105. ARRIA LA MENOR

105. ARRIA LA MENOR

Cecinia Arria, más conocida como Arria la Menor, vivió entre los años 25 y 107. Fue una distinguida matrona romana, hija de Aulo Cecina Peto, cónsul sufecto a finales del 37, y de Arria la Mayor. Tuvo, al menos, dos hermanos varones: uno de ellos falleció durante su infancia y el otro, Gayo Lecanio Baso Cecina Peto, fue cónsul sufecto en el 70. Hacia el año 42, Arria se casó con Publio Clodio Trásea Peto, cónsul sufecto a finales del 56. Sabemos que el matrimonio tendría lugar antes de esa fecha debido a que, según atestigua Plinio el Menor en sus Cartas, Trásea Peto trató, inútilmente, de convencer a su suegra, Arria la Mayor de que, ante la condena a muerte de Cecina Peto por haber conspirado contra el emperador Claudio, no se suicidara junto a su marido.

 

Roma

Fruto del matrimonio entre Arria la Menor y Trásea Peto nació una hija llamada Clodia Fania, a la que se la casaría con el estoico Gayo Helvidio Prisco, pretor en el 70. Ciertamente, estas tres mujeres y sus respectivos maridos se movieron en un círculo aristocrático estoico y de abierta oposición a los gobiernos de Claudio, Nerón, Vespasiano y Domiciano. De hecho, tras varios años de desencuentros con el emperador Nerón, Trásea Peto, acusado de sedición, fue condenado a muerte por un tribunal senatorial. Asimismo, su yerno Helvidio Prisco fue condenado al exilio, seguido voluntariamente por su esposa, Fannia. Tras el funesto veredicto senatorial contra su marido, Arria la Menor intentó suicidarse junto a él como veinticuatro años atrás había hecho su madre. Sin embargo, Trásea Peto logró convencerla para que conservase la vida y apoyase a su hija Fania. Desconocemos si Arria la Menor acompañó a su hija y a su yerno al destierro. Tras la muerte de Nerón, el efímero emperador Galba permitió el regreso a Roma de Helvidio Prisco. No obstante, hacia el año 70 o 71, este fue desterrado de nuevo por orden de Vespasiano quien mandó ejecutarlo probablemente en el 76. 

Unos años más tarde, Arria y su hija fueron desterradas por Domiciano al estar implicadas en la creación y difusión de obras biográficas destinadas a ensalzar la memoria de sus maridos. Junto a ellas fueron acusados otros miembros de la llamada “oposición estoica”: los escritores de ambas obras, Junio Aruleno Rústico, junto con su esposa y Herenio Seneción, Helvidio Prisco (hijastro de Fania) y Junio Máurico. Este último y las tres mujeres fueron condenados al destierro. Los restantes fueron condenados a muerte bajo el cargo de maiestas. Arria y su hija permanecieron en el exilio hasta la llegada al trono imperial de Nerva, momento en el que regresaron a Roma. Plinio el Menor las convenció para denunciar a uno de los acusadores causantes de la muerte de Helvidio Prisco hijo. Según Plinio sobre el 107 falleció Arria. Esta mujer habría mantenido viva en su familia la llama de oposición política a las arbitrariedades imperiales. 

Daniel León Ardoy

Universidad de Sevilla

Fyodor Bronnikov (1873). Lectura de la sentencia de muerte de Trásea Peto. Radishchev Art Museum, Saratov.

Fuentes principales

Plinio el Menor, Cartas, 3.16; 7.19; 9.13.

Suetonio, Vida de los doce césares, Nerón, 37.1; Domiciano, 10.3.

Tácito, Anales, 16.26.34.

Selección bibliográfica

Brunt, P.A., “Stoicism and the Principate”, PBSR 43 (1975) 7-35. 

Carlon, J.M., Pliny’s Women: Constructing Virtue and Creating Identity in the Roman World (Cambridge 2009). 

González, J., “La mujer romana a través de la mirada de Plinio el Joven”, en Pavón, P. (ed.), Marginación y mujer en el Imperio Romano (Roma 2018) 277-292.

Rudich, V., Political Dissidence under Nero: The Price of Dissimulation (London – New York 1993). 

Shelton, J.A., The Women of Pliny’s Letters (London – New York 2013). 

