Asimismo, Mora dirigiría el Correo Literario y Politico de Londres (1826), también de Ackermann, en el que, como su propio titular indicaba, ya se incluía claramente la política como sección. La intervención de Mora en la prensa durante su exilio londinense también incluye su presencia en la publicación inglesa The European Review (1824-1826), en la línea del nuevo europeísmo decimonónico que le hace mirar una vez más a Inglaterra, en esta ocasión al hablar de literatura (“Spanish Poetry”) como modelo ideológico: “The enlightened Spaniards have now no other country but England” (1824, p. 383).
A partir de 1826 se trasladaría a varias de las nuevas repúblicas americanas, como Argentina, Chile (de cuya Constitución de 1828 fue redactor), Perú y Bolivia, dirigiendo y fundando periódicos, pero años después regresaría a Londres como diplomático boliviano (1837-1843) y como cónsul de España en tres ocasiones, entre los años 1850 y 1858, aprovechando también para participar en la nueva publicación que Ackermann presentaba como una más amena y de gran calidad ilustrada continuación del ya mencionado El Instructor, La Colmena (1842-1845). Asimismo, como fruto de su liberalismo religioso y su más que posible conversión a la doctrina evangélica (Zazo Esteban, 2016), colaboraría con El Alba (1854-1862), que junto con El Catolicismo Neto (1849-1851) y su continuador, El Examen Libre (1851-1854), constituyen los primeros periódicos protestantes editados en castellano, obra de los exiliados españoles con el apoyo inglés en la capital británica. No hay que olvidar que, a pesar de que la muerte de Fernando VII en 1833 daría paso al auge del liberalismo político en España, la libertad de culto y de conciencia no se proclamaría hasta 1868.
La cuestión de la libertad religiosa sería, de hecho, una de las más polémicas en la consolidación de la ideología liberal decimonónica. Y ello a pesar de que, como vemos, contaba con grandes defensores entre los grandes nombres del liberalismo español de la época, entre ellos, otro gaditano, suscriptor de El Examen Libre y uno de los grandes protagonistas políticos del XIX, que también conoció el exilio londinense tras el Trienio, Juan de Dios Álvarez Mendizábal (originariamente Méndez, que cambió precisamente por motivos religiosos, con la intención de ocultar su ascendencia judía, condenada por la Inquisición[17]). Mendizábal (Cádiz, 1790-Madrid, 1853), que había participado en la conspiración para la sublevación de Riego en 1820 y que posteriormente llevaría a cabo desde el gobierno progresista entre 1836 y 1837 la desamortización de bienes de la Iglesia, impulsaría a su vuelta de la emigración en Londres, de forma similar a lo que haría Andrés Borrego con El Español de 1835, un nuevo modelo de prensa, política pero, siguiendo el ejemplo inglés, también empresarial, en su caso a través de El Eco del Comercio (1834-1849)[18], al frente del cual se encontraban el conquense Fermín Caballero y otro gaditano, Ángel Iznardi.
[17] Ravina Martín (2013) recoge una completísima investigación genealógica. [18] La propia cabecera reflejaría el peso de los “nuevos ricos”, en especial los comerciantes, banqueros y especuladores en el partido progresista (Pan-Montojo, 2006, p. 196), habiendo destacado el propio Mendizábal en el mundo de los negocios desde su participación patriota en la Guerra de la Independencia y durante su exilio en Londres, donde se hizo un hueco entre los banqueros y operadores de la Bolsa.