90. AGRIPINA LA MENOR

90. AGRIPINA LA MENOR

Agripina se encuentra muy ligada a su hijo Nerón y a la ambición desmedida de una madre extravagante. Actuó como una mujer de la domus Augusta, acostumbrada a moverse en los círculos dirigentes. Era hija de Agripina la Mayor y de Germánico, nietos respectivamente de Augusto y Livia. Con solo cuatro años perdió a su padre, pero su madre no dejó de involucrarse en la política de la corte imperial, siendo víctima de la persecución de Tiberio. En ese ambiente, se casó a los 13 años con Cneo Domicio Enobarbo, hombre poderoso y de costumbres desordenadas, padre de su hijo Nerón.

 Durante los primeros años del gobierno de su hermano Calígula, Agripina y sus hermanas gozaron del favor imperial, aunque pronto se evidenciaron los desvaríos de aquel. Se la acusó de conspirar contra Calígula y fue exiliada en el año 38.

Roma

Dejó a su hijo Nerón al cuidado de su cuñada Domicia Lépida. A la muerte del emperador, regresó a Roma. Al enviudar, contrajo matrimonio con Lucio Cornelio Sila Félix en el año 41 y, cuando éste murió, con Cayo Salustio Crispo Pasieno. Ante todo, Agripina se preocupó por el futuro político de Nerón, descendiente directo de Augusto y Livia.

Tras la muerte de Mesalina, Agripina se convirtió en la última esposa de su tío, el emperador Claudio. Esta unión incestuosa necesitó la autorización del Senado. Agripina pareció controlar la voluntad de Claudio, consiguiendo casar a Nerón con Octavia, la hija de aquel, e imponerlo como sucesor en detrimento de Británico, su propio hijo. Cuando Claudio falleció en el 54, Nerón fue nombrado emperador con 16 años.

Por su corta edad, su madre Agripina y su preceptor, Séneca, se encargaron de controlar el Imperio, pero sus diferencias no dejaron de acrecentarse desde el principio. Quizá por el afán de no presentarse como el varón manipulado por una mujer, o por la habilidad del filósofo para imponer su criterio ante Nerón, al final Agripina fue apartada del poder. Nerón manifestó su rechazo filial ordenando el asesinato de su madre en el año 59. Corrió el rumor de que intentó seducir a su hijo para recuperar su apoyo; también se le atribuye a Nerón la iniciativa, como síntoma de su depravación moral.

En los avatares de luchas familiares por el poder, transcurrió la vida de Agripina. Sus coetáneos exaltan la imagen de madre controladora y su afán por involucrase en la gestión del gobierno. Quizá consciente de las biografías que otros crearían, escribió unas memorias, pero están perdidas.

Rosa María Cid López

Universidad de Oviedo

Busto de Agripina la Menor. Fondo Emeritense, siglo I. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 58.20.1; 58.22.5-9; 59.3; 4-5; 59.9.1; 59.26.5-6; 60.4.1; 61; 62.6.2; 62.14.1-4; 62.16; 1-5; 62. 17. 1-2.

Roman Imperial Coinage, I2, 33. Sestercio acuñado en el año 37, con la presencia de Agripina, Livia y Drusila  [Online Coins of the Roman Empire: RIC I (second edition) Gaius/Caligula 33 (numismatics.org)]

Suetonio, Vidas de los doce césares,  Calígula, 7.15.3; 24.1-3; 29.1; 36.1; 39.2; 43;  44.1-2; Claudio, 26.3; 29.2; 39.2; 43; 44. Nerón, 5.2; 6. 3-4; 7.1; 8.9; 28.2; 34.5; 35.4; 39.2-3; 40.4; 46.1; 52; Tiberio, 53-65.

Tácito, Anales, 4.53.2; 75.1;  11.12.1; 12.2-69; 13.1-21; 14.1-57; 15.50.3; 16.14.1; 21.1.

Selección bibliográfica

Barret, A.A., Agripina. Sex, Power and Politics in the Early Empire (New Haven 1996). 

Cenerini, F. (2009). Dive e donne. Mogli, madri, figlie e sorelle degli imperatori romani da Augusto a Commodo (Imola 2009). 

Cid López, R.M.ª, “Imágenes del poder femenino en la Roma antigua. Entre Livia y Agripina”, Asparkía 25 (2014) 179-201.

