145. AVITA

145. AVITA

Avita era originaria de la colonia Norba Caesarina (Cáceres). Vivió en el siglo II y formaba parte del grupo de notables de esta ciudad, como muestra que recibiera homenaje público de su res publica, del que es testimonio una inscripción hallada en Alcántara, hoy perdida. La ciudad se dirige a ella como sua (querida), lo que denota el arraigo de Avita en Norba así como el aprecio que se le tenía. Un tal Avito Moderato ejecutó la iniciativa y corrió con los gastos, agradeciendo así el gesto que Norba había tenido con ella. Hemos de pensar que se trata de su padre puesto que ambos comparten nombre y en el epígrafe objeto de atención aquí Avita es identificada como hija de Moderado. 

Norba Caesarina

Igualmente fue honrada en el municipio de Capera (Cáparra), en esta ocasión por su nieta, la también norbense Coceya Severa, hija de Celso. No obstante, fue la propia Avita, hija de Moderado, la responsable de ejecutar la iniciativa y correr con los gastos generados. El homenaje en Capera consistió en una estatua de Avita con un bello pedestal decorado con una ancha moldura de hojas y ovas en su cara frontal. Coceya Severa grabó expresamente el motivo de su iniciativa que Avita había recibido la ciudadanía caperense, lo que fue percibido por su nieta como un honor digno de ser conmemorado con la estatua sita en el foro de la ciudad.  Coceya Severa rindió homenaje a su madre y a su tía materna erigiendo sendas estatuas, cuyos pedestales, de dimensiones similares al que sostenía la de Avita, se han perdido.

¿Qué relación unía a Avita con Capera antes de que el municipio la hiciera su ciudadana? Pudo ser que residiera en la ciudad o que estuviera emparentada con alguna familia caperense. En todo caso, Capera puso sus ojos en alguien con un patrimonio que, de un modo u otro, podía reportarle beneficios. Y así aconteció cuando su nieta construyó una galería honorífica familiar con la que embelleció su foro. Resulta llamativo el empeño por parte de Coceya Severa en ensalzar y dar visibilidad pública a las mujeres de la familia, y no a sus parientes masculinos. Sin embargo, a pesar de que el protagonismo de los hombres brilla por su ausencia en este dossier epigráfico, la concesión de la ciudadanía a Avita se ha justificado por la notabilidad de la figura de su esposo, un perfecto desconocido para nosotros, eclipsando así la proyección pública de esta mujer.

Marta González Herrero

Universidad de Oviedo

Pedestal de la estatua en honor de Avita, hija de Moderatus. Siglo II. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.

Museo Arqueológico Nacional

Fuentes principales

HEpOl, 19015; 26266.

Esteban Ortega, J., Corpus de inscripciones latinas de Cáceres III: Cápara (Cáceres 2013) n. 1005.

Selección bibliográfica

Armani, S., “Origo et liens familiaux dans la Péninsule Ibérique”, en Iglesias Gil, J.M., Ruiz Gutiérrez, A. (eds.), Viajes y cambios de residencia en el mundo romano (Santander 2011) 67-92.

González Herrero, M., “Mujeres agregadas en el Occidente romano a comunidades cívicas a las que no pertenecían por origo natural” en Pavón, P. (ed.), Conditio feminae. Imágenes de la realidad femenina en el mundo romano (Roma 2021) 553-573.

González-Conde Puente, M.ª P., “Cocceia Severa y los Coccei hispanos”, HAnt 24 (2000) 165-173.

144. APONIA MONTANA

144. APONIA MONTANA

Aponia Montana fue una importante matrona y evergeta de la Colonia Augusta Firma Astigi (Écija), ubicada en la provincia de la Bética a orillas del río Genil. Montana vivió a principios del siglo II según las inscripciones que se han conservado de ella, así como por la evidencia indirecta de la participación de miembros de su familia en la comercialización del aceite de la provincia. Montana pertenecía a la familia de los Aponii, un gentilicio poco frecuente, asociado al fenómeno de la emigración itálica a la provincia. Sabemos que fue esposa de un tal Cesio, quizás Cesio Cesiano, y madre de Cesio Montano.

