Propaganda electoral y movimiento obrero en la España de la Restauración
REPORTAJE
ESTA ES LA HISTORIA DEL SINDICATO MINERO DE RIOTINTO Y DE SU LÍDER, ELADIO FERNÁNDEZ EGOCHEAGA, UNA HISTORIA QUE NO ASPIRA A SER EJEMPLO NI MODELO DE NADA, PERO QUE PUDO HABER SIDO LA DE OTRAS ORGANIZACIONES OBRERAS EN LA ANDALUCÍA DE LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX, COMUNIDADES QUE IMAGINABAN UN FUTURO MEJOR Y QUE CONFIABAN CIEGAMENTE EN UNOS CUANTOS INDIVIDUOS QUE ELEVABAN A LA CATEGORÍA DE HÉROES. EN EL CASO DE LOS MINEROS DE RIOTINTO ESE FUTURO MEJOR PASABA POR QUE EGOCHEAGA SE IMPUSIERA AL CANDIDATO DE LA COMPAÑÍA BRITÁNICA EN LAS ELECCIONES A DIPUTADO EN LA PROVINCIA DE HUELVA. UNA QUIMERA, SI SE TIENEN EN CUENTA TANTO LA SUPREMACÍA QUE EJERCÍA LA RIO-TINTO COMPANY LIMITED COMO EL CACIQUISMO QUE IMPERABA EN ESPAÑA DURANTE LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA; O UNA VICTORIA AL ALCANCE DE LA MANO, SI SE LEE DETENIDAMENTE LA PROPAGANDA ELECTORAL QUE EL SINDICATO PUBLICÓ DURANTE LOS POCOS MESES QUE DURÓ LA CAMPAÑA, DE ENERO A MARZO DE 1914.
Realizado por Francisco Baena Sánchez
A principios del siglo XX, la cuenca minera de Riotinto, situada en la provincia de Huelva, era vista como «una colonia extranjera servida por españoles»[1], gobernada de forma autoritaria por la empresa británica que explotaba las minas desde 1873: la Rio-Tinto Company Limited. Este régimen colonial era especialmente visible en la localidad de Minas de Riotinto. Su división urbanística en barriadas era también una compartimentación social, una especie de apartheid civilizado. Allí se levantaba el barrio inglés de Bella Vista, una fortaleza inexpugnable con bonitas casas coloniales en las que residía el staff inglés. Allí la población nativa era, ante todo, leal y sumisa a los dictados de la Compañía, puesto que se beneficiaba de su paternalismo empresarial; allí estaban el servicio médico y farmacéutico, las escuelas y los economatos, así como la mayor parte de las viviendas rentadas por la empresa a los trabajadores.
Sin embargo, Riotinto fue también uno de los principales focos revolucionarios del movimiento obrero en Andalucía, puesto que experimentó en esos años la etapa de mayor conflictividad social de su historia, derivada de las diferentes huelgas que se sucedieron entre 1913 y 1920. A sólo dos kilómetros de Minas de Riotinto, la localidad de Nerva fue la cuna insumisa e insolente de la resistencia obrera frente a la hegemonía de la Compañía; en el ambiente de libertad de sus calles, donde no se sentía el control de la empresa, se cocían las protestas y los conatos de rebelión. Allí se estableció en 1913 el Sindicato, una organización de inspiración socialista. Su motivación no sólo era reivindicativa, sino que también planteaba una vertiente asistencial. Además, si quería tener éxito, debía desarrollar una intensa actividad comunicativa en forma de periódicos, pasquines, mítines o asambleas. Solo así podía aspirar a influir en la opinión pública –local y nacional– y a construir una conciencia de clase, basada en la unidad y la solidaridad, que fuera capaz de integrar a los obreros de Riotinto[2].
Deseosos de organización y huelga general, los mineros de Riotinto encontraron al líder ideal para canalizar sus aspiraciones en el joven socialista Eladio Fernández Egocheaga. Ni su condición de sindicalista –no era minero ni nunca trabajó para la Compañía– ni su llegada orquestada desde Madrid –por la UGT, en vísperas de la huelga general de 1913– impidieron que en unos pocos meses se alzara con la presidencia del Sindicato y se erigiera en héroe proletario de Riotinto. En consecuencia, se convirtió también en la bestia negra de la empresa, así como en el blanco prioritario de una persistente campaña de desprestigio promovida por su director, Walter James Browning[3], y por un sector opositor de la aristocracia obrera que se sentía desplazado.
[1] Así la calificó en su informe la comisión del Instituto de Reformas Sociales que, en 1913, visitó Riotinto para estudiar las condiciones de trabajo que se daban en la explotación minera.
[2] Sobre la formación de la clase obrera en Riotinto, léase Baena Sánchez, F. (2011). Una revolución de papel. Prensa y cultura obrera en la colonia británica de las minas de Riotinto (1913-1920). Centro de Estudios Andaluces.
[3] Walter James Browning dirigió la Rio-Tinto Company Limited desde 1908 hasta 1927, dos décadas en las que se ganó el apelativo de «el rey de Huelva». Sus tentáculos llegaban a las altas esferas de la política española, gracias a la corrupción y al soborno, y sus ojos veían todo cuanto sucedía en la cuenca minera, gracias a la red de información y espionaje que tenía desplegada. Sólo tenía una obsesión: acabar con el Sindicato y con sus líderes –entre los que destacaba Egocheaga– para exterminar cualquier semilla de agitación radical que quedara entre los trabajadores.