Cid López, R.M.ª, “Madre poderosas e hijas invisibles en la Domus Caesarum. Ortodoxias y heterodoxias del poder femenino”, en Pérez Sánchez, D., Rodríguez Gervás, M., El poder en la Antigüedad. Ortodoxias y heterodoxias. Homenaje a María José Hidalgo de la Vega (Salamanca 2017) 119-146. 

Hidalgo de la Vega, M.ªJ., Las emperatrices romanas. Sueños de púrpura y poder oculto (Salamanca 2012). 

Southon, E., Agripina, la primera emperatriz de Roma (Madrid 2019; 1ª ed. en inglés, 2018).

89. MESALINA

89. MESALINA

Mesalina, que vivió entre los años 25 y 48, fue la hija de Domicia Lépida y Marco Valerio Mesala Barbado. Emparentada con la familia imperial, pero procedente de una rama empobrecida, tuvo que aceptar la proposición de matrimonio que le realizó Claudio, quien era casi treinta y cinco años mayor que ella. Con él tuvo dos hijos, Octavia, la primera esposa de Nerón, y Británico, que nació apenas veinte días después de que Claudio fuera proclamado emperador.

Durante los primeros años del reinado de su esposo, Mesalina llevó a cabo una intensa actividad entre bambalinas gracias a la cual consiguió eliminar a buena parte de sus rivales, como Julia Livila, una de las hermanas del fallecido Calígula. Ya más asegurada en el poder, el Senado quiso nombrarla Augusta al poco de nacer su hijo Británico

Roma

Sin embargo, Claudio, que no quería dar la impresión de estar creando una dinastía, rechazó estos honores, lo que probablemente no le sentara bien a Mesalina y comenzó a abrir una brecha entre ambos. Para enrarecer aún más su relación, la vuelta a Roma de Agripina la Menor, otra de las hermanas de Calígula, y madre del futuro Nerón, hizo ver a Mesalina que su posición, y la de sus hijos, podía estar amenazada si esta mujer conseguía seducir a su marido. Para defenderse se rodeó de personajes ilustres, desde senadores a algunas de las principales personalidades del palacio imperial. Según afirma Suetonio, Mesalina trató de asesinar a Nerón.

Finalmente, en un intento desesperado de mantener tanto su posición social como la de sus hijos, Mesalina terminó aceptando la proposición de su amante, Gayo Silio, de casarse con ella adoptando como hijo a Británico. Tácito afirma que este enlace se materializó en el momento mismo en que el emperador se encontraba en Ostia realizando unos sacrificios. Una vez informado de lo que había sucedido en su ausencia, Claudio solo fue capaz de preguntar si todavía seguía siendo el emperador. Ante su indecisión, fueron los libertos imperiales quienes tomaron las riendas de la situación, obligándole a decretar las muertes tanto de Mesalina como de Silio. Aquella, aterrorizada ante las consecuencias de su fracaso, acudió al palacio para rogar por su vida. Su esfuerzo fue vano, pues el liberto Narciso evitó que fuera recibida por Claudio y mandó que fuera ejecutada.

            La imagen de Mesalina, sin embargo, no suele ser recordada por este complot dirigido contra su esposo Claudio, sino por su promiscuidad. Así, Juvenal, en sus Sátiras la califica de meretrix Augusta, y afirma que, cuando dormía el emperador, abandonaba el palacio para ejercer la prostitución en un burdel. Plinio el Mayor recoge, en su Historia natural, una noticia similar. Así, afirma que Mesalina llegó a competir contra una famosa prostituta romana, Escila, para ver cuál de las dos era capaz de acostarse con más hombres en veinticuatro horas. Mesalina venció, llegando a unirse con veinticinco hombres diferentes. Lo más probable es que, lejos de esta imagen, Mesalina fuera una ambiciosa mujer de la familia imperial que hizo lo que consideró más oportuno para el mantenimiento no solo de su estatus personal, sino también las posibilidades sucesorias de su descendencia.

Borja Méndez Santiago

Universidad de Oviedo

A. Pigma (1911). Cuando Claudio está fuera, es Mesalina quien gobierna. Colección privada, Nueva York.

Fuentes principales

Dion Casio, Historia romana, 60.12.5.

Juvenal, Sátiras, 6.114-132.

Plinio, Historia natural, 10.85.

Suetonio, Vida de los doce césares, Nerón 6.4.

Tácito, Anales, 11.26-38.

Selección bibliográfica

Castorio, J.-N., Messaline. La putain impériale (Paris 2015).

Domínguez Leiva, A., Messaline, impératrice et putain. Généalogie d’un mythe sexuel (Dijon 2014).

Ehrhardt, C., “Messalina and the Succession to Claudius”, Antichton 12 (1978) 51-78.