104. SERVILIA, hija de Lucio

104. SERVILIA, hija de Lucio

Una inscripción honorífica procedente de Lisboa, que formaba parte de un conjunto escultórico no conservado, homenajea a Servilia, sacerdotisa de culto imperial de la provincia romana de Lusitania. Era hija de Lucio y estaba casada con Quinto Luceyo Albino.

El homenaje fue realizado por el senado local de Olisipo y en él también se honraba a su hija, Luceya Albina, casada con Terentiano. En el conjunto escultórico sus imágenes aparecerían flanqueadas por sus propios maridos, constituyendo así un monumento familiar inspirado en un modelo tomado del entorno de la domus Augusta. 

 

Olisipo

Sin duda, la obtención del sacerdocio provincial supuso para Servilia un gran prestigio y una proyección pública más allá del ámbito cívico. Se puede afirmar que vivió con posterioridad al año 48 porque entonces todavía no se elegían sacerdotisas del culto imperial para actuar en nombre de Lusitania.

Poco se conoce sobre las tareas religiosas que Servilia desarrollaría; entre estas estaría la ejecución de sacrificios en honor a las mujeres divinizadas de la familia de los emperadores y el mantenimiento de los bustos de estas que eran porteados en las fiestas de culto imperial. Cuando actuaba como flaminica luciría la corona y la banda para recoger el pelo (vitta), insignias tomadas de las representaciones de las emperatrices divinizadas. Se desconocen más datos sobre su vida y final. 

Marta González Herrero

Universidad de Oviedo

Ruinas del teatro romano de Olisipo. Siglo I. Lisboa.

Fuentes principales

CIL II, 195.

HEp. 21284.

Selección bibliográfica

González Herrero, M., “El abogado olisiponense Lucceius Albinus y familia”, Revista Portuguesa de Arqueologia 8, 1 (2005) 243-255.

González Herrero, M., La implantación del culto imperial de la provincia en Hispania (Oxford 2015).

Mirón Pérez, M.ªD., Mujeres, religión y poder: el culto imperial en el Occidente mediterráneo (Granada 1996).

Stylow, A. U., Ventura, Á., “Doppelstatuenpostamente und virtuelle Statuen. Neues zu Lukans Vorfahren mütterlicherseits und zu CIL II 195 aus Olisipo”, Chiron 35 (2005) 23-48.

103. CORNELIA ONÉSIMA

103. CORNELIA ONÉSIMA

A Cornelia Onésima la conocemos gracias a su monumento funerario, donde fue descrita como esclava nacida en la casa de Servilio Cornelio Diadumeno. Habría vivido a finales del siglo I. Compartía enterramiento con la esposa de este, Cornelia Servanda, muerta a los sesenta años. Es posible que la niña, fallecida a con nueve años, habría dejado atrás la esclavitud y sería liberta de Cornelio, el dedicante de la inscripción. El dolor por la pérdida de Cornelia evidencia la estrecha relación que mantenían con ella y los vínculos afectivos que les ligaban. Esta circunstancia sería la causa por la que la niña tomara el nomen familiar y fuera manumitida, aun siendo hija de esclava.

Roma

Es muy común observar este fenómeno en otros epitafios dedicados a niñas que habían nacido bajo un régimen de esclavitud en la casa de sus amos. La estrecha relación que unía a estas menores esclavas con sus dueños podría responder, incluso, a que se trataban de sus propias hijas. Así pues, a pesar de que desde el punto de vista jurídico eran sus esclavas, también eran sus hijas naturales y, por consiguiente, queridas, apreciadas y dignas de un epitafio que las honrara. En este caso, y teniendo en consideración la edad de Cornelia Servanda, no se puede confirmar que la niña mantuviera algún vínculo de sangre con ellos. Con todo, el aprecio y la estima a Cornelia Onésima es evidente cuando observamos el monumento funerario, en el que aparece figurada sobre una cama, quizás el lecho de su muerte. Dos figuras adultas, posiblemente la pareja aludida en el epitafio, toman un rol que recuerda al de los padres que despiden a sus hijos muertos prematuramente. 

Marta Álvaro Bernal

Universidad de Sevilla

Estela funeraria dedicada a Cornelia Onésima. Siglo I. Roma.

Epigraphic Databank Rome.

Fuentes principales

CIL VI, 16188.