Colonia Augusta Firma Astigi

Disponemos únicamente de dos testimonios epigráficos excepcionales que muestran su prestigio y gran poder adquisitivo. El primero, conocido solo en su transmisión manuscrita, es un pedestal para una estatua de ciento cincuenta libras de plata erigido en honor al Bonus Eventus, “El Buen Suceso”, abstracción divinizada vinculada a la agricultura, la prosperidad y la buena fortuna. Montana dedicó esta estatua al finalizar su función como sacerdotisa de las divinas Augustas de la colonia, conmemorando este hecho con la edición de unos juegos de circo, y cerrando así su cargo como sacerdotisa de la misma manera que lo había iniciado. Una segunda inscripción, también un pedestal de similares características al anterior recoge la dedicación de una estatua de cien libras de plata que hizo a alguna divinidad cuyo nombre no aparece en el texto, aunque debió tratarse de una deidad asociada al culto imperial en la localidad.

Esta segunda donación se hizo por mandato testamentario de Montana para que se realizara en su nombre y en el de su hijo, probablemente ya, con la indicación a los herederos de no deducir la tasa de la vicesima hereditatium a la que tenían derecho.  Ambas dedicaciones se ubicaron en el templo principal de Astigi, dentro de un programa decorativo orientado al culto imperial en el que también participaron otras ricas mujeres. Este acto evergético puede ser comparable al gran santuario conocido como Traianeum de Itálica. Una concentración de estatuas de plata como la constatada en estas dos ciudades béticas no encuentra paralelo en el Occidente romano.

El origen de la fortuna de Aponia Montana procedía del cultivo del olivar y de la exportación del aceite de Astigi. Disponemos de evidencias en este sentido tanto para miembros de los Aponii como de los Caesii, sea en el ámbito de la fabricación de contenedores olearios en los alfares del Valle del Guadalquivir como en el de la distribución y transporte del aceite envasado hasta Roma. La importancia de la donación queda marcada en estos epígrafes por la precisa cuantificación de la plata empleada en ambas dedicaciones.

Salvador Ordóñez Agulla

Universidad de Sevilla

Fragmento de la inscripción dedicada a Aponia Montana. Siglo II. Écija.

Foto de Sergio García-Dils de la Vega.

Fuentes principales

CIL II²/5, 1162 = CIL II, 1471 = CILA Se, 687 = AE 2017, 59a = AE 2017, 559; CIL II²/5, 1166 = CILA Se, 696 = HEp 1993, 344 = AE 1988, 724.

Selección bibliográfica

Delgado Delgado, J.A., Elites y organización de la religión en las provincias romanas de la Bética y las Mauritanias. Sacerdotes y sacerdocios (Oxford 1998).

Melchor Gil, E., “Evergetismo y élites municipales en la Colonia Augusta Firma Astigi”, Actas del VII Congreso de Historia. Écija, economía y sociedad, I (Écija 2006) 123-137.

Navarro Caballero, M., Perfectissima femina. Femmes de l’élite dans l’Hispanie romaine (Bordeaux 2017) nº 35.

Ordóñez Agulla, S., “Inscripciones inéditas de Astigi”, Actas del I Congreso de Historia de Écija (Écija 1989) 201-230.

143. SEMPRONIA FUSCA VIBIA ANICILA

143. SEMPRONIA FUSCA VIBIA ANICILA

Sempronia Fusca Vibia Anicila nació a mediados del siglo II en un próspero municipio de derecho latino de la Bética denominado Aurgi, (actual Jaén). Era la única hija de Cayo Sempronio Semproniano, quizás viudo, inscrito en la tribu Galeria, era un notable de la administración local, perteneciente a una honorable familia romanizada desde antiguo. Esta mención indica que sus antepasados recibieron la ciudadanía romana con anterioridad a la época flavia, momento en el que la ciudad percibió el derecho latino. 

Cayo Sempronio desempeñó el cargo de duumviro en su ciudad y fue elegido sacerdote perpetuo por el consejo municipal.

