Precisamente, el primero de ellos, continuación del que ya vio la luz en los años de la Constitución de 1812, contaría también con Antonio Alcalá Galiano (Cádiz, 1789-Madrid, 1865), cuyo nacimiento en plena efervescencia de la Revolución francesa (22 de julio), parecía augurar el carácter exaltado que manifestaría en buena parte de su trayectoria política, vital y periodística, habiendo participado, de hecho, en la conspiración que hizo triunfar el golpe de Riego dando paso al Trienio Liberal y en sociedades secretas, desde comuneros a masones. Su ideología se forjaría anteriormente, en el Cádiz de la Guerra de la Independencia, escribiendo ya en periódicos como la Tertulia Patriótica de Cádiz (1810-1811) y el afrancesado El Imparcial (1809), o en la posterior y ya referida Crónica Científica y Literaria (1817-1820).
Como tantos otros liberales de su época, su radicalismo inicial daría paso al moderantismo, especialmente a raíz de su contacto con el pragmatismo del pensamiento político inglés durante su exilio en Londres a partir de 1823 (no regresaría a España hasta 1834, aunque también estuvo en Francia durante estos años), etapa de la que nos legó toda una crónica detallada en su autobiografía redactada en dos partes, Recuerdos de un anciano (1878) y Memorias (1886). Allí, como los sevillanos Blanco White y Pascual de Gayangos (1809-Londres, 1897), quien destacaría como arabista y orientalista, Alcalá Galiano colaboraría con el londinense The Times y con numerosas revistas inglesas, como Westminster Review (1824-1914), Foreign Quaterly Review (1827-1846), The Metropolitan de Thomas Campbell (1831-1850) y Athenaeum (1828-1921), que contó asimismo con los trabajos de Gayangos, que publicaría también en Edinburgh Review (1802-1929) y en British and Foreign Review (1835-1844).
Si el nacimiento del gaditano había estado marcado por el liberalismo y lo revolucionario, su muerte lo estaría también. Ya en 1836 había tenido que exiliarse de nuevo con la subida al poder de los progresistas a través del “Motín de La Granja”. Regresaría gracias a la Constitución de 1837. Pero en abril de 1865, el día 10, se produjo una revuelta universitaria en protesta contra las medidas restrictivas de censura del gobierno moderado de Narváez. La llamada “Noche de San Daniel” o “Noche del Matadero” costó la vida a casi una decena de personas y al día siguiente, en una sesión extraordinaria del Consejo de Ministros de la que la prensa había sido vetada, Alcalá Galiano se enfrentó por la dureza de la represión con el ministro de Gobernación, Luis González Bravo, muriendo de un ataque cardíaco. Tan solo unos meses después, en junio, moriría también su viejo amigo el Duque de Rivas.