Selección bibliográfica

Bradley, K. R., “Wet-nursing at Rome: A Study in Social Relations” en Bradley, K. R., (ed.), The Family in Ancient Rome: New Perspectives (London – Sydney 1986) 201-229.

Bruun, C., “Slaves and Freed Slaves”, en Bruun, C., Edmonson, J., (eds.), The Oxford Handbook of Roman Epigraphy (Oxford – New York 2015) 605-626.

 Rawson, B., “Degrees of Freedom. Vernae and Junian Latins in the Roman familia”, en Dasen, V., Spath, T., (eds.), Children, Memory and Family in Roman Culture (Oxford 2010) 195-222.

102. DEMETRIA

102. DEMETRIA

Demetria fue una esclava perteneciente a una conocida liberta imperial, concubina de Nerón, llamada Claudia Acte, que en su momento se encargaría de la cremación del cadáver de este emperador y de depositar sus cenizas en la tumba familiar. Demetria, que vivió bajo los reinados de Claudio y Nerón, falleció con treinta y cinco años y fue recordada en un epitafio procedente de las inmediaciones de la localidad de Forum Sempronii, en Fossombrone (Pesaro-Urbino), ubicado en un columbario por su compañero de servidumbre Trófimo, quien, como cubicularius -ayuda de cámara a cargo del dormitorio de sus señores- estaba adscrito a las tareas de la casa imperial

Roma

Demetria, que portaba un nombre griego asociado a su estatus servil, formaba parte de los numerosos esclavos y libertos que componían la familia de Claudia Acte, y que muestran la importancia y la influencia de esta mujer en el ámbito de la servidumbre imperial. Conocemos a varios de sus libertos y esclavos ligados igualmente al entorno privado del emperador como escribas y encargados adscritos a sus aposentos. El conjunto de profesiones relacionadas con el mundo del espectáculo y las artes escénicas comprendía un amplio catálogo de oficios que abarcaban desde la interpretación musical, la mímica y la expresión corporal, a diferentes modalidades de actuaciones en el escenario -actores, cantantes solistas, pantomimos, protagonistas y actores de reparto; espectáculos combinados de música, danza y canto- incluyéndose también las actividades realizadas tras la tramoya -vestuario, peluquería, etc.-, tanto en ámbito doméstico y privado como público, a veces organizados en compañías itinerantes. En todas estas actividades se pueden encontrar mujeres, con preferencia en el mimo y la pantomima, casi siempre de condición servil y liberta, acorde al escaso aprecio social de la profesión escénica.

Entre estas funciones tenemos la que ocupó a Demetria como acroamatica. Este término designa a la persona que entretiene a los asistentes a banquetes y comidas en los acroamata, un tipo de espectáculo con actuaciones musicales y el recitado de textos. Se celebraban en ambientes privados y públicos, gozando de general aprobación. Una mayor precisión de su significación genera posturas diversas en la investigación. El caso de Demetria se ha asociado con espectáculos bufonescos, interpretaciones musicales, recitado de textos en griego, o el tañido de la lira. Tiene además una especial relevancia, ya que se trata del único testimonio epigráfico conservado de una fémina desempeñando esta función. Aparte de su más que posible presencia en los espectáculos celebrados ante el emperador, su singularidad queda resaltada aún más porque este oficio – masculino o femenino – no aparece mencionado en las fuentes literarias.

Salvador Ordóñez Agulla

Universidad de Sevilla

Ettore Forti (1870 aprox.). Una nana pompeyana. Colección privada.

Fuentes principales

CIL VI 8693 = EDR 158294.

Selección bibliográfica

Gregori, G.L., “I protagonisti della scena teatrale nella documentazione epigrafica di Roma”, Scienze dell’Antichità 12 (2004-2005) 575-590.

Hemelrijk, E.A., Women and Society in the Roman World. A Sourcebook of Inscriptions from the Roman West (Cambridge 2020).

Lorenzo Ferragut, L., “Mujeres en la escena romana a través de la epigrafía”, Tycho. Revista de iniciación en la investigación del teatro clásico grecolatino y su tradición 6 (2018) 39-74.

Mastino, A., Ruggeri, P., “Claudia Augusti liberta Acte, la liberta amata da Nerone ad Olbia”, Latomus 54, 3 (1995) 513–544.