Aurgi

 Esta distinción indica el enorme prestigio que gozaba en Aurgi, ciudad que recibió importantes actos evergéticos debido a la fortuna de aquel. Entre otras cosas Cayo Sempronio Semproniano regaló a los habitantes de Aurgi un edificio de baños públicos con canalizaciones y 36.000 pies cuadrados de bosque en sus alrededores. Esta generosa donación fue detallada en una inscripción del mismo edificio, donde el mecenas mencionaba también a su hija para vincularla al acto evergético.  El nombre completo de Sempronia Fusca Vibia Anicila permite suponer que, al gentilicio heredado de su padre, Sempronia, completado por el sobrenombre Fusca, fueron añadidos el gentilicio y el cognomen de su difunta madre, Vibia Anicila. Esta práctica, frecuente en las familias de gran distinción y muy romanizadas, estaba destinada a poner de manifiesto, conservar y transmitir el prestigio local de la familia materna. 

La figura de Sempronia Fusca Vibia Anicila es un ejemplo significativo del papel de las mujeres en el fenómeno evergético cívico, ya que fueron numerosas las que utilizaron su dinero para ofrecer edificios, banquetes o espectáculos a sus ciudades. Se trataba generalmente de madres que pretendían favorecer la carrera de sus hijos. En este proceso, era frecuente que estuvieran asociadas a los miembros masculinos de sus familias, como fue el caso de esta aurgitana. Sin embargo, el ejemplo de Sempronia Fusca Vibia Anicila muestra que, a falta de herederos masculinos, los padres asociaban a sus hijas en las donaciones evergéticas para convertirlas en receptoras de su fortuna y prestigio. Eran ricas depositarias de los bienes de una familia y debían a su vez transmitirlos a sus hijos, de ahí que la rama materna fuera también muy importante. De hecho, el legado materno se comprueba en la figura de la propia Sempronia Fusca Vibia Anicila, quien heredó los bienes y el reconocimiento de su madre.

Milagros Navarro Caballero

Centre National de la Recherche Scientifique de l’Université Bordeaux-Montaigne

Epígrafe funerario dedicado a Sempronia. Siglo II. Jaén.

Archivos fotográficos Centro CIL II. Cl. G. Kutz.

Fuentes principales

CIL II, 3361 (D. 5688; ILER, 2040); CILA Ja, 21; CIL II2/5, 30.

Selección bibliográfica

Navarro Caballero, M., Perfectissima femina. Femmes de l’élite dans l’Hispanie romaine (Bordeaux 2017).

142. FIRMIA PRISCILA

142. FIRMIA PRISCILA

Durante el reinado de Adriano vivió una joven en Burdigala (actual Burdeos), que fue capital de la provincia romana de Aquitania. Se llamaba Firmia Priscila y era hija de Perpetuo, quien probablemente llevara el nomen de Firmio. Se casó muy joven, tal vez ya a los 12 años como autorizaba la ley. Sea como fuere, al morir con solo 16 años ya estaba casada. Su esposo, Calvilino hijo de Serdo, para conservar su recuerdo, le erigió una magnífica estela.

Burdigala

El retrato de cuerpo entero elaborado de la difunta aparece en el centro de la estela. Firmia Priscila aparece vestida con una larga túnica de manga corta, una indumentaria romana, rara en esta zona, donde las mujeres se vestían a la moda local con una túnica corta. Un abrigo cubre todo su cuerpo. Como suele ser frecuente en las representaciones femeninas, la dama se mira en un espejo que sostiene con la mano izquierda, mientras coge el peine con la derecha. El brazo izquierdo, toscamente labrado, contrasta con los pliegues de la ropa, gráciles y ligeros.

Firmia Priscila hija de Perpetuo era una ciudadana romana, mientras que su esposo, Calvilino hijo de Serdo, no poseía dicho privilegio y seguía siendo peregrino. Esta unión fue posible ya que Burdigala poseía el derecho latino. Dentro de esta pareja mixta, el esposo quiso destacar la condición de ciudadana romana de su esposa a través de una imagen que la diferenciaba del resto. La tristeza y decepción del marido debieron ser grandes, ya que su honorable matrimonio se vio interrumpido poquísimo tiempo después de su inicio, dada la corta edad de la esposa.

