Y no sería Silva la única mujer de vinculación andaluza con el mundo del periodismo que adquiriría un papel protagonista en el exilio de los liberales españoles en Londres. Buena conocedora de la prensa era también otra María del Carmen, apellidada Sardi (Almería, 1794-¿Londres?, después de 1837). No en vano, su marido, el periodista Julián de Velasco, como afrancesado, había sido director de la bonapartista Gazeta de Oficio del Gobierno de Vizcaya (1810-1813). En 1817 Sardi tuvo que abandonar España, regresando en el Trienio, aunque en 1824 huye a la capital inglesa con su hija, Manuela (La Patriota liberal, que llegaría a ser reconocida cantante), permaneciendo allí hasta 1832 para marchar después a Francia. En Londres, Sardi, que ya en su país había demostrado una intervención muy activa a favor de la causa liberal[24], se sirve del peculiar medio de comunicación oral que le ofrece la enseñanza del español para convertirse en cronista y propagandista a través del Himno de Riego y de otras composiciones poéticas, incluidas las propias.
Loaba así las hazañas del liberalismo con cantos a la “Libertad, libertad, sacrosanta”, como muestra el cuaderno que recoge la correspondencia mantenida con los Biddulph. Esta familia, que brindó a Sardi su apoyo en el exilio inglés[25], contaba también con la amistad de los Barrett, entre los cuales se encontraba Elizabeth (que pasaría a apellidarse además Browning tras contraer matrimonio), más tarde afamada autora. En 1834, tras la muerte de Fernando VII, Sardi dejaría atrás el exilio, retornando a España, aunque aún regresaría a Londres en 1837, sin que se volviera a saber de ella después, al igual que sucediera, a partir de esos años 30, con otros liberales emigrados, como la otra Carmen, Silva.
En cualquier caso, su legado periodístico en el exilio londinense, como también sucede con el de los que sí retornaron a su patria, con el de los más conocidos o con el de los menos, resultó esencial para el asentamiento de la ideología liberal en España. Y esto fue posible gracias a la labor que desarrollaron todos estos emigrados, tanto a través de su prensa del exilio, editada en español en Londres, como de sus publicaciones en la prensa inglesa desde su exilio, así como de las aparecidas en la prensa puesta en marcha ya de vuelta en España, a raíz del exilio. Toda una forma, como vaticinara El Español Constitucional de Sardino y Silva, de servir a la Patria con la pluma.
[24] En 1823 consiguió presentar a las Cortes el testimonio de sus “acciones patrióticas”, como el auxilio prestado a diputados liberales de las Cortes de Cádiz que habían sido apresados tras la restauración absolutista de 1814 (en su testimonio, recogía declaraciones firmadas de varios prohombres del liberalismo certificando su valor) y su participación en el motín de principios de julio de 1822 (Fuentes y Garí, 2014, p. 381). [25] La Hartley Library, de la Southampton University, conserva un libro fechado en 1827 y compilado por Penelope Biddulph, con las cartas y poemas intercambiados entre su familia y amigos (Mary Ann y Ormus Biddulph, y Eleanora Lawrence) con Carmen Sardi.