Wellebrouck, G., “Claudia Acte: le destin d’une affranchie”, Bulletin de l’association Guillaume Budé (2017) 97-122.

101. CLAUDIA ACTE

101. CLAUDIA ACTE

Acte fue amante de Nerón entre los años 55 y 58. Se considera que era una liberta procedente de Bitinia. Algunos miembros del círculo cercano al emperador vieron en esta relación una oportunidad de alejarlo del influjo nocivo de su madre, Agripina la Menor, como por ejemplo Séneca.

La joven debía seducir al emperador y mantener una relación con él. Los amantes, según el relato de Tácito, se excedieron en el ejercicio de sus pasiones, algo que habría provocado, según el historiador, el rechazo de Nerón hacia su esposa Octavia. 

Roma

Sin embargo, nadie quiso distraer al emperador de sus amores con Acte, temiendo que volviera su mirada hacia alguna de las mujeres de mayor alcurnia. La llegada de Popea puso fin a estos lances de Nerón, lo que no evitó que, una vez muerto el emperador, fuera Acte quien llevara sus cenizas y realizara los ritos fúnebres. De este modo, demostró fidelidad al que había sido su amante y emperador, sobreponiéndose así al final de la relación con el mismo. 

Acte recibió de Nerón un latifundio en el que habría un número nada desdeñable de libertos que llevarían el nombre de ésta. De ahí que algunos historiadores consideren que aquella no se habría visto afectada por la damnatio memoriae que se impuso sobre Nerón. Acte fue una joven que pasó de la esclavitud a una posición de privilegio que ella misma fue capaz de mantener e incrementar, de ahí la gran cantidad de manumitidos que aparecen con su nombre en la documentación epigráfica. 

Marta Moreno

Universidad de Sevilla

Fragmento de la inscripción dedicada a Claudia Acte. Siglo I. Roma.

Fuentes principales

Suetonio, Vida de los doce césares, Nerón, 50.

Tácito, Anales, 13.12-13.

Selección bibliográfica

Cantarella, E., Pasado próximo. Mujeres romanas de Tácita a Sulpicia (Madrid 1997. 1ª ed. en italiano, 1996).

Cenerini, F., La donna romana. Modelli e realtà (Bologna 20132).  

Hidalgo de la Vega, M.ªJ., Las emperatrices romanas. Sueños de púrpura y poder oculto (Salamanca 2012).

Mastino, A., Ruggeri, P., “Claudia Augusti liberta Acte, la liberta amata da Nerone ad Olbia”, Latomus 54 (1995) 513-549.

100. LOCUSTA

100. LOCUSTA

Locusta, que vivió a mediados del siglo I, fue una mujer que sirvió como envenenadora a las órdenes de Agripina y Nerón, participando en los asesinatos de Claudio y de su hijo Británico. No conocemos prácticamente nada acerca de su biografía, tan solo su condición de esclava y que, condenada por envenenamiento, se la mantuvo viva para utilizarla como uno de los instrumentos de represión del reino.

No sabemos cómo adquirió, esta mujer, sus conocimientos sobre farmacología. Sin embargo, según Suetonio, para medir la eficacia de sus elaboraciones, solía probarlas antes en distintos animales. Tras preparar un veneno que consiguió acabar, instantáneamente, con Británico, Suetonio dice que Nerón, muy consciente de que se encontraba ante una mujer virtuosa de su oficio y que podía seguir siéndole de gran utilidad en el futuro, le concedió la inmunidad y extensos territorios en el campo.

Roma

De esta forma podría cultivar las plantas que necesitaba para elaborar sus venenos y formar a nuevos envenenadores profesionales. Locusta mantuvo, en adelante, una cierta relación con Nerón. Así, sabemos, gracias a Suetonio que fue ella quien le proporcionó un veneno en polvo con el que poder suicidarse, y que terminaría siéndole arrebatado por sus propios guardias personales. Cuando subió al trono, Galba ordenó que Locusta, junto a otros favoritos de Nerón, fueran conducidos, encadenados, a través de la ciudad y, posteriormente, ejecutados.