Milagros Navarro Caballero

Centre National de la Recherche Scientifique de l’Université Bordeaux-Montaigne

Estela funeraria dedicada a Firmia Priscila. Siglo II. Musée d’Aquitaine, Burdeos.

Musée d’Aquitaine.

Fuentes principales

CIL XIII, 869.

Selección bibliográfica

Maurin, L., Navarro Caballero, M., Inscriptions Latines d’Aquitaine: Bordeaux (Bordeaux 2010) 317-318.

Navarro Caballero, M., “Muerte y duelo entre las mujeres de Burdigala”, en Pavón, P. (ed.), Conditio feminae. Imágenes de la realidad femenina en el mundo romano (Roma 2021) 441-472.

Navarro Caballero, M., Maurin, L., “Onomástica y sociedad en la ciuitas de los Bitúriges Viviscos” en Ruiz de Urbina, E., Vallejo, J. M. (eds.), Métodos y técnicas en Ciencias de la Antigüedad. Estudios sobre investigación y docencia, Anejos de Veleia 16 (Vitoria 2018) 133-144.

141. MINDIA MATIDIA

141. MINDIA MATIDIA

Mindia Matidia, que vivió entre los años 80 y 162. Era miembro de la casa imperial de Trajano. Era hija de la Augusta Salonina Matidia y nieta de la también Augusta Ulpia Marciana. Su hermana fue la Augusta Vibia Sabina, la esposa del emperador Adriano. En las fuentes aparece como una mujer soltera o quizá una viuda temprana, y sin hijos. Era dueña de grandes propiedades en Campania (Italia) por herencia materna y paterna. Buscó en las comunidades cívicas itálicas la estima y el prestigio públicos a los que no podía aspirar en la propia Roma.

Suesa Aurunca

Así, Matidia, conocida también como la Menor, financió en la ciudad de Suessa Aurunca, en Campania, un excepcional programa de construcción pública dirigido al abastecimiento de agua, con posible restauración del acueducto, al cuidado de las vías públicas, y que incluyó también la restauración del teatro, una amplia intervención en el foro y la construcción de la llamada Biblioteca Matidiana. También financió la arquitectura en otras ciudades próximas y un puente en la localidad de Portus, en Ostia. Algunos especialistas se han referido a su situación delicada en la dinastía, por la animadversión que Adriano le guardaba, como el motivo que le llevó a hacer de Suessa Aurunca su pequeña Roma, convirtiéndola en el escenario preferente del desarrollo de un gran programa edilicio, al estilo de los grandes benefactores imperiales, y también de su imagen pública de poder y prestigio.

Es posible que en su comportamiento pesara el hecho de no tener descendencia, de manera que eligió el matronazgo arquitectónico como forma de proyectar su memoria en el tiempo. El teatro había sido construido en época Julio–Claudia, pero posteriormente un terremoto lo había dañado. Matidia lo reconstruyó, junto con el pórtico adyacente, lo que supuso también importantes ampliaciones y remodelaciones, como la elevación de dos basílicas a ambos lados de la escena. Pero sobre todo destaca el frente escénico, ricamente decorado con mármol y estatuas de la familia imperial, que rodeaban una original estatua de Matidia representada de forma etérea, en mármol negro y blanco, colocada en el centro sobre la valva regia.

El testimonio de su intervención en la red viaria lo constituye un miliario, que fue reutilizado en la parte medieval de la ciudad, en el que no se menciona el nombre del emperador de turno responsable de la obra, como es habitual, sino el de Matidia. Llaman la atención los parentescos que acompañan su nombre, indicadores de rango y de prestigio que, imitando las filiaciones imperiales, la vinculan con el emperador del momento, Antonino Pío, a través de sus parientes femeninos en la dinastía Antonina. De esta manera Matidia la Menor subraya en su miliario la continuidad de las mujeres de la casa imperial, incluida ella misma, como garantes de la transmisión dinástica.

Henar Gallego

Universidad de Valladolid

Busto de Mindia Matidia. Siglo II. Museo Archeologico di Fiesole, Florencia.

