97. ARRIA LA MAYOR

97. ARRIA LA MAYOR

La gran desconfianza que, en la segunda mitad del siglo I provocó el estoicismo, motivó numerosos destierros entre varones y sus esposas, entre ellas Arria la Mayor, su hija Arria Cecina y su nieta Fania. Personajes ilustres fueron castigados por su amistad con Séneca, a quien se acusó de participar en la conjura de Cayo Calpurnio Pisón y obligó a quitarse la vida, y a otros seguidores, como Paconio Agripino, cuyo padre fue ejecutado por maiestas. Otros fueron desterrados como Aneo Lucano, nieto de Séneca, cuya esposa la poetisa Pola Argentaria quiso suicidarse con él si bien sus libertos lo impidieron. 

Arria la Mayor estaba casada con el senador Aulo Cecina Peto y era madre adoptiva de Publio Clodio Trasea Peto.

Roma

La condena a la que se enfrentó Cecina Peto estaba relacionada con su papel en la conjura frustrada contra el emperador Claudio. Arria, que seguía las enseñanzas estoicas, acompañó a su marido al exilio. Aunque su historia se conocía a través de Marcial, Plinio supo de ella a través de su nieta Fania y la dejó reflejada en sus cartas como ejemplo de fidelidad extrema. 

Lucio Arruncio Camilo Escriboniano, legado en Dalmacia el 42, lideraba la conjura, pero la legión declinó marchar sobre Roma y ​​la revuelta se sofocó. Ese mismo año la esposa de Cecina Peto protagonizó un suceso célebre: cuando los soldados llevaban arrestado a Roma al senador para cumplir las órdenes de Claudio de darle muerte, Arria pidió acompañarle, lo que le fue denegado, si bien consiguió embarcarse en unas naves y seguir el cortejo hasta la Urbe. 

Arria era una mujer obstinada y fiel: cuando su yerno le preguntó si dejaría que su hija muriera así, ella le respondió que lo haría si su hija hubiera compartido una vida plena con su marido como ella con el suyo. Llegado el momento, las dudas de su esposo le hicieron empuñar la espada y clavársela a sí misma, alentándole a él a hacer lo mismo y diciendo “Peto, no duele”. Por esta decisión fue recordada como una mujer ejemplar, pues, si bien su amistad con Mesalina pudo haberle salvado, prefirió morir a vivir con deshonor. 

También su hija, Arria la Menor, casada con Clodio Trásea Peto, sufrió exilio en el 93 bajo Domiciano, aunque regresó. Plinio constituye la principal fuente de información de las mujeres de la familia de Arria la Mayor. Eran matronas de su círculo senatorial, ya que sus maridos eran amigos del escritor y en sus cartas las muestra como ejemplos de virtud por acompañar a sus esposos hasta la muerte. Sin embargo, este tratamiento no deja de ser una manera de hacerlas invisibles, dado que las opiniones del escritor están marcadas por una fuerte ideología patriarcal con respecto a que las mujeres debían ser virtuosas por encima de todo, sin otras cualidades que las hagan sobresalir de las demás

Almudena Domínguez Arranz

Universidad de Zaragoza

Pierre Laupatre y Jean-Baptiste Theodrón (1685-95). Arria y Peto. Museo del Louvre, París.

Fuentes principales

Plinio el Menor, Cartas, 3.16.

Tácito, Anales, 6-16.

Selección bibliográfica

Jones, B.W., The Emperor Domitian (London 1992). 

Martín, F., “El exilio en Roma. Los grados del castigo”, en Remesal Rodríguez, J., Marco Simón, F., Pina Polo, F. (coord.) Vivir en tierra extraña: emigración e integración cultural en el mundo antiguo (Zaragoza 2004) 247-254.

Grisé, Y., Le suicide dans la Rome antique (Paris 1982).

Otero, M., “Mors voluntaria? Liberorum mortis arbitrium?”, en Molas i Font, M.ªD., Guerra López, S. (eds.), Morir en femenino: mujeres, ideología y prácticas funerarias desde la Prehistoria hasta la Edad Media (Barcelona 2003) 177-188. 

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