            Locusta quedaría asociada a todas aquellas mujeres que recurrían al veneno para satisfacer sus más oscuros deseos, desde deshacerse de un marido a eliminar a un peligroso rival.  Existen trabajos que tratan de clasificarla de manera sensacionalista como la primera asesina en serie de la historia, olvidando su condición de esclava y la obligación de servir a sus señores. Locusta siempre actuó como un simple instrumento al servicio de Agripina y su hijo Nerón. Cuadros como el de Joseph-Nöel Sylvestre no nos muestran simplemente a esta famosa mujer probando sus venenos en seres humanos, sino que ilustran, también, la faceta más oscura de los llamados “malos emperadores”, individuos completamente deshumanizados que vivían obsesionados con hallar medios para atemorizar al resto de la población con el fin de perpetuarse, ellos mismos, en el poder.

            La figura de Locusta ocupa un papel central en las dos novelas recientemente escritas por Margaret George para tratar de desmentir la visión generalmente negativa que se tiene del emperador Nerón. Así, tanto en Las confesiones del joven Nerón (2017) como en su continuación, Nerón. el esplendor y la derrota (2019), observamos a una mujer que, además de ser una virtuosa de la farmacología, es utilizada como instrumento para llevar a cabo una serie de asesinatos que se le encargan, y que tiene que realizar, unas veces por necesidad, otras por simple obligación. Podemos afirmar, para concluir, que Locusta fue una mujer fuerte que supo encontrar, gracias a su profesión, una manera de salir de la esclavitud y medrar socialmente.

Borja Méndez Santiago

Universidad de Oviedo

Joseph-Noël Sylvestre (1876). Locusta probando en presencia de Nerón el veneno preparado para Británico. Musée d'Amiens, Amiens.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 61.34; 64.3.

Tácito, Anales, 12.66-67; 13. 15.

Suetonio, Vida de los doce césares, Nerón, 33; 47.1.3.

Selección bibliográfica

Cilliers, L., “Cherchez la Femme: Three Infamous Poisoners of Ancient Rome”, en Wexler, P. (ed.), Toxicology in Antiquity (London 2019) 313-326.

George, M. Nerón. El esplendor y la derrota (Barcelona 2019).

Touwaide, A., “Murder, Execution, and Suicide in Ancient Greece and Rome”, en Wexler, P. (ed.), Toxicology in Antiquity (London 2019) 131-139.

Trestrail III, J.H., “Poisoners Throught History”, en Trestrail III, J.H., Criminal Poisoning. Investigational Guide for Law Enforcement, Toxicologists, Forensic Scientists, and Attorneys (New Jersey 2007) 1-27.

99. EPÍCARIS

99. EPÍCARIS

Epícaris fue una joven liberta que se vio involucrada en el año 65 en la conjura de Gneo Calpurnio Pisón, descendiente de aquel otro Pisón que cincuenta años antes estuvo implicado en la muerte de Germánico, casado con Agripina la Mayor. La conjura esta vez se dirigía contra Nerón y, según Tácito, en ella intervinieron 27 personas, entre senadores, miembros del orden ecuestre, militares y mujeres. Estas sólo fueron tres y una de ellas Epícaris. Volusio Próculo, comandante de la flota de Nerón en Miseno, fue quien interpuso la denuncia que incriminaba a la liberta, y, a pesar de que no se llegó a comprobar la veracidad de esta acusación, fue sometida a penas corporales. 

Roma

Fue de tal modo flagelada ante la que consideraban la actitud desafiante de una mujer que, en medio de su enorme padecimiento y temiendo derrumbarse y delatar a los conjurados, ella misma tomó la decisión de suicidarse por estrangulación. Como se observa en las fuentes escritas, el objetivo de los torturadores no era acabar con la vida de la víctima sino prolongar unas mínimas condiciones vitales con tal de lograr dilatar la violencia. De modo que para mayor sufrimiento se trataba de postergar el momento de la muerte al máximo posible. En el relato de Tácito no hay reproche al despiadado e innecesario tormento ni la más mínima alusión al dolor que Epícaris pudo sufrir, muy al contrario, se centra en poner de relieve la ejemplaridad de esta mujer que fue capaz de no delatar a sus compañeros mientras que hombres de alta alcurnia sin ser torturados traicionaron a amigos y familiares.