Fuentes principales

CIL X, 4760.

AE, 1975, 137; 1991, 492; 2006, 317.

EDCS, 64800405; 64900991.

Selección bibliográfica

Cascella, S., “Matidia Minor and Suessa Aurunca”, en Thorsten Opper (ed.), Hadrian: Art, Politics and Economy (London 2013) 73-88.

Cascella, S., “Matidia Minore, la Biblioteca Matidiana e il Foro di Suessa (Sessa Aurunca–Ce): considerazioni preliminari sullo scavo del cosiddetto Aerarium”, Oebalus 8 (2013) 148-217. 

Martínez López, C., Gallego Franco, H., Mirón Pérez, M.ªD., Oria Segura, M., “Suessa Aurunca (Italia). La concreción espacial del poder y prestigio de Matidia Minor”, en Constructoras de ciudad. Mujeres y arquitectura en el occidente romano (Colección Mujeres, Historia y Feminismos 4) (Granada 2019) 340-349.

140. JULIA BALBILA

140. JULIA BALBILA

Julia Balbila pertenecía a una familia ilustre, descendiente de monarcas y de príncipes helenísticos. Era hermana del cónsul Cayo Julio Antíoco Epifanes Filopapos y prima de Cayo Julio Euricles Herculano, pariente a su vez de Hérodes Ático, conocido por el Odeón ubicado a los pies de la Acrópolis. Todos eran destacados miembros de la corte de Adriano, con el que compartían inquietudes culturales. Fue amiga íntima y confidente de Sabina, esposa de Adriano. Compuso cuatro epigramas en griego grabados en el Coloso de Memnón en Tebas (Egipto), con motivo de su visita acompañando al emperador y su esposa el 21 de noviembre del año 130.

Roma

Thebae

La peculiaridad de Julia Balbila, que no fue la única mujer en dejar constancia en el monumento de su talento, no radica únicamente en sus dotes como poetisa, sino también por el lugar en el que se hallaron sus poemas, redactados además en dialecto eólico, propio de otra gran poetisa griega Safo de Lesbos que vivió en los siglos VII-VI a. C. Por aquel entonces, el llamado Coloso de Memnón, que no era otro que la más septentrional de las dos estatuas del faraón de la XVIII dinastía Amenhotep III (1413-1377), emitía unos sonidos al alba debido a un fenómeno físico – que llevó a los testigos del prodigio a identificarlo con el héroe Memnón, hijo de la diosa Aurora.

El fenómeno se dio a conocer con más fuerza en época romana, siendo una visita obligada para aquellos que viajaban a Egipto. Con los primeros rayos del sol la estatua emitía un sonido agudo, suscitando el asombro de los asistentes, aunque sin descartar que fuera un montaje. Por último, esta mujer aparece como personaje secundario en la obra Memorias de Adriano de M. Yourcenar, en las que la autora se permite la licencia de mostrarla como un personaje que Adriano desprecia por su prolijidad y vacuidad.

Anthony Álvarez Melero

Universidad de Sevilla

Inscripción de Julia Balbila. Siglo II. Tebas.

Fuentes principales

Bernand, E., Les inscriptions grecques et latines du Colosse de Memnon  (Paris 1960) nº 28-31.

Selección bibliográfica

Cirio, A.M., Gli epigrammi di Giulia Balbilla (ricordi di una dama di corte) e altri testi al femminile sul colosso di Memnone (Lecce 2011).

Rosenmeyer, P., “Greek Verse Inscriptions in Roman Egypt: Julia Balbilla’s Sapphic Voice”, ClAnt 27 (2008) 334-357.

Stein, A., Petersen, L., Prosopographia Imperii Romani, saec. I. II. III, iteratis curis ediderunt E. Groag et A. Stein (Berlin 1952-1966).

