Egocheaga contaba menos de treinta años cuando llegó a Riotinto, donde encontró todo lo que necesitaba para demostrar a los socialistas madrileños sus dotes organizativas. Sus principales virtudes eran una elemental cultura y una relativa facilidad de palabra, que le permitió imponer sus ideas y afianzar su liderazgo en el seno de la organización. Desencantado con el reformismo parlamentarista propugnado por el pablismo moderado, apostaba por la centralización de toda la actividad reivindicativa en las organizaciones sindicales, sin renunciar a instrumentos de presión como la violencia y el sabotaje.
Consciente de su condición de forastero –era asturiano– y de su escasa popularidad, Egocheaga trató de sobresalir sobre sus compañeros del Sindicato. Durante la huelga general que convulsionó la cuenca minera en el otoño de 1913, no sólo se dirigió a los obreros en las asambleas y los mítines o encabezó las comisiones de negociación que viajaron a Madrid, sino que también dio una especial importancia a la difusión de hojas sueltas, en las que sólo aparecía su firma al pie, y a la publicación de un periódico, dirigido por él y órgano oficial de la organización: Acción Minera[4].
© Consigna electoral, dirigida a los sindicalistas, en la que se pide el voto para Egocheaga. Fuente: documento cedido por la familia Chaparro.
Conocido popularmente en la comarca como «Ego», la propaganda que él mismo se había encargado de promover lo destacaba como un mártir al servicio del proletariado minero de Riotinto. Nada más finalizar la huelga general de 1913, una de las represalias más sonadas que adoptó la Compañía fue su procesamiento y posterior encarcelamiento. El efecto no pudo ser más beneficioso para su popularidad. En los autos del proceso se le acusaba de los robos de los últimos cuatro meses, de los incendios, de los golpes propinados a los esquiroles, de excitar a la rebelión y a la insurrección, y de recomendar el uso de métodos violentos, como el atentado contra la vida de Browning. Una hoja suelta del 31 de enero de 1914 informaba del atropello cometido contra el que ya era el líder indiscutible del Sindicato.
[4] De periodicidad semanal, Acción Minera salió a la calle por primera vez un sábado de principios de noviembre de 1913, en plena huelga general. La financiación del periódico fue un quebradero de cabeza. La bancarrota del Sindicato abocó a su desaparición a finales de 1914.