Para algunos historiadores, este, junto al de Julia Febe liberta de Julia la Mayor, sería uno de los dos únicos ejemplos de ahorcamiento femenino voluntario en este período. Efectivamente, Julia Febe, que fue presuntamente una de las cómplices de la hija de Augusto en el complot para deponer al emperador, decidió voluntariamente morir por estrangulamiento tras la condena al exilio que le fue asignada a su patrona, quizá temiendo una anulación de su estatus de liberta y volver a la condición de esclava. El coraje mostrado por Febe llevó a Augusto a admirarla y exclamar que hubiera preferido ser su padre antes que de Julia la Mayor. A lo largo de la historia estos castigos corporales contra las mujeres fueron frecuentes y podían ser penadas por cuestiones bastante triviales.

Almudena Domínguez Arranz

Universidad de Zaragoza

Ejemplo de flagrum (látigo). Representación.

Fuentes principales

Lactancio, Instituciones divinas, 4-7.

Tácito, Anales, 15.51.

Selección bibliográfica

Bauman, R.A., Women and Politics in Ancient Rome (London 1994).

Pérez, J., “Esclavas, semilibres y libertas en época imperial: aspectos sociojurídicos”, en Actas del primer Seminario de Estudios sobre la mujer en la Antigüedad (Valencia 1998) 137-160.

Grisé, Y., Le suicide dans la Rome antique (Paris 1982).

Otero, M.,“Mors voluntaria? Liberorum mortis arbitrium?”, en Molas i Font, M.ªD., Guerra López, S. (eds.), Morir en femenino: mujeres, ideología y prácticas funerarias desde la Prehistoria hasta la Edad Media (Barcelona 2003) 177-188.

Pavón, P., “Cruenta flagella tortorum” (Mart. Ep. 2.17) o el oficio del torturador”, Athenaeum 95, 1 (2007) 377-387.

98. BOUDICA

98. BOUDICA

Boudica es el nombre de esta aristócrata britana que vivió en el siglo I.  Los pocos datos que se conocen sobre su vida proceden de los autores clásicos. No se conservan fuentes contemporáneas ni autóctonas. Estaba casada con Prasutago, rey del pueblo iceno, una tribu britana situada en la zona oriental de Inglaterra. De su matrimonio nacieron dos hijas. Debió haber sido testigo de la conquista de la isla por el emperador Claudio. Prasutago que mantenía una relación clientelar con Roma, no por ello había dejado de solicitar dinero a los romanos para vivir una vida de lujo. 

 

Britannia

El protagonismo político de Boudica se produjo tras la muerte de su esposo, acaecida en el año 60. Este suceso supuso el inicio de un conflicto, pues Prasutago para evitar represalias de Roma, legó el reino a sus hijas y al emperador Nerón. Este hecho, sumado a la deuda económica contraída por el pueblo iceno con Roma e imposible de afrontar, se tradujo en el envío de tropas que saquearon y confiscaron bienes y propiedades. Además, se aplicó un castigo ejemplar contra la familia del rey difunto. Así, Boudica fue duramente azotada y sus hijas violadas. Ante el abuso de Roma, Boudica comandó una revuelta donde participaron junto con el pueblo iceno, otras tribus celtas. Tomaron varios asentamientos romanos, entre ellos, Camulodunum, Verulamium y Londinium. Las fuentes detallan los actos de venganza llevados a cabo por las tropas de Boudica contra las gentes de estos lugares, destacando cómo empalaron a las mujeres, colgándolas desnudas, cortándoles los pechos y cosiéndoles la boca. A través de esta narración, las fuentes resaltan el salvajismo y la otredad de una hueste comandada por una mujer. 

Tras estos asaltos, ambos bandos se enfrentaron en un lugar todavía no identificado entre Londinium y Viroconium, conocida en la historiografía actual como la batalla de Watling Street. Previo al combate, Tácito recoge la arenga de Boudica a sus tropas, mostrándola como una reina agraviada que critica el mal gobierno de Nerón. Por el contrario, Dion Casio caracteriza a la reina como una mujer masculinizada, de rasgos feroces, aspecto rudo y voz desagradable para los sentidos. Finalmente, los icenos y sus vecinos fueron vencidos por las legiones romanas, y sobre el final de Boudica, apenas tenemos detalles, desconociendo si se trató de una muerte natural o de un suicidio. A pesar de la parquedad de los textos, la figura de Boudica ha perdurado en la historia como la de una mujer y madre agraviada por un estado invasor, resultando especialmente útil en la construcción del discurso nacional británico. Así, otras figuras como Isabel I y la reina Victoria buscaron en ella un modelo en el que verse reflejadas. 

