Aún no ostentaba este título nobiliario cuando tuvo que dejar España. Ángel de Saavedra (Córdoba, 1791-Madrid, 1865) fue uno de los grandes nombres del romanticismo literario en el exilio, cuyo eco liberal El Español Constitucional londinense de Sardino y Silva recogería en su segunda etapa (1824-1825), coincidiendo con el segundo gran momento de la emigración tras el fin del Trienio. En este periódico, con fecha de julio de 1824, vería la luz de forma anónima su célebre oda “Imitacion del Salmo Super flumina”, en la que expresaría el dolor en su camino al exilio en Londres, clamando “venganza” con una “matanza” que derrame la “sangre vil de pérfidos tiranos”[22]. El que fuera amigo no solo de Alcalá Galiano, su introductor en la vida política del liberalismo exaltado, sino también de Martínez de la Rosa, con quienes ya había coincidido en el Cádiz de las Cortes en relevantes cabeceras liberales del momento, como El Redactor General (1811-1813) y El Conciso (1810-1814), contaba además con su experiencia periodística como director en 1811, durante la Guerra de la Independencia, del Periódico Militar del Estado MayorGeneral (1810-1812).
Tras la restauración absolutista fernandina de 1814, Saavedra no fue represaliado debido a la influencia de su hermano mayor, el por entonces Duque de Rivas, de quien heredaría a su muerte en 1834 el título. Las colaboraciones del autor de Don Álvaro ó la fuerza del sino con la prensa española del exilio en Londres (donde permaneció desde 1824 hasta 1825, para pasar después a Malta y Francia, y regresar a España en 1834) evidencian, además, su paso del liberalismo exaltado, reflejado en sus escritos en el periódico radical de Silva y Sardino, al moderantismo que le caracterizaría tras su reincorporación a la vida política isabelina en su patria, donde ostentaría importantes cargos en el Gobierno, llegando incluso en 1854 a presidirlo aunque, eso sí, solo por dos días.
En Londres también colaborará, de hecho, con la moderada Ocios de Españoles Emigrados (1824-1827), prestigiosa publicación que impulsara otro de los relevantes nombres del exilio, el ex ministro José Canga Argüelles, en la segunda gran etapa de la emigración española en la capital inglesa ante la represión de la Década Ominosa, abordando la Historia de España a través de lo literario y lo político-económico. Los pensamientos vertidos por Saavedra en esta revista, como muestra su composición “El desterrado”[23], reflejan una añoranza de la patria que impregnará toda su obra y su obsesión por ser fiel durante el exilio a la lengua e identidad españolas. Sin embargo, aún desprenden un cierto radicalismo: “Arda en nuevas furias”, exige impetuoso, “El corazon cobarde Del necio Rey”, clamando nuevamente “sangre y venganza” (agosto de 1824). Aun así, paradojas de la vida, ya en el transcurrir liberal en suelo español, los propios exaltados, tras su violento ascenso al poder en 1836 con el “Motín de La Granja”, le forzarían, como también sucedió a otros antiguos liberales exaltados que se habían moderado durante su exilio, entre ellos sus amigos gaditanos Alcalá Galiano o Istúriz, a un nuevo destierro. El Duque de Rivas marcharía entonces a Gibraltar, hasta que, como sus compañeros, pudo regresar un año después por la amnistía de la nueva carta constitucional, dejando atrás para siempre su etapa radical que manifestara en El Español Constitucional londinense de Sardino y Silva.
[22] Pp. 541-543 (número XXX, tomo IV). [23] Pp. 60-70 (número V, tomo II), firmando A. de S.