Hidalgo de la Vega, M.ªJ., “La imagen de la ‘mala emperatriz’ en el Alto Imperio: Mesalina, meretrix Augusta”, Gerión 25, 1 (Extra 1) (2007) 395-409.

Hidalgo de la Vega, M.ªJ., Las emperatrices romanas: sueños de púrpura y oro (Salamanca 2012).

88. LUCANIA BENIGNA

88. LUCANIA BENIGNA

Lucania Benigna fue una mujer que vivió en el siglo I en la ciudad romana de Suasa (provincia de Ancona, Italia). No sabemos con exactitud cuál era su condición social, pero pudo haber tenido orígenes serviles alcanzando la libertad tras su manumisión. Su compañero sentimental fue el también liberto Sexto Ticio Primo. Desconocemos los motivos que impidieron la formación de un matrimonio legítimo reconocido por el derecho romano entre ellos. Sin embargo, ambos tuvieron la posibilidad de formar un concubinato que se mantuvo hasta el final de sus vidas. El liberto Primo protagonizó un destacado ascenso social, ocupando el cargo de sacerdote del culto imperial (sevir) y obteniendo bastante prestigio a nivel local. A pesar de no ser considerada una esposa legítima, Lucania Benigna pudo disfrutar de la posición de aquel.

Suasa

Contamos con una imagen de su rostro, ya que ella fue retratada en el monumento funerario que Primo encargó para toda su familia. Tanto Primo (centro) como Benigna (derecha) aparecen representados con una edad ya avanzada. Asimismo, ellos se representaron acompañados por una liberta de la pareja, Ticia Creste (izquierda), que lleva en sus brazos a una niña pequeña llamada Cloe (izquierda). Esta última fue calificada en el texto como delicium, término afectivo con el que, a veces, se designaba a los esclavos que nacían en una casa y eran criados por sus dueños. La ausencia de menciones sobre la descendencia de la pareja en el epitafio hace presuponer que no tuvieron hijos y que Cloe fue tratada como si lo fuera, de ahí que aparezca representada en el relieve como un miembro importante de la familia. A pesar de no tener hijos, Lucania Benigna no fue repudiada y se mantuvo unida en un concubinato a Ticio Primo. La fecha de su fallecimiento se produjo durante los años del reinado del emperador Claudio. 

Francisco Cidoncha Redondo

Escuela Universitaria “Francisco Maldonado” de Osuna (Sevilla)

Epígrafe de Lucania Benigna. Siglo I. Museo Archeologico Nazionale delle Marche, Ancona.

Fuentes principales

CIL XI, 6176 = AE 1985, 371. 

Selección bibliográfica

Bacchielli, L., “La stele del seviro Sesto Tizio Primo da Svasa”, Picus. Studi e ricerche sulle Marche nell’antichità 2 (1982) 2-7. 

Cidoncha Redondo, F., El concubinato y el contubernio en la sociedad romana (siglos I a. C. – III d. C.) (Sevilla 2021). 

Mander, J., Portraits of Children on Roman Funerary Monuments (Cambridge 2013). 

 

87. LICINIA PRISCA

87. LICINIA PRISCA

Licinia Prisca era una liberta, de Thugga (en la actual Túnez) que vivió a mediados del siglo I, y al menos cinco inscripciones halladas en la ciudad se relacionan con ella y su entorno familiar. Su patrono fue Marco Licinio Rufo, militar de rango ecuestre, sacerdote a perpetuidad del culto imperial en la vecina Cartago, y patrono protector de la comunidad de Thugga

Prisca se casó con Marco Licinio Tirano, liberto también de Marco Licinio Rufo y, por tanto, antiguo compañero de servidumbre. No era extraño que los esclavos de un mismo dueño entablaran relaciones informales de tipo conyugal entre ellos, que, una vez manumitidos se convertían en matrimonios legítimos.

Thugga

El rico y prestigioso patrono de la pareja tenía propiedades territoriales e intereses económicos en la zona de Thugga, que gestionaba a través de sus libertos de confianza, Tirano y Prisca. Igualmente, se apoyó en ellos para desarrollar acciones evergéticas en la ciudad de Thugga. La información epigráfica muestra que la pareja de libertos, a su vez, aprovechó esta confianza de su patrono para desarrollar su propio proyecto de promoción social en la ciudad. 

