, 74.

Tácito, Diálogo de los oradores, 28.

Selección bibliográfica

Cabrero Piquero, J., Julio César: el hombre y su época (Madrid 2004).

Everitt, A., Cicerón (Barcelona 2007).

Goldsworthy, A., César (Madrid 2007; 1º ed. en inglés Newhaven).

Jeffrey Tatum, W., The Patrician Tribune: Publius Clodius Pulcher (Chapel Hill 1999).

22. LICINIA

22. LICINIA

Vestal, quizás hija de Cayo Licinio Craso, tribuno de la plebe en 145 a. C. Dedicó en el 123 a. C. un templo, un altar y un pulvinar a Bona Dea en el Aventino. Acusada de incesto y enterrada viva en el 114 a. C., junto con las también vestales Emilia y Marcia. Según Dion Casio, Licinia y Emilia tenían muchos amantes, ya que fueron manteniendo relaciones con todos aquellos que podían informar de su conducta, para así asegurarse su silencio, de modo que los hechos se mantuvieron en secreto durante mucho tiempo. Mientras que Marcia, según el mismo autor, mantenía relaciones secretas con un miembro del rango ecuestre y nunca habría sido descubierta si no fuera por la investigación realizada sobre sus compañeras.

Roma

Parece que hubo una primera investigación realizada por el colegio pontifical, que decidió la condena de Emilia y la absolución de las otras dos. Una propuesta presentada por el tribuno Peduceo, y votada por el pueblo, consiguió que un tribunal civil juzgase de nuevo a Licinia y a Marcia, que fueron entonces condenadas y, posteriormente, enterradas vivas según la costumbre.

José Carlos Saquete

Universidad de Sevilla

Estatua en mármol que representa a la Bona Dea. Siglo I. Roma.

Fuentes principales

Cicerón, Sobre la casa, 136; Bruto, 160.

Dion Casio, Historia romana, 26.87.1-5.

Livio, Epítome, 83.

Plutarco, Cuestiones romanas, 83.

Selección bibliográfica

Gruen, E.S., “M. Antonius and the Trial of the Vestal Virgins”, RhM 111 (1968) 55-85.

Rüpke, J., Fasti Sacerdotum: Die Mitglieder der Priesterschaften und das sakrale Funktionspersonal römischer, griechischer, orientalischer und jüdisch-christlicher Kulte in der Stadt Rom von 300 v. Chr. bis 499 n. Chr. (Stuttgart 2005).

Saquete, J.C., Las vírgenes vestales. Un sacerdocio femenino en la religión pública romana, Anejos de AEspA 21 (Madrid 2000).

 

21. SEMPRONIA, hija de Cornelia

21. SEMPRONIA, hija de Cornelia

Sempronia pertenecía a una de las familias más nobles de la Roma republicana. Era hija de Tiberio Sempronio Graco y de Cornelia, la hija de Publio Cornelio Escipión Africano y de Emilia Tercia. De los doce hijos que tuvieron sus padres, fue una de los tres que sobrevivieron a la infancia y llegaron a la edad adulta. 

         Se casó con Publio Cornelio Escipión Emiliano, hijo adoptivo de su tío materno, Publio Cornelio Escipión. Emiliano era, en cualquier caso, un familiar allegado ya que era hijo biológico de su tío abuelo Lucio Emilio Paulo, hermano de su abuela Emilia Tercia. El matrimonio no tuvo hijos y no parece que fuera feliz, entre otras razones por la animadversión de Emiliano hacia su cuñado Tiberio y a la política desarrollada por este.

Roma

Debido a la muerte repentina de su marido en 129 a. C., algunos autores dejan entrever veladamente la implicación de Sempronia y su madre en los hechos. Sin embargo, otros ven en los enemigos políticos de Emiliano a los posibles culpables. Esta muerte, sin embargo, no fue investigada lo que reforzaría la posibilidad de que se hubiera cometido un crimen político. Otros autores consideran que Emiliano pudo haber cometido suicidio. Sempronia vivió junto a su madre hasta la muerte de esta acaecida en 110 a. C. La última noticia sobre ella la proporciona Valerio Máximo quien escribe que fue citada en la asamblea como testigo en la acusación de un individuo que se hacía pasar por hijo ilegítimo de su hermano Tiberio. Ella se negó a besarlo y con ello a reconocer la pertenencia de aquel a la noble familia de la que ella llevaba su nombre.

Pilar Pavón

Universidad de Sevilla

Angelica Kauffman (1785). Cornelia madre de los Graco. Richmond, Virginia Museum of Fine Arts, Virginia.

Fuentes principales

Apiano, Historia romana, 4.43.44.

Plutarco, Vidas paralelas, Vida de Tiberio Graco, 14.3-4.

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 3.8.6; 6.2.4.  

Selección bibliográfica

Barnard, S., “Cornelia and the Women of Her Family”, Latomus 49 (1992) 383-392.

Dixon, S., Cornelia. Mother of the Gracci (London 2007).