139. VIBIA SABINA

139. VIBIA SABINA

Frente a la casi invisible e irrelevante mención que hacen las fuentes sobre Vibia Sabina, se ha conservado un abundante y variado legado, tanto numismático como epigráfico, que ayuda a esclarecer los detalles de su vida. Fue una de las emperatrices consortes más representadas del Imperio romano y jugó un importante papel dentro de la dinastía Ulpio-Elia. Nació en el año 86 y era hija de Matidia la Mayor, sobrina del emperador Trajano, y de su segundo esposo, el cónsul Lucio Vibio Sabino. Si bien no resta apenas información sobre sus primeros años de vida, se sabe que su madre y Plotina idearon el matrimonio de la joven con el futuro emperador Adriano, que se llevó a cabo en el año 100. 

Roma

De esta forma se afianzó la posición del heredero de Trajano. Sabina pasó a ser esposa imperial en el año 117 y jugaría un papel determinante como figura de referencia en las políticas religiosas y culturales de su marido. Adriano divinizó a Matidia la Mayor, asimilando su culto con el de Eleusis. Sabina, por su parte, ostentó el título de “hija de la divina Augusta”, relacionándola con la diosa Koré. Esta asimilación de las tradiciones romanas con los cultos orientales formaba parte de la nueva estrategia de renovación del Imperio que llevó a cabo Adriano, entre otras muchas disposiciones. Así, conseguía integrar de forma general las dos partes del Imperio. Sabina sirvió además para transmitir todos los valores esperados de la domus. Se la representó como una mujer severa, austera y de carácter fuerte. 

Sin embargo, Vibia Sabina y Adriano no gozaron de un matrimonio feliz. Su pétrea voluntad y posición hacían imposible la sumisión de la esposa a su marido, ocasionando constantes desacuerdos y conflictos. Vibia Sabina no podía comprender la relación de Adriano con Antinoo, a quien quiso divinizar. Estos hechos mancillaban el nombre de su linaje.  Veía en Adriano una aberración de la naturaleza dada la relación que mantenía con Antinoo y su constante esfuerzo por divinizarlo. Además, los problemas se acrecentaban al no tener descendientes con el emperador. La continuidad, por tanto, de la dinastía radicaba en la elección de un nuevo heredero. Esta situación trascendió al ámbito público. Vibia Sabina se posicionó en contra de la adopción de Lucio Ceyonio Cómodo, ya que pretendía continuar la línea de sucesión con sangre de su propia familia. Murió en el 137 y, un año más tarde, recibió la consagración divina del Senado. Su apoteosis está representada en el relieve del Arco di Portogallo, en Roma, donde es conducida por un águila hacia el cielo, figura alegórica de la eternidad. 

Patricia Téllez Francisco

Universidad de Sevilla

Busto de Vibia Sabina. Siglo II. Museo del Prado, Madrid.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, Epítome del libro 69.

Historia Augusta, Adriano,10.13.

Selección bibliográfica

Carandini, A. Vibia Sabina: funzione politica, iconografia e il problema del classicismo adrianeo (Firenze 1969).

Hidalgo de la Vega, M.ªJ. Las emperatrices romanas: sueños de púrpura y poder oculto (Salamanca 2012). 

Hidalgo de la Vega, M.ªJ. “Plotina, Sabina y las dos Faustinas: la función de las Augustas en la política imperial” Stud.Hist. (2000) 191-224. 

Pavón, P., “Mujer y mos maiorum en la época de Trajano y Adriano”, en Caballos Rufino, A.F. (ed.), De Trajano a Adriano. Roma matura, Roma mutans (Sevilla 2018) 175-195.

138. DOMICIA PAULINA LA MENOR

138. DOMICIA PAULINA la Menor

Elia Domicia Paulina, la Menor, fue una matrona de una ilustre familia de la Bética que nació a finales del siglo I. Su padre era el senador Publio Elio Adriano y su hermano menor sería el futuro emperador Adriano. No se sabe su lugar de nacimiento, si fue en Roma o en Itálica. Mientras tanto, su madre, Domicia Paulina, la Mayor, pertenecía a otra prestigiosa familia hispana de rango ecuestre que procedía de Gades. Sus progenitores fallecieron cuando ella y su hermano eran muy jóvenes, por lo que fueron criados por Trajano y por el general Publio Acilio Aciano. 