Licinia Prisca compartió con su marido la financiación de un pequeño templo a Ceres Augusta, en cumplimiento de un voto a la divinidad por la salud de su patrono. Finalmente, y en relación con la consecución de su sacerdocio, Licinia Prisca decide pagar con su dinero un templo a Venus Concordia en el foro de Thugga. La generosidad de Prisca y Tirano hacia su comunidad y el apoyo de Marco Licinio Rufo tuvieron su recompensa, recibiendo la primera el cargo de sacerdotisa perpetua del culto imperial de la ciudad y el segundo el título honorífico de patrono de Thugga. A pesar de su origen servil, ella fue la sacerdotisa del culto imperial más antigua conocida en Thugga.

Henar Gallego

Universidad de Valladolid

Fragmento de arquitrabe del templo de Ceres Augusta en Thugga. Siglo I. Actual Dougga.

Fuentes principales

CIL VIII, 26464, 26518, 26603.

AE 1969/70, 650, 652.

Selección bibliográfica

Bertolazzi, R., “Priestesses’ Euergetism in Roman Africa: the Case of Thugga”, Epigraphica 78 (2016) 88-90.

Martínez López, C., Gallego Franco, H., Mirón Pérez, M.ªD., Oria Segura, M., Constructoras de ciudad. Mujeres y arquitectura en el occidente romano (Colección Mujeres, Historia y Feminismos 4) (Granada 2019).

 

86. CLAUDIA RESTITUTA

86. CLAUDIA RESTITUTA

Claudia Restituta fue primero esclava y después liberta de un médico del emperador Claudio en la Roma del siglo I, Tiberio Claudio Alcimo. Cuando su patrono murió, a los 82 años, le dedicó un epitafio donde lo elogiaba con dulces palabras que mostraban la aflicción y el respeto que hacia él sentía. En la actualidad, la placa de mármol está perdida, pero el texto ha llegado hasta nosotros. En el epitafio, Restituta se dirige al médico denominándolo profesor, lo que evidencia que había recibido de él instrucción en materia médica y gracias a sus servicios en la corte, habría disfrutado de un elevado prestigio social.

 

Roma

Los médicos del emperador en Roma constituían una categoría profesional profundamente integrada en el ambiente cultural de la corte, dedicada a una vida erudita alejada de la que sería habitual. Contaban, además, con bastante influencia y un acceso privilegiado a la familia imperial.

En esa época no existían estudios normalizados de medicina, no había por lo tanto un control oficial que asegurara que quien ejercía el oficio lo era. La actividad médica, en su mayoría desempeñada por varones, era un campo abierto a quien la quisiera practicar. Charlatanes y embusteros eran competencia para el profesional médico, a quien el reconocimiento llegaba por parte de los pacientes que podían avalar su buen hacer. En este complicado contexto, Claudia Restituta recibió su formación en el ámbito más exclusivo de Roma y al amparo de un médico de prestigio que se codeaba con la élite social. Sobre si esta mujer practicó el oficio y dónde pudo hacerlo, nada sabemos. Pero sí podemos decir que, al menos, contó con los medios suficientes como para hacerse cargo del monumento funerario de su maestro.

La dedicatoria sugiere que la mujer estaba personalmente afectada por la muerte de su patrono, un hombre al que no le unía ninguna relación consanguínea o, que sepamos, sentimental, pero al que sin duda respetaba. Era su maestro en materia médica, el lazo más fuerte que les uniría para siempre. El caso de Restituta es un precioso testimonio de cómo algunas mujeres podían ser educadas en medicina por profesionales reputados, y de cómo este aprendizaje estaba también abierto a las mujeres de bajo estatus social.

María de los Ángeles Alonso

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Dibujo de la inscripción que Restituta dedicó a su patrono y maestro E. Künzl, Medica. Die Ärztin, 68, fig. 16.

Eigraphic Databank Clauss-Slaby

Fuentes principales

IG XVI, 1751.

Selección bibliográfica

Buonopane, A., “Medicae nell’occidente romano: un’indagine preliminare”, en Buonopane, A., Cenerini, F. (eds.), Donna e lavoro nella documentazione epigrafica. Atti del I Seminario sulla condizione femminile nella documentazione epigrafica. Bologna, 21 novembre 2002 (Faenza 2003) 113-130.

Irving, J. “Restituta: The Training of the Female Physician”, Melbourne Historical Journal: Classical Re-Conceptions 40, 2 (2013) 44-56.

Korpela, J., Das Medizinalpersonal im antiken Rom: eine sozialgeschichtliche Untersuchung 65 (Helsinki 1987).

Künzl, E., Medica. Die Ärztin (Mainz am Rhein 2013) 68-69.