20. CORNELIA

20. CORNELIA

Cornelia era hija de Escipión Africano, vencedor de Zama que en el año 202 a. C. había derrotado al enemigo púnico, y de Emilia Tercia, una dama de la élite. Recibió una notable educación, marcada por el filo-helenismo. Su padre acordó su matrimonio con Tiberio Sempronio Graco, un antiguo rival, que, de esta manera, se convertía en aliado. Cornelia era treinta años más joven que su marido y aportó una dote de 50 talentos de plata mostrando la enorme riqueza de su familia. Esta unión debió producirse entre los años 165 y 162 a. C., cuando Escipión había fallecido, pero pudo haberla pactado con anterioridad. 

Una vez casada, Cornelia fue fiel a su marido y destacó por su extraordinaria fertilidad, tuvo doce hijos, el último póstumo. Aunque solo tres llegaron a la edad adulta. Tras enviudar, Cornelia decidió no volverse a casar, a pesar de que Ptolomeo VIII, rey de Egipto, le pidió matrimonio.

Roma

Permaneció fiel a la memoria de su marido, y dedicada a la educación de sus hijos. Buscó a los mejores preceptores de la filosofía estoica como Blosio de Cumas, que marcaron la formación sobre todo de los varones. Casó a su hija Sempronia con otro Escipión, un personaje de la élite, para afianzar la posición de la familia en los círculos de poder. Pero sobre todo se preocupó por la carrera política de Tiberio y Cayo, y buscó alianzas entre los fieles amigos de su padre y de su esposo. 

Tiberio y Cayo Graco fueron tribunos de la plebe y parecía que seguirían el cursus honorum propio de los individuos de su posición social. Pero, ante los problemas de la República, sus decisiones, que pretendían atender reivindicaciones de la plebe, provocaron la ruptura de los grupos dirigentes y murieron de forma violenta a manos de sus enemigos; primero Tiberio en el 132 y Cayo pocos años después. Se dice que Cornelia no aprobó la política de su hijo menor y Cornelio Nepote transmite unas cartas que, supuestamente, ella le escribió para pedirle que rectificase su actuación. Al margen de la certeza de estos textos, fue muy apreciada por los partidarios de sus hijos, quienes le dedicaron una estatua como “madre de los Graco”; tiempo después Augusto añadió que había sido “la hija de Escipión”. Se desconoce la fecha de su muerte, pero debió suceder en las últimas décadas del siglo II a. C.

Rosa María Cid López

Universidad de Oviedo

CIL VI, 10043. Inscripción de Cornelia africana, madre de los gracos. (Siglo II a. C.). Tabularium, Roma.

Fuentes principales

Cornelio Nepote, Vidas, Fragmentos, 29.

Plutarco, Vidas paralelas, Tiberio Sempronio Graco, 1. 4-7;  4; 8.7; 13; 19.

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 4.2.3; 4.4; 4.6.1; 6.7.1.

Selección bibliográfica

Bravo Bosch, M.ªJ., Mujeres y símbolos en la Roma republicana: análisis jurídico-histórico de Lucrecia y Cornelia (Madrid 2017). 

Casamayor Mancisidor, S., “Mujer y memoria en la Roma republicana. Cornelia, matrona ejemplar”, en Cabrera, M., López Cordero, J.A. (eds.), VIII Congreso Virtual sobre Historia de las mujeres (2016) 141-163.

Cid López, R. M.ª, “La matrona y las mujeres de la Roma antigua. Un estereotipo femenino a través de las imágenes religiosas y las normas legales”, en Martínez Quinteiro, E. (coord.)  Mujeres en la historia, el arte y el cine  (Salamanca 2011) 55-70. 

Dixon, S., Cornelia. Mother of the Gracci  (London 2007).

19. CLAUDIA, hija de Apio Claudio Pulcro

19. CLAUDIA, hija de Apio Claudio Pulcro

Vestal e hija del patricio y cónsul en el año 143 a. C. Apio Claudio Pulcro, aprovechó la inviolabilidad de la que gozaban las sacerdotisas y subió en el carro de su padre para que ningún tribuno de la plebe pudiera impedir el triunfo celebrado ilícitamente por este sobre la tribu alpina de los salasos.

Valerio Máximo destaca la piedad filial de Claudia, su valor y fortaleza por este hecho, ya que también, según él, deshizo las enemistades personales que existían entre los altos magistrados.

Roma

José Carlos Saquete

Universidad de Sevilla

Constantine Hölscher (1902). En el templo de Vesta. Grisebach, Berlín.

Fuentes principales

Cicerón, En defensa de Marco Celio, 14.34.

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 5.4.6.   

Selección bibliográfica

Scheid, J., “Claudia, la vestale. Roma al femminile” en Faschetti, A. (ed.), Roma al femminile (Roma-Bari 1994) 3-19.

Saquete, J.C., Las vírgenes vestales. Un sacerdocio femenino en la religión pública romana, Anejos de AEspA 21 (Madrid 2000).

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