Roma

Siendo bastante joven contrajo matrimonio con el senador Lucio Julio Urso Serviano, un hombre mucho mayor que ella. Parece que tuvieron dos hijos. Preocupada por la vida disoluta de Adriano, acudió a su tío Trajano para que pusiera orden para que terminara con esta situación. Esto no fue bien aceptado por parte de Adriano lo que acarreó una serie de consecuencias. Así, Domicia Paulina no recibió el título de Augusta, ni tampoco le fueron concedidos otros honores o privilegios por parte de su hermano. Adriano no tuvo en cuenta a la descendencia de su hermana para la sucesión al trono. A pesar de ello, fue una mujer muy respetada y gozó de un destacado prestigio en el seno de la corte imperial. Murió en Roma en torno al año 130, siendo sepultada sin grandes honores públicos, por lo que el emperador fue muy criticado por ello. No obstante, Adriano impuso el nombre de su hermana a una tribu y a varias aldeas egipcias cercanas a la ciudad que había fundado en honor a Antínoo. 

Francisco Cidoncha Redondo

Escuela Universitaria “Francisco Maldonado” de Osuna (Sevilla)

Ettore Forti (aprox. 1890). Nuevo amigo. Colección privada.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 69.11.4 (5); 69.17.2. 

Historia Augusta, Adriano, 1.2; 2.6; 8.11; 15.8 (4).

Plinio el Menor, Epístolas, 6.26.

Selección bibliográfica

Martínez López, C., “La experiencia silenciada. Las mujeres en la Andalucía antigua: estado de la cuestión”, en Las Mujeres en la Historia de Andalucía. Actas del II Congreso de Historia de Andalucía (Córdoba 1991) 11-22. 

Mirón Pérez, M.D., “Paulina, (Elia) Domicia”, en Mujeres en la Historia de España (Madrid 2000) 69-71. 

Raepsaet-Charlier, M.-Th., Prosopographie des femmes de l’ordre sénatorial (Ier-IIer s.) (Leuven 1987).

137. CRETONIA MÁXIMA

137. CRETONIA MÁXIMA

Una placa de mármol grabada en el siglo II hallada en Augusta Emerita (Mérida) menciona a la ciudadana romana Cretonia Máxima, de la tribu Papiria que murió a los ochenta años. Junto a ella se enterró su hijo, Publio Aplanio Marciano que falleció a los 33 años. Cretonia Máxima es de las contadas mujeres portadoras de la tribu Papiria, conocida en el Imperio romano, elemento onomástico que confirma su condición jurídica de ciudadana romana. Por tanto, disfrutaba del ius connubium o derecho de contraer matrimonio protegido por las leyes, un privilegio reservado a ciudadanos romanos y latinos hasta la constitución imperial dada por Caracalla en 212. 

Emerita Augusta

Su esposo se encontraba en la misma situación, puesto que el hijo de ambos no tomó la origo por nacimiento de la madre (pacensis), por lo que hubo de heredar la de su progenitor (emeritensis). Esto significa que Marciano fue habido en matrimonio legítimo, porque sólo así su padre, oriundo de Augusta Emerita, pudo transmitírsela. Cretonia Máxima y su esposo eran originarios de lugares distintos, concretamente de dos colonias lusitanas. El origen de ella se encontraba en Pax Iulia y el de su marido en Augusta Emerita. No hay duda de que la pareja hizo su vida en la capital de Lusitania, donde esta mujer estaba arraigada hasta el punto de desear ser enterrada en la ciudad. En el epitafio se indicó que fue ella misma quien dispuso en vida la tumba para sí y para su vástago. Ella tomó el domicilio de su marido tras casarse, tal como estipulaba el derecho romano si la mujer contraía nupcias con un matrimonio legítimo, situación que pervivía tras quedarse viuda. La ciudad donde se estableció decidió hacerla su ciudadana y transferirla de tribu. Así se deduce del hecho de que Cretonia Máxima porte la tribu Papiria, usual en Augusta Emerita, y no la Galeria, común en Pax Iulia.

