Su obra: Un trabajo en positivo
Tanto su obra periodística como su obra artística y/o divulgativa tienen origen en la duda. La proyección de la duda sobre el presente invita a Vázquez de Sola a mostrar otra representación posible que supere los límites de lo decible y pensable. Su obra no va contra nadie. De hecho, se hace política al ser descifrada por los públicos, dado que interroga el pasado desde el presente revelando otros sentidos. Por esta razón, en sus exposiciones se puede observar una definida acción pedagógica. La muestra sobre el bicentenario de la Constitución de 1812 titulada La Pepa y la Ilustración (2012), otra anterior, titulada: República o “Esto” (2004) o Andalucía es nombre de mujer revelan, además, de qué forma el trabajo de este periodista y artista sirve a la práctica del disenso por el tratamiento de temáticas o bien poco visibilizadas o bien relacionadas con la justicia social. Su libro Cenizas de un mar en llamas (2009) es un ejemplo evidente de esto último. Porque para Andrés la cultura ha de enseñar y, al mismo tiempo, provocar la felicidad. Una clara materialización, por otro lado, de su compromiso social.
El lugar desde donde se sitúa para ver el mundo, el Sur, también está muy presente en sus obras. Sobre este aspecto, aclara lo siguiente: “Hay un racismo, en el que entra el clasismo y el machismo, que se basa en considerar la idea de que: ¡Mi tierra es la mejor y lo demás es una mierda! ¡No, no! Objetivamente, mi madre no es mejor que la tuya. Pero, permíteme que te diga que yo prefiero la mía”. Andalucía se concibe aquí como lugar geográfico y de creación desde el cual el periodista instituye su particular forma de mostrar la realidad: “Reivindico que se enseñe flamenco en primaria para que se sepa la diferencia que hay entre una seguirilla y un martinete o una debla, una malagueña y una soleá. Es nuestra cultura también. Luego, además, hay que escuchar a Beethoven, Mozart, Falla…”. De esta forma, Andrés describe el movimiento que recorre su pensamiento antes de crear: “Se ha de enseñar empezando por lo nuestro. No porque sea mejor, sino porque es nuestro. Como se dice: ¡Que son mejores tus flores por ser tuyas…!”, explica entre risas.
Escasamente reconocido como periodista, escritor y artista en España, uno de los pocos reconocimientos recibidos fue la concesión de la Medalla de Andalucía en 2014. “Nunca he recibido honores. Pero quien me llamó para comunicarme que me iban a dar la medalla, me hizo jurar que no rechazaría lo que me iba a proponer”. No se arrepiente de haberla aceptado, aunque no pierde de vista a quién se debe. El día que la recibió, cuenta, había una manifestación de gente protestando contra estos premios. “Entonces, yo salí con la medalla puesta y me fui con ellos, me uní a la protesta”. Por otra parte, Andrés piensa -y lo expresó con estas mismas palabras- que es “el único beso que voy a recibir de mi madre”.
© Una conversación distendida, libre, que fluye sin guion preestablecido. JAIME CINCA (El Salto Andalucía)
El acto de confesión impregna esta última parte de la conversación, hasta tal punto que cuando Vázquez de Sola es preguntado por su último libro, La verdadera historia del Gayumbo milagroso (2020), obra que aún no ha sido presentada por la crisis de la COVID-19, manifiesta que, mediante el mismo, salpicado de notas autobiográficas, aunque mediadas por la ficción, “se está despidiendo de la vida”. De esto, admite, no era consciente cuando lo escribía: “Con mi primer libro, La triste vida de un hombre triste, especifiqué que no era mi biografía, que podría ser la biografía de cualquier persona de mi edad que haya vivido lo que yo he vivido. Y con este, pensaba lo mismo: ¡Es una fantasía! En un momento determinado, por razones que expongo en el libro, me hago operar por el Opus Dei, en Navarra, y me convierto en mujer. ¡Una tía estupenda! Esto, ¿qué quiere decir? Simplemente, que he dejado de ser hombre. Yo no me había dado cuenta. En definitiva, estoy diciendo que ya no soy el mismo”.