Julia Guantes García

Universidad de Oviedo

John Opie (1793). Boudica arengando a los britanos. Colección privada.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 62.1-8. 

Tácito, Agrícola, 16; Anales, 14. 28-37.

Selección bibliográfica

Adler, E., “Boudica’s Speeches in Tacitus and Dio”, CW 101, 2 (2008) 173-195. 

Fernández Palacios, F., Fernández Uriel, P., “Un caso de animus belli gerendi en la conquista de Britannia: Nerón contra Boudica, reina de los icenos”, en Bravo, G., González Salinero, R. (eds.), Conquistadores y conquistados: relaciones de dominio en el mundo romano (Madrid 2014) 146-196. 

Gillespie, C.C., Warrior Woman of Roman Britain (New York 2018). 

Lopes Durães, N.M.,“A Rainha Boudica representada nas fontes romanas”, en Corsi Silva, S., Vieria Neto, I. (org.), Mitos, Deusas e Heróis: ensayos sobre a Antiguidade e o Medievo (Goiânia 2019) 135-144. 

Soares Lima, B., “A Construção Retórica da rainha Boudica como mulher na História Romana de Dião Cássio”, Ágora 26 (2017) 160-172.

97. ARRIA LA MAYOR

97. ARRIA LA MAYOR

La gran desconfianza que, en la segunda mitad del siglo I provocó el estoicismo, motivó numerosos destierros entre varones y sus esposas, entre ellas Arria la Mayor, su hija Arria Cecina y su nieta Fania. Personajes ilustres fueron castigados por su amistad con Séneca, a quien se acusó de participar en la conjura de Cayo Calpurnio Pisón y obligó a quitarse la vida, y a otros seguidores, como Paconio Agripino, cuyo padre fue ejecutado por maiestas. Otros fueron desterrados como Aneo Lucano, nieto de Séneca, cuya esposa la poetisa Pola Argentaria quiso suicidarse con él si bien sus libertos lo impidieron. 

Arria la Mayor estaba casada con el senador Aulo Cecina Peto y era madre adoptiva de Publio Clodio Trasea Peto.

Roma

La condena a la que se enfrentó Cecina Peto estaba relacionada con su papel en la conjura frustrada contra el emperador Claudio. Arria, que seguía las enseñanzas estoicas, acompañó a su marido al exilio. Aunque su historia se conocía a través de Marcial, Plinio supo de ella a través de su nieta Fania y la dejó reflejada en sus cartas como ejemplo de fidelidad extrema. 

Lucio Arruncio Camilo Escriboniano, legado en Dalmacia el 42, lideraba la conjura, pero la legión declinó marchar sobre Roma y ​​la revuelta se sofocó. Ese mismo año la esposa de Cecina Peto protagonizó un suceso célebre: cuando los soldados llevaban arrestado a Roma al senador para cumplir las órdenes de Claudio de darle muerte, Arria pidió acompañarle, lo que le fue denegado, si bien consiguió embarcarse en unas naves y seguir el cortejo hasta la Urbe. 

Arria era una mujer obstinada y fiel: cuando su yerno le preguntó si dejaría que su hija muriera así, ella le respondió que lo haría si su hija hubiera compartido una vida plena con su marido como ella con el suyo. Llegado el momento, las dudas de su esposo le hicieron empuñar la espada y clavársela a sí misma, alentándole a él a hacer lo mismo y diciendo “Peto, no duele”. Por esta decisión fue recordada como una mujer ejemplar, pues, si bien su amistad con Mesalina pudo haberle salvado, prefirió morir a vivir con deshonor. 

También su hija, Arria la Menor, casada con Clodio Trásea Peto, sufrió exilio en el 93 bajo Domiciano, aunque regresó. Plinio constituye la principal fuente de información de las mujeres de la familia de Arria la Mayor. Eran matronas de su círculo senatorial, ya que sus maridos eran amigos del escritor y en sus cartas las muestra como ejemplos de virtud por acompañar a sus esposos hasta la muerte. Sin embargo, este tratamiento no deja de ser una manera de hacerlas invisibles, dado que las opiniones del escritor están marcadas por una fuerte ideología patriarcal con respecto a que las mujeres debían ser virtuosas por encima de todo, sin otras cualidades que las hagan sobresalir de las demás

Almudena Domínguez Arranz

Universidad de Zaragoza

Pierre Laupatre y Jean-Baptiste Theodrón (1685-95). Arria y Peto. Museo del Louvre, París.