Este ficticio origen emeritense fue beneficioso para ella, al quedar liberada de realizar contribuciones tanto en el lugar donde residía como en aquel de donde era originaria. En el caso de las mujeres, esta presión económica no cambió hasta que Marco Aurelio y Vero determinaron que, mientras estuvieran casadas en matrimonio legítimo, debían contribuir solo en el lugar de origen del esposo. La nueva origo administrativa en absoluto perturbó el sentimiento de pertenencia cívica por nacimiento de esta mujer, quien se identificó orgullosa en el epitafio como una pacensis.

Marta González Herrero

Universidad de Oviedo

Epitafio de Cretonia Máxima y su hijo Marciano (HEpOl. 20234)

Fotografía cortesía del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz

Fuentes principales

HEp. 20234.

Selección bibliográfica

Forni, G., “Doppia tribù di cittadini e cambiamenti di tribù romane. Probabile connessione con l’esercizio dei diritti politici in municipi e colonie”, en Tetraonyma: miscellanea greco-romana (Genova 1966) 139-155.

Gagliardi, L., Mobilità e integrazione delle persone nei centri cittadini romani. Aspetti giuridici 1: La classificazione degli incolae (Milano 2006).

González Herrero, M., “Mujeres agregadas en el Occidente romano a comunidades cívicas a las que no pertenecían por origo natural” en Pavón, P. (ed.), Conditio feminae. Imágenes de la realidad femenina en el mundo romano (Roma 2021) 553-573.

136. LUTACIA LUPATA

136. LUTACIA LUPATA

Lutacia Lupata vivió en la colonia Augusta Emerita, capital de la provincia hispana de Lusitania. El único documento que nos confirma su existencia es una estela de mármol que se encuentra en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. El tipo de monumento funerario es un ejemplo único en la colonia, y se fecha sin problemas a mediados del siglo II por la tipología del peinado de la joven difunta y por las fórmulas funerarias. La edícula, en forma de templete, posee una estructura arquitectónica flanqueada por columnas en sus cuatro esquinas y rematada en una cubierta ligeramente curva. El retrato individual de la joven es una evocadora representación de una emeritense, de 16 años, Lutacia, a quien su protectora Lutacia Severa, de la que toma el nombre, dedica la obra con su hermoso retrato.

Emerita Augusta

Lutacia Severa tuvo el infortunio de sobrevivir a su pupila, pero hizo lo posible por dejar constancia de su corta existencia para que el tiempo no borrara su memoria. La idílica visión de la joven tañendo un instrumento musical, como referencia explícita de su cuidada formación cultural en el mundo de la música, contrasta con la hipótesis en cuanto a su cognomen Lupata. Este término Lupata, poco usual, se relaciona con su origo, pues podría indicar que se trataba de una joven procedente de una baja extracción social, aludiendo al oficio de su madre, Lupa, prostituta. Las protagonistas de este interesante monumento son dos mujeres, una joven difunta que ha superado las adversidades de la vida a las que estaba destinada por su origen materno gracias a la protección y cuidado de su madre adoptiva, empleando un término actual. Esa mujer la recogió y ofreció una vida mejor que concluye a los 16 años y que se sintetiza en esa escena de ocio vinculada a la música. Su protectora, Lutacia Severa, no hace sino recordar la realidad de su breve existencia, su origen humilde y su nueva vida dedicada al enriquecimiento del espíritu.  

Trinidad Nogales Basarrate

Museo Nacional de Arte Romano de Mérida

Estela Lutatia Lupata. Siglo II. Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, Mérida.

Fuentes principales

HEp. 20062.

Selección bibliográfica

Alvar, A., Edmondson, J., Ramírez, J.L., Hidalgo, L.A. Si muero, no me olvides. Miradas sobre la sociedad de Augusta Emerita a través de la epigrafía funeraria. (Alcalá de Henares 2021) 174-179.

Nogales Basarrate, T., El retrato privado en Augusta Emerita (Badajoz 1997) 103-105, nº 69. Lám. LXIII A-D LXIV A-C.

Nogales Basarrate, T., “Mulieres emeritenses: presencia femenina en Augusta Emerita, entre la visibilidad y marginalidad”, Pavón, P. (ed.), Conditio feminae. Imágenes de la realidad femenina en el mundo romano (Roma 2021) 371-408.