Samama, E., Les médecins dans le monde grec. Sources épigraphiques sur la naissance d’un corpus médical 460 (Genève 2003).

 

85. PRISCA, esposa de Áquila

85. PRISCA, esposa de Áquila

Vivió en el siglo I y ayudó al apóstol Pablo en su misión evangelizadora. Su nombre aparece en seis ocasiones en los textos neotestamentarios, tres de ellas en las cartas paulinas y otras tantas en los Hechos de los Apóstoles, siendo, por tanto, la Sagrada Escritura la fuente antigua que más eco hace de su existencia. Estaba casada con un judío originario del Ponto de nombre Áquila y en la mitad de las veces en que es citada, su nombre precede al de su esposo. Algo, sin duda significativo y que subraya la importancia que esta mujer jugó en el desarrollo y expansión del cristianismo primitivo pues la costumbre de la época era el que la mujer fuera nombrada después del marido o simplemente que no fuera mencionada. 

 

Roma

Ephesus

Poco se conoce con certeza de su procedencia. Que sólo su consorte sea denominado como judío ha llevado a muchos investigadores a postular que ella no lo era. Posiblemente fuera romana, aunque el tener un nombre latino no es garantía de ello pues su esposo también lo llevaba, como era habitual entre los miembros de las comunidades judías que vivían en Roma. Este hecho se encuentra avalado por los testimonios tanto literarios como epigráficos. Los textos del Nuevo Testamento sitúan al matrimonio en la capital del Tíber como miembros de la comunidad judeocristiana de la ciudad. De allí, a causa de un edicto del emperador Claudio en el que se establecía la expulsión de los judíos, parten para Corinto donde se establecen durante un tiempo. Fue en esta ciudad donde el matrimonio conoció al apóstol Pablo, alojándolo en su casa. Ya aquí, Prisca jugó un papel fundamental en la construcción de esta comunidad cristiana pues al no existir todavía lugares de culto público para la nueva fe, los creyentes se reunían en casas específicas designadas para este fin. Una de esas viviendas era la de Prisca donde ella ejercía de anfitriona con una función asistencial y, fundamentalmente, organizativa.  

Prisca, junto a su marido, acompañan a Pablo a Éfeso donde se instalaron para ayudarlo en las tareas misioneras. Cuando el apóstol tuvo que partir para Jerusalén, ella asumió funciones evangelizadoras en la comunidad exponiendo la doctrina cristiana en las sinagogas e instruyendo a muchos. El mismo Lucas puso de manifiesto el papel que ella desempeñó en la instrucción doctrinal de Apolo, un alejandrino de gran formación intelectual y avezado en el conocimiento de las Escrituras. Que los textos hagiógrafos la presenten predicando y adoctrinando ya habla de sus habilidades pedagógicas e intelectuales. Su marido también participó en la instrucción de Apolo, pero fue en ella sobre quien recayó la mayor responsabilidad. Tras la muerte de Claudio, la pareja regresa a Roma donde continuaron su labor misional ofreciendo de nuevo su casa como lugar de reuniones y de culto. Trabajaron en la concordia entre las comunidades paganocristianas presentes en Roma y las comunidades judeocristianas que empezaban a regresar al conocerse el deceso del emperador.  

José Manuel Martínez Guisasola

Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla

Cruz sola grabada en las ruinas de Éfeso. Siglo I. Éfeso, Turquía.

Fuentes principales

Cartas Paulinas, Rm. 16.3; 1.Cor. 16.19; 2.Tim. 4.19.

Hechos de los Apóstoles, 18.2; 18.18; 18.26.

Hechos de Pablo, texto apócrifo.

Selección bibliográfica

Álvarez Cineira, D, “Áquila y Priscila, eslabones en la infraestructura misional paulina” Mission 13 (2006) 63-69. 

Bautista Parejo, E, “Las iglesias domésticas y los Collegia romanos” en Gómez-Acevedo, I (ed), La mujer en los orígenes del cristianismo (Bilbao 2005).

Keller, M.N, Priscilla and Aquila, Paul’s Coworkers in Christ Jesus (Collegeville 2010). 

Müller, Chr. G, “Priska und Aquila. Der Weg eines Ehepaares und die paulinische Mission”, MThZ 54 (2003) 195-210.

Sampathkumar, P.A., “Aquila and Priscilla: a Family at the Service of the Word” ITS 34 (1997) 185-201.