Fuentes principales

Plinio el Menor, Cartas, 3.16.

Tácito, Anales, 6-16.

Selección bibliográfica

Jones, B.W., The Emperor Domitian (London 1992). 

Martín, F., “El exilio en Roma. Los grados del castigo”, en Remesal Rodríguez, J., Marco Simón, F., Pina Polo, F. (coord.) Vivir en tierra extraña: emigración e integración cultural en el mundo antiguo (Zaragoza 2004) 247-254.

Grisé, Y., Le suicide dans la Rome antique (Paris 1982).

Otero, M., “Mors voluntaria? Liberorum mortis arbitrium?”, en Molas i Font, M.ªD., Guerra López, S. (eds.), Morir en femenino: mujeres, ideología y prácticas funerarias desde la Prehistoria hasta la Edad Media (Barcelona 2003) 177-188. 

96. POMPEYA PAULINA

96. POMPEYA PAULINA

Pompeya Paulina vivió en el siglo I. Su nombre está asociado al de su marido, el filósofo de origen hispano, Lucio Aneo Séneca, pero sobre su vida no conocemos demasiados detalles. Sí se sabe que era oriunda de Arlés e hija de Pompeyo Paulino, perteneciente al orden ecuestre. Sin embargo, su nombre no aparece en las fuentes hasta el final de la vida de su esposo, que había sido preceptor de Nerón y que se vio abocado a un desenlace prematuro y trágico. Tras el asesinato de Agripina a manos de Nerón, Séneca decidió alejarse de la corte y dedicar su vida a viajar y a escribir. 

 

Roma

Arelate

No obstante, las obsesiones de Nerón persiguieron a su maestro y le acusó de haber participado en el intento de Pisón de acabar con su vida. Séneca no estuvo implicado en ninguna conspiración, pero, la consecuencia fue la condena a muerte. Cumplió con lo ordenado y el relato taciteo recoge el intento de Pompeya por seguir los pasos de su esposo. En cambio, a ella no se le permitió consumar la acción porque, según narra el historiador romano, Nerón dio órdenes de evitar su muerte para no cargar con la culpa del suicidio de una inocente contra la que él no tenía ningún recelo. Tácito alude a otra posible causa: la de no ampliar los odios hacia él por la muerte de una mujer que no estaba implicada en ninguna actividad delictiva. 

Aunque se mantuvo a Paulina con vida, la narración asegura que murió poco después de su marido, pues tras el suicidio de éste, nunca volvió a recuperarse. De esta forma, las fuentes retratan a una esposa abnegada, capaz de intentar quitarse la vida ante la falta de su esposo. Ella, de la que no se conocen matrimonios previos, encarna algunas de las virtudes romanas más valoradas en una matrona, como la castidad o ser esposa de un solo hombre. En esta última se mantuvo firme igual que otras mujeres cuyos nombres propios destacan en la historia de Roma, como el de Cornelia. Ambas quedaron viudas y podrían haber contraído matrimonio de nuevo, como era costumbre, sin embargo, las dos permanecieron fieles a la memoria de sus esposos. Pompeya Paulina no tuvo descendencia con Séneca. 

Por tanto, en Pompeya Paulina encontramos un paradigma de mujer virtuosa, decidida a seguir a su esposo en la suerte que a éste se le había impuesto. Pero, cuando a ella se le impidió seguir los pasos de Séneca, se mantuvo fiel a su recuerdo hasta que llegó su final. Séneca mencionó en su obra las bondades de su esposa. Tras la muerte del marido, Paulina demostró con más denuedo el vínculo que la unía al hispano. 

Marta Moreno

Universidad de Sevilla

Nöel Hallé (1700 aprox.). La muerte de Séneca, colección privada.

Fuentes principales

Séneca, Sobre la ira, 35.

Tácito, Anales, 11.16.

Selección bibliográfica

Cantarella, E., Pasado próximo. Mujeres romanas de Tácita a Sulpicia (Madrid 1997).

Cenerini, F., La donna romana. Modelli e realtà (Bologna 20132).  

Pomeroy, S.B., Diosas, rameras, esposas y esclavas (Madrid 1999).