Vuelta a España: primer intento en 1975
Vázquez de Sola regresó a España el mismo día en que se conoció la muerte del dictador, en noviembre de 1975. Su mirada se pierde entre recuerdos difusos y fechas que bailan. Su gesto es de pesadumbre: “Yo pensaba que en España iba a cambiar todo, y no fue así. No fue así”, insiste. Más animado, retoma el hilo de la conversación previa y vuelve a centrarse en su trayectoria profesional. Cuenta que las cabeceras más importantes del país se hicieron eco de su regreso y buscaron ficharlo como dibujante. En ABC, por ejemplo, la prosopopeya con la que le dieron la bienvenida quedó reducida a un almuerzo de postín con unos cuantos “peces gordos” de la industria que, finalmente, no supieron (o no quisieron) aceptar la forma de ejercer el periodismo del dibujante satírico: “Me recibieron muy bien, pero luego no me llamaron más”. Y, entre risas, añade: “No obstante, en los periódicos en los que sí estuve, duraba unos quince días. En cuanto empezaba a dibujar y escribir, me echaban”.
“De modo que hicieron aquel recibimiento para que la gente no me olvidase pero, al no permitirme publicar, todos se olvidaron de mí. Decidí, entonces, ponerme a escribir libros y hacer cuadros".
El tono con el que narra su historia de “idas y venidas” denota que tanto la España como el periodismo español posteriores a la muerte del dictador le defraudaron. Así las cosas, y tras la experiencia vivida en diversos periódicos en los que sus dibujos fueron “pasados por el lápiz rojo”, Andrés entendió que España no estaba preparada para su sátira, tomase esta la forma que tomase: “De modo que hicieron aquel recibimiento para que la gente no me olvidase pero, al no permitirme publicar, todos se olvidaron de mí. Decidí, entonces, ponerme a escribir libros y hacer cuadros. Los dibujos que hacía en pequeño, los hago en grande y en lugar de escribir artículos, escribo libros. Se acabó. Y me marché a Francia”.
Segundo intento: Década de los ochenta
En 1985, contactan con Vázquez de Sola para dirigir El Cocodrilo, un semanario satírico de ideología eminentemente derechista: “Si me llaman a mí, pensaba que sería para cambiar. Pero ya desde el principio me impusieron unos colaboradores con los que yo no estaba de acuerdo”, recuerda Andrés, precisando que “un director de periódico es como un director de orquesta, debe elegir sus músicos”. “Yo puedo dibujar o escribir en el mismo periódico donde dibuja y escribe una persona de derechas, pero como director, no puedo tener a Mingote -por mucho que lo aprecie-, o a Summers, que era un fascista”, puntualiza. Por esta razón, su andadura en El Cocodrilo no duró más de un par de semanas.