 

84. TECLA

84. TECLA

Fue un virgen cristiana del siglo I, nacida en Iconium (actual Konya, Turquía), cuya vida conocemos por los capítulos III y IV de las Hechos de Pablo y Tecla, obra apócrifa escrita en griego hacia el 180 en Asia Menor que fue traducida desde los inicios a muchas lenguas. No sabemos con precisión el grado de verosimilitud de la fuente, si bien se le suele conferir una cierta autenticidad por considerar que se hace eco de la leyenda de la mártir.   

En los Hechos de Pablo y Tecla se nos informa que el apóstol Pablo, tras su huida de Antioquía en Psidia (actual Yalvaç) llegó a Iconium y que en la casa de Onesíforo, junto con Barnabás, predicó bienaventuranzas sobre la castidad y la resurrección ante una gran muchedumbre.

 

Iconium

De esta manera, Tecla que había asistido a estas sesiones, se convirtió en contra de los deseos de su madre y de su prometido. El apóstol y la discípula fueron detenidos. Tecla, condenada a morir, se salvó milagrosamente. Tras varias peripecias e incidentes en otras partes de Asia Menor dónde ya ejerció como misionera itinerante, defendiendo su virginidad amenazada, vivió retirada durante años en una cueva hasta su fallecimiento en Seleucia junto al río Calycadmum (actual Silifke).

Muy pronto se le comenzó a rendir culto como apóstol, mártir y modelo de ascetismo y sabemos que, por ejemplo, Egeria, al partir de Tarso después del 384 se detuvo en Seleucia para conocer la tumba de la Santa. Se le veneró tanto en la parte occidental como en la oriental del Imperio si bien su devoción se difundió, sobre todo, en la iglesia ortodoxa de Oriente. Su adoración, al margen de los Hechos de Pablo y Tecla también se basó en La vida y milagros de santa Tecla que entre los años 444-476 fue escrito por un anónimo que se basó en los hechos del siglo II, ayudando también la tradición oral a asentar la veneración a la santa que se extendió en muchas ciudades sin que sea claro que siempre se trate de nuestra Tecla de Iconio. 

Rosa Mentxaka

Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Fresco de Santa Tecla (siglo XII) Catedral del Salvador, Chernihiv.

Fuentes principales

Hechos de Pablo y Tecla.

Vida y milagros de santa Tecla.

Selección bibliográfica

Davis, S. J., The cult of Saint Theca: A Tradition of Women’s Piety in Late Antiquity (Oxford 2001).

Jensen, A., Thecla, die Apostolin (Freiburg 1995). 

Johnson, S. F., The Life and Miracles of Thekla. A Literary Study (Whashington D.C. 2006).

Narro, A., “The Influence of the Greek Novel on the Life and Miracles of Saint Thecla”, ByzZ 109 (2016) 73-96.

Narro, A., “The Cloud of Thecla and the Construction of her Character as a Virgin (παρθένος), Martyr (μάρτυς) and Apostle (ϊπόστολος)”, CCO 16 (2019) 99-129.

 

83. CLAUDIA EARINE

83. CLAUDIA EARINE

Al morir su esposo, Claudia Earine hizo grabar un epitafio en una sepultura para acoger sus restos mortales y los de ella misma. El matrimonio vivió en Roma en el siglo I y enterró a un hijo de corta edad, circunstancia que conocemos por un fragmento de otra inscripción funeraria, en la que se declararon “los padres más infelices”.

Marco Junio Pudente era molinero, único dato concerniente al difunto legible en el epitafio. En cambio, Claudia Earine quiso señalar cómo su matrimonio había durado veinticinco años, hasta el día de la muerte de su queridísimo marido, y que la relación con él había comenzado “desde los tiempos de su virginidad”.

 

Roma

Bajo la perspectiva actual, resulta llamativo que esta mujer quisiera mostrar públicamente una circunstancia tan íntima en un monumento funerario generado en un contexto familiar y doloroso. La explicación reside en la percepción social que de la virginidad se tenía en el mundo romano pagano. La virginidad era uno de los ciclos vitales en los que se dividía la vida de las mujeres, determinados por su aptitud física para parir: durante la virginidad debían reservar todas sus fuerzas para cuando entraran en la edad fértil legalizada por el matrimonio, al que seguía el ciclo de la infertilidad. La circunstancia de que Claudia Earine llegara virgen al matrimonio era señal de un comportamiento irreprochable, algo indispensable para que se mantuviera fiel y casta durante su vida conyugal.

A esto hay que añadir el gran valor que se atribuía a una virgen por su capacidad para perpetuar el linaje de la familia de su esposo, salvaguardando la pureza de sangre. En el ámbito privado la virginidad podía ser fuente de prosperidad para su familia política, pero también podía acarrearle la desgracia. Esto último acontecía si la muchacha introducía elementos extraños y hostiles en ella, enturbiando así las relaciones que la familia mantenía con sus dioses tutelares y antepasados. Permitir que entrara en su cuerpo un semen distinto al del esposo manchaba la sangre de la familia dentro de la mujer. Puesto que la sangre era el principio de la vida, las características de ese hombre ajeno al grupo familiar podían pasar a los descendientes varones legítimos. Que la mujer introdujera la impureza en el linaje no era cuestión baladí, debido a lo profundamente enraizada que estaba la interconexión entre propiedad y parentesco biológico en el pensamiento romano.

Conocemos infinitamente mejor la situación de las jóvenes pertenecientes a los estratos superiores, pero el proceder de Claudia Earine es buena muestra de cómo mujeres de distinta extracción social eran socializadas en la idea de que llegar virgen al matrimonio era algo importante en sus vidas, algo trascendental para sus familias y bien apreciado socialmente. 

Marta González Herrero

Universidad de Oviedo

Epígrafe funerario dedicado a Claudia Earine. Roma.

Fuentes principales

CIL VI, 9810.

Selección bibliográfica

Caldwell, L., Roman Girlhood and the Fashioning of Feminity (Cambridge 2015).

González Herrero, M., “Coniugi carissimo cum quo vixit a virginitate: la trascendencia y protección de la virginidad en el mundo romano pagano”, en Bravo, G., González Salinero, R. (eds.), Ideología y religión en el mundo romano (Madrid – Salamanca 2017) 279-294.

Grimal, P., “Vierges et virginité”, en La première fois ou le roman de la virginité perdue á travers les siécles et les continents (Paris 1981) 194-228.

Martínez López, C., “La virginidad de las jóvenes en la antigua Roma”, Arenal 1, 2 (1994) 169-184.

 

82. LOLIA SATURNINA

82. LOLIA SATURNINA

Lolia Saturnina fue una matrona romana que perteneció a la gens Lollia y vivió a principios del siglo I. Era hija de Marco Lolio y Volusia Saturnina, así como hermana de Lolia Paulina, esposa de Calígula. Tenemos más información sobre esta última que de su hermana. Precisamente, hay varias hipótesis sobre los vínculos familiares que tendrían estas dos mujeres. Según algunos investigadores serían tía y sobrina, pero para la mayoría serían hermanas. 

Ascendientes paternos suyos fueron personajes importantes para la historia de Roma como el cónsul Marco Valerio Mesala Corvino y también otros senadores destacados, como, por ejemplo, Marco Valerio Mesala Mesalino. El propio Plinio el Menor realizó una descripción de las numerosas joyas, valoradas en millones de sestercios, que portaba Lolia Paulina durante los esponsales con Calígula.

 

Roma

El autor aprovechó el relato para explicar el origen de la riqueza familiar acumulada por los antepasados de estas mujeres. Asimismo, también sus ascendientes maternos provenían de una ilustre y rica familia senatorial, siendo su madre una prima hermana del emperador Tiberio. Los vínculos con la casa imperial pudieron ser aún más estrechos, ya que Lolia Paulina intentó convertirse en la esposa de Claudio tras la muerte de Mesalina. Sin embargo, este emperador acabó contrayendo matrimonio con Agripina la Menor. Esta última acusó a Lolia Paulina de brujería y fue enviada al exilio, perdiendo sus propiedades y siendo obligada a suicidarse. 

Por su parte, Lolia Saturnina contrajo matrimonio con el rico senador y cónsul Décimo Valerio Asiático. No se sabe con certeza si nacieron hijos de esta unión, aunque se conoce a un tal Valerio Asiático, gobernador de Bélgica y yerno de Vitelio, que pudo haber sido un vástago de Lolia Saturnina y Valerio Asiático. Asimismo, se conoce a otro individuo, Marco Lolio Paulino Valerio Asiático Saturnino, que era descendiente de los Valerii y de los Lollii, posiblemente hijo o nieto de esta unión. Tras el divorcio de Calígula y de Lolia Paulina, Saturnina se convirtió en la amante del emperador. Esta situación provocó una fuerte reacción en el marido que instigó el asesinato de Calígula. No sabemos nada sobre el destino final de Saturnina. 

Francisco Cidoncha Redondo

Escuela Universitaria “Francisco Maldonado” de Osuna (Sevilla)

Copia de la inscripción de Lolia Saturnina. Siglo I. Laurentii extra muros, Roma.

Fuentes principales

Plinio el Mayor, Historia natural, 9.118.

Séneca, De la firmeza del sabio, 18.2.

Tácito, Anales, 12.1.

CIL VI, 21473a.

TP 68 = AE 1978, 138.

Selección bibliográfica

Kavanagh, B.J., “Lollia Saturnina”, ZPE 136 (2001) 229-232.

Ortuño Pérez, M.E., “La actividad negocial de Lollia Saturnina”, en Bravo Bosch, M.ªJ., Valmaña Ochaíta, A., Rodríguez López, R. (eds.), No tan lejano: una visión de la mujer romana a través de temas de actualidad (Valencia 2018) 417-444.

Pena, M.J., “Los Lolii: en torno al origen y al ascenso de una oscura gens. Intereses comerciales, poder político y «asuntos de familia»”, MEFRA 132, 1 (2020) 215-229. 

 

81. LOLIA PAULINA

81. LOLIA PAULINA

Lolia Paulina fue una mujer romana del siglo I. Era hija de Marco Lolio, un ex cónsul, hijo, a su vez, de un general de Augusto del mismo nombre y de una matrona llamada Volusia. Paulina estuvo casada con Memio Régulo, cónsul en el año 31, pero el matrimonio duró hasta el 38, cuando el marido se vio obligado a disolver la unión por orden imperial. Calígula, el entonces príncipe, envió esta orden para poder desposar a Lolia. Algunos autores afirman que los dos esposos nunca se habían visto en persona, pero que Calígula había escogido a Lolia por la fama de la abuela de ésta, a la que se consideraba una mujer bella.   

 

Roma

Otros historiadores consideran que el motivo de la elección de Paulina fue el gran poder y buen nombre que tenía, pues por nacimiento pertenecía al ámbito más cercano de Augusto debido a la carrera de su abuelo como general. Sea como fuere, en el año 38, Lolia Paulina fue reclamada en Roma para contraer matrimonio con Calígula, convirtiéndose en la esposa del emperador.  

El matrimonio imperial duró un año ante la falta de hijos. Sin embargo, a Paulina se le impusieron unas cláusulas como la prohibición de mantener una relación con otro hombre. Esta disposición no se tuvo en cuenta tiempo después cuando, una vez muerto el emperador, Paulina fue propuesta como candidata para desposar a Claudio tras la muerte de Mesalina. La candidatura de Paulina a esposa imperial compitió contra otras dos mujeres: Elia Petina y Agripina la Menor, hermana de Calígula y, por tanto, antigua cuñada suya. Se alegó que Paulina era la aspirante ideal porque no tenía hijos de matrimonios anteriores, por lo que no interferiría en los intereses dinásticos en favor de sus vástagos. Sin embargo, la candidatura no prosperó y Claudio contrajo matrimonio con Agripina. Ésta hizo de Paulina su enemiga y orquestó una conspiración para acabar con ella. 

Agripina acusó a su antigua cuñada de haber consultado los astros del oráculo de Apolo de Claro para saber con antelación la decisión sobre el matrimonio con Claudio. El emperador, cegado por el testimonio de su esposa y alegando que la presencia de Paulina podría ser un peligro para el Imperio, la condenó al destierro y a la privación de todos sus bienes. Tácito señala que no se le dio la posibilidad de defenderse y que se envió a un tribuno para acelerar su muerte, por lo que se vio abocada al suicidio. La vida de Lolia Paulina estuvo marcada por el matrimonio, tanto por los que contrajo como por el que no. En la información disponible, no obstante, encontramos la imagen de una mujer que no tuvo opción de tomar decisiones, sino que se vio obligada a responder a lo que los varones dispusieron sobre su vida. 

Marta Moreno

Universidad de Sevilla

John William Waterhouse (1880). Dolce Far Niente. Kirkcaldy Galleries, Kirkcaldy.

Fuentes principales

Suetonio, Vida de los doce césares, Calígula, 25.

Tácito, Anales, 12.1.22.

Selección bibliográfica

Cenerini, F., La donna romana. Modelli e realtà (Bologna 20132).

Hidalgo de la Vega, M.ªJ., Las emperatrices romanas. Sueños de púrpura y poder oculto (Salamanca 2012).

Kavanagh, B.J., “Lollia Saturnina”, ZPE 136 (2001) 229-232.

Wardle, D., “Caligula and his Wives”, Latomus 57